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The Daily Audio Bible

This reading plan is provided by Brian Hardin from Daily Audio Bible.
Duration: 731 days

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La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Version
Jeremías 1:1-2:30

Marco histórico

Palabras de Jeremías, hijo de Jelcías, uno de los sacerdotes de Anatot, en territorio de Benjamín. Le llegó la palabra del Señor en tiempos de Josías, hijo de Amón, rey de Judá, el año décimo tercero de su reinado. También le llegó en tiempos de Joaquín, hijo de Josías, rey de Judá, hasta el final del año undécimo de Sedecías, hijo de Josías, rey de Judá; hasta la deportación de Jerusalén en el mes quinto.

I.— ORÁCULOS CONTRA JUDÁ Y SUS MONARCAS (1—25)

Vocación y primeras visiones y oráculos

Me llegó la palabra del Señor en estos términos:

— Antes de formarte yo en el vientre, ya te conocía; antes de que salieras de las entrañas maternas, te consagré profeta y te destiné a las naciones.

Respondí:

— Ay, Señor mi Dios. ¡Pero si no sé ni hablar; soy muy joven!

Me contestó el Señor:

— No digas que eres joven. Irás a todos los sitios adonde yo te envíe y dirás todo lo que te ordene. No les tengas miedo, pues estoy contigo para defenderte —oráculo del Señor—.

El Señor alargó su brazo, me tocó en la boca y me dijo:

— He puesto mis palabras en tu boca. 10 Mira, hoy mismo te doy poder sobre naciones y reinos, para arrancar y arrasar, para destruir y demoler, para construir y plantar.

11 El Señor me dirigió la palabra en estos términos:

— ¿Qué ves, Jeremías?

Respondí:

— Veo una rama de almendro.

12 Añadió el Señor:

— Has visto bien. Pues yo también vigilo para que se cumpla mi palabra.

13 Por segunda vez me dirigió el Señor su palabra en estos términos:

— ¿Qué ves?

Respondí:

— Veo un caldero hirviendo, con sus bordes inclinados del lado del norte.

14 El Señor me dijo:

— El desastre se precipitará desde el norte sobre todos los habitantes del país, 15 pues pienso citar a todos los clanes y reinos del norte —oráculo del Señor—.

Vendrán y pondrán su sitial
a la entrada de las puertas de Jerusalén,
en torno a todas sus murallas
y en todas las ciudades de Judá.
16 Expondré mis cargos contra ellos,
por el mal que hicieron olvidándome,
quemando incienso a otros dioses,
adorando a las obras de sus manos.
17 Y tú, disponte a pelear,
puesto en pie les dirás
todo lo que yo te ordene.
Y no les tengas miedo,
o seré yo el que te intimide.
18 Mira, te he convertido
desde hoy en plaza fuerte,
serás columna de hierro,
igual que muro de bronce,
enfrentado a todo el país:
a los reyes y príncipes de Judá,
sacerdotes y pueblo de la tierra.
19 Te atacarán, pero no te vencerán,
pues estoy contigo para ayudarte
—oráculo del Señor—.

Amor de juventud

Me llegó la palabra del Señor en estos términos: Vete y proclama lo siguiente a oídos de Jerusalén:

Esto dice el Señor:
Recuerdo el cariño de tu juventud,
el amor que me tenías de prometida:
seguías mis pasos por el desierto,
por tierra donde nadie siembra.
Israel estaba consagrado al Señor,
era el fruto primero de su cosecha;
quienes comían de él,
sufrían las consecuencias,
el castigo se cernía sobre ellos
—oráculo del Señor—.

Pleito con el pueblo y los profetas

Escuchen la palabra del Señor, casa de Jacob,
familias todas de la casa de Israel.
Así dice el Señor:
¿Qué culpa encontraron en mí sus antepasados,
qué maldad para alejarse de mí?
Se fueron detrás de naderías
y acabaron siendo una nada.
No preguntaron: “¿Dónde está el Señor,
que nos hizo subir de Egipto,
que nos fue guiando por la estepa,
por terrenos desérticos y quebrados,
por terrenos áridos y tenebrosos,
por terrenos que nadie atraviesa,
por terrenos donde nadie reside?”.
Los guié a una tierra de huertos,
para comer sus frutos deliciosos,
pero al entrar contaminaron mi tierra,
hicieron mi heredad abominable.
Los sacerdotes no preguntaban:
“¿Dónde está el Señor?”.
No me conocían los expertos en la ley,
los pastores se rebelaban contra mí.
Los profetas profetizaban por Baal,
caminaban detrás de los inútiles.
Por eso vuelvo a pleitear con ustedes
—oráculo del Señor—,
con los hijos de sus hijos pleiteo.

El ejemplo de otros pueblos

10 Crucen hasta las costas de Chipre y miren,
recorran Quedar y observen con atención,
y vean si sucedió algo parecido.
11 ¿Cambia una nación de dioses?
(¡Y eso que no son dioses!)
Pues mi pueblo cambió su Gloria
12 por algo totalmente inútil.
¡Espántate, cielo, de esto;
pásmate y tiembla aterrado!
—Oráculo del Señor—,
13 porque un doble crimen
cometió mi pueblo:
abandonarme a mí,
fuente de agua viva,
y excavarse pozos,
pozos agrietados,
que no retienen agua.

Consecuencia del abandono del Señor

14 ¿Era acaso un siervo Israel,
alguien nacido en esclavitud?
Pues, ¿cómo se ha vuelto presa
15 de leones que rugen en torno,
que le lanzan gruñidos?
Dejaron su tierra desolada,
sus ciudades incendiadas, deshabitadas.
16 Incluso los de Menfis y Tafne
vendrán a raparte el cogote.
17 ¿No ves que a esto te conduce
el abandono del Señor, tu Dios?
18 ¿Qué buscas ahora camino de Egipto?
¿Beber el agua del Nilo?
¿Qué buscas camino de Asiria?
¿Beber el agua del Éufrates?
19 Tu propia maldad te castigará,
tu apostasía te va a escarmentar;
recuerda bien que es malo y amargo
abandonar al Señor, tu Dios,
y no sentir respeto por mí
—oráculo de Dios, Señor del universo—.

Denuncia de la infidelidad

20 Hace mucho que te has sacudido el yugo
y has hecho trizas tus correas diciendo:
“No volveré a ser esclavo”.
Y en toda colina elevada,
bajo cualquier árbol frondoso
te tumbas como una prostituta.
21 ¡Y pensar que yo te planté
vid selecta, de cepa noble!
¿Cómo te me has hecho extraña,
degenerando en viña bastarda?
22 Aunque te laves con sosa
y uses cantidad de jabón,
tu culpa sigue presente ante mí
—oráculo del Señor Dios—.
23 ¿Cómo dices: “No estoy contaminada,
no he andado detrás de los baales”?
¡Mira tu conducta en el valle,
reconoce todo lo que has hecho!,
camella alocada, sin rumbo,
24 asna habituada al desierto,
que en pleno celo ventea.
¿Quién controlará su pasión?
No se fatiga quien la ansía,
siempre la encuentra dispuesta.
25 No dejes tus pies descalzos,
no permitas que se seque tu garganta.
Pero dices: “Eso sí que no.
Estoy enamorada de extranjeros
y pienso caminar tras ellos”.
26 Como siente vergüenza el ladrón sorprendido,
avergonzado quedará Israel:
ellos, sus reyes y sus príncipes,
también sus sacerdotes y profetas;
27 los que dicen a un leño: “Tú eres mi padre”,
y a un trozo de piedra: “Tú me has parido”.
Me vuelven la espalda, sin mirarme;
mas llega el desastre y me dicen:
“Ven, sálvanos”.
28 ¿Dónde están los dioses que te fabricaste?
¡Que vengan a salvarte cuando llega el desastre!
¡Pues son tantos tus dioses
cuantas son tus ciudades, Judá!

Israel, pueblo rebelde

29 ¿Por qué pleitean conmigo
cuando son ustedes los rebeldes?
30 En vano castigué a sus hijos,
pues no han aprendido la lección.
Su espada devoró a los profetas,
lo mismo que un león depredador.

Filipenses 4

Así pues, hermanos míos, a quienes tanto amo y tanto añoro: ustedes, que son mi alegría y mi corona, permanezcan firmes en el Señor, queridos.

Exhortaciones

A Evodia y a Síntique les pido encarecidamente que se pongan de acuerdo, como cristianas que son. Ayúdalas tú también, fiel compañero ya que lucharon conmigo por la causa del mensaje evangélico, junto con Clemente y el resto de mis colaboradores, cuyos nombres están escritos en el libro de la vida.

Vivan siempre alegres en el Señor. Otra vez se lo digo: vivan con alegría. Que todo el mundo los reconozca por su bondad. El Señor está a punto de llegar. Nada debe angustiarlos; al contrario, en cualquier situación, presenten a Dios su deseos, acompañando sus oraciones y súplicas con un corazón agradecido. Y la paz de Dios, que desborda toda inteligencia, guardará sus corazones y sus pensamientos por medio de Cristo Jesús.

Finalmente, hermanos, aprecien todo lo que sea verdadero, noble, recto, limpio y amable; todo lo que merezca alabanza, suponga virtud o sea digno de elogio. Pongan en práctica lo que han aprendido y recibido; lo que en mí han visto y oído, pónganlo en práctica. Y el Dios de la paz estará con ustedes.

Conclusión (4,10-23)

Pablo agradece la ayuda de los filipenses

10 Grande, my grande ha sido mi alegría como cristiano al comprobar que, después de tanto tiempo, ha vuelto a florecer el interés que ustedes tienen por mí. Ya sé que lo tenían; lo que les faltaba era la ocasión de manifestarlo. 11 Y no es la necesidad lo que me hace hablar así, pues he aprendido a bastarme en cualquier circunstancia. 12 Tengo experiencia de pobreza y de riqueza. Estoy perfectamente entrenado para todo: para estar harto y para pasar hambre, para nadar en la abundancia y para vivir con estrecheces. 13 Puedo salir airoso de toda suerte de pruebas, porque Cristo me da las fuerzas. 14 Con todo, es hermoso que se hayan solidarizado conmigo en momentos de aflicción.

15 Como bien saben, filipenses, cuando comenzó a proclamarse el mensaje evangélico y tuve que salir de Macedonia, sólo la iglesia de ustedes me abrió cuenta de “haber” y “debe”. 16 Incluso estando yo en Tesalónica, por dos veces me enviaron ayuda para remediar mi necesidad. 17 Y no es que yo esté buscando donativos; lo que busco son ingresos que aumenten la cuenta de ustedes. 18 Acuso, pues, recibo de todo, que ha sido más que suficiente. Me siento satisfecho con lo que me han enviado por medio de Epafrodito, y que es ofrenda de suave olor y sacrificio que Dios acepta con agrado. 19 Mi Dios, a su vez, rico y poderoso como es, proveerá a todas las necesidades que ustedes tengan, por medio de Jesucristo. 20 Que Dios, nuestro Padre, reciba gloria por siempre. Amén.

Saludos finales

21 Saluden a todo creyente en Cristo Jesús. Los saludan los hermanos que están conmigo, 22 así como todos los demás cristianos, y en particular los de la casa imperial. 23 Que la gracia de Jesucristo el Señor permanezca con ustedes.

Salmos 75

Salmo 75 (74)

Es Dios quien juzga

75 Al maestro del coro. Según la melodía “No destruyas”. Salmo de Asaf. Canto.
Te damos gracias, oh Dios, te damos gracias,
invocando tu nombre, proclamando tus maravillas.
“Cuando yo lo decida, juzgaré con rectitud;
aunque tiemble la tierra y quienes la habitan,
soy yo quien sostiene sus columnas. [ Pausa]
Dije a los insolentes: ¡no se insolenten!
Y a los malvados: ¡no alcen la frente!
No alcen tanto su frente,
no hablen con el cuello erguido”.
No vendrá del este ni del oeste,
ni del desierto ni de las montañas;
es Dios quien juzga:
a este humilla, a aquel exalta.
Una copa hay en la mano del Señor,
un vino espumoso mezclado con especias;
de él escancia y los malvados de la tierra
lo beben, lo apuran hasta el fondo.
10 Pero yo siempre proclamaré
y cantaré al Dios de Jacob:
11 combatiré a los malvados,
el justo saldrá victorioso.

Proverbios 24:17-20

17 Cuando caiga tu enemigo, no te alegres;
si tropieza, no saltes de gozo;
18 no sea que el Señor, al verlo, se moleste
y deje de estar enojado con él.
19 No te irrites por los malhechores,
ni envidies a los malvados.
20 Porque el malo no tendrá futuro,
la lámpara de los malvados se apagará.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España