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The Daily Audio Bible

This reading plan is provided by Brian Hardin from Daily Audio Bible.
Duration: 731 days

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Palabra de Dios para Todos (PDT)
Version
Jueces 17-18

Los ídolos de Micaías

17 En el territorio de Efraín había un hombre llamado Micaías, quien le dijo a su mamá:

—¿Te acuerdas que alguien te robó las 1100 monedas de plata que tenías? Una vez te escuché diciendo una maldición por ese robo, ahora te confieso que yo fui el que las robó, yo tengo las monedas.

La mujer dijo:

—¡Que el SEÑOR te bendiga, hijo mío!

Micaías le devolvió las monedas a su mamá y ella dijo:

—Estas monedas de plata serán para una ofrenda al SEÑOR. Voy a entregarle las monedas a mi hijo para que él construya una estatua y la cubra con plata. Así que, hijo mío, te regreso las monedas.

Pero Micaías le devolvió las monedas de plata a su mamá y ella tomó 200 monedas y se las llevó al fundidor para que hiciera una estatua tallada y cubierta de plata. Cuando la estatua estuvo lista, la llevaron a la casa de Micaías, quien tenía un sitio sagrado en su casa para adorar ídolos. Micaías hizo un efod y algunos dioses para su casa, y nombró sacerdote a uno de sus hijos. Micaías hizo estas cosas porque en ese tiempo el pueblo de Israel no tenía rey, por lo que cada uno hacía lo que mejor le parecía.

Había un joven levita que era de la ciudad de Belén de Judá y había estado viviendo entre la tribu de Judá. Este joven salió de Belén de Judá buscando un sitio donde vivir. Cuando estaba viajando, subió al monte de Efraín y llegó hasta la casa de Micaías. Micaías le preguntó:

—¿De dónde vienes?

El joven respondió:

—Vengo de Belén de Judá, soy levita y estoy buscando un sitio donde vivir.

10 Entonces Micaías dijo:

—Puedes quedarte conmigo y ser mi padre y mi sacerdote. Te pagaré diez monedas de plata cada año y además te daré ropa y comida.

El levita se quedó allí. 11 El joven aceptó la propuesta de Micaías y llegó a ser como uno más de sus hijos. 12 Micaías lo eligió como sacerdote y él se quedó viviendo allí. 13 Micaías dijo: «Ahora sé que el SEÑOR me va a bendecir porque tengo a un levita como sacerdote».

Dan invade la ciudad de Lais

18 En ese tiempo, Israel no tenía rey. La tribu de Dan estaba buscando un territorio dónde habitar. Todas las otras tribus ya tenían su tierra, pero la de Dan todavía no había conseguido territorio. Entonces enviaron desde Zora y Estaol a cinco hombres valientes en busca de un territorio. Los hombres debían explorar la región y encontrar un sitio bueno para vivir.

Los cinco hombres fueron a la región montañosa de Efraín, llegaron hasta la casa de Micaías y allí pasaron la noche. Cuando los hombres estaban en casa de Micaías, reconocieron la voz del joven levita. Entonces se acercaron al muchacho y le preguntaron:

—¿Quién te trajo hasta acá? ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Qué es lo que buscas?

El joven les contó lo que Micaías había hecho por él y les dijo:

—Micaías me contrató y me convertí en su sacerdote.

Los hombres le dijeron:

—Te rogamos que le preguntes a Dios si nuestro viaje va a ser exitoso.

El sacerdote dijo:

—Sí, vayan en paz, el SEÑOR los acompañará en este viaje.

Los hombres siguieron su viaje y llegaron hasta Lais. Allí vieron que la gente vivía tranquilamente. El pueblo estaba gobernado por los de Sidón. Todo estaba calmado y en paz. No tenían enemigos que los molestaran y no les faltaba nada. Vivían lejos de los sidonios y no tenían trato con nadie.

Los cinco hombres regresaron a las ciudades de Zora y Estaol. Sus hermanos les preguntaron:

—¿Qué encontraron?

Ellos respondieron:

—Hemos encontrado una tierra muy buena, pero muévanse, no se queden ahí sin hacer nada. Tenemos que ir a atacar y a apoderarnos de la tierra. 10 Al llegar allí verán que el territorio es muy grande. Allí no hace falta nada, la gente es pacífica y no está preparada para un ataque. Con seguridad que Dios nos dará esa tierra.

11 Entonces 600 hombres de la tribu de Dan salieron de las ciudades de Zora y Estaol, armados y listos para el ataque. 12 Camino a la ciudad de Lais, los soldados acamparon en un lugar al occidente de Quiriat Yearín. Ese sitio donde acamparon se llama Campamento de Dan[a] hasta el día de hoy. 13 Luego siguieron su camino hacia la región montañosa de Efraín y llegaron hasta la casa de Micaías.

14 Allí, los cinco hombres que habían estado explorando antes dijeron a los demás:

—En una de estas casas hay un efod, algunos dioses caseros, una estatua tallada y una estatua cubierta de plata. Ya saben lo que hay que hacer, vayan por todo eso.

15 Entonces fueron hasta la casa de Micaías. Allí estaba el joven levita y lo saludaron. 16 Los 600 soldados de Dan se quedaron en la entrada. Todos los hombres estaban armados y listos para atacar. 17 El sacerdote se quedó en la entrada con los 600 soldados. 18 Los otros cinco hombres entraron en la casa y sacaron el efod, los dioses, la estatua tallada y la cubierta de plata. Cuando el sacerdote los vio, gritó:

—¿Qué están haciendo?

19 Los cinco hombres dijeron:

—¡Cállate! No digas una sola palabra y ven con nosotros, queremos que seas nuestro padre y nuestro sacerdote. ¿No te parece mejor ser el sacerdote de toda una tribu de Israel que de la familia de un solo hombre?

20 El sacerdote se alegró, tomó el efod, los dioses y las estatuas, y se fue con los soldados de Dan. 21 Todos salieron de la casa de Micaías llevando en primera fila a los niños, los animales y las pertenencias.

22 Los hombres de Dan ya estaban lejos de la casa de Micaías, pero él y sus vecinos se reunieron y salieron a buscar a los hombres de Dan y los alcanzaron. 23 Micaías empezó a gritar y los hombres de Dan se voltearon y dijeron:

—¿Qué pasa, por qué gritas tanto?

24 Micaías dijo:

—Ustedes se robaron las estatuas que yo mismo había hecho y se llevaron también a mi sacerdote. ¿Y ahora qué me queda? ¡Es el colmo que me pregunten qué pasa!

25 Los hombres de Dan respondieron:

—Es mejor que no discutas con nosotros, muchos de los soldados tienen mal carácter y si se enojan te pueden atacar. No te expongas a que te maten o que maten a tu familia.

26 Micaías vio que esos hombres eran muy fuertes y que no podía luchar contra ellos. Así que dio la vuelta y regresó a su casa. Los hombres de Dan siguieron su camino.

27 Los hombres de Dan siguieron andando con el sacerdote y las estatuas que Micaías había hecho. Llegaron a Lais y atacaron a sus habitantes, que eran muy pacíficos y no estaban preparados para el ataque. Los hombres de Dan mataron a todos los de Lais a filo de espada y quemaron la ciudad. 28 La gente de Lais estaba muy lejos de los sidonios y no tenía trato con nadie, por eso no hubo nadie que ayudara a los de Lais. La ciudad de Lais estaba en un valle del pueblo de Bet Rejob. Después los hombres de Dan volvieron a construir la ciudad y se quedaron a vivir allí. 29 La ciudad se llamaba Lais pero los hombres de Dan le cambiaron el nombre por Dan en honor a su antepasado Dan, que era hijo de Israel.

30 En la nueva ciudad de Dan colocaron la estatua tallada. El sacerdote era Jonatán, hijo de Gersón, hijo de Moisés[b]. Jonatán y sus hijos fueron sacerdotes de Dan hasta el exilio del pueblo de Israel. 31 La gente de Dan adoraba la estatua que Micaías había hecho y la siguieron adorando mientras la casa de Dios estuvo en Siló.

Juan 3:1-21

Jesús y Nicodemo

Había un hombre llamado Nicodemo, era de los fariseos y líder importante de los judíos. Este fue de noche a donde estaba Jesús y le dijo:

—Maestro, nosotros sabemos que Dios te envió a enseñarnos porque nadie sin la ayuda de Dios puede hacer las señales milagrosas que tú haces.

Jesús le respondió:

—Te digo la verdad: el que no nace de nuevo, no puede tener parte en el reino de Dios.

Nicodemo le dijo:

—Pero si uno ya es viejo, ¿cómo puede nacer de nuevo? ¿Acaso puede regresar al vientre de su mamá y nacer otra vez?

Jesús respondió:

—Te digo la verdad: el que no nace de agua y del Espíritu, no puede entrar al reino de Dios. El que nace de padres humanos tiene vida física, pero el que nace del Espíritu tiene vida espiritual. No te sorprendas si te digo: “Ustedes tienen que nacer de nuevo”. El viento sopla para donde quiere ir. Tú lo escuchas soplar pero no sabes de dónde viene ni para dónde va. Así es con todos los que nacen del Espíritu.

Nicodemo le respondió:

—¿Cómo puede ser posible?

10 Jesús le contestó:

—¿Eres tú un maestro importante del pueblo de Israel y sin embargo no lo entiendes? 11 Te digo la verdad: nosotros hablamos de lo que sabemos. Contamos lo que hemos visto, pero ustedes no aceptan lo que decimos. 12 Les he hablado de cosas de la tierra y no creen ¿entonces cómo van a creer si les hablo de cosas del cielo? 13 El único que ha subido al cielo es el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.

14 »Así como Moisés levantó una serpiente de metal en el desierto,[a] así tiene que ser levantado el Hijo del hombre 15 para que todo el que crea en él tenga vida eterna.

16 »Dios amó tanto al mundo[b] que dio a su Hijo único para que todo el que crea en él no se pierda,[c] sino que tenga vida eterna. 17 Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él. 18 El que crea en el Hijo de Dios no será condenado. Pero el que no cree ya ha sido condenado por no haber creído en el Hijo único de Dios. 19 La gente del mundo será juzgada porque con sus malas acciones no quiso la luz[d] que vino al mundo, sino que prefirió la oscuridad. 20 Todo el que odia la luz no se acerca a ella porque la luz muestra todo lo malo que ha hecho. 21 Pero el que practica la verdad se acerca a la luz para que muestre que sus hechos se hicieron por obra de Dios.

Salmos 104:1-24

¡Qué grande eres!

¡Con todo mi corazón alabo al SEÑOR!

SEÑOR mi Dios, qué grande eres;
    te vistes de gloria y honor.
Estás envuelto de luz como con un manto;
    extiendes los cielos sobre la tierra como si fueran un velo.
Tú construiste tu hogar por encima de los cielos[a];
    usas las oscuras nubes como carruaje
    y cruzas el cielo con las alas del viento.
Hiciste de los vientos tus ángeles[b];
    y de las llamas de fuego tus siervos.

Tú pusiste la tierra sobre una base sólida,
    y jamás será removida.
La cubriste con el mar como si fuera un vestido,
    y el agua cubrió todas las montañas.
Pero retaste las aguas y salieron huyendo;
    tu boca emitió trueno y se fueron corriendo.
El agua corrió hacia abajo desde las montañas, llegó a los valles
    y luego al lugar que le habías asignado.
Tú pusiste los límites de los mares
    para que el agua nunca volviera a cubrir la tierra.

10 Tú haces que el agua fluya de los manantiales hasta los ríos;
    que baje desde las montañas.
11 Las corrientes de agua alimentan a los animales del campo;
    todos los animalitos se acercan a ellas para beber.
12 Las aves se acercan a los manantiales
    y cantan en las ramas de los árboles.
13 Dios riega las montañas desde su hogar en lo alto,
    con el fruto de sus obras la tierra se sacia.
14 Hace crecer la hierba para que se alimenten los animales,
    y las plantas que el ser humano cultiva,
    para obtener su alimento de lo que produce la tierra:
15 el vino que alegra el ánimo,
    el aceite que suaviza la piel,[c]
    y el alimento que sustenta al ser humano.
16 Los árboles del SEÑOR están saciados,
    los cedros del Líbano que él plantó.
17 En ellos hacen las aves sus nidos;
    en los pinos vive la cigüeña.
18 Las altas montañas son el hogar de la cabra,
    y en los peñascos se refugia el damán.

19 Tú nos diste la luna para mostrarnos
    cuándo comienzan los días festivos;
    y el sol que sabe cuándo ocultarse.
20 Tú haces la oscuridad y llega la noche,
    entonces salen los animales del bosque.
21 Los leones rugen cuando agarran su presa,
    le piden su comida a Dios.
22 Entonces sale el sol,
    los animales regresan a su habitación a descansar,
23 y la gente sale a trabajar
    hasta el anochecer.

24 SEÑOR, ¡qué numerosas son tus obras,
    todas ellas nos muestran tu sabiduría!
    La tierra está llena de tus criaturas.

Proverbios 14:20-21

20 El pobre no tiene de amigo ni al vecino,
    pero al rico le llueven las amistades.
21 El que desprecia a sus semejantes comete pecado,
    pero afortunado el que se compadece del pobre.

Palabra de Dios para Todos (PDT)

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