Evangelio Viviente
¿Fe en la oración o fe en Dios?
Lee Marcos 11.21-23
Dios no responde toda petición centrada en el yo, pero sí promete responder toda oración que se adecue a su voluntad buena y perfecta.
Puede ser que nuestra oración no sea la oración de fe, sino sólo la oración de la esperanza. Jesús dijo: «Conforme a vuestra fe os sea hecho» (Mateo 9.29), no conforme a vuestra esperanza. ¿Muchas de tus oraciones son sólo oraciones de esperanza?
O puede que hayas estado sustituyendo la fe en la oración por la fe en Dios. En ningún lado se nos dice que debemos tener fe en la oración sino fe en Dios, quien responde la oración. Esto es más que un asunto de semántica. A veces suspiramos: «¡Nuestras oraciones son tan débiles e ineficaces!», o: «¡Mi fe es tan pequeña!» Jesús se anticipó a esta reacción cuando dijo: «Si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí a allá, y se pasará, y nada os será imposible» (Mateo 17.20).
El ojo desnudo observa poca diferencia entre un grano de arena y un grano de mostaza, pero hay un mundo de diferencia entre ambos. En uno está el germen de la vida. No es el tamaño de nuestra fe lo que importa, ¿pero es una fe viviente en un Dios viviente?
El discípulo maduro no se desalentará debido a una demora en la respuesta a su oración. Él sabe que una respuesta demorada no es necesariamente una respuesta denegada.
Los tiempos de Dios son infalibles. Él toma en cuenta cada factor y contingencia. Con frecuencia queremos arrancar un fruto no maduro, pero Él no se verá presionado a actuar prematuramente.
Si Dios en su sabiduría demora la respuesta a tu oración, esa demora, a largo plazo, demostrará ser para tu bien (Hebreos 12.10); será porque Él tiene algo mejor para ti o porque hay algo que Él desea lograr en tu vida que no puede efectuarse de otra manera.
Mientras maduramos espiritualmente y llegamos a conocer a nuestro Padre celestial de un modo más íntimo, podremos confiar implícitamente en su amor y sabiduría, incluso si no llegamos a comprender sus actos. Jesús preparó a sus discípulos para esta experiencia cuando dijo: «Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después» (Juan 13.7).
Reflexión:
Tengo fe en Dios, quien responde mis oraciones.