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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Version
Levítico 18

Prácticas sexuales no permitidas (18,1-30)

Exhortación inicial

18 El Señor se dirigió a Moisés y le dijo:

— Habla a los israelitas y diles: Yo soy el Señor, su Dios. No harán como se hace en Egipto donde habitaron; ni harán como se hace en Canaán adonde yo les conduzco; ni seguirán sus costumbres. Cumplan mis normas y guarden mis leyes comportándose de acuerdo con ellas. Yo soy el Señor, su Dios. Por lo tanto, cumplirán mis leyes y mis normas; quien las cumpla, vivirá gracias a ellas. Yo soy el Señor.

Prohibiciones concretas

Ninguno entre ustedes tendrá relaciones sexuales con una familiar cercana. Yo soy el Señor. No tendrás relaciones sexuales con la mujer de tu padre; es tu madre y no deberás tener relaciones sexuales con ella. No tendrás relaciones sexuales con otra esposa de tu padre, pues es esposa de tu padre. No tendrás relaciones sexuales con tu hermana, sea hija de tu padre o de tu madre, haya nacido en casa o fuera. 10 No tendrás relaciones sexuales con tus nietas, pues es como deshonrarte a ti mismo. 11 No tendrás relaciones sexuales con la hija que tu padre haya engendrado de otra esposa; es tu hermana y no deberás tener relaciones sexuales con ella. 12 No tendrás relaciones sexuales con tu tía paterna, pues es como deshonrar a tu padre. 13 No tendrás relaciones sexuales con tu tía materna, pues es como deshonrar a tu madre.

14 No ofenderás a tu tío paterno, teniendo relaciones sexuales con su mujer, pues es la esposa del hermano de tu padre. 15 No tendrás relaciones sexuales con tu nuera; es la mujer de tu hijo y no deberás tener relaciones sexuales con ella. 16 No tendrás relaciones sexuales con tu cuñada, pues es como deshonrar a tu hermano.

17 No tendrás relaciones sexuales con una mujer y con su hija; ni las tendrás con sus nietas, pues es como deshonrar a esa mujer, y es algo aborrecible. 18 Mientras viva tu primera mujer, no tomarás como esposa a una hermana suya teniendo relaciones sexuales con ella y haciéndola así su rival. 19 Tampoco tendrás relaciones sexuales con una mujer durante el tiempo de su impureza menstrual. 20 No te acostarás con la mujer de tu prójimo, contaminándote con ella. 21 No permitirás que ninguno de tus hijos sea sacrificado a Moloc, profanando así el nombre de tu Dios. Yo soy el Señor. 22 No te acostarás con un hombre como se hace con una mujer; es una cosa aborrecible. 23 No tendrás relaciones carnales con ningún animal contaminándote con él, ni tampoco las tendrá mujer alguna con él; es una perversión.

Exhortación conclusiva

24 No se contaminen con ninguna de estas prácticas con las que se han corrompido las naciones que yo voy a expulsar ante ustedes. 25 El país, en efecto, se ha contaminado; así que yo he decidido castigar su iniquidad de forma que tenga que vomitar a sus habitantes. 26 Cumplan mis normas y guarden mis leyes; no hagan ninguna de estas abominaciones, ni el nativo ni el extranjero residente entre ustedes. 27 Los que habitaron esta tierra hicieron todas estas cosas horrendas y la tierra quedó contaminada. 28 ¡Que no los vomite también a ustedes por haberla contaminado, como vomitó a los pueblos que la habitaron antes de ustedes! 29 Porque cualquiera que haga alguna de todas estas cosas horrendas será extirpado de su pueblo. 30 Cumplan, pues, mis mandamientos y no sigan las costumbres detestables que se practicaban antes de que llegaran ustedes, ni se contaminen con ellas. Yo soy el Señor, su Dios.

Salmos 22

Salmo 22 (21)

Tú, Señor, no te alejes

22 Al maestro del coro. Según “La cierva de la aurora”. Salmo de David.
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Está lejos mi salvación y son mis palabras un gemido.
Dios mío, te llamo de día y no me respondes,
de noche y no encuentro descanso.
Tú eres el Santo, el que se sienta en el trono,
rodeado por las alabanzas de Israel.
En ti confiaron nuestros antepasados,
confiaron y tú los liberaste;
te imploraron y quedaron libres,
confiaron en ti y no fueron defraudados.
Pero yo soy un gusano, no una persona,
la deshonra del ser humano, la vergüenza del pueblo.
Cuantos me ven se ríen de mí,
hacen muecas con los labios, balancean la cabeza:
“¡Que acuda al Señor; que él lo libre;
que lo salve si tanto lo ama!”.
10 Fuiste tú quien me sacó del vientre,
quien me protegió junto al pecho de mi madre;
11 desde el seno materno te fui confiado,
desde el vientre de mi madre tú eres mi Dios.
12 No te separes de mí, que la angustia está cerca
y no hay quien me ayude.
13 Manadas de novillos me cercan,
toros de Basán me acosan.
14 Abren sus fauces contra mí
cual león que ruge y despedaza.
15 Me diluyo como el agua,
mis huesos se desencajan,
mi corazón, como cera,
se derrite en mis entrañas;
16 está agostada mi fuerza como la tierra seca,
mi lengua está pegada al paladar;
tú me hundes en el polvo de la muerte.
17 Me acorralan jaurías,
hordas de criminales me asedian,
como un león asedian mis manos y mis pies.
18 Puedo contar todos mis huesos.
Ellos me miran, se fijan en mí,
19 se reparten mis ropas,
echan a suertes mis vestiduras.
20 Pero tú, Señor, no te alejes,
fuerza mía, date prisa en ayudarme.
21 Libra mi ser de la espada,
mi vida de las dentelladas del perro.
22 Sálvame de las fauces del león,
protégeme de los cuernos del búfalo.
23 Yo proclamaré tu nombre a mis hermanos,
te alabaré en medio de la asamblea.
24 Los que veneran al Señor, alábenlo,
ustedes, estirpe de Jacob, hónrenlo,
ustedes, estirpe de Israel, respétenlo.
25 Porque no despreció ni rechazó
el dolor del afligido; no le ocultó su rostro,
sino que lo escuchó cuando clamaba.
26 De ti nace mi alabanza en la gran asamblea;
delante de sus fieles cumpliré mis votos.
27 Los necesitados comerán hasta saciarse,
alabarán al Señor los que lo buscan.
¡Que todos ustedes vivan por siempre!
28 Recordarán al Señor y volverán hacia él
desde todos los confines de la tierra;
se postrarán ante ti todas las naciones.
29 Porque del Señor es la realeza,
él domina a las naciones.
30 Ante el Señor se postrarán
los que descansan en la tierra,
se arrodillarán los que bajan al polvo,
los que no pueden preservar su vida.
31 La posteridad ha de servirlo,
por siempre será proclamado el Señor.
32 Se anunciarán sus acciones salvíficas
al pueblo que va a nacer:
esto es lo que hizo el Señor.

Eclesiastés 1

Palabras de Cohélet, hijo de David, rey de Jerusalén.

I.— LAS QUIMERAS DEL SABIO (1,2—2,26)

¡Pura ilusión! —dice Cohélet— ¡Pura ilusión! ¡Todo es ilusión! ¿Qué ganancia saca el ser humano de toda la fatiga con que se afana bajo el sol?

Prólogo

Las generaciones se suceden,
y la tierra permanece siempre quieta.
El sol sale, el sol se pone
y corre hacia el lugar
de donde volverá a salir.
Sopla al sur y sopla al norte;
y, gira que te gira, el viento
vuelve a reanudar sus giros.
Todos los ríos van al mar,
pero el mar nunca se llena;
del lugar donde los ríos van,
vuelven de nuevo a fluir.
Todas las palabras se agotan,
sin que nadie alcance a decirlas,
ni los ojos se sacian de ver,
ni el oído se harta de oír.
Lo que fue, sucederá;
lo que se hizo, se hará:
nada es nuevo bajo el sol.
10 Y aunque alguien te presente
cualquier cosa como nueva,
¡seguro que ya existió
en los siglos precedentes!
11 No queda memoria del pasado,
mas tampoco el porvenir
dejará memoria alguna
en quienes vengan después.

La experiencia salomónica

12 Yo, Cohélet, he sido rey de Israel en Jerusalén, 13 y me he entregado a buscar y a investigar con sabiduría todo cuanto se hace bajo el cielo. ¡Pesada carga esta que Dios ha impuesto al ser humano para atarearlo! 14 He observado todo cuanto se hace bajo el sol: todo es pura ilusión y vano afán.

15 No se puede enderezar lo torcido,
ni contar lo que no existe.

16 Me decía interiormente: he ampliado y aumentado la sabiduría en relación con todos mis predecesores en Jerusalén y he adquirido sabiduría y ciencia extraordinarias. 17 Me he aplicado a distinguir sabiduría y ciencia de lo que es locura y estupidez, y he comprendido que también eso era vano afán, 18 pues

a mayor sabiduría, mayor tormento;
y a más ciencia, más dolor.

1 Timoteo 3

La función del obispo

Es esta una palabra digna de crédito: quien aspira al episcopado, aspira a una noble tarea. Ahora bien, es preciso que el obispo, sea un hombre sin tacha, marido de una sola mujer. Debe ser sobrio, equilibrado, cortés, hospitalario, con capacidad para enseñar. No ha de ser borracho ni pendenciero, sino ecuánime, pacífico y desinteresado. Que sepa gobernar bien su propia casa y educar a sus hijos con autoridad y pleno equilibrio, pues quien no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la Iglesia de Dios? Que no sea un recién convertido para que no se le suba el cargo a la cabeza y se haga acreedor de la misma condenación que el diablo. Es necesario, finalmente, que goce también de buena fama entre los no creyentes, para que no incurra en descrédito ni el diablo lo atrape en sus trampas.

Cualidades del diácono

Que los diáconos sean igualmente personas responsables, hombres de palabra, no dados al vino ni a los negocios sucios; que guarden las verdades de la fe con una conciencia limpia. 10 Antes de nada debe comprobarse su conducta y sólo si son irreprochables podrán ejercer el diaconado.

11 Del mismo modo, que también las mujeres sean responsables, no calumniadoras, sobrias y plenamente fieles. 12 Los diáconos, por su parte, deben ser maridos de una sola mujer, que sepan gobernar a sus hijos y a sus propias casas, 13 pues los que desempeñan bien la función de diáconos se harán dignos de un puesto honorífico y alcanzarán una gran confianza en lo que respecta a la fe en Cristo Jesús.

Cristo en el plan de Dios

14 Te escribo estas cosas con la esperanza de ir a verte pronto. 15 Por si me retraso, quiero que sepas cómo debes comportarte en la casa de Dios, es decir, en la Iglesia del Dios viviente, columna y fundamento de la verdad. 16 Grande es, sin lugar a dudas, el misterio de nuestra religión:

Cristo vino al mundo como ser mortal,
el Espíritu dio testimonio de él,
lo contemplaron los ángeles,
fue anunciado a las naciones,
en el mundo le creyeron,
Dios lo recibió en su gloria.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España