Evangelio Viviente
¿Cuál es tu cruz?
Lee Marcos 10.20-22
Para comprender lo que quiso decir Jesús en su mandato de llevar la cruz, debemos pensar qué hubiera significado esta expresión para las personas de esa época.
«Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo» (Lucas 14.27). «Y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí» (Mateo 10.38).
¿Cuál es la cruz de la que habló Jesús? Esas palabras se pronunciaron antes de que Él fuera a la cruz. En un pronunciamiento común. Se habla de alguna enfermedad, alguna debilidad temperamental, algún problema familiar, como llevar una cruz. Esas no son las circunstancias que los judíos habrían relacionado con una cruz. La crucifixión era una visión demasiado conocida por ellos. Habrían pensado en la cruz como un instrumento de sufrimiento agonizante y finalmente, de muerte.
¿Qué significaba la cruz para Jesús? Era algo que Él cargó voluntariamente, no algo que se le impuso. Involucraba sacrificio y sufrimiento. Lo involucraba a Él en renunciamientos costosos. Era un símbolo del rechazo del mundo.
Y es para cargar una cruz de esta naturaleza que siempre se llama al discípulo. Implica una disposición a aceptar el ostracismo y la falta de popularidad en el mundo. Podemos evadir cargar con la cruz simplemente conformando nuestras vidas a las normas del mundo.
Contrario a las expectativas, tomar nuestra cruz y seguir a Cristo no es una experiencia sin gozo, como alguien afirmó: «El que mira el lado blanco de la cruz, y la levanta generosamente, descubrirá que es una carga parecida a lo que son las alas para un pájaro».
Si el discípulo no desea cumplir con esta condición, Jesús dice con claridad: «No puede ser mi discípulo». ¿Qué harás tú?
Reflexión:
Llevaré mi cruz con gozo y seguiré al Señor. ¡Nada puede ser mejor para mí!