Print Page Options
Previous Prev Day Next DayNext

M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Version
Éxodo 18

Institución de los Jueces (18,1-27)

Encuentro de Moisés y Jetró

18 Jetró, sacerdote de Madián y suegro de Moisés, se enteró de todo lo que había hecho Dios en favor de Moisés y de su pueblo Israel, y de cómo lo había sacado de Egipto. Jetró, suegro de Moisés, había acogido a Séfora, mujer de Moisés, cuando este la hizo regresar a su país junto con sus dos hijos: Guersón (por aquello que dijo Moisés: “soy inmigrante en una tierra extraña”), y Eliezer, (por lo que también dijo: “el Dios de mi padre me ayudó librándome de la espada del faraón”).

Estando Moisés acampado en el desierto, cerca del monte de Dios, le salió al encuentro su suegro Jetró acompañado de la mujer y los hijos de Moisés. Jetró se hizo anunciar con estas palabras:

— Aquí está Jetró, tu suegro, que viene a verte acompañado de tu mujer y de tus dos hijos.

Moisés salió a su encuentro, se postró ante él y lo besó; y tras interesarse mutuamente por su salud, entraron en la tienda. Moisés contó a su suegro lo que Dios, por amor a Israel, había hecho al faraón y a los egipcios, las dificultades que habían encontrado en el camino, y la forma en que el Señor los había librado de ellas.

Jetró se alegró al conocer todo el bien que Dios había hecho a los israelitas, librándolos del poder de los egipcios, 10 y exclamó:

— ¡Bendito sea el Señor que los ha librado de los egipcios y del faraón! Él ha salvado a los israelitas del yugo egipcio, 11 y de la arrogancia con que los trataron; ahora estoy convencido de que el Señor es más grande que todos los dioses.

12 Después Jetró, suegro de Moisés, ofreció un holocausto y sacrificios al Señor; Aarón y todos los ancianos de Israel, por su parte, compartieron un banquete con el suegro de Moisés, en presencia del Señor.

Institución de los Jueces (18,13-27)

13 Al día siguiente Moisés se sentó a dirimir los pleitos del pueblo, y los israelitas acudieron a él desde la mañana hasta la tarde. 14 Viendo el suegro de Moisés todo lo que hacía este por el pueblo, le dijo:

— ¿Por qué te sientas tú solo a juzgar al pueblo mientras son multitud los que acuden a ti desde la mañana hasta la noche?

15 Moisés le respondió:

— Porque el pueblo acude a mí para conocer la voluntad de Dios. 16 Vienen a mí con sus querellas, yo se las dirimo y también los instruyo en las leyes y mandamientos del Señor.

17 Entonces el suegro de Moisés le dio este consejo:

— Tu procedimiento no es el correcto, 18 pues se agotarán tú y toda esa gente. La tarea sobrepasa tus posibilidades y no puedes realizarla tú solo. 19 Escucha mi consejo, y que Dios te asista. Tú eres el representante del pueblo ante Dios y a ti te corresponde presentarle sus asuntos. 20 Debes también instruirlos sobre las leyes y preceptos, enseñándoles cómo deben comportarse. 21 Pero tienes que escoger entre el pueblo a hombres capacitados, temerosos de Dios, hombres en quienes puedas confiar, insobornables, y nombrarlos responsables de grupos de mil, de cien, de cincuenta y diez personas. 22 Ellos administrarán la justicia ordinaria; a ti llegarán los asuntos graves mientras ellos se ocuparán de las cosas menos importantes. De este modo, aliviarás tu carga al compartirla con ellos. 23 Si pones esto en práctica, Dios te asistirá, tú podrás aguantar el esfuerzo y la gente quedará satisfecha.

24 Moisés atendió el consejo de su suegro, y lo llevó a la práctica. 25 Escogió de entre todo Israel a hombres capacitados y los responsabilizó de grupos de mil, de cien, de cincuenta y de diez personas. 26 Ellos eran los jueces ordinarios del pueblo; acudían a Moisés en los asuntos graves, y el resto lo resolvían ellos. 27 Después Moisés se despidió de su suegro, y este regresó a su tierra.

Lucas 21

La ofrenda de la viuda (Mc 12,41-44)

21 Veía también Jesús cómo los ricos echaban dinero en el arca de las ofrendas. Vio a una viuda pobre, que echó dos monedas de muy poco valor y dijo:

— Les aseguro que esta viuda pobre ha echado más que todos los demás. Porque todos los otros echaron como ofrenda lo que les sobraba, mientras que ella, dentro de su necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.

Los signos del fin del mundo (Mt 24,3-14; Mc 13,3-13)

Algunos estaban hablando del Templo, de la belleza de sus piedras y de las ofrendas votivas que lo adornaban. Entonces Jesús dijo:

— Llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra de todo eso que ustedes están viendo. ¡Todo será destruido!

Los discípulos le preguntaron:

— Maestro, ¿cuándo sucederá todo esto? ¿Cómo sabremos que esas cosas están a punto de ocurrir?

Jesús contestó:

— Tengan cuidado, no se dejen engañar. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: “Yo soy” o “El momento ha llegado”. No les hagan caso. Cuando ustedes oigan noticias de guerras y revoluciones, no se asusten. Aunque todo eso ha de suceder primero, todavía no es inminente el fin.

10 Les dijo también:

— Se levantarán unas naciones contra otras, y unos reinos contra otros; 11 por todas partes habrá grandes terremotos, hambres y epidemias, y en el cielo se verán señales formidables. 12 Pero antes que todo eso suceda, a ustedes les echarán mano, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y los meterán en la cárcel. Por causa de mí los conducirán ante reyes y gobernadores; 13 tendrán así oportunidad de dar testimonio. 14 En tal situación háganse el propósito de no preocuparse por la propia defensa, 15 porque yo les daré entonces palabras y sabiduría tales, que ninguno de sus enemigos podrá resistirlos ni contradecirlos. 16 Hasta sus propios padres, hermanos, parientes y amigos los traicionarán; y a bastantes de ustedes les darán muerte. 17 Todos los odiarán por causa de mí; 18 pero ni un solo cabello de ustedes se perderá. 19 Manténganse firmes y alcanzarán la vida.

El asedio de Jerusalén (Mt 24,15-28; Mc 13,14-23)

20 Cuando van a Jerusalén cercada de ejércitos, sepan que el momento de su destrucción ya está cercano. 21 Entonces, los que estén en Judea huyan a las montañas, los que estén dentro de Jerusalén salgan de ella y los que estén en el campo no entren en la ciudad. 22 Porque aquellos serán días de venganza, en los que se ha de cumplir todo lo que dice la Escritura. 23 ¡Ay de las mujeres embarazadas y de las que en esos días estén criando! Porque habrá entonces una angustia terrible en esta tierra, y el castigo de Dios vendrá sobre este pueblo. 24 A unos los pasarán a cuchillo y a otros los llevarán cautivos a todas las naciones. Y Jerusalén será pisoteada por los paganos hasta que llegue el tiempo designado para estos.

La venida del Hijo del hombre (Mt 24,29-44; Mc 13,24-37)

25 Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas. Las naciones de la tierra serán presa de confusión y terror a causa del bramido del mar y el ímpetu de su oleaje. 26 Los habitantes de todo el mundo desfallecerán de miedo y ansiedad por todo lo que se les viene encima, pues hasta las fuerzas celestes se estremecerán. 27 Entonces se verá llegar al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria. 28 Cuando todo esto comience a suceder, cobren aliento y levanten la cabeza, porque la liberación ya está cerca.

29 Y les puso este ejemplo:

— Fíjense en la higuera y en los demás árboles. 30 Cuando ustedes ven que comienzan a echar brotes, saben que el verano ya está cerca. 31 Pues de la misma manera, cuando vean que se realizan estas cosas, sepan que el reino de Dios está cerca. 32 Les aseguro que no pasará la actual generación sin que todo esto acontezca. 33 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. 34 Esten atentos y no dejen que los esclavicen el vicio, las borracheras o las preocupaciones de esta vida, con lo que el día aquel caería por sorpresa sobre ustedes. 35 Porque será como una trampa en la que quedarán apresados todos los habitantes de la tierra. 36 Estén, pues, alerta y no dejen de orar, para que consigan escapar de lo que va a suceder y puedan mantenerse en pie delante del Hijo del hombre.

37 Jesús enseñaba en el Templo durante el día, y por las noches se retiraba al monte de los Olivos. 38 Y todo el pueblo acudía al Templo temprano por la mañana para escucharlo.

Job 36

Sentido del dolor de Job

36 Elihú siguió diciendo:

Ten paciencia y te convenceré,
pues aún quedan razones en favor de Dios.
Espigaré mi saber en el pasado,
demostraré que mi Creador tiene razón.
Mis palabras no son vanas, desde luego;
ante ti tienes ciencia consumada.
Dios es poderoso y no vacila,
poderoso y de firmes decisiones.
No permite que viva el malvado,
sino que hace justicia al afligido;
no aparta sus ojos de los justos:
los pone junto a reyes, en sus tronos,
los entroniza y exalta para siempre.
Pero si Dios los carga de cadenas
y los ata con sogas de aflicción,
es para denunciar sus acciones,
sus delitos nacidos del orgullo;
10 hace que ellos escuchen su advertencia,
los conmina a dejar el pecado.
11 Si escuchan y saben ser dóciles,
su vida se colmará de prosperidad,
el bienestar acompañará su existencia;
12 si no escuchan, cruzarán el Canal;
morirán repletos de ignorancia.
13 La mente del impío almacena cólera,
cuando Dios lo encadena no pide socorro;
14 su vida se consume en plena juventud,
muere a la edad de los hieródulos.
15 Pero salva al afligido con la aflicción,
lo instruye mediante el sufrimiento.
16 Te arrancaría de las fauces de la angustia,
llevándote a un lugar sin agobios, espacioso,
a una mesa con platos sustanciosos.
17 Pero tu causa es propia de un culpable,
el pleito y el derecho te obsesionan.
18 No te dejes seducir por la riqueza,
ni un soborno sustancioso te corrompa:
19 de nada servirá ante la angustia
todo el poder de tus riquezas.
20 No suspires porque llegue esa noche
en que la gente desaparece de su sitio.
21 Cuidado con volver a la maldad,
que por ella probaste la aflicción.

Himno a la sabiduría y al poder divinos

22 ¡Qué sublime y poderoso es Dios!
¿Hay maestro que se le pueda comparar?
23 ¿Quién se atreverá a calificar su conducta
o podrá acusarlo de obrar mal?
24 Acuérdate de ensalzar sus obras,
pues todos las han alabado;
25 toda la humanidad las contempla,
los mortales las perciben de lejos.
26 Dios es sublime, incomprensible;
incalculable el número de sus años.
27 Atrae hacia sí las gotas de agua,
las filtra de su fuente como lluvia,
28 la lluvia que destilan las nubes,
que riega copiosa a los humanos.
29 ¿Quién conoce las dimensiones de su nube
o el fragor que retumba en su tienda?
30 El Altísimo despliega su relámpago,
que ilumina la profundidad del mar.
31 De este modo alimenta a los pueblos,
les regala sustento en abundancia.
32 Oculta el relámpago en sus manos,
lo dirige directo hacia el blanco.
33 El Altísimo habla con su trueno,
su cólera provoca la tormenta.

2 Corintios 6

La difícil tarea apostólica

Puesto que somos colaboradores de Dios, les exhortamos a que no echen a perder su gracia. Es Dios mismo quien dice:

Tengo un tiempo propicio para escucharte,
un día en que acudiré en tu ayuda para salvarte.

Pues bien, este es el tiempo propicio, este es el día de la salvación.

En cuanto a nosotros, procuramos no dar a nadie motivos para desacreditar nuestro ministerio. Al contrario, en todo momento nos hemos comportado como servidores de Dios. Es mucho lo que hemos debido soportar: sufrimientos, dificultades, estrecheces, golpes, prisiones, tumultos, trabajos agotadores, noches sin dormir y días sin comer. Añádase nuestra limpieza de vida, nuestro conocimiento de Dios, nuestra entereza de ánimo, nuestra bondad; y también la acción del Espíritu, nuestro amor sin doblez, la verdad que anunciamos y el poder de Dios. Tanto para atacar como para defendernos, empuñamos las armas que nos proporciona la fuerza salvadora de Dios. Unos nos ensalzan y otros nos desprecian; unos nos difaman y otros nos alaban: nos consideran impostores, siendo así que proclamamos la verdad; nos ponen en trance de muerte, pero seguimos con vida; nos castigan, pero sin que la muerte nos alcance. 10 Nos imaginan tristes, y estamos siempre alegres; parecemos pobres, y enriquecemos a muchos; damos la impresión de no tener nada, y lo tenemos todo.

11 Acabo de desahogarme con ustedes, corintios, y es como si el corazón se me hubiera ensanchado. 12 No ha sido mezquino mi amor; el de ustedes, en cambio, sí lo ha sido. 13 Ensanchen también su corazón —como a hijos se lo pido— y correspondan a mi amor.

Los cristianos, templos de Dios vivo

14 No se asocien con los incrédulos formando una pareja desigual. ¿Acaso tiene algo que ver la rectitud con la maldad? ¿Tienen algo en común la luz y las tinieblas? 15 ¿Qué acuerdo puede haber entre Cristo y Satanás? ¿Qué relación entre el creyente y el incrédulo? 16 ¿Puede haber algo en común entre el templo de Dios y los ídolos? Pues nosotros somos templos de Dios viviente. Así lo ha dicho Dios mismo:

Habitaré y caminaré en medio de ellos;
yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.

17 Por tanto:

Salgan de entre esas gentes
y apártense de ellas, —dice el Señor—.
No toquen cosa impura, y yo los acogeré.
18 Seré padre para ustedes
y ustedes serán mis hijos e hijas,
—dice el Señor todopoderoso—.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España