The Daily Audio Bible
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12 Las divisiones de los porteros quedaron a cargo de sus jefes. Tal como en el caso de los otros levitas, estos tenían la responsabilidad de servir en el templo del Señor. 13 Se les asignó los deberes de guardas en las diversas puertas, sin considerar la reputación de sus familias, ni sus edades, por cuanto el nombramiento se hacía por sorteo.
14-15 La responsabilidad de la puerta del este recayó en Selemías y su grupo; la de la puerta del norte, en su hijo Zacarías, varón de extraordinaria sabiduría; la de la puerta del sur, en Obed Edom y su grupo (sus hijos quedaron a cargo de los almacenes de mercancías); 16 y la de la puerta del oeste y de la puerta de Saléquet, en el camino de la parte alta, recayó en Supín y Josá.
17 Seis porteros se designaban diariamente a la puerta del este; cuatro a la puerta del norte; cuatro a la puerta del sur; y dos a cada uno de los almacenes de mercancías. 18 Se designaban seis guardas diariamente a la puerta del oeste, cuatro para el camino de la parte alta, y dos para el patio del oeste.
19 Los porteros del templo del Señor habían sido escogidos de los clanes de Coré y de Merari.
Los tesoreros y otros oficiales
20-22 Otros levitas, que tenían por jefe a Ahías, eran los encargados de recibir las donaciones traídas a Dios, que se guardaban en la tesorería del templo del Señor. Estos varones del subclan de Ladán, provenientes del clan de Guersón, comprendían también a Zetán y Joel, hijos de Jehiel. 23-24 Sebuel hijo de Guersón y nieto de Moisés, era jefe oficial de la tesorería. Además era supervisor de las divisiones que estaban a cargo de Amirán, Izar, Hebrón y Uziel. 25 Sus descendientes, en línea directa desde Eliezer, fueron: Rejabías, Isaías, Jorán, Zicrí y Selomit. 26 Selomit y sus hermanos quedaron a cargo de recibir las ofrendas para el Señor, tanto del rey David como de otros dignatarios de la nación, tales como los oficiales y generales del ejército, 27 los cuales dedicaban su botín de guerra para sufragar los gastos generales del templo del Señor. 28 Selomit y sus hermanos tenían también la responsabilidad de cuidar de los valores materiales dedicados al Señor por el profeta Samuel, Saúl hijo de Quis, Abner hijo de Ner, y Joab hijo de Sarvia.
29-30 Quenanías y sus hijos (del subclan de Izar) recibieron nombramiento de administradores públicos y jueces. Jasabías y mil setecientos hombres de su clan de Hebrón, todos varones prominentes, fueron puestos a cargo del territorio de Israel que está al oeste del río Jordán, y tenían la responsabilidad sobre los asuntos religiosos y de la administración pública de esa región. 31-32 En el año cuarenta de su reinado, David hizo que se investigaran los registros genealógicos de los descendientes de Hebrón. Al hacerlo, se descubrió que en Jazer de Galaad había hombres muy valientes. El número de ellos era de dos mil setecientos, y tenían como jefe a Jerías. Entonces el rey David les asignó la administración de los asuntos públicos y religiosos de las tribus de Rubén, Gad y la media tribu de Manasés.
Divisiones del ejército
27 El ejército israelita fue dividido en doce regimientos, cada uno con veinticuatro mil soldados, incluyendo oficiales y personal administrativo. Estas unidades recibían el llamado para prestar servicio activo durante un mes al año. La que sigue es la lista de unidades y sus comandantes en jefe:
2-3 A cargo de la primera división estaba Yasobeán hijo de Zabdiel, de la familia de Fares. Tenía veinticuatro mil hombres que prestaban su servicio el primer mes de cada año.
4 El jefe de la segunda división era Doday el ajojita. Tenía a su cargo veinticuatro mil hombres que prestaban servicio el segundo mes de cada año. Miclot actuaba como ayudante.
5-6 El jefe de la tercera división era Benaías, hijo del sumo sacerdote Joyadá. Sus veinticuatro mil hombres que prestaban su servicio el tercer mes de cada año. Benaías fue uno de los treinta valientes y jefe de ellos. Su hijo Amisabad formaba parte de esta división.
7 El jefe de la cuarta división era Asael, hermano de Joab, el que posteriormente fue reemplazado por su hijo Zebadías. Tenía veinticuatro mil hombres que prestaban su servicio el cuarto mes de cada año.
8 El jefe de la quinta división fue Samut el izraíta, con veinticuatro mil hombres que prestaban su servicio el quinto mes de cada año.
9 El jefe de la sexta división fue Irá hijo de Iqués, de Tecoa. Tenía veinticuatro mil hombres que prestaban su servicio el sexto mes de cada año.
10 El jefe de la séptima división era Heles el pelonita, de la tribu de Efraín, con veinticuatro mil hombres que prestaban su servicio el séptimo mes de cada año.
11 El jefe de la octava división era Sibecay de Jusá, descendiente de los zeraítas. Tenía veinticuatro mil hombres que prestaban su servicio el octavo mes de cada año.
12 El jefe de la novena división era Abiezer, de Anatot, de la tribu de Benjamín, el cual comandaba veinticuatro mil hombres que prestaban su servicio el noveno mes de cada año.
13 El jefe de la décima división era Maray de Netofa, descendiente de los zeraítas, con veinticuatro mil hombres que prestaban su servicio el décimo mes de cada año.
14 El jefe de la undécima división era Benaías, de Piratón, descendiente de Efraín, con veinticuatro mil hombres que prestaban su servicio durante el undécimo mes de cada año.
15 El jefe de la duodécima división era Jelday de Netofa, descendiente de Otoniel. Comandaba veinticuatro mil hombres que prestaban su servicio durante el duodécimo mes de cada año.
Jefes de las tribus
16-22 A cargo de las tribus de Israel estaban los siguientes:
Jefe de la tribu de Rubén, Eliezer hijo de Zicrí;
de Simeón, Sefatías hijo de Macá;
de Leví, Jasabías hijo de Quemuel;
de los descendientes de Aarón, Sadoc;
de Judá, Eliú, hermano del rey David;
de Isacar, Omrí hijo de Micael;
de Zabulón, Ismaías hijo de Abdías;
de Neftalí, Jerimot hijo de Azriel;
de Efraín, Oseas hijo de Azazías;
de la media tribu de Manasés, Joel hijo de Pedaías;
de la otra mitad de Manasés, en Galaad, Idó hijo de Zacarías;
de Benjamín, Jasiel hijo de Abner; y de Dan, Azarel hijo de Jeroán.
23 Cuando David hizo el censo, no incluyó a los hombres de veinte años para abajo, porque el Señor le había prometido multiplicar a Israel como las estrellas del cielo. 24 Joab comenzó la labor del censo, pero nunca la terminó, porque la ira de Dios se desató sobre Israel; por consiguiente, el total final nunca se insertó en los anales del rey David.
Superintendentes del rey
25 Azmávet hijo de Adiel era el funcionario que tenía a su cargo las tesorerías del palacio, y Jonatán hijo de Uzías estaba a cargo de las tesorerías regionales a través de las ciudades, pueblos y fortalezas de Israel.
26 Ezri hijo de Quelub era el encargado de los agricultores que trabajaban en las fincas del rey.
27 Simí de Ramat tenía a su cargo la vigilancia de los viñedos del rey;
Zabdí de Sefán tenía la responsabilidad sobre la producción del vino y su almacenamiento.
28 Baal Janán de Guéder era responsable de las plantaciones de olivos y de los bosques de sicómoro del rey en los llanos, frente a la frontera con los filisteos.
Joás tenía a su cargo el abastecimiento de aceite de oliva.
29 Sitray de Sarón estaba a cargo del ganado en las planicies de Sarón.
Safat hijo de Adlay tenía a su cargo el ganado que estaba en los valles.
30 Obil, del territorio de Ismael, tenía a su cargo los camellos.
Jehedías de Meronot tenía a su cargo los burros.
31 Las ovejas estaban bajo el cuidado de Jaziz el agareno.
Los hombres antes mencionados eran administradores de los bienes del rey David.
32 Jonatán, tío de David, hombre sabio y bien preparado, era consejero del rey.
Jehiel, hijo de Jacmoní, estaba encargado del cuidado de los hijos del rey.
33 Ajitofel era también consejero oficial del rey.
Husay el arquita era su consejero privado.
34 Joyadá hijo de Benaías, y Abiatar, eran ayudantes de Ajitofel.
Joab era el jefe de todo el ejército israelita.
13 Está claro que Dios prometió otorgar toda la tierra a Abraham y a su descendencia, no en virtud de su obediencia a la ley, sino en virtud de la justicia que viene por la fe.
14 Porque si los que reciben la herencia son los que obedecen la ley, entonces la promesa de Dios carece de valor y es una tontería tener fe.
15 Lo cierto es que, cuando tratamos de guardar la ley, nos buscamos la ira de Dios. ¡La única forma de no quebrantar la ley sería no teniendo ninguna ley que quebrantar!
16 Por eso, la promesa de Dios se obtiene por fe y es un regalo que no merecemos. Y es también por eso por lo que estamos seguros de recibirla todos los hijos de Abraham, tanto los que se basan en la ley como los que tenemos una fe como la que él tuvo, pues Abraham es padre de todos nosotros. 17 Con razón dicen las Escrituras: «Te he hecho padre de muchas naciones».
¡Y es una promesa del mismo Dios en quien Abraham creyó! ¡Es el Dios que hace que los muertos resuciten y que es capaz de hacer que las cosas que aún no existen lleguen a existir!
18 Por eso, cuando Dios le dijo a Abraham que le iba a dar una descendencia numerosa, Abraham lo creyó y tuvo esperanza, aun cuando aquello parecía imposible. Y así llegó a ser padre de muchas naciones.
19 Y su fe no se debilitó ni él se preocupó de que, a la edad de cien años, fuera demasiado viejo para ser padre. Tampoco le dio importancia al hecho de que su esposa Sara fuera estéril.
20 Abraham no fue incrédulo a la promesa de Dios ni dudó jamás. Al contrario, fortaleció su fe y así le dio gloria a Dios y le dio las gracias por aquella bendición antes que se produjera. 21 ¡Estaba completamente seguro de que Dios cumple sus promesas!
22 En vista de esa fe, Dios lo declaró justo.
23 Pero esto de ser aceptado por la fe se escribió no sólo para hablar de Abraham. 24 También se escribió acerca de nosotros, que creemos en el Dios que levantó a Jesús, nuestro Señor, de entre los muertos. También nosotros seremos declarados justos por la fe en el Señor.
25 Él murió por nuestros pecados y resucitó para poder presentarnos justos ante Dios.
Paz y alegría
5 Así que, ahora que Dios nos ha declarado justos por haber creído, disfrutamos de la paz con Dios gracias a lo que Jesucristo nuestro Señor hizo por nosotros. 2 Por medio de él, y confiando en su promesa, participamos de ese amor que no merecemos, y en el cual nos mantenemos firmes. Incluso nos sentimos orgullosos de la esperanza de gozar de la gloria de Dios.
3 Y también nos gozamos de las aflicciones, porque nos enseñan a tener paciencia; 4 y la paciencia nos ayuda a superar las pruebas, y así nuestra esperanza se fortalece. 5 Y esa esperanza nunca nos defrauda, pues Dios llenó nuestros corazones de su amor por medio del Espíritu Santo que él mismo nos dio.
Al director musical. Salmo de David.
14 Las personas necias afirman que no hay Dios. Están corrompidas, sus obras son detestables; ¡no hay un solo individuo que haga lo bueno!
2 Desde el alto cielo mira el Señor para ver si entre toda la humanidad hay aunque sea uno que sea entendido y busque a Dios. 3 Pero no; todos se han descarriado; todos están corrompidos por el pecado. No hay ninguno bueno, ¡ni siquiera uno! 4 ¿Acaso no entienden todos los que hacen lo malo? Devoran a mi pueblo como pan; y en cuanto a orar, ¡ni pensarlo!
5 El terror los acosará, pues Dios está con los que lo obedecen. 6 Los malvados frustran los planes de los oprimidos pero el Señor los protege. 7 ¡Ojalá que desde Sion viniera Dios para salvar a su Israel! ¡Qué gozo habrá en Israel y cómo gritará de alegría Jacob, cuando el Señor haya rescatado a su pueblo!
17 Servir al pobre es hacerle un préstamo al Señor; Dios pagará esas buenas acciones.
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