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The Daily Audio Bible

This reading plan is provided by Brian Hardin from Daily Audio Bible.
Duration: 731 days

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Nueva Biblia Viva (NBV)
Version
Jueces 19-20

El levita y su concubina

19 En aquellos días, antes que hubiera rey en Israel, hubo un hombre de la tribu de Leví que vivía en la parte más remota de la región montañosa de Efraín, que llevó a su casa a una mujer de Belén de Judá para que fuera su concubina. Pero ella se enojó con él y huyó, y regresó a la casa de su padre en Belén, donde estuvo unos cuatro meses. El hombre, tomando a un siervo y un burro para ella, fue para ver si podía hacerla regresar. Cuando llegó a la casa, ella lo dejó entrar y se lo presentó a su padre, quien estuvo encantado de conocerlo. El padre le pidió que se quedara un tiempo, y él se quedó tres días, y pasaron momentos agradables.

Al cuarto día se levantaron temprano, preparados para partir, pero el padre de la muchacha insistió en que desayunaran primero. Luego les rogó que se quedaran un día más, puesto que lo estaban pasando bien. Al principio el hombre se negó, pero el padre de la muchacha siguió instándole, hasta que finalmente cedió. A la mañana siguiente, se levantaron temprano nuevamente y una vez más el padre de la mujer dijo: «Quédense solamente hoy día y salgan durante la tarde». Entonces ellos tuvieron otro día de fiesta.

Aquella tarde, mientras él, la muchacha y el siervo se preparaban para partir, el padre de ella dijo: «Miren, se está haciendo tarde. Quédense esta noche y tendremos fiesta, y mañana pueden levantarse temprano y ponerse en marcha». 10 Pero esta vez el hombre fue firme, y se fue. Llegó hasta Jerusalén (también conocida como Jebús) antes que oscureciera.

11 El siervo le dijo:

―Se está haciendo demasiado tarde para seguir el viaje. Quedémonos aquí esta noche.

12 ―No —dijo el amo—. No podemos quedarnos en esta ciudad extraña donde no hay israelitas. 13 Seguiremos hasta Guibeá o posiblemente hasta Ramá.

14 Siguieron la marcha. El sol se estaba poniendo cuando llegaron a Guibeá, un pueblo de la tribu de Benjamín. 15 Allí fueron para pasar la noche. Pero, como nadie les ofreció hospedaje, acamparon en la plaza del pueblo. 16 Pero en eso apareció un anciano que regresaba de su trabajo a su hogar, pues trabajaba en el campo (originalmente era de la región montañosa de Efraín pero vivía en Guibeá, aun cuando era territorio de Benjamín). 17 Cuando vio a los viajeros acampados en la plaza, les preguntó de dónde eran y hacia dónde iban.

18 ―Vamos desde Belén de Judá hacia mi casa. Vivo en la región más lejana del monte de Efraín, cerca de Siló. Pero nadie nos ha acogido por esta noche, 19 aun cuando tenemos forraje para nuestros burros y suficiente alimento y vino para nosotros.

20 ―No se preocupen —dijo el anciano—, vengan a mi casa. No deben pasar la noche en la plaza. Es muy peligroso.

21 Y dicho y hecho, los llevó a casa consigo, les dio forraje a los burros mientras ellos descansaban, y luego cenaron juntos.

22 Estaban comenzando a alegrarse, cuando rodeó la casa una pandilla de pervertidos sexuales y comenzaron a golpear la puerta y a pedir al anciano que sacara al hombre que estaba con él para violarlo.

23 El anciano salió y habló con ellos.

―No, hermanos míos. No hagan tal perversidad —les rogó—, porque es mi huésped. 24 Tomen a mi hija virgen y a la esposa de este hombre. Yo las sacaré y pueden hacer con ellas lo que quieran, pero no toquen a este hombre.

25 Pero no quisieron oírle. Entonces el levita empujó a su mujer hacia afuera, y ellos abusaron de ella toda la noche, violándola por turnos hasta la mañana. Al fin, al amanecer la dejaron ir. 26 Ella se desplomó en la entrada de la casa y quedó allí hasta que aclaró. 27 Cuando el hombre abrió la puerta para seguir su camino, la encontró caída frente a la puerta con las manos agarrando el umbral.

28 «Levántate y vamos —le dijo—. Pongámonos en marcha». Pero no recibió respuesta, pues ella estaba muerta. Él la cargó entonces sobre el burro y se fue a su casa.

29 Llegado allí tomó un cuchillo y cortó el cuerpo en doce partes y envió una parte a cada una de las tribus de Israel. 30 «No se había visto un crimen similar desde que Israel salió de Egipto —decían todos—. Tenemos que hacer algo».

Los israelitas derrotan a los benjaminitas

20 1-2 Entonces toda la nación de Israel envió a sus dirigentes y a cuatrocientos cincuenta mil hombres para que se reunieran delante del Señor en Mizpa. Vinieron desde Dan, desde Berseba y de todos los lugares intermedios, y desde el otro lado del Jordán, de la tierra de Galaad. Pronto supieron en Benjamín que las fuerzas israelitas se habían movilizado en Mizpa. Los jefes de Israel entonces llamaron al hombre de la mujer asesinada y le preguntaron qué había ocurrido.

―Llegamos una noche a Guibeá, a la tierra de Benjamín —les contó—. Esa noche los hombres de Guibeá rodearon la casa con el fin de matarme; y violaron a mi mujer hasta que murió. Yo corté su cuerpo en doce pedazos y los envié por todo Israel, porque esos hombres habían cometido un crimen horrendo. Ahora, hijos de Israel, denme su parecer y su consejo.

Y como un solo hombre respondieron:

―Ninguno de nosotros regresará a casa 9-10 hasta que no hayamos terminado de castigar al pueblo de Guibeá. La décima parte de las tribus será seleccionada por suertes y estará encargada de abastecernos de alimentos, y el resto de nosotros destruirá a Guibeá por esta horrible acción.

11 Todos los hombres de Israel se juntaron contra la ciudad, 12 y enviaron mensajeros a la tribu de Benjamín a preguntar: «¿Saben lo que ha ocurrido entre ustedes? 13 Entreguen a los hombres perversos de Guibeá para que podamos ejecutarlos y purificar a Israel de su pecado». Pero el pueblo de Benjamín no prestó atención. 14-15 En vez de oír, enviaron veintiséis mil hombres a Guibeá para que se unieran a los setecientos del lugar en la defensa contra el resto de Israel. 16 Entre ellos había setecientos hombres zurdos de muy buena puntería, que podían dar con la honda a un cabello sin errar. 17 Los hombres de Israel, sin los hombres de Benjamín, sumaba cuatrocientos mil hombres.

18 Antes de la batalla, los israelitas fueron a Betel a pedir consejo a Dios.

―¿Qué tribu nos guiará contra el pueblo de Benjamín? —le preguntaron.

Y el Señor respondió:

―Judá irá delante.

19-20 Salieron a la mañana siguiente para ir a Guibeá y atacar a los hombres de Benjamín. 21 Pero los hombres que defendían el pueblo atacaron y dieron muerte a veintidós mil israelitas aquel día. 22-24 Luego los hombres de Israel lloraron delante del Señor hasta la tarde y le preguntaron:

―¿Seguiremos luchando contra nuestro hermano Benjamín?

Y el Señor respondió:

―Sí.

Los israelitas recuperaron el valor y fueron al día siguiente a pelear en el mismo lugar. 25 Aquel día perdieron otros dieciocho mil hombres, todos hombres de espada.

26 Entonces todos los israelitas subieron a Betel y lloraron delante del Señor, y ayunaron hasta la tarde, ofreciendo holocaustos y sacrificios de paz. 27-28 (El cofre de Dios estaba en Betel en aquellos días; Finés, hijo de Eleazar y nieto de Aarón era el sacerdote).

Los hombres de Israel preguntaron al Señor:

―¿Saldremos nuevamente y pelearemos contra nuestro hermano Benjamín o nos detendremos?

Y el Señor les dijo:

―Vayan, porque mañana haré que derroten a los hombres de Benjamín.

29 Entonces Israel puso una emboscada alrededor del pueblo 30 y salió nuevamente al tercer día, y se pusieron en la formación acostumbrada. 31 Cuando los hombres de la tribu de Benjamín salieron a atacarlos, las fuerzas de Israel retrocedieron y Benjamín salió de la ciudad en persecución de Israel. Y de la manera que habían hecho anteriormente, Benjamín comenzó a perseguir a los hombres de Israel a lo largo del camino que corre entre Betel y Guibeá, hasta que treinta de ellos murieron.

32 Los de Benjamín gritaron: «Los estamos derrotando nuevamente». Pero los israelitas se habían puesto de acuerdo para huir primero a fin de que los hombres de Benjamín los persiguieran y abandonaran la ciudad.

33 Cuando los hombres de Israel llegaron a Baal Tamar, se volvieron y atacaron, mientras los diez mil hombres emboscados al oriente de Guibeá salieron de donde estaban 34 y avanzaron contra la retaguardia de la gente de Benjamín, que aún no comprendía el desastre que se avecinaba. 35-39 El Señor ayudó a Israel a derrotar a Benjamín. Aquel día los israelitas mataron a veinticinco mil cien hombres de Benjamín, dejando apenas un pequeño remanente de sus fuerzas.

Los israelitas habían retrocedido delante de los hombres de Benjamín con el fin de ponerles una emboscada y tener más espacio para maniobrar. Cuando los de Benjamín dieron muerte a treinta israelitas, creyeron que iban a hacer una matanza en masa como en los días anteriores. Pero entonces los hombres que estaban escondidos entraron en la ciudad y mataron a todos los que estaban en ella y le prendieron fuego. La gran nube de humo que subía hacia el cielo fue la señal para que Israel diera vuelta y atacara a los de Benjamín, 40-41 quienes al mirar detrás quedaron aterrados al descubrir que la ciudad estaba ardiendo, y que estaban en serio peligro. 42 Huyeron hacia el desierto, pero los israelitas los destruyeron y los hombres que habían puesto la emboscada vinieron y se unieron en la matanza por la retaguardia. 43 Rodearon a los benjamitas al este de Guibeá y mataron a la mayoría de ellos allí. 44 Dieciocho mil hombres de Benjamín murieron en la batalla aquel día. 45 El resto huyó al desierto hacia la roca de Rimón, pero cinco mil fueron muertos a lo largo del camino, y dos mil más cerca de Guidón.

46 La tribu de Benjamín perdió veinticinco mil valientes guerreros aquel día. 47 De ellos quedaron sólo seiscientos hombres que escaparon a la roca de Rimón, donde vivieron cuatro meses. 48 Entonces los israelitas regresaron y mataron a toda la población de la tribu de Benjamín, hombres, mujeres, niños y ganado, e incendió todas las ciudades y pueblos de aquella tierra.

Juan 3:22-4:3

Testimonio de Juan el Bautista acerca de Jesús

22 Después de esto, Jesús fue con sus discípulos a la región de Judea. Allí estuvo algún tiempo con ellos bautizando.

23 Juan también bautizaba en Enón, cerca de Salín. Allí había mucha agua y la gente iba para que la bautizara.

24 Esto sucedió antes que a Juan lo encarcelaran. 25 Entonces empezaron a discutir los discípulos de Juan y un judío acerca de la ceremonia de purificación.

26 Aquéllos fueron a ver a Juan y le dijeron:

―Maestro, el que estaba contigo al otro lado del río Jordán, aquel del que tú mismo hablaste, ahora está bautizando y todos lo siguen.

27 Juan les respondió:

―Nadie puede recibir nada si Dios no se lo da. 28 Ustedes saben muy bien que yo dije: “Yo no soy el Cristo, sino que fui enviado delante de él”. 29 El que tiene a la novia es el novio. Pero el amigo del novio, que está a su lado y escucha la voz del novio, se llena de alegría al oír su voz. Así estoy yo, lleno de alegría. 30 Ahora él debe tener más importancia y yo menos.

El que viene del cielo

31 El que viene de arriba está por encima de todos; el que es de la tierra es terrenal y habla de las cosas de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos 32 y habla de las cosas que ha visto y oído. Sin embargo, nadie cree lo que él dice. 33 El que cree confirma que Dios dice la verdad. 34 Aquel a quien Dios ha enviado habla lo que Dios le dice, porque Dios mismo le da su Espíritu en abundancia. 35 El Padre ama al Hijo y le ha dado poder sobre todo lo que existe. 36 El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que no cree en el Hijo no sabrá lo que es esa vida, pues siempre estará bajo el castigo de Dios.

Jesús y la samaritana

Jesús se enteró de que los fariseos sabían que él hacía y bautizaba más discípulos que Juan. Aunque en realidad los que bautizaban eran los discípulos de Jesús y no él mismo. Cuando Jesús se enteró, salió de Judea y regresó a Galilea.

Salmos 104:24-35

24 ¡Señor, qué variedad de cosas has hecho! ¡Y con qué sabiduría has hecho todo! La tierra está llena de tus criaturas.

25 Allí está el mar, ancho e infinito, que abunda en animales, grandes y pequeños, cuyo número es imposible conocer. 26 ¡Mira como navegan los barcos, y al Leviatán que tú hiciste para que jugara en el mar! 27 Cada uno de estos animales espera de ti que a su tiempo le des su alimento. 28 Tú se lo das, y ellos lo recogen. Abres tu mano para alimentarlos, y ellos quedan satisfechos.

29 Pero si te apartas de ellos, se aterran; si les quitas el aliento, mueren y vuelven al polvo.

30 Envías entonces tu Espíritu y nace nueva vida, para volver a llenar de seres vivientes la tierra. 31 Que la gloria del Señor dure para siempre. El Señor se alegra en todo lo que ha creado. 32 Él mira la tierra y la hace temblar; las montañas se incendian cuando él las toca.

33 Cantaré al Señor mientras viva. Alabaré al Señor mientras me quede aliento. 34 Deseo que a él le agraden todos estos pensamientos, pues él es la fuente de toda mi alegría. 35 Desaparezcan de la tierra todos los pecadores; que los malvados desaparezcan para siempre. ¡Alaba, alma mía, al Señor! ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!

Proverbios 14:22-23

22 Los que planean hacer el mal, se perderán; pero los que buscan hacer el bien, encontrarán amor y fidelidad.

23 El trabajo produce ganancia; pero el hablar mucho y no hacer nada, empobrece.

Nueva Biblia Viva (NBV)

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