Print Page Options
Previous Prev Day Next DayNext

The Daily Audio Bible

This reading plan is provided by Brian Hardin from Daily Audio Bible.
Duration: 731 days

Today's audio is from the NLT. Switch to the NLT to read along with the audio.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Version
Génesis 32:13-34:31

13 Has sido tú quien me dijiste que me harías prosperar y que mi descendencia sería tan numerosa como la arena de la playa, que es incontable.

14 Aquella noche Jacob durmió allí y, de lo que traía consigo, escogió regalos para su hermano Esaú: 15 doscientas cabras y veinte machos cabríos; doscientas ovejas y veinte carneros; 16 treinta camellas recién paridas, con sus crías; cuarenta vacas y diez novillos; veinte asnas y diez asnos. 17 Luego se los confió a sus criados en rebaños separados, y les dijo:

— Vayan delante de mí y dejen alguna distancia entre rebaño y rebaño.

18 Al primero le dio las siguientes instrucciones:

— Cuando te encuentres con mi hermano Esaú y te pregunte de quién eres, adónde vas y para quién es el ganado que llevas, 19 le responderás: “Es un regalo que tu siervo Jacob envía a mi señor Esaú. Él mismo viene detrás de nosotros”.

20 Las mismas instrucciones dio Jacob al segundo y al tercero y a todos los que guiaban los rebaños:

— Cuando encuentren a Esaú, díganle lo mismo; 21 y añadan: “Tu siervo Jacob viene detrás de nosotros”.

Porque Jacob pensaba: “Es posible que los regalos que le vayan llegando lo apacigüen y así, cuando me presente ante él, tal vez me reciba amistosamente”. 22 Envió, pues, los regalos por delante, mientras él se quedó a pasar la noche en el campamento.

Jacob lucha con un ángel

23 Aquella misma noche, Jacob se levantó, tomó a sus dos mujeres junto con sus dos criadas y sus once hijos, y los hizo cruzar el vado del río Yaboc. 24 Los hizo pasar al otro lado del río llevando consigo todo lo que tenía. 25 Y se quedó Jacob solo. Entonces un desconocido luchó con él hasta despuntar el alba. 26 Viendo el desconocido que no podía vencer a Jacob, lo golpeó en la coyuntura de la cadera, y esta parte quedó dislocada mientras luchaban. 27 Y el desconocido le dijo:

— Suéltame, que ya despunta el alba.

Y Jacob respondió:

— No te soltaré hasta que me bendigas.

28 El desconocido le preguntó:

— ¿Cómo te llamas?

Respondió:

— Jacob.

29 Entonces el desconocido le dijo:

— Ya no te llamarás Jacob, sino Israel, porque has luchado contra Dios y contra los hombres, y has vencido.

30 Jacob, a su vez, le preguntó:

— ¿Cuál es tu nombre?

Pero el desconocido contestó:

— ¿Por qué quieres saber mi nombre?

Y allí mismo lo bendijo.

31 Jacob llamó a aquel lugar Penuel, porque dijo: “He visto a Dios cara a cara y sigo vivo”.

32 Salía ya el sol cuando Jacob atravesaba Penuel; y caminaba cojeando de la cadera. 33 Por eso los israelitas no comen hasta el presente el tendón que está en la articulación de la cadera, pues Jacob fue herido en dicho tendón.

El encuentro de Jacob con Esaú

33 Cuando Jacob vio que se acercaba Esaú con cuatrocientos hombres, repartió a los niños entre Lía, Raquel y las dos criadas. Situó primero a las criadas con sus hijos, detrás a Lía con sus hijos, y por último a Raquel con José. Luego pasó delante de ellos e hizo siete inclinaciones hasta el suelo a medida que se iba acercando a su hermano. Pero Esaú corrió a su encuentro y, echándole los brazos al cuello, lo abrazó y rompieron juntos a llorar.

Después Esaú alzó la mirada y fijándose en las mujeres y los niños, preguntó:

— Y estos, ¿quiénes son?

Jacob respondió:

— Son los hijos que Dios ha concedido a tu siervo.

Entonces las criadas y sus hijos se acercaron y se inclinaron; luego, Lía y sus hijos hicieron lo mismo y, por último, también se inclinaron Raquel y José. Y preguntó Esaú:

— ¿Qué pretendías con todos esos rebaños que me he venido encontrando?

Jacob respondió:

— Lograr que mi señor me recibiese amistosamente.

Esaú dijo:

— Yo tengo bastante, hermano mío; quédate con lo tuyo.

10 Jacob insistió:

— De ninguna manera. Si realmente me has perdonado, acepta este regalo que te ofrezco. Volver a verte ha sido como ver el rostro de Dios ya que me has recibido tan fraternalmente. 11 Te ruego que aceptes el regalo que te he traído, porque Dios ha sido generoso conmigo y tengo de todo.

Tanto insistió Jacob, que al fin Esaú aceptó.

12 Después Esaú dijo:

— Pongámonos en camino; yo te acompañaré.

13 Pero Jacob respondió:

— No olvide mi señor que los niños aún son débiles y que debo también cuidar a las ovejas y vacas que están criando; si se las fuerza a caminar una jornada entera, todas las ovejas morirán. 14 Es mejor que mi señor se adelante a su siervo; yo seguiré poco a poco, al paso del ganado que va delante de mí y al paso de los niños, hasta reunirnos con mi señor en Seír.

15 Entonces Esaú dijo:

— Permíteme al menos que te acompañen algunos de mis hombres.

Y Jacob respondió:

— No hay necesidad. Es bastante con haberme ganado la benevolencia de mi señor.

16 Aquel mismo día, Esaú emprendió el camino de vuelta a Seír. 17 Por su parte, Jacob se dirigió a Sucot y allí construyó una casa para él y cobertizos para su ganado. Por eso Sucot es el nombre de aquel lugar.

Jacob en Siquén

18 A su regreso de Parán Aram, Jacob llegó sano y salvo a la ciudad de Siquén, en tierra de Canaán, y acampó fuera, frente a la ciudad. 19 Y el terreno donde montó las tiendas se lo compró a los hijos de Jamor, padre de Siquén, por cien monedas de plata. 20 Y allí mismo erigió un altar y lo dedicó al Dios de Israel.

Rapto de Dina

34 Un día Dina, la hija que Jacob había tenido con Lía, fue a visitar a las muchachas de aquella tierra. La vio Siquén, hijo de Jamor, el jeveo, señor de aquella tierra, y por la fuerza se acostó con ella y la violó. Pero después Siquén no pudo quitarse de la cabeza a Dina, la hija de Jacob, porque se había enamorado de ella; así que trató de ganarse su amor. Dijo, pues, a su padre Jamor:

— Consígueme a esa muchacha para que sea mi mujer.

Jacob se enteró de que Siquén había violado a Dina, pero como sus hijos estaban en el campo con el ganado, no dijo nada hasta su regreso. Mientras tanto Jamor, padre de Siquén, fue a ver a Jacob para hablar con él.

Cuando los hijos de Jacob regresaron del campo y supieron lo que había sucedido, se sintieron ultrajados y se llenaron de ira porque era una ofensa imperdonable para Israel el que Siquén hubiese violado a la hija de Jacob; era algo que nunca debió haber hecho. Pero Jamor habló con ellos y les dijo:

— Mi hijo Siquén se ha enamorado de su hermana. Por favor, permitan que él la tome como esposa. Así emparentaremos: dennos sus hijas, tomen ustedes las nuestras 10 y quédense a vivir con nosotros. Esta tierra está a su disposición; vivan en ella, hagan negocios y adquieran posesiones.

11 Siquén, por su parte, dijo al padre y a los hermanos de Dina:

— Sean benévolos conmigo y les daré cuanto me pidan. 12 Impónganme una dote alta y regalos valiosos por la muchacha y les daré lo que me pidan, con tal de que me la den en matrimonio.

13 Los hijos de Jacob, ultrajados por lo que Siquén había hecho a su hermana Dina, respondieron con engaño a Jamor y a su hijo, 14 diciéndoles:

— No podemos hacer lo que nos pedís, dando nuestra hermana a un hombre que no está circuncidado; eso sería una afrenta para nosotros. 15 Solo podemos aceptar con una condición: que ustedes sean como nosotros, es decir, que todos sus varones se circunciden. 16 Así sí podremos darles a nuestras hijas y nosotros tomar a las de ustedes, viviendo entre ustedes y formando un solo pueblo. 17 Pero si no aceptan nuestra condición de circuncidarse, nos marcharemos con nuestra hermana de aquí.

18 Jamor y Siquén estuvieron de acuerdo con esta propuesta 19 y el muchacho no tardó en tratar de ejecutar lo que habían acordado, porque estaba enamorado de la hija de Jacob.

Como Siquén era la persona más respetada en su familia, 20 él y su padre Jamor fueron a la puerta de la ciudad y hablaron así a sus conciudadanos:

21 — Estos hombres son gente de paz. Dejemos que se establezcan en nuestro país y que puedan comerciar aquí, pues hay suficiente espacio para ellos. Nosotros tomaremos por esposas a sus hijas y a ellos les daremos las nuestras. 22 Pero, para que ellos vivan entre nosotros y formemos un solo pueblo, ponen una sola condición: que se circunciden todos nuestros varones tal como ellos acostumbran. 23 Sólo tenemos que decir que sí y ellos se quedarán a vivir con nosotros; entonces sus ganados, sus posesiones y todos sus animales serán nuestros.

24 Todos los que estaban presentes en la puerta de la ciudad aceptaron la propuesta de Jamor y de su hijo Siquén; así que todos los varones fueron circuncidados. 25 Pero tres días después, cuando los circuncidados estaban más doloridos, dos de los hijos de Jacob, Simeón y Leví, hermanos de Dina, empuñaron cada uno su espada, entraron en la indefensa ciudad y mataron a todos los varones. 26 Mataron también a filo de espada a Jamor y a su hijo Siquén; luego sacaron a Dina de casa de Siquén y se marcharon. 27 Los otros hijos de Jacob también fueron y, pasando sobre los cadáveres, saquearon la ciudad en venganza por el ultraje cometido contra su hermana. 28 Se apoderaron de sus ovejas, vacas y asnos, de todo cuanto había en la ciudad y en el campo; 29 se llevaron todas las riquezas, incluidos sus niños y mujeres, y saquearon todo lo que encontraron en las casas.

30 Entonces Jacob les dijo a Simeón y Leví:

— Me han ocasionado la ruina haciéndome enemigo de los habitantes de esta tierra, los cananeos y los fereceos. Yo cuento con muy pocos hombres y si ellos se alían contra mí y me atacan; acabarán conmigo y con toda mi familia.

31 Pero ellos replicaron:

— ¿Íbamos a permitir que tratasen a nuestra hermana como a una ramera?

Mateo 11:7-30

Jesús habla de Juan el Bautista (Lc 7,24-35)

Cuando se fueron los enviados de Juan, Jesús se puso a hablar de él a la gente. Decía:

— Cuando ustedes salieron a ver a Juan al desierto, ¿qué esperaban encontrar? ¿Una caña agitada por el viento? ¿O esperaban encontrar un hombre espléndidamente vestido? ¡Los que visten con esplendidez viven en los palacios reales! ¿Qué esperaban entonces encontrar? ¿Un profeta? Pues sí, les aseguro, y más que profeta. 10 Precisamente a él se refieren las Escrituras cuando dicen: Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. 11 Les aseguro que no ha nacido nadie mayor que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es mayor que él. 12 Desde que vino Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos es objeto de violencia y los violentos pretenden arrebatarlo. 13 Así lo anunciaron todos los profetas y la ley de Moisés hasta que llegó Juan. 14 Pues, en efecto, Juan es Elías, el profeta que tenía que venir. 15 Quien pueda entender esto, que lo entienda.

16 ¿A qué compararé esta gente de hoy? Puede compararse a esos niños que, sentados en la plaza, interpelan a los otros 17 diciendo: “Hemos tocado la flauta para ustedes y ustedes no han bailado; les hemos cantado tonadas tristes, y no han llorado”. 18 Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dijeron de él: “Tiene un demonio dentro”. 19 Pero después vino el Hijo del hombre que come y bebe, y dicen: “Ahí tienen a uno que es glotón y borracho, amigo de andar con recaudadores de impuestos y gente de mala reputación”. Pero la sabiduría se acredita por sus propios resultados.

Lamento por las ciudades rebeldes (Lc 10,13-15)

20 Los pueblos donde Jesús había hecho la mayor parte de sus milagros no se habían convertido. Entonces se puso a reprochárselo, diciendo:

21 — ¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran realizado los milagros que se han realizado en medio de ustedes, ya hace mucho tiempo que sus habitantes se habrían convertido, y lo habrían demostrado con luto y ceniza. 22 Por eso, les digo que Tiro y Sidón serán tratadas en el día del juicio con más clemencia que ustedes.

23 Y tú, Cafarnaún, ¿crees que vas a ser encumbrada hasta el cielo? ¡Hasta el abismo serás precipitada! Porque Sodoma no habría sido destruida si en ella se hubieran realizado los milagros que se han realizado en ti. 24 Por eso, les digo que, en el día del juicio, Sodoma será tratada con más clemencia que tú.

El Reino revelado a los sencillos (Lc 10,21-22)

25 Por aquel entonces dijo Jesús:

— Padre, Señor del cielo y de la tierra, te doy gracias porque has ocultado todo esto a los sabios y entendidos y se lo has revelado a los sencillos. 26 Sí, Padre, así lo has querido tú. 27 Mi Padre lo ha puesto todo en mis manos y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre; y nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquellos a quienes el Hijo quiera revelárselo. 28 ¡Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso! 29 ¡Pongan mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy sencillo y humilde de corazón! Así encontrarán descanso para su espíritu, 30 porque mi yugo es fácil de llevar, y mi carga ligera.

Salmos 14

Salmo 14 (13)

No hay quien haga el bien

14 Al maestro del coro. Salmo de David.
Piensan los insensatos: “No hay Dios”.
Son perversos, su conducta es detestable,
no hay quien haga el bien.
El Señor desde los cielos contempla a los humanos
para ver si hay algún sensato que busque a Dios.
Pero todos se han pervertido,
se han corrompido sin excepción;
no hay quien haga el bien, ni uno solo.
¿No comprenderán los malvados
que devoran a mi pueblo como si fuera pan?
No invocan al Señor
y van a estremecerse de miedo,
porque Dios está con los justos.
Quisieron frustrar el proyecto del humilde,
pero el Señor es su refugio.
¡Ojalá venga de Sión la salvación de Israel!
Cuando el Señor restaure a su pueblo,
se regocijará Jacob, se alegrará Israel.

Proverbios 3:19-20

19 El Señor fundó la tierra con sabiduría,
fijó los cielos con inteligencia;
20 por su saber las aguas abismales se separan
y las nubes gotean rocío.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España