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The Daily Audio Bible

This reading plan is provided by Brian Hardin from Daily Audio Bible.
Duration: 731 days

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Reina Valera Revisada (RVR1977)
Version
Lamentaciones 4-5

El hambre en Jerusalén

¡Cómo se ha ennegrecido el oro!

¡Cómo el buen oro ha perdido su brillo!
Las piedras del santuario están esparcidas por las encrucijadas de todas las calles.

Los hijos de Sión, preciados y estimados más que el oro puro,
¡Cómo son tenidos por vasijas de barro, obra de manos de alfarero!

Aun los chacales dan la teta, y amamantan a sus cachorros;
La hija de mi pueblo se ha hecho cruel como los avestruces en el desierto.

La lengua del niño de pecho se pegó a su paladar por la sed;
Los pequeñuelos pidieron pan, y no hubo quien se lo repartiese.

Los que comían manjares deliciosos desfallecen en las calles;
Los que se criaron entre púrpura se abrazan a los estercoleros.

Porque supera la iniquidad de la hija de mi pueblo al pecado de Sodoma,
Que fue destruida en un momento, sin que acamparan contra ella compañías.

Sus nazareos eran más puros que la nieve, más blancos que la leche;
Más sonrosados eran sus cuerpos que el coral, su talle más hermoso que el zafiro.

Su aspecto se ha oscurecido más que el hollín; no los reconocen por las calles;
Su piel está pegada a sus huesos, seca como un palo.

Más dichosos fueron los muertos a espada que los muertos por el hambre;
Porque éstos murieron poco a poco por falta de los frutos de la tierra.

10 Las manos de mujeres tiernas cocieron a sus hijos;
Sus propios hijos les sirvieron de comida en el día del quebrantamiento de la hija de mi pueblo.

11 Agotó Jehová su enojo, derramó el ardor de su ira;
Y encendió en Sión un fuego que consume hasta sus cimientos.

12 Nunca los reyes de la tierra, ni cuantos moran en el mundo,
Podían creer que el enemigo y el adversario entrara por las puertas de Jerusalén.

13 Es por causa de los pecados de sus profetas, y las maldades de sus sacerdotes,
Quienes derramaron en medio de ella la sangre de los justos.

14 Titubearon como ciegos en las calles, fueron contaminados con sangre,
De modo que no podían tocarse sus vestiduras.

15 ¡Apartaos! ¡Es un impuro!, les gritaban. ¡Apartaos, apartaos, no toquéis!
Huyeron y andaban vagando; se decía entre las naciones:
Nunca más morarán aquí.

16 El rostro de Jehová los ha dispersado, no los mirará más;
No respetaron la presencia de los sacerdotes, ni tuvieron compasión de los ancianos.

17 Aún se consumían nuestros ojos esperando en vano nuestro socorro;
Desde nuestras torres oteábamos a una nación que no puede salvar.

18 Acechaban nuestros pasos, para que no anduviésemos por nuestras calles;
Cercano estaba nuestro fin, se cumplieron nuestros días; porque llegó nuestro fin.

19 Ligeros fueron nuestros perseguidores más que las águilas del cielo;
Sobre los montes nos persiguieron, en el desierto nos pusieron emboscadas.

20 El aliento de nuestras vidas, el ungido de Jehová,
De quien habíamos dicho: A su sombra tendremos vida entre las naciones, fue apresado en sus fosas.

21 Alégrate y regocíjate, hija de Edom, la que habitas en tierra de Uz;
También a ti llegará la copa; te embriagarás, y te desnudarás.

22 Se ha borrado tu culpa, oh hija de Sión;
Nunca más te hará llevar cautiva.
Castigará tu iniquidad, oh hija de Edom;
Descubrirá tus pecados.

Oración del pueblo afligido

Acuérdate, oh Jehová, de lo que nos ha sucedido;

Mira, y ve nuestro oprobio.
Nuestra heredad ha pasado a extraños,
Nuestras casas a forasteros.
Huérfanos somos sin padre;
Nuestras madres son como viudas.
Nuestra agua bebemos por dinero;
Compramos nuestra leña por precio.
Padecemos persecución sobre nosotros;
Nos fatigamos, y no hay para nosotros reposo.
Al egipcio y al asirio extendimos la mano, para saciarnos de pan.
Nuestros padres pecaron, y han muerto;
Y nosotros cargamos con sus culpas.
Los esclavos dominan sobre nosotros;
No hay quien nos libre de sus manos.
Con peligro de nuestras vidas nos procuramos nuestro pan
Ante la espada del desierto.
10 Nuestra piel ennegreció como un horno
A causa del ardor del hambre.
11 Violaron a las mujeres en Sión,
A las doncellas en las ciudades de Judá.
12 A los príncipes colgaron por sus manos;
No respetaron el rostro de los ancianos.
13 Llevaron a los jóvenes a moler,
Y los niños tropezaban bajo el peso de la leña.
14 Los ancianos no se ven más en la puerta,
Los jóvenes dejaron sus canciones.
15 Cesó el gozo de nuestro corazón;
Nuestra danza se cambió en luto.
16 Cayó la corona de nuestra cabeza;
¡Ay ahora de nosotros!, porque hemos pecado.
17 Por eso está dolorido nuestro corazón,
Por eso se han oscurecido nuestros ojos,
18 Por el monte de Sión que está asolado;
¡Las raposas merodean en él!
19 Mas tú, Jehová, permaneces para siempre;
Tu trono, de generación en generación.
20 ¿Por qué te olvidas completamente de nosotros,
Y nos abandonas tan largo tiempo?
21 Haznos volver, oh Jehová, a ti, y nos volveremos;
Renueva nuestros días como antaño.
22 Si es que no nos has desechado del todo,
Airado contra nosotros en gran manera.

Hebreos 2

Una salvación tan grande

Por tanto, debemos prestar mucha mayor atención a las cosas que hemos oído, no sea que marchemos a la deriva.

Porque si la palabra dicha por medio de ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución,

¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo comenzado a ser anunciada por medio del Señor, nos fue confirmada por los que oyeron,

testificando Dios juntamente con ellos, tanto con señales como con prodigios y diversos milagros y dones distribuidos por el Espíritu Santo según su voluntad.

El autor de la salvación

Porque no sometió a los ángeles el mundo venidero, acerca del cual estamos hablando;

pero alguien testificó en cierto lugar, diciendo:

¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él,
O el hijo del hombre, para que te preocupes de él?
Le hiciste un poco menor que a los ángeles,
Le coronaste de gloria y de honra,
Y le constituiste sobre las obras de tus manos;
Todo lo sometiste bajo sus pies.
Porque en cuanto le sometió todas las cosas, nada dejó que no esté sometido a él; pero ahora todavía no vemos que todas las cosas le estén sometidas.

Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios experimentase la muerte en provecho de todos.

10 Porque era propio de aquel por cuya causa son todas las cosas, y mediante el cual todas las cosas subsisten, que en su designio de ir llevando muchos hijos a la gloria, perfeccionase por medio de padecimientos al autor de la salvación de ellos.

11 Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos,

12 diciendo:

Anunciaré a mis hermanos tu nombre,
En medio de la congregación te cantaré himnos.

13 Y otra vez:

Yo estaré confiado en él.
Y de nuevo:
He aquí, yo y los hijos que Dios me dio.

14 Así que, por cuanto los hijos han tenido en común una carne y una sangre, él también participó igualmente de lo mismo, para, por medio de la muerte, destruir el poder al que tenía el´´ imperio de la muerte, esto es, al diablo,

15 y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.

16 Porque ciertamente no viene en auxilio de los ángeles, sino que viene en auxilio de la descendencia de Abraham.

17 Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para hacer propiciación por los pecados del pueblo.

18 Pues en cuanto él mismo fue probado mediante el sufrimiento, es poderoso para venir en auxilio de los que son tentados.

Salmos 103

Alabanza por las bendiciones de Dios

Salmo de David.

103 Bendice, alma mía, a Jehová,
Y bendiga todo mi ser su santo nombre.
Bendice, alma mía, a Jehová,
Y no olvides ninguno de sus beneficios.
Él es quien perdona todas tus iniquidades,
El que sana todas tus dolencias;
El que rescata de la fosa tu vida,
El que te corona de favores y misericordias;
El que sacia de bien tu boca
De modo que te rejuvenezcas como el águila.
Jehová es el que hace justicia
Y derecho a todos los oprimidos.
Sus caminos notificó a Moisés,
Y a los hijos de Israel sus obras.
Misericordioso y clemente es Jehová;
Lento para la ira, y grande en misericordia.
No recrimina para siempre,
Ni para siempre guarda el enojo.
10 No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades,
Ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados.
11 Porque como la altura de los cielos sobre la tierra,
Engrandeció su misericordia sobre los que le temen.
12 Cuanto está lejos el oriente del occidente,
Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones.
13 Como el padre se compadece de los hijos,
Se compadece Jehová de los que le temen.
14 Porque él conoce nuestra condición;
Se acuerda de que somos polvo.

15 El hombre, como la hierba son sus días;
Florece como la flor del campo,
16 Que pasó el viento por ella, y pereció,
Y su lugar no la conocerá más.
17 Mas la misericordia de Jehová es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que le temen.
Y su justicia sobre los hijos de los hijos;
18 Sobre los que guardan su pacto,
Y los que se acuerdan de sus mandamientos para ponerlos por obra.

19 Jehová estableció en los cielos su trono,
Y su soberanía domina sobre todo.
20 Bendecid a Jehová, vosotros sus ángeles,
Poderosos en fortaleza, que ejecutáis su palabra,
Obedeciendo a la voz de su precepto.
21 Bendecid a Jehová, vosotros todos sus ejércitos,
Ministros suyos, que hacéis su voluntad.
22 Bendecid a Jehová, vosotras todas sus obras,
En todos los lugares de su señorío.
Bendice, alma mía, a Jehová.

Proverbios 26:23

23 Como escoria de plata que barniza la loza,
Son los labios lisonjeros con un corazón malo.

Reina Valera Revisada (RVR1977)

Texto bíblico tomado de La Santa Biblia, Reina Valera Revisada® RVR® Copyright © 2017 por HarperCollins Christian Publishing® Usado con permiso. Reservados todos los derechos en todo el mundo.