The Daily Audio Bible
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Discurso sobre la responsabilidad individual
18 El Señor me dirigió la palabra:
2 — ¿Qué quieren decir cuando repiten este refrán en territorio de Israel: “Los padres comieron los agraces y los hijos padecen la dentera”? 3 Lo juro por mí mismo —oráculo del Señor Dios— que no tendrán oportunidad de repetir este refrán en Israel. 4 Todas las personas me pertenecen, lo mismo un padre que su hijo. Y la persona que peque, morirá.
5 Si una persona es honrada y practica el derecho y la justicia, 6 si no participa en los banquetes sacrificiales de los montes ni pone sus ojos en los ídolos de Israel, si no deshonra a la mujer de su prójimo ni tiene relaciones con una mujer durante la menstruación, 7 si no extorsiona a nadie, devuelve la prenda al deudor y no roba, si da su pan al hambriento y proporciona ropa al desnudo, 8 si no presta a interés ni saca de ello provecho alguno, si evita hacer el mal y juzga rectamente a los demás, 9 si vive conforme a mis normas y observa mis disposiciones actuando con honradez, esa persona es recta y seguro que vivirá —oráculo del Señor Dios—.
10 Y si esa persona engendra un hijo ladrón y asesino, 11 que hace todas las cosas que su padre no había hecho: tomar parte en los banquetes sacrificiales de los montes, deshonrar a la mujer de su prójimo, 12 extorsionar al pobre y al indigente, robar, no devolver las prendas, poner sus ojos en los ídolos, cometer abominaciones, 13 prestar a interés sacando provecho de ello, tal persona no vivirá. Por haber cometido todas esas abominaciones, será condenada a muerte y sólo ella será la responsable.
14 Y si engendra un hijo que, al ver los pecados cometidos por su padre, decide no cometerlos, es decir, 15 decide no tomar parte en los banquetes sacrificiales de los montes, no poner sus ojos en los ídolos de Israel, no deshonrar a la mujer de su prójimo, 16 no extorsionar a la gente, devolver las prendas, no robar, dar su pan al hambriento y proporcionar ropa al desnudo, 17 apartarse del mal y no prestar a usura sacando provecho de ello, si además observa mis disposiciones y vive conforme a mis normas, esa persona no morirá por el pecado de su padre. Seguro que vivirá. 18 Si su padre cometió extorsión, robó y no hizo el bien entre sus parientes, morirá por su propio pecado.
19 Pero ustedes dicen: “¿Por qué el hijo no ha de cargar con el pecado del padre?”. Pues porque el hijo ha practicado el derecho y la justicia, ha respetado y puesto en práctica todas mis normas, y por tanto les aseguro que vivirá. 20 La persona que peque, morirá; el hijo no cargará con la culpa del padre ni este cargará con la culpa del hijo. La persona honrada será tratada como honrada, y la persona malvada será responsable de su maldad.
21 Pero si el malvado se aparta de todos los pecados que cometió, observa todas mis normas y practica el derecho y la justicia, seguro que vivirá; no morirá. 22 Ninguna de las ofensas que haya cometido le será recordada; vivirá por haberse comportado honradamente. 23 ¿Creen que me complace la muerte del malvado?, —oráculo del Señor Dios—. Pues no, prefiero que se aparte de su mala conducta y viva.
24 En cambio, a la persona honrada que abandone su honradez y empiece a actuar con malicia, cometiendo las mismas infamias que cometía el malvado del que hemos hablado, no le será recordada la honradez con la que había actuado; morirá conforme a las malas acciones y a los pecados que haya cometido.
25 Pero ustedes dicen: “No es justo el proceder del Señor”. A ver si prestan atención, israelitas: ¿Creen que es injusto mi proceder? ¿No será su proceder el que no es justo? 26 Si el honrado abandona su honradez y empieza a actuar con malicia, y muere, morirá por su propia malicia. 27 En cambio, si el malvado abandona su inveterada maldad y empieza a practicar el derecho y la justicia, pondrá a salvo su vida. 28 Si lo piensa bien y se aparta de las ofensas cometidas, seguro que vivirá; no morirá.
29 Dicen los israelitas: “No es justo el proceder del Señor”. ¿Que no es justo mi proceder? ¿No será más bien su proceder el que es injusto? 30 En consecuencia, voy a juzgarlos a cada uno según su proceder, pueblo de Israel —oráculo del Señor Dios—. Vuelvan a mí y abandonen su conducta rebelde, de modo que eviten cualquier ocasión de culpa. 31 Dejen a un lado la conducta rebelde que han llevado y procúrense un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué han de morir, pueblo de Israel? 32 ¿No ven que no me complace la muerte de nadie? —oráculo del Señor Dios—. Conviértanse y vivirán.
Dos elegías sobre la caída de la nación
19 Entona una elegía sobre los príncipes de Israel. 2 Di lo siguiente:
¿No era tu madre una leona
que vivía con otros leones,
tumbada en medio de leoncillos,
que sacó adelante a sus cachorros?
3 Uno de sus cachorros creció,
convirtiéndose en un joven león;
aprendió a desgarrar presas,
aprendió a devorar personas.
4 Las naciones tuvieron noticias de él,
quedó atrapado en su fosa
y lo llevaron entre garfios a Egipto.
5 Al ver ella que era inútil esperarlo,
que se había esfumado su esperanza,
se dedicó a otro de sus cachorros
y lo convirtió también en un joven león.
6 Andaba con otros leones,
convertido ya en joven león.
Aprendió a desgarrar presas,
aprendió a devorar personas.
7 Arruinó sus palacios,
devastó sus ciudades;
la tierra y sus habitantes
se aterraban con su rugido.
8 Le pusieron cerco las naciones,
las provincias de los alrededores;
entonces le tendieron sus redes
y quedó atrapado en su fosa.
9 Después lo encerraron entre barrotes,
lo llevaron al rey de Babilonia
y lo metieron en un calabozo,
para que ya no se oyese su rugido
allá por los montes de Israel.
10 Tu madre parecía una vid
plantada a la vera del agua;
era fecunda y frondosa
gracias al agua abundante.
11 Echó sarmientos vigorosos,
que valían para cetros reales.
Su talla sobresalía entre los arbustos;
se podía distinguir por su altura,
por la gran abundancia de ramas.
12 Pero fue arrancada con violencia
y arrojada después por tierra;
el viento del este la secó,
fueron arrancados sus sarmientos;
se secó su rama vigorosa,
acabó devorada por el fuego.
13 Ahora está plantada en la estepa,
en medio de un erial sediento.
14 Salió fuego de su rama,
devoró sus sarmientos y su fruto.
Ya no le quedan ramas vigorosas
que puedan ser cetros reales.
Se trata de una elegía, y como elegía ha de cantarse.
Los dos santuarios
9 Ciertamente la primera alianza disponía de un ritual para el culto y de un santuario terrestre. 2 En efecto, la Tienda de la presencia estaba preparada de forma que en la primera parte, llamada “lugar santo”, se encontraban el candelabro, la mesa de las ofrendas y los panes que se presentaban a Dios. 3 Detrás de la segunda cortina estaba la parte de la Tienda llamada “lugar santísimo”, 4 donde había un incensario de oro y el Arca de la alianza totalmente recubierta de oro. En esta última se guardaba una urna de oro que contenía el maná, la vara de Aarón en otro tiempo florecida y las losas sobre las que estaban escritas las cláusulas de la alianza. 5 Encima del Arca estaban los querubines, representantes de la presencia gloriosa de Dios, que cubrían el llamado “propiciatorio”. Pero no es este el momento de entrar en más detalles sobre el particular.
6 Así dispuestas las cosas, los sacerdotes entran continuamente en la primera parte de la Tienda para celebrar el culto. 7 Pero en la segunda parte, entra únicamente el sumo sacerdote una vez al año, con la sangre de las víctimas ofrecidas por sus propios pecados y por los que el pueblo comete inadvertidamente. 8 Con esto quiere dar a entender el Espíritu Santo que, mientras ha estado en pie la primera Tienda de la presencia, el camino del verdadero santuario ha permanecido cerrado. 9 Todo lo cual tiene un alcance simbólico referido a nuestro tiempo. En efecto, las ofrendas y sacrificios presentados allí eran incapaces de perfeccionar interiormente a quien los presentaba. 10 Eran simplemente alimentos, bebidas o ritos purificatorios diversos; observancias todas ellas exteriores, válidas únicamente hasta el momento en que se instaurara el nuevo orden de cosas.
32 En las aguas de Meribá lo enojaron
causando la desgracia de Moisés,
33 pues le hicieron rebelarse
y habló sin pensar lo que decía.
34 No destruyeron a los pueblos
como el Señor les ordenó.
35 Se mezclaron con los paganos,
aprendieron sus costumbres
36 y adoraron a sus ídolos
que se convirtieron en trampa para ellos.
37 Sacrificaron a sus hijos
y a sus hijas a demonios;
38 vertieron sangre inocente,
la sangre de sus hijos y sus hijas,
que inmolaron a los ídolos de Canaán,
profanando con sangre el país.
39 Con sus acciones se deshonraron,
con sus hechos se pervirtieron.
40 Y el Señor se airó contra su pueblo,
aborreciendo su heredad.
41 Los entregó a las naciones,
sus rivales los dominaron,
42 los subyugaron sus enemigos,
los sometieron a su poder.
43 El Señor los libró muchas veces,
pero ellos se obstinaron en su idea,
se hundieron en su propia culpa.
44 Pero él se fijó en su angustia,
escuchó su clamor
45 y recordó su alianza con ellos;
por su inmenso amor se compadeció,
46 e hizo que se apiadaran
quienes los tenían cautivos.
47 Señor, Dios nuestro, sálvanos.
Reúnenos de entre las naciones
para que alabemos tu santo nombre
y nos llene de orgullo tu alabanza.
48 ¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
desde siempre y para siempre!
Y que todo el pueblo diga:
¡Amén! ¡Aleluya!
10 No abandones al amigo, ni al tuyo ni al de tu padre;
no vayas con tus problemas a casa de tu hermano.
Más vale vecino cerca que hermano lejos.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España