The Daily Audio Bible
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El paso por Edom y Moab (Nm 20,14-21)
2 Después dimos la vuelta y nos dirigimos hacia el desierto por la ruta del mar de las Cañas, como me había ordenado el Señor. Nos llevó mucho tiempo rodear la montaña de Seír 2 Hasta que por fin el Señor me dijo: 3 Ya habéis estado bastante tiempo dando vueltas alrededor de esta montaña; dirigíos ahora al norte. 4 Da esta orden al pueblo: “Vais a pasar por el territorio de vuestros hermanos, los descendientes de Esaú, que habitan en Seír. Aunque ellos os tienen miedo, andaos con cuidado 5 y no los provoquéis, pues yo no os daré nada de su territorio, ni siquiera el espacio donde posar la planta del pie, pues la montaña de Seír se la di en posesión a Esaú. 6 Tanto los alimentos que comáis, como el agua que bebáis los adquiriréis con dinero. 7 Porque el Señor tu Dios te ha bendecido en todo lo que has emprendido, ha protegido tu caminar a través de este inmenso desierto y nada te ha faltado durante estos cuarenta años, porque el Señor tu Dios ha estado contigo”.
8 Así, pues, seguimos la ruta de la Arabá, que parte de las ciudades de Elat y Esionguéber, y entramos en el territorio de nuestros hermanos, los descendientes de Esaú, que habitan en Seír. Después torcimos y fuimos hacia el desierto de Moab.
9 El Señor también me dijo: Tampoco ataques a Moab ni lo incites a guerrear, porque no te daré nada de su territorio, ya que la región de Ar se la di en posesión a los descendientes de Lot. 10 (En la antigüedad vivió allí un pueblo fuerte y numeroso; el de los emitas. Ellos eran tan altos como los anaquitas. 11 Tanto a ellos como a los anaquitas se los tenía por refaítas, si bien los moabitas los llamaban emitas. 12 También, en la antigüedad, habitaron en Seír los hurritas, pero los descendientes de Esaú los desalojaron y los aniquilaron, instalándose en su lugar, lo mismo que hizo Israel con la tierra que el Señor le dio en posesión). 13 Y ahora, reanudad la marcha y cruzad el torrente de Záred. Y así lo hicimos.
14 Los años trascurridos desde que salimos de Cadés Barnea hasta que cruzamos el torrente de Záred fueron treinta y ocho. Para entonces todos los hombres de aquella generación aptos para la guerra habían muerto, tal como se lo había jurado el Señor. 15 El poder del Señor se hizo sentir en medio del campamento hasta que, finalmente, los eliminó por completo.
16 Cuando ya no quedó en el pueblo ningún hombre apto para la guerra —porque habían muerto—, 17 el Señor me dijo: 18 Hoy vas a cruzar por Ar la frontera de Moab 19 y vas a entrar en contacto con los amonitas, descendientes de Lot. No los ataques ni los pongas en trance de combatir, pues no te daré nada de su territorio; se lo he dado en posesión a los descendientes de Lot. 20 (También este era tenido por un territorio de refaítas, porque antiguamente ellos vivieron allí, si bien los amonitas los llamaban zonzonitas. 21 Era un pueblo fuerte y numeroso, altos como los anaquitas; pero el Señor los aniquiló por medio de los amonitas que, apoderándose de su territorio, se instalaron en él. 22 De igual modo actuó el Señor con los descendientes de Esaú, que vivían en Seír: estos aniquilaron a los hurritas y se apoderaron de su territorio instalándose en él hasta el día de hoy. 23 En cuanto a los jeveos que vivían en las aldeas cercanas a Gaza, fueron aniquilados por los caftoritas, oriundos de Creta, que ocuparon su lugar).
24 Y ahora, reanudad la marcha y cruzad el torrente Arnón. Te entrego al amorreo Sijón, rey de Jesbón, junto con su territorio. Declárale la guerra y lánzate a su conquista. 25 A partir de hoy comenzaré a infundir pavor y miedo hacia ti entre todas las naciones que hay debajo del cielo; cuando oigan hablar de ti, temblarán y se estremecerán.
Derrota de Sijón, rey amorreo (Nm 21,21-30)
26 Desde el desierto de Cademot envié embajadores a Sijón, rey de Jesbón, con esta propuesta de paz: 27 “Permíteme pasar por tu territorio; seguiré la ruta establecida sin desviarme a derecha ni a izquierda. 28 Te pagaré el agua que beba y los víveres que consuma. Sólo te pido que me permitas cruzar tu territorio 29 como lo han hecho los descendientes de Esaú, que viven en Seír, y los moabitas de Ar, hasta que pasemos el Jordán y entremos en la tierra que el Señor nuestro Dios nos da”.
30 Pero Sijón, rey de Jesbón, se negó a dejarnos cruzar por su territorio, porque el Señor tu Dios había ofuscado su espíritu y endurecido su corazón, a fin de convertirlo en súbdito tuyo, como lo es hasta el día de hoy. 31 Entonces el Señor me dijo: Estoy dispuesto a entregarte a Sijón y su territorio; comienza, pues, la conquista y apodérate de su territorio.
32 Sijón nos salió al encuentro con sus tropas, para presentarnos batalla en Jasá. 33 El Señor nuestro Dios lo entregó en nuestro poder y lo derrotamos a él, a sus hijos y a todas sus tropas. 34 Conquistamos todas sus ciudades y las consagramos al exterminio matando a hombres, mujeres y niños. No dejamos a nadie con vida. 35 Únicamente nos quedamos con los ganados y el despojo de las ciudades que conquistamos. 36 Desde Aroer que está al borde del torrente Arnón, y desde la ciudad que está en el valle, hasta el límite con Galaad, no hubo ciudad que se nos resistiera; todas nos las entregó el Señor, nuestro Dios. 37 Sólo dejaste de invadir el territorio amonita, la cuenca del Yaboc, los pueblos de la montaña y los lugares que el Señor nuestro Dios nos había prohibido conquistar.
Derrota de Og, rey de Basán (Nm 21,31-35)
3 Después torcimos y nos dirigimos hacía Basán. Pero, Og, rey de Basán, nos salió al encuentro con todas sus tropas, dispuesto a presentarnos batalla en Edreí. 2 Entonces el Señor me dijo: No le tengas miedo, porque lo he entregado en tu poder con todo su pueblo y su territorio. Harás con él lo mismo que hiciste con Sijón, el rey de los amorreos, que vivía en Jesbón.
3 El Señor nuestro Dios nos entregó también a Og, rey de Basán, con todo su pueblo, y nadie vivió para contarlo. 4 Conquistamos todas sus ciudades sin que quedara ciudad de la que no nos apoderásemos: en total sesenta ciudades, es decir, toda la región de Argob, del reino de Og, en Basán; 5 todas ellas ciudades fortificadas, con altas murallas y portones con trancas; sin contar muchas otras aldeas pereceas sin amurallar. 6 Y las consagramos al exterminio, igual que habíamos hecho con Sijón, rey de Jesbón, matando en cada ciudad a hombres, mujeres y niños; 7 pero nos quedamos con los ganados y el despojo de las ciudades.
8 Así fue como, en aquella ocasión, conquistamos el territorio de los dos reyes amorreos al otro lado del Jordán: desde el torrente Arnón hasta el monte Hermón 9 (al cual los sidonios llaman Sirión y los amorreos Senir); 10 todas las ciudades de la meseta, todo Galaad y todo Basán, hasta Salcá y Edreí, ciudades que pertenecían al reino de Og en Basán. 11 En cuanto a Og, rey de Basán, era el último superviviente de la raza de los gigantes, como puede apreciarse por su sarcófago de basalto, que se encuentra todavía en Rabat de los amonitas y que mide cuatro metros y medio de largo por dos de ancho.
Reparto de Transjordania
12 Una vez que nos apoderamos de esa tierra, di a Rubén y a Gad la mitad de la serranía de Galaad con todas sus ciudades: desde Aroer hasta el torrente Arnón. 13 A la media tribu de Manasés le di todo Basán, es decir, el reino de Og, y la parte restante de Galaad. (La región entera de Argob y de Basán era conocida como el país de los refaítas. 14 Y sucedió que Jaír, hijo de Manasés, se adueñó de toda la región de Argob hasta el límite con Guesur y Maacá, y puso su propio nombre a esa parte de Basán llamándola: Aldeas de Jaír, que es el nombre que aún conservan). 15 A Maquir le di Galaad. 16 A las tribus de Rubén y de Gad les di una parte de Galaad: por un lado, hasta el Arnón, siendo frontera la mitad del torrente; por otro lado, hasta el torrente Yaboc, frontera de los amonitas; 17 además, hacia el oriente, la Arabá y el Jordán hacían de frontera, desde el lago Kinéret hasta el mar de la Arabá, que es el Mar Muerto, al pie de las laderas del Pisga.
18 En aquel tiempo os ordené lo siguiente: “El Señor vuestro Dios, os ha dado en posesión esta tierra. Ahora, pues, que todos los guerreros tomen sus armas y avancen al frente de sus hermanos israelitas. 19 Solo vuestras mujeres, vuestros niños y vuestros ganados —sé que vuestros ganados son abundantes— se quedarán en las ciudades que os he dado. 20 Y no regresaréis a la heredad que os he dado hasta que el Señor, vuestro Dios, no conceda también a vuestros hermanos el reposo, como ha hecho con vosotros, y tomen posesión, ellos también, de la tierra que el Señor les da al otro lado del Jordán”.
21 Y a Josué también le hice esta advertencia: “Tú has visto con tus propios ojos todo lo que el Señor, vuestro Dios, ha hecho con estos dos reyes. Pues lo mismo hará el Señor con el resto de los reinos por donde has de pasar. 22 No les tengáis miedo, porque el Señor, vuestro Dios, luchará a vuestro favor”.
Dios prohíbe a Moisés entrar en Canaán
23 Hice entonces al Señor esta súplica: 24 “Señor mi Dios, tú has comenzado a mostrar a este siervo tuyo tu grandeza y la fuerza de tu brazo, pues ¿qué Dios hay en el cielo o en la tierra capaz de hacer las hazañas y proezas que tú haces? 25 Déjame, te ruego, pasar a ver esa tierra fértil que está al otro lado del Jordán, esa hermosa montaña y el Líbano”. 26 Pero por vuestra culpa el Señor se enojó conmigo y no me concedió lo que le pedí, sino que me respondió: ¡Basta ya; no me hables más de este asunto! 27 Sube a la cima del Pisga y extiende tu mirada hacia los cuatro puntos cardinales. Contempla lo que ves con tus ojos, porque tú no cruzarás el Jordán. 28 Dale a Josué las debidas instrucciones; infúndele valor y ánimo; porque él pasará al frente del pueblo, y él les repartirá la tierra que vas a ver.
29 Y nos quedamos en el valle, frente a Bet Peor.
Elección de los doce apóstoles (Mt 10,1-4; Mc 3,13-19)
12 Por aquellos días, Jesús se fue al monte a orar, y se pasó toda la noche orando a Dios. 13 Cuando se hizo de día, reunió a sus discípulos y escogió de entre ellos a doce, a quienes constituyó apóstoles. 14 Fueron estos: Simón, al que llamó Pedro, y su hermano Andrés; Santiago y Juan; Felipe y Bartolomé; 15 Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, y Simón, el llamado Zelote; 16 Judas, hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Jesús enseña y realiza curaciones (Mt 4,24-25; Mc 3,7-12)
17 Jesús bajó con ellos del monte hasta un lugar llano. Los acompañaba también un gran número de discípulos y mucha gente procedente de todo el territorio judío, de Jerusalén y de la costa de Tiro y Sidón. 18 Acudían a escucharlo y a que los curase de sus enfermedades. También curaba a los que estaban poseídos por espíritus impuros. 19 Todo el mundo quería tocar a Jesús, porque de él salía una fuerza que los curaba a todos.
Bendiciones y amenazas (Mt 5,1-12)
20 Entonces Jesús, mirando a sus discípulos, les dijo:
— Felices vosotros los pobres, porque el reino de Dios es vuestro.
21 Felices vosotros los que ahora tenéis hambre, porque Dios os saciará.
Felices vosotros los que ahora lloráis, porque después reiréis.
22 Felices vosotros cuando los demás os odien, os echen de su lado, os insulten y proscriban vuestro nombre como infame por causa del Hijo del hombre.
23 Alegraos y saltad de gozo cuando llegue ese momento, porque en el cielo os espera una gran recompensa. Así también maltrataron los antepasados de esta gente a los profetas.
24 En cambio, ¡ay de vosotros los ricos, porque ya habéis recibido el consuelo que os correspondía!
25 ¡Ay de vosotros los que ahora estáis saciados, porque vais a pasar hambre!
¡Ay de vosotros los que ahora reís, porque vais a tener dolor y llanto!
26 ¡Ay de vosotros cuando todo el mundo os alabe, porque eso es lo que hacían los antepasados de esta gente con los falsos profetas!
Sobre el amor a los enemigos (Mt 5,38-48)
27 Pero a vosotros que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos y portaos bien con los que os odian. 28 Bendecid a los que os maldicen y orad por los que os injurian. 29 Si alguno te golpea en una mejilla, ofrécele también la otra. Si alguno quiere quitarte el manto, dale hasta la túnica. 30 A quien te pida, dale, y a quien te quite algo tuyo, no se lo reclames. 31 Portaos con los demás como queréis que los demás se porten con vosotros. 32 Porque si solamente amáis a los que os aman, ¿cuál es vuestro mérito? ¡También los malos se comportan así! 33 Y si solamente os portáis bien con quienes se portan bien con vosotros, ¿cuál es vuestro mérito? ¡Eso también lo hacen los malos! 34 Y si solamente prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir algo a cambio, ¿cuál es vuestro mérito? ¡También los malos prestan a los malos con la esperanza de recibir de ellos otro tanto! 35 Vosotros, por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada a cambio. De este modo tendréis una gran recompensa y seréis hijos del Dios Altísimo, que es bondadoso incluso con los desagradecidos y los malos. 36 Sed compasivos, como también vuestro Padre es compasivo.
No juzgar a la ligera (Mt 7,1-5)
37 No juzguéis a nadie, y tampoco Dios os juzgará. No condenéis a nadie, y tampoco Dios os condenará. Perdonad, y Dios os perdonará. 38 Dad, y Dios os dará: él llenará hasta los bordes y hará que rebose vuestra bolsa. Os medirá con la misma medida con que vosotros midáis a los demás.
Salmo 67 (66)
Nuestro Dios nos bendice
67 Al maestro del coro. Con instrumentos de cuerda. Salmo. Cántico.
2 Que Dios tenga piedad y nos bendiga,
que haga brillar su rostro sobre nosotros, [ Pausa]
3 para que en la tierra se conozcan sus designios
y en todas las naciones su salvación.
4 Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
5 Que se alegren, que se gocen las naciones
porque juzgas con rectitud a los pueblos,
y gobiernas las naciones de la tierra. [ Pausa]
6 Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
7 La tierra ha dado su cosecha;
Dios, nuestro Dios, nos bendice.
8 Que Dios nos bendiga,
que lo venere la tierra entera.
27 Quien madruga hacia el bien, obtiene ayuda;
quien busca el mal, se topa con él.
La Palabra, (versión española) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España