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The Daily Audio Bible

This reading plan is provided by Brian Hardin from Daily Audio Bible.
Duration: 731 days

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Palabra de Dios para Todos (PDT)
Version
Génesis 24:52-26:16

52 Cuando el siervo de Abraham les oyó decir esto, se arrodilló en el piso ante el SEÑOR. 53 Luego el siervo sacó todo el oro, la plata y la ropa y se la dio a Rebeca. También les dio regalos muy caros al hermano y a la mamá de ella. 54 Luego él, y los hombres que estaban con él, comieron y pasaron ahí la noche. A la mañana siguiente se levantaron y dijeron:

—Ahora tenemos que volver a donde está nuestro amo.

55 Pero el hermano y la mamá de Rebeca dijeron:

—Dejen que la muchacha se quede unos diez días y después se podrá ir.

56 El siervo les dijo:

—No me hagan esperar. El SEÑOR ha hecho que mi viaje sea un éxito, déjenme volver a la casa de mi amo.

57 Entonces ellos dijeron:

—Vamos a llamar a la muchacha y le vamos a preguntar qué es lo que ella quiere hacer.

58 Llamaron a Rebeca y le preguntaron:

—¿Quieres irte con este hombre?

Ella respondió:

—Sí, iré.

59 Entonces dejaron que Rebeca y la mujer que siempre la había cuidado se fueran con el siervo de Abraham y sus hombres. 60 La familia de Rebeca la bendijo de esta manera:

«Hermana nuestra,
    ¡que seas madre de millones!
¡Que tus descendientes conquisten
    las ciudades de sus enemigos!»

61 Entonces Rebeca y sus siervas se levantaron, se montaron en los camellos y siguieron al hombre. Así que el siervo tomó a Rebeca y se fue.

62 Isaac había vuelto de Beer Lajay Roí y estaba viviendo en el Néguev. 63 Isaac salió a caminar[a] al campo y vio que venían unos camellos. 64 Rebeca levantó su mirada y vio a Isaac. Luego se bajó del camello 65 y le dijo al siervo:

—¿Quién es ese hombre que viene por el campo hacia nosotros?

El siervo respondió:

—Es mi amo.

Entonces Rebeca tomó su velo y se tapó la cara.

66 El siervo le contó a Isaac todo que le había pasado. 67 Después Isaac llevó a Rebeca a la carpa de Sara, su mamá, y se casó con ella. Isaac amó a Rebeca y así se consoló de la muerte de su mamá.

Muerte de Abraham

(1 Cr 1:32-33)

25 Abraham se volvió a casar, su nueva esposa se llamaba Cetura. Ella dio a luz a Zimrán, Jocsán, Medán, Madián, Isbac y Súaj. Jocsán fue el papá de Seba y Dedán. Los descendientes de Dedán fueron la gente de Asur[b], Letús y Leum. Los hijos de Madián fueron Efá, Éfer, Janoc, Abidá y Eldá. Todos estos fueron descendientes de Cetura. Abraham le dio todo lo que tenía a Isaac. Pero antes de su muerte Abraham les dio algunos regalos a los hijos de sus concubinas y los separó de su hijo Isaac, enviándolos al oriente.

Abraham vivió 175 años. Murió a una edad muy avanzada, después de una vida larga y satisfactoria. Luego se reunió con sus antepasados. Los hijos de Abraham, Isaac e Ismael, lo enterraron en la cueva de Macpela en el campo de Efrón, el hijo de Zojar el hitita, al oriente[c] de Mamré. 10 Este fue el campo que Abraham les compró a los heteos. Tanto a Abraham como a su esposa Sara los enterraron allí. 11 Después de la muerte de Abraham, Dios bendijo a su hijo Isaac, quien se quedó a vivir en Beer Lajay Roí.

Descendientes de Ismael

(1 Cr 1:28-31)

12 Estos son los descendientes de Ismael, el hijo de Abraham y Agar la egipcia, esclava de Sara. 13 Estos son los nombres de los hijos de Ismael en el orden en que nacieron: Nebayot, el primer hijo de Ismael, Cedar, Adbel, Mibsán, 14 Mismá, Dumá, Masá, 15 Hadar, Temá, Jetur, Nafis y Cedema. 16 Esos fueron los hijos de Ismael, con sus nombres mencionados en orden de sus campamentos y aldeas. Sus doce hijos eran como doce príncipes entre su pueblo. 17 Ismael vivió 137 años, murió y fue a reunirse con sus antepasados. 18 Sus descendientes vivieron en el área que va desde Javilá hasta Sur, que queda al oriente de Egipto en el camino a Asiria. Los descendientes de Ismael se establecieron en lugares cercanos a los de sus parientes.[d]

Descendientes Isaac

19 Estos son los descendientes de Isaac, el hijo de Abraham. 20 Isaac tenía 40 años de edad cuando se casó con Rebeca, la hija de Betuel el arameo de Padán Aram, y hermana de Labán el arameo. 21 La esposa de Isaac no podía tener hijos, entonces él oró al SEÑOR por ella. El SEÑOR escuchó sus oraciones y Rebeca quedó embarazada. 22 Los bebés peleaban dentro de su vientre y Rebeca se preguntó: «¿Por qué me está pasando esto a mí?», así que consultó al SEÑOR. 23 El SEÑOR le respondió:

«Tienes a dos naciones dentro de tu vientre.
    Van a nacer de ti los líderes de dos familias y serán separados.
Uno de tus hijos será más fuerte que el otro,
    y el mayor servirá al menor».

24 Cuando llegó el momento, Rebeca tuvo mellizos. 25 El primer bebé nació rojo. Tenía la piel peluda como un abrigo. Por esta razón lo llamaron Esaú[e]. 26 Después nació su hermano que estaba agarrado al talón de Esaú. Por esta razón lo llamaron Jacob[f]. Isaac tenía 60 años de edad cuando ellos nacieron.

27 Los niños crecieron. Esaú se convirtió en un experto cazador y le gustaba mucho estar afuera en el campo, pero Jacob era un hombre muy callado que prefería quedarse en el campamento. 28 Isaac prefería a Esaú porque le gustaba comer los animales que él cazaba, pero Rebeca prefería a Jacob.

29 Una vez, Jacob estaba cocinando cuando Esaú llegó exhausto del campo 30 y le dijo a Jacob:

—Estoy exhausto, déjame comer un poco de esa sopa roja que tienes ahí.

Por esta razón, a él también lo llaman Edom[g].

31 Pero Jacob dijo:

—Véndeme los derechos que tú tienes por ser el hijo mayor[h] de nuestro papá.

32 Esaú dijo:

—Estoy que me muero de hambre, y muerto no me serviría de nada toda la riqueza de mi papá.

33 Jacob dijo:

—Antes, prométeme que me darás tus derechos de hijo mayor. Entonces Esaú se lo prometió y así le vendió a Jacob los derechos que él tenía por ser hijo mayor.

34 Entonces Jacob le dio pan y sopa de lentejas a Esaú, quien comió y bebió, y luego se levantó y se fue. De esta manera demostró lo poco que le importaban sus derechos de ser el hijo mayor.

Isaac le miente a Abimélec

26 Una vez hubo una hambruna en esa región, como en tiempos de la hambruna que hubo cuando vivía Abraham. Por esta razón Isaac se fue a Guerar, donde vivía Abimélec, rey de los filisteos. Allí, el SEÑOR se le apareció y le dijo: «No vayas a Egipto, quédate en las tierras en las que yo te dije que vivieras. Vive en estas tierras como refugiado, que yo estaré contigo y te daré mi bendición. Les voy a dar a ti y a tus descendientes todas estas tierras y así seguiré cumpliendo el pacto que hice con Abraham, tu papá. Multiplicaré tus hijos, como las estrellas del cielo. Les daré estas tierras y todas las naciones del mundo serán bendecidas por tu descendencia. Voy a hacer esto porque tu papá Abraham me obedeció e hizo todo lo que yo le dije. Abraham obedeció mis órdenes, mis leyes y mis reglas».

Entonces Isaac se quedó a vivir en Guerar. Los hombres de ese lugar le preguntaban a Isaac sobre su esposa y respondía: «Ella es mi hermana». Le daba miedo decir: «Ella es mi esposa» porque pensaba: «Si lo hago, la gente de este lugar me matará para quedarse con Rebeca, porque es muy hermosa».

Cuando Isaac llevaba ya mucho tiempo viviendo ahí, mientras el rey Abimélec de los filisteos miraba por una ventana, vio a Isaac acariciando a su esposa Rebeca. Abimélec llamó a Isaac y le dijo:

—¡Esa mujer es tu esposa! ¿Por qué dijiste que era tu hermana?

Isaac le respondió:

—Porque pensé que ustedes me matarían para quedarse con ella.

10 Abimélec dijo:

—¿Qué es lo que has hecho? Fácilmente alguien se podía haber acostado con tu mujer, y tú nos habrías hecho pecar.

11 Luego Abimélec le ordenó a toda su gente:

—El que llegue a tocar a ese hombre o a su esposa será ejecutado.

Isaac se enriquece

12 Isaac sembró semilla en esas tierras y en ese mismo año reunió una cosecha 100 veces mayor. El SEÑOR lo bendijo 13 y él se convirtió en un hombre rico. Luego progresó tanto que llegó a tener muchas posesiones. 14 Tenía tantas ovejas, ganado y esclavos que les dio envidia a los filisteos. 15 Los siervos del papá de Isaac habían cavado muchos pozos durante la vida de Abraham. Los filisteos taparon esos pozos llenándolos con tierra. 16 Después Abimélec le dijo a Isaac:

—Vete de aquí, te has vuelto más poderoso que nosotros.

Mateo 8:18-34

Seguir a Jesús

(Lc 9:57-62)

18 Cuando Jesús vio a la multitud que lo rodeaba, ordenó a sus seguidores que se fueran al otro lado del lago. 19 Un maestro de la ley se acercó a él y le dijo:

—Maestro, te seguiré a dondequiera que vayas.

20 Entonces Jesús le dijo:

—Las zorras tienen sus madrigueras y las aves tienen sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene un lugar donde descansar la cabeza.

21 Otro de sus seguidores le dijo:

—Señor, déjame primero ir a enterrar a mi papá.

22 Pero Jesús le dijo:

—Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos.

Jesús calma una tormenta

(Mr 4:35-41; Lc 8:22-25)

23 Jesús subió a la barca y sus seguidores lo acompañaron. 24 Entonces se desató una gran tormenta y las olas estaban cubriendo la barca, pero Jesús estaba durmiendo. 25 Entonces los seguidores se acercaron, lo despertaron y le dijeron:

—¡Señor, sálvanos! ¡Nos estamos ahogando!

26 Él les dijo:

—¿Por qué son tan cobardes, hombres de poca fe?

Jesús se levantó y regaño a los vientos y al mar; y todo quedó en gran calma. 27 Ellos no lo podían creer y decían:

—¿Quién es este hombre que hasta el viento y las olas lo obedecen?

Jesús expulsa unos demonios

(Mr 5:1-20; Lc 8:26-39)

28 Cuando Jesús llegó a la otra orilla del lago, a la región de los gadarenos[a], se le acercaron de entre las tumbas dos hombres poseídos por demonios. Vivían allí y eran muy violentos, por lo que nadie podía pasar por ahí. 29 De pronto ellos gritaron:

—¿Qué quieres de nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido antes de tiempo para castigarnos?

30 A lo lejos había muchos cerdos comiendo. 31 Entonces los demonios le rogaron a Jesús:

—Si vas a expulsarnos de estos hombres, mándanos a entrar en esos cerdos.

32 Entonces Jesús les dijo:

—¡Vayan!

Los demonios salieron de los hombres y entraron en los cerdos. Entonces todos los cerdos se echaron a correr pendiente abajo por el barranco, cayeron en las aguas y se ahogaron. 33 Los encargados de cuidar a los cerdos salieron huyendo. Al llegar al pueblo, contaron todo lo que había pasado e incluso lo que les pasó a los hombres que estaban poseídos. 34 Entonces todo el pueblo salió a ver a Jesús y le pidieron que se fuera de esa región.

Salmos 10:1-15

Las obras de los perversos

SEÑOR, ¿por qué te muestras tan distante?
    ¿Por qué desapareces en mis momentos de mayor angustia?

Los perversos persiguen con toda arrogancia a los justos
    y los hacen caer en sus trampas.
Los perversos se enorgullecen de sus planes perversos,
    y los que tienen muchos deseos de ganar dinero rechazan al SEÑOR.
Los perversos dicen que no hay Dios.
    No le consultan nada, porque están llenos de soberbia.
    Dios no cabe dentro de sus planes.
Los malos siempre andan bien;
    las decisiones que tú tomas allá en el cielo, no les interesan.
    Se burlan y se ríen de sus enemigos.
Esos perversos creen que nunca caerán;
    que sus acciones no tendrán consecuencias negativas.
Constantemente blasfeman,
    mienten y agreden con sus palabras.
    Siempre están maquinando en contra de los demás.
Se esconden en lugares ocultos en las aldeas,
    y esperan para matar a gente inocente.
    Tienen su vista puesta en los desafortunados.
Son como leones agazapados en los matorrales;
    listos para agarrar a los desafortunados,
    los cuales caen en su trampa.
10 Como leones agazapados,
    listos para atacar a su pobre víctima,
    la agarran en su trampa y se la llevan.
11 Es entonces cuando esa pobre gente piensa que Dios la ha olvidado
    y que a él no le importa lo que les sucede.

12 ¡Levántate SEÑOR!
    ¡Castiga a esos perversos!
    No te olvides de la gente que sufre.
13 Los perversos desprecian a Dios
    y piensan que él no los castigará por lo que han hecho.
14 Ellos no saben que tú te das cuenta de todo lo que sucede,
    y que ves los problemas y sufrimientos de la gente.
No saben que tú ayudas a los que sufren por culpa de los perversos
    y ayudas también a los huérfanos.
15 Dios mío, destruye a los perversos;
    acaba con todo el mal que han hecho.

Proverbios 3:7-8

No te creas más sabio que los demás;
    respeta al SEÑOR y aléjate del mal,
pues eso será como medicina para tu cuerpo
    y como un refresco para tus huesos.

Palabra de Dios para Todos (PDT)

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