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The Daily Audio Bible

This reading plan is provided by Brian Hardin from Daily Audio Bible.
Duration: 731 days

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Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
Version
Génesis 28-29

28 Entonces Isaac llamó a Jacob, lo bendijo y le mandó diciendo:

—No tomes esposa de entre las mujeres de Canaán. Levántate, ve a Padan-aram, a la casa de Betuel, padre de tu madre, y toma allí mujer de las hijas de Labán, hermano de tu madre. Que el Dios Todopoderoso te bendiga, te haga fecundo y te multiplique hasta que llegues a ser multitud de pueblos. Que él te dé la bendición de Abraham, lo mismo que a tu descendencia, para que poseas la tierra en que habitas, la cual Dios ha dado a Abraham.

Así envió Isaac a Jacob, quien fue a Padan-aram, a Labán hijo de Betuel el arameo, hermano de Rebeca, madre de Jacob y de Esaú.

Esaú vio que Isaac había bendecido a Jacob y que lo había enviado a Padan-aram para tomar allí mujer para sí. Vio también que cuando lo bendijo, le mandó diciendo: “No tomes esposa de entre las mujeres de Canaán”. Jacob había obedecido a su padre y a su madre, y se había ido a Padan-aram. Asimismo, vio Esaú que las mujeres de Canaán le parecían mal a Isaac su padre. Entonces él también se fue a Ismael y tomó para sí por mujer a Majalat hija de Ismael, hijo de Abraham, hermana de Nebayot, además de las otras mujeres que tenía.

El SEÑOR confirma su pacto a Jacob

10 Jacob partió de Beerseba y se fue hacia Harán. 11 Y llegó a cierto lugar y pasó allí la noche, porque el sol ya se había puesto. Tomó una de las piedras de aquel lugar, la puso como cabecera y se acostó en aquel lugar. 12 Entonces soñó, y he aquí una escalera puesta en la tierra, cuya parte superior alcanzaba el cielo. He aquí que los ángeles de Dios subían y descendían por ella. 13 Y he aquí que el SEÑOR estaba en lo alto de ella y dijo:

—Yo soy el SEÑOR, el Dios de tu padre Abraham y el Dios de Isaac. La tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia. 14 Tus descendientes serán como el polvo de la tierra. Te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur, y en ti y en tu descendencia serán benditas todas las familias de la tierra. 15 He aquí que yo estoy contigo; yo te guardaré por dondequiera que vayas y te haré volver a esta tierra. No te abandonaré hasta que haya hecho lo que te he dicho.

16 Jacob despertó de su sueño y dijo:

—¡Ciertamente el SEÑOR está presente en este lugar, y yo no lo sabía!

17 Él tuvo miedo y dijo:

—¡Cuán temible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios y puerta del cielo.

18 Jacob se levantó muy de mañana, tomó la piedra que había puesto como cabecera, la puso como señal y derramó aceite sobre ella. 19 Y llamó el nombre de aquel lugar Betel[a], aunque el nombre antiguo de la ciudad era Luz.

20 Jacob también hizo un voto diciendo:

—Si Dios está conmigo y me guarda en este viaje que realizo, si me da pan para comer y vestido para vestir, 21 y yo vuelvo en paz a la casa de mi padre, el SEÑOR será mi Dios. 22 Esta piedra que he puesto como señal será una casa de Dios, y de todo lo que me des, sin falta apartaré el diezmo para ti.

Encuentro de Jacob con Raquel

29 Jacob emprendió su camino y fue a la tierra de los orientales. Entonces vio un pozo en el campo, y he aquí que tres rebaños de ovejas estaban recostados cerca del mismo, porque de aquel pozo daban de beber a los rebaños. Había una gran piedra sobre la boca del pozo. Y cuando eran reunidos allí todos los rebaños, los pastores removían la piedra que estaba sobre la boca del pozo y daban de beber a los rebaños. Luego volvían a colocar la piedra en su lugar sobre la boca del pozo. Entonces Jacob dijo a los pastores:

—Hermanos míos, ¿de dónde son ustedes?

Ellos le respondieron:

—Somos de Harán.

Él les preguntó:

—¿Conocen a Labán hijo de Nacor?

Ellos le respondieron:

—Sí, lo conocemos.

Él les dijo:

—¿Está bien?

Ellos le respondieron:

—Está bien. Y he aquí que su hija Raquel viene con el rebaño.

Él dijo:

—He aquí que todavía es temprano; todavía no es tiempo de reunir todo el rebaño. Den de beber a las ovejas y vayan a apacentarlas.

Ellos le respondieron:

—No podemos, hasta que se reúnan todos los rebaños y sea removida la piedra de encima de la boca del pozo, para que demos de beber a las ovejas.

Estando él aún hablando con ellos, llegó Raquel con el rebaño de su padre, porque ella era la pastora. 10 Y sucedió que al ver Jacob a Raquel hija de Labán, hermano de su madre, y al rebaño de Labán, hermano de su madre, se acercó Jacob y removió la piedra que estaba sobre la boca del pozo y dio de beber al rebaño de Labán, hermano de su madre.

11 Jacob besó a Raquel, y alzando su voz lloró. 12 Jacob dijo a Raquel que él era pariente de su padre y que era hijo de Rebeca. Y ella corrió y dio las noticias a su padre. 13 En cuanto Labán oyó las noticias sobre Jacob, hijo de su hermana, corrió a recibirlo, lo abrazó, lo besó y lo llevó a su casa. Él contó a Labán todas estas cosas, 14 y Labán le dijo:

—¡Ciertamente eres hueso mío y carne mía!

Y permaneció con él durante un mes entero.

Jacob se casa con Lea y con Raquel

15 Entonces dijo Labán a Jacob:

—¿Por ser mi sobrino me has de servir de balde? Declárame cuál será tu salario.

16 Labán tenía dos hijas: El nombre de la mayor era Lea, y el nombre de la menor, Raquel. 17 Los ojos de Lea eran tiernos, pero Raquel tenía una bella figura y un hermoso semblante. 18 Y Jacob, que se había enamorado de Raquel, dijo:

—Yo trabajaré para ti siete años por Raquel, tu hija menor.

19 Labán respondió:

—Mejor es que te la dé a ti que dársela a otro hombre. Quédate conmigo.

20 Así trabajó Jacob por Raquel siete años, los cuales le parecieron como unos pocos días, porque la amaba. 21 Entonces Jacob dijo a Labán:

—Entrégame mi mujer para que conviva con ella, porque mi plazo se ha cumplido.

22 Entonces Labán reunió a todos los hombres de aquel lugar e hizo un banquete. 23 Y sucedió que en la noche tomó a su hija Lea y se la trajo, y él se unió a ella. 24 (Labán dio su sierva Zilpa a su hija Lea, como sierva). 25 Y al llegar la mañana, ¡he aquí que era Lea! Entonces él dijo a Labán:

—¿Por qué me has hecho esto? ¿No he trabajado para ti por Raquel? ¿Por qué, pues, me has engañado?

26 Y Labán respondió:

—No se acostumbra en nuestro lugar dar la menor antes que la mayor. 27 Cumple la semana de esta, y después se te dará también la otra por el trabajo que harás para mí durante otros siete años.

28 Jacob lo hizo así; y después de cumplir esa semana, Labán le dio también a su hija Raquel por mujer. 29 (Labán dio su sierva Bilha a su hija Raquel, como sierva). 30 Jacob se unió también a Raquel, y la amó más que a Lea. Y trabajó para Labán otros siete años.

Nacimiento de los hijos de Jacob

31 Viendo el SEÑOR que Lea era menospreciada, le concedió hijos. Pero Raquel era estéril.

32 Lea concibió y dio a luz un hijo, y llamó su nombre Rubén[b], pues dijo: “Porque el SEÑOR ha visto mi aflicción, ciertamente ahora me amará mi marido”.

33 Concibió otra vez y dio a luz un hijo, y dijo: “Porque el SEÑOR ha oído que yo era menospreciada, me ha dado también este”. Y llamó su nombre Simeón[c].

34 Concibió otra vez y dio a luz un hijo, y dijo: “Ahora esta vez mi marido se sentirá ligado a mí, porque le he dado tres hijos”. Por eso llamó su nombre Leví[d].

35 Concibió otra vez y dio a luz un hijo, y dijo: “Esta vez alabaré al SEÑOR”. Por eso llamó su nombre Judá[e]. Y dejó de dar a luz.

Mateo 9:18-38

Jesús sana a una mujer

18 Mientras él hablaba estas cosas, he aquí vino un hombre principal y se postró delante de él diciéndole:

—Mi hija acaba de morir. Pero ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá.

19 Jesús se levantó y lo siguió con sus discípulos. 20 Y he aquí una mujer que sufría de hemorragia desde hacía doce años se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; 21 porque ella pensaba dentro de sí: “Si solamente toco su vestido, seré sanada”. 22 Pero Jesús, volviéndose y mirándola, dijo:

—Ten ánimo, hija, tu fe te ha salvado.

Y la mujer fue sanada desde aquella hora.

Jesús resucita a una niña

23 Cuando Jesús llegó a la casa del principal y vio a los que tocaban las flautas y a la multitud que hacía bullicio, 24 les dijo:

—Apártense, porque la muchacha no ha muerto, sino que duerme.

Y se burlaban de él. 25 Cuando hubieron sacado a la gente, él entró y la tomó de la mano; y la muchacha se levantó. 26 Y salió esta noticia por toda aquella tierra.

Jesús sana a dos ciegos

27 Mientras Jesús pasaba de allí, lo siguieron dos ciegos clamando a gritos y diciendo:

—¡Ten misericordia de nosotros, hijo de David!

28 Cuando él llegó a la casa, los ciegos vinieron a él. Y Jesús les dijo:

—¿Creen que puedo hacer esto?

Ellos dijeron:

—Sí, Señor.

29 Entonces les tocó los ojos diciendo:

—Conforme a la fe de ustedes les sea hecho.

30 Y los ojos de ellos fueron abiertos. Entonces Jesús les encargó rigurosamente diciendo:

—Miren que nadie lo sepa.

31 Pero ellos salieron y difundieron su fama por toda aquella tierra.

Jesús sana a un endemoniado mudo

32 Mientras aquellos salían, he aquí le trajeron un hombre mudo endemoniado. 33 Y tan pronto fue echado fuera el demonio, el mudo habló. Y las multitudes se maravillaban diciendo:

—¡Nunca se ha visto semejante cosa en Israel!

34 Pero los fariseos decían:

—Por el príncipe de los demonios echa fuera los demonios.

Jesús se compadece de la gente

35 Jesús recorría todas las ciudades y las aldeas, enseñando en sus sinagogas, predicando el evangelio del reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia. 36 Y cuando vio las multitudes, tuvo compasión de ellas porque estaban acosadas y desamparadas como ovejas que no tienen pastor. 37 Entonces dijo a sus discípulos: “A la verdad, la mies es mucha, pero los obreros son pocos. 38 Rueguen, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies”.

Salmos 11

El SEÑOR, refugio del justo

11 Al músico principal. Salmo de David.

En el SEÑOR me he refugiado. ¿Por qué, pues, dicen a mi alma:
“Escapa cual pájaro al monte[a]”?
Pues he aquí, los impíos han preparado su arco, y han colocado las flechas en la cuerda para atravesar en oculto
a los rectos de corazón.
Si son destruidos los fundamentos,
¿qué podrá hacer el justo?
El SEÑOR está en su santo templo;
el SEÑOR tiene su trono en los cielos. Sus ojos ven;
sus párpados examinan a los hijos del hombre.
El SEÑOR prueba al justo,
pero su alma aborrece al impío
y al que ama la violencia.
Sobre los impíos hará llover brasas; fuego, azufre y vientos huracanados serán la porción de la copa de ellos.
Porque el SEÑOR es justo y ama la justicia;
los rectos contemplarán su rostro.

Proverbios 3:11-12

11 No deseches, hijo mío, la disciplina del SEÑOR
ni te resientas por su reprensión;
12 porque el SEÑOR disciplina al que ama, como el padre al hijo a quien quiere.

Reina Valera Actualizada (RVA-2015)

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