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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Version
Josué 12-13

Recapitulación (12,1-24)

Reyes vencidos al este del Jordán

12 Estos son los reyes del país que fueron vencidos por los israelitas y despojados de sus tierras en Transjordania, al este, desde el río Arnón hasta el monte Hermón, incluido todo el valle oriental del Jordán:

Sijón, rey de los amorreos, que residía en Jesbón. Sus dominios abarcaban desde Aroer, que está a la orilla del río Arnón, toda la cuenca de este río y la mitad de Galaad hasta el río Yaboc, que hace de frontera con los amonitas; abarcaba también el valle oriental del Jordán, desde el mar de Kinéret hasta el mar de la Arabá, en dirección a Bet Jesimot, hasta el pie de las laderas del Pisga por el sur.

Y Og, rey de Basán, un resto de los refaítas, que residía en Astarot y en Edreí. Sus dominios abarcaban el Monte Hermón, Salecá y todo Basán hasta la frontera de los guesuritas y los macatitas; abarcaban también la mitad de Galaad hasta la frontera de Sijón, rey de Jesbón.

Ambos reyes habían sido derrotados por los israelitas acaudillados por Moisés, siervo del Señor, que dio sus tierras en propiedad a las tribus de Rubén y Gad y a la media tribu de Manasés.

Reyes vencidos al oeste del Jordán

Y estos son los reyes del país, a los que Josué y los israelitas derrotaron en Cisjordania, desde Baal Gad, en el valle del Líbano, hasta el monte Jalac, que se alza en dirección a Seír. Sus tierras se las repartió Josué en herencia a las tribus de Israel por sorteo: en la montaña, en la Sefela, en la Arabá y sus cercanías, en el desierto, en el Négueb; eran territorios habitados por hititas, amorreos, cananeos, fereceos, jeveos y jebuseos. [Y estos eran sus reyes]:

el rey de Jericó, uno; el rey de Ay, que está junto a Betel, uno;

10 el rey de Jerusalén, uno; el rey de Hebrón, uno;

11 el rey de Jarmut, uno; el rey de Laquis, uno;

12 el rey de Eglón, uno; el rey de Guécer, uno;

13 el rey de Debir, uno; el rey de Guéder, uno;

14 el rey de Jormá, uno; el rey de Arad, uno;

15 el rey de Libná, uno; el rey de Adulán, uno;

16 el rey de Maquedá, uno; el rey de Betel, uno;

17 el rey de Tapuaj, uno; el rey de Jéfer, uno;

18 el rey de Afec, uno; el rey de Sarón, uno;

19 el rey de Merón, uno; el rey de Jasor, uno;

20 el rey de Simrón Merón, uno; el rey de Axaf, uno;

21 el rey de Tanac, uno; el rey de Meguido, uno;

22 el rey de Quedés, uno; el rey de Jocmeán, en el Carmelo, uno;

23 el rey de Dor, en la región de Dor, uno; el rey de Goyín, en Guilgal, uno;

24 el rey de Tirsá, uno.

Total de reyes: treinta y uno.

II.— REPARTO DE LA TIERRA ENTRE LAS TRIBUS (13—21)

Territorios aún sin conquistar

13 Era ya Josué viejo y muy entrado en años cuando el Señor le dijo:

— Eres viejo; tienes muchos años y es mucha todavía la tierra por conquistar. Quedan aún todos los distritos de los filisteos y todos los de los guesuritas. Desde el río Sijor, en la frontera de Egipto, hasta el término de Ecrón por el norte, es considerado como de los cananeos. Quedan los cinco principados filisteos: el de Gaza, el de Asdod, el de Ascalón, el de Gat y el de Ecrón. Quedan los avitas, al sur, y toda la región de los cananeos, desde Arah, territorio de los sidonios, hasta Afec y hasta la frontera de los amorreos. Queda además la región de los guiblitas y todo el Líbano oriental, desde Baal Gad, al pie del monte Hermón, hasta el Paso de Jamat. Aún he de expulsar ante los israelitas a todos los habitantes de la montaña, desde el Líbano hasta Misrefot, al occidente, y a todos los sidonios. A ti te corresponde repartir a suertes la tierra como heredad entre los israelitas, según te he ordenado. Distribuye, pues, esta tierra como heredad entre las nueve tribus y la media tribu de Manasés.

El reparto entre las tribus de Transjordania

Las tribus de Rubén y de Gad, así como la otra media tribu de Manasés, habían recibido ya como heredad la parte que en el reparto hecho por Moisés, siervo del Señor, se les había asignado en Transjordania, a saber: el territorio que va desde Aroer, a orillas del río Arnón, incluida la ciudad que está en medio de la vaguada y toda la llanura desde Madabá hasta Dibón; 10 todas las ciudades de Sijón, rey amorreo que reinó en Jesbón, hasta la frontera con los amonitas. 11 Y también Galaad junto con el territorio de los guesuritas y de los macatitas, además de toda la montaña del Hermón y todo Basán hasta Salcá. 12 Y en Basán, todo el reino de Og que reinó en Astarot y en Edreí, y era el último residuo de los refaítas. A estos reyes los había derrotado y expulsado Moisés. 13 Pero los israelitas no consiguieron expulsar ni a los guesuritas ni a los macatitas, de manera que Guesur y Macá siguen todavía hoy viviendo en medio de Israel.

14 Sólo a la tribu de Leví no se le asignó heredad, pues el Señor, Dios de Israel, había de ser su heredad, tal como él se lo había dicho.

Territorio de Rubén

15 Moisés había asignado a la tribu de Rubén una parte, por clanes. 16 Les correspondió el territorio que va desde Aroer, a orillas del río Arnón, incluida la ciudad que está en medio de la vaguada y toda la llanura hasta Madabá; 17 Jesbón con todas las ciudades de la llanura: Dibón, Bamot Baal, Bet Baal Meón, 18 Jasá, Quedemot, Mefat, 19 Quiriatáin, Sibmá y Seret Sajar, en el monte y en el valle; 20 Bet Peor, las laderas del Pisga, Bet Jesimot, 21 todas las ciudades de la llanura y todo el reino de Sijón, rey amorreo que reinó en Jesbón y a quien derrotó Moisés, lo mismo que a Eví, Requen, Sur, Jur y Rebá, príncipes de Madián y vasallos de Sijón, que vivían en aquella región. 22 (Al adivino Balaán, hijo de Beor, los israelitas lo habían pasado a cuchillo junto con los demás). 23 Así pues, el territorio de los rubenitas lindaba con el Jordán. Esta fue la heredad de los descendientes de Rubén, por clanes: las ciudades y sus aldeas.

Territorio de Gad

24 A la tribu de Gad, es decir, a los descendientes de Gad, les había asignado Moisés por clanes 25 un territorio que comprendía: Jacer con todas las ciudades de Galaad y la mitad del país de los amonitas, hasta Aroer, que está enfrente de Rabá; 26 desde Jesbón hasta Ramat Mispá y Betonín; desde Majanáin hasta el territorio de Lodebar. 27 Y en el valle: Bet Harán, Bet Nimrá, Sucot, Safón y el resto del reino de Sijón, rey de Jesbón. El Jordán era el límite hasta el extremo sur del mar de Kinéret, por el lado oriental del Jordán. 28 Esta fue la heredad de los descendientes de Gad, por clanes: las ciudades y sus aldeas.

Territorio de media tribu de Manasés

29 A media tribu de Manasés le había asignado Moisés, por clanes, 30 un territorio que, desde Majanáin, comprendía todo el territorio de Og, rey de Basán, todas las Aldeas de Jaír en Basán: sesenta ciudades. 31 La mitad de Galaad junto con Astarot y Edreí, ciudades del reino de Og en Basán, fue para la mitad de los descendientes de Maquir, hijo de Manasés, por clanes.

32 Este es el reparto que, como heredad, hizo Moisés en las estepas de Moab, al otro lado del Jordán, al oriente de Jericó. 33 Pero Moisés no asignó heredad a la tribu de Leví, pues el Señor, el Dios de Israel, había de ser su heredad, como les había dicho.

Salmos 145

Salmo 145 (144)

El Señor es bueno con todos

145 Salmo de David.
Dios mío, mi rey, yo te alabaré,
bendeciré tu nombre por siempre jamás.
Cada día te bendeciré,
alabaré tu nombre por siempre jamás.
El Señor es grande, digno de alabanza,
es insondable su grandeza.
Por generaciones se ensalzarán tus obras,
se contarán tus proezas.
Proclamaré tus maravillas
y el esplendor de tu gloria.
Se hablará del poder de tus prodigios,
yo narraré tus grandezas.
Se evocará tu inmensa bondad,
se cantará tu justicia.
El Señor es clemente y compasivo,
paciente y grande en amor.
El Señor es bueno con todos,
su amor llega a todas sus obras.
10 Señor, que todas tus obras te alaben,
que te bendigan tus fieles;
11 que pregonen la gloria de tu reino,
que hablen de tus proezas;
12 que proclamen a todos tus hazañas,
el glorioso esplendor de tu reino.
13 Es tu reino un reino eterno,
tu poder dura por generaciones.
14 El Señor sostiene a cuantos flaquean,
levanta a los abatidos.
15 Todos te miran con esperanza
y tú les das la comida a su tiempo.
16 Abres generosamente tu mano
y sacias a todo ser viviente.
17 El Señor es justo en todos sus actos,
actúa con amor en todas sus obras.
18 El Señor está cerca de cuantos lo invocan,
de cuantos lo invocan sinceramente.
19 Él cumple el deseo de su fieles,
escucha su grito y los salva.
20 El Señor protege a cuantos lo aman,
pero a todos los malvados aniquila.
21 ¡Que mi boca alabe al Señor!
¡Que todos bendigan su santo nombre,
por siempre jamás!

Jeremías 6

Aviso de guerra santa contra Sión

Busquen refugio, benjaminitas,
búsquenlo fuera de Jerusalén;
toquen la trompeta en Tecoa,
alcen una enseña en Bet Queren,
pues acecha por el norte una desgracia,
se cierne un desastre imponente.
A un pastizal delicioso
puede compararse Sión;
en ella entran los pastores
al frente de sus rebaños,
plantan en torno sus tiendas
y apacienta cada cual en su sección.
¡Convoquen contra Sión la guerra santa;
adelante, la atacaremos a mediodía!
¡Ay de nosotros, que declina el día
y se extienden las sombras de la tarde!
¡Adelante, ataquemos de noche,
dejemos en ruinas sus palacios!
Pues así dice el Señor del universo:
Talen árboles, preparen contra Jerusalén
un terraplén para asaltarla:
es una ciudad condenada,
toda repleta de opresión.
Como el agua fresca de un pozo,
así mantiene fresca su maldad:
se oye en ella violencia y destrucción,
soy testigo de desgracias y de heridas.
Aprende la lección, Jerusalén,
no sea que me hastíe de ti,
no sea que te deje desolada,
como una región deshabitada.

El juicio será generalizado

Así dice el Señor del universo:
Rebusca en el resto de Israel
igual que se rebusca en una viña;
pasa tu mano como el vendimiador
examinando los pámpanos.
10 ¿A quién me voy a dirigir,
a quién conjuraré para que me escuchen?
¡Si tienen un oído incircunciso,
incapaz de prestar atención!
¡Si consideran la palabra del Señor
vergüenza, porque no les agrada!
11 Pues yo estoy repleto de la ira del Señor,
y me siento incapaz de contenerla.
Derrámala sobre los niños, en la calle;
también sobre los grupos de jóvenes.
Caerán a la vez marido y mujer,
adultos junto con ancianos.
12 Sus casas pasarán a otros,
también sus campos y mujeres,
pues voy a extender mi mano
sobre los habitantes del país
—oráculo del Señor—.
13 Es que del pequeño al grande
todos piensan en medrar;
del profeta al sacerdote
todos andan entre fraudes.
14 Han curado la herida de mi pueblo,
pero sólo por encima, diciendo:
“Paz, paz”, pero no hay paz.
15 Deberían sentirse avergonzados
por haber cometido abominaciones;
pero no se van a avergonzar,
ni siquiera conocen el pudor.
Por eso caerán entre otros caídos,
se hundirán cuando venga a castigarlos
—dice el Señor—.

Rechazo de las advertencias, y juicio

16 Esto es lo que ha dicho el Señor:
Párense en los caminos y observen,
pregunten por las sendas de antaño,
por el buen camino: anden por él
y así encontrarán reposo.
Pero dijeron: “No iremos”.
17 Les di también centinelas:
“Atención al toque de trompeta”.
Pero dijeron: “No haremos caso”.
18 Por tanto, escuchen, naciones,
sepan lo que he decidido;
19 escucha también tú, tierra,
lo que voy a hacer con ellos:
Traeré sobre este pueblo un desastre,
como fruto de sus maquinaciones,
pues no escucharon mis palabras,
despreciaron lo que yo les ordenaba.
20 ¿Para qué me traes incienso de Sabá,
caña aromática de tierras lejanas?
No me agradan sus holocaustos,
no me gustan sus sacrificios.
21 Por eso, así ha dicho el Señor:
Pondré a este pueblo obstáculos,
donde tropiecen padres e hijos,
donde sucumban vecinos y amigos.

Invasión del país

22 Así dice el Señor:
Miren, viene un pueblo de tierras del norte,
una nación poderosa del extremo de la tierra,
23 armados con arco y jabalina;
son crueles, no tienen compasión,
sus gritos son un mar embravecido,
cabalgan a lomos de caballo,
todos dispuestos para el combate,
para atacarte, Sión capital.
24 Al oír la noticia nos fallaron las fuerzas,
llenos de angustia, con dolores de parturienta.
25 No se aventuren por campos ni caminos,
la espada enemiga siembra el terror en torno.
26 Capital de mi pueblo, vístete de sayal
y revuélcate en el polvo;
haz duelo y llora amargamente
como por un hijo único,
pues de improviso nos llegará el devastador.
27 Te he nombrado examinador de mi pueblo,
para que pruebes y examines su conducta.
28 Son todos rebeldes y calumniadores,
una cuadrilla de devastadores.
29 El fuelle resopla, el fuego está listo:
¡echa el plomo, el bronce y el hierro!
Pero es inútil refinarlos,
no se desprende la escoria.
30 Les llaman plata de desecho,
pues el Señor los ha desechado.

Mateo 20

Parábola de los jornaleros contratados

20 El reino de los cielos puede compararse al amo de una finca que salió una mañana temprano a contratar jornaleros para su viña. Convino con los jornaleros en pagarles el salario correspondiente a una jornada de trabajo, y los envió a la viña. Hacia las nueve de la mañana salió de nuevo y vio a otros jornaleros que estaban en la plaza sin hacer nada. Les dijo: “Vayan también ustedes a la viña. Les pagaré lo que sea justo”. Y ellos fueron. Volvió a salir hacia el mediodía, y otra vez a las tres de la tarde, e hizo lo mismo. Finalmente, sobre las cinco de la tarde, volvió a la plaza y encontró otro grupo de desocupados. Les preguntó: “¿Por qué están aquí todo el día sin hacer nada?”. Le contestaron: “Porque nadie nos ha contratado”. Él les dijo: “Pues vayan también ustedes a la viña”.

Al anochecer, el amo de la viña ordenó a su capataz: “Llama a los jornaleros y págales su salario, empezando por los últimos hasta los primeros”. Se presentaron, pues, los que habían comenzado a trabajar sobre las cinco de la tarde y cada uno recibió el salario correspondiente a una jornada completa. 10 Entonces los que habían estado trabajando desde la mañana pensaron que recibirían más; pero, cuando llegó su turno, recibieron el mismo salario. 11 Así que, al recibirlo, se pusieron a murmurar contra el amo 12 diciendo: “A estos que sólo han trabajado una hora, les pagas lo mismo que a nosotros, que hemos trabajado toda la jornada soportando el calor del día”. 13 Pero el amo contestó a uno de ellos: “Amigo, no te trato injustamente. ¿No convinimos en que trabajarías por esa cantidad? 14 Pues tómala y vete. Si yo quiero pagar a este que llegó a última hora lo mismo que a ti, 15 ¿no puedo hacer con lo mío lo que quiera? ¿O es que mi generosidad va a provocar tu envidia?”.

16 Así, los que ahora son últimos serán los primeros, y los que ahora son primeros serán los últimos.

Jesús anuncia por tercera vez su muerte y su resurrección (Mc 10,32-34; Lc 18,31-34)

17 Cuando Jesús iba de camino subiendo hacia Jerusalén, llamó aparte a los doce discípulos y les dijo:

18 — Ya ven que estamos subiendo a Jerusalén. Allí el Hijo del hombre será entregado a los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la ley que lo condenarán a muerte; 19 luego lo pondrán en manos de extranjeros para que se burlen de él, lo golpeen y lo crucifiquen. Pero al tercer día resucitará.

Petición de los hijos de Zebedeo (Mc 10,35-45)

20 Por entonces se presentó a Jesús la madre de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, y se puso de rodillas con intención de pedirle algo. 21 Jesús le preguntó:

— ¿Qué es lo que deseas?

Ella dijo:

— Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.

22 Jesús respondió:

— No saben lo que están pidiendo. ¿Pueden beber ustedes la misma copa de amargura que yo estoy a punto de beber?

Ellos le contestaron:

— ¡Sí, podemos beberla!

23 Jesús les dijo:

— Pues bien, beberán mi copa de amargura; pero el que se sienten el uno a mi derecha y el otro a mi izquierda, no es cosa mía concederlo; eso es para quienes mi Padre lo ha reservado.

24 Cuando los otros diez discípulos oyeron esto, se sintieron muy molestos con los dos hermanos. 25 Pero Jesús los reunió y les dijo:

— Como muy bien saben ustedes, los que gobiernan las naciones las someten a su dominio, y los poderosos las rigen despóticamente. 26 Pero entre ustedes no debe ser así. Antes bien, si alguno quiere ser grande, que se ponga al servicio de los demás; 27 y si alguno quiere ser principal, que se haga servidor de todos. 28 De la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido para ser servido, sino para servir y dar su vida en pago de la libertad de todos.

Curación de dos ciegos (Mc 10,46-52, Lc 18,35-43)

29 Cuando salían de Jericó, una multitud acompañaba a Jesús. 30 En esto, dos ciegos que estaban sentados junto al camino, al oír que Jesús pasaba por allí, se pusieron a gritar:

— ¡Señor, Hijo de David, ten compasión de nosotros!

31 La gente les decía que se callaran, pero ellos gritaban cada vez más:

— ¡Señor, Hijo de David, ten compasión de nosotros!

32 Entonces Jesús se detuvo, los llamó y les preguntó:

— ¿Qué quieren que haga por ustedes?

33 Los ciegos le contestaron:

— Señor, que podamos ver.

34 Jesús, conmovido, les tocó los ojos, y al punto los ciegos recobraron la vista y se fueron tras él.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España