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The Daily Audio Bible

This reading plan is provided by Brian Hardin from Daily Audio Bible.
Duration: 731 days

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La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Version
Isaías 22-24

Contra Jerusalén

22 Oráculo del valle de la Visión:
¿Qué te pasa que subes
en masa a las terrazas,
llena de jolgorio,
ciudad bulliciosa,
villa bullanguera?
Tus heridos no son de espada,
tus muertos no son de guerra.
Tus jefes huyeron en bloque,
los capturaron sin haber disparado;
tus valientes eran apresados
aunque habían huido lejos.
Por eso digo: “Déjenme en paz.
Lloraré hasta la amargura.
No insistan en consolarme
del desastre de mi pueblo”.
Un día de espanto y desconcierto
envía Dios, el Señor del universo:
en el valle de la Visión
se agrieta la muralla,
gritos de angustia
se elevan a los montes.
Elam apresta su aljaba,
envía carros y jinetes;
Quir desnuda su escudo.
Tus hermosos valles
están llenos de carros,
los jinetes apostados
enfrente de las puertas;
Judá está sin defensas.
Aquel día pasaban revista
a las armas en la Casa del Bosque,
cuando vieron las grietas numerosas
en los muros de la ciudad de David.
Recogieron el agua
de la alberca de abajo;
10 calcularon el número
de las casas de Jerusalén,
destruyeron viviendas
por reforzar los muros;
11 hicieron un depósito
entre muralla y muralla,
para recoger el agua
de la alberca vieja.
Pero no miraron a quien lo había hecho,
no vieron a quien ya lo tenía dispuesto.
12 Aquel día Dios, el Señor del universo,
convocaba al llanto y al duelo,
a afeitarse la cabeza,
a vestirse de sayal.
13 Ahora, en cambio, fiesta y alegría:
a matar novillos y corderos,
a hartarse de carne y de vino:
“Comamos y bebamos,
que mañana moriremos”.
14 Pero Dios, Señor del universo,
me ha revelado personalmente
que este pecado no será expiado;
seguirán así hasta que mueran
lo ha dicho el Señor del universo.

Contra el administrador Sebna

15 Así ha dicho Dios, Señor del universo:
Vete y di al administrador,
a Sebna, el jefe de palacio:
16 ¿Qué o a quién tienes aquí
para labrarte aquí un sepulcro,
excavarte en lo alto una tumba,
abrirte un panteón en la roca?
17 Verás: el Señor te va a zarandear
con toda fuerza, gran hombre;
te hará un fardo bien atado,
18 te hará rodar como una bola
hasta un país ancho y llano.
¡Allí morirás, allí acabarán
tus espléndidas carrozas,
vergüenza del palacio de tu señor!
19 Te echaré de tu puesto,
te quitaré de tu cargo.
20 Aquel día llamaré a mi siervo,
a Eliaquín, hijo de Jelcías.
21 Lo vestiré con tu túnica,
le ceñiré tu fajín,
le entregaré tus poderes.
Será lo mismo que un padre
para la gente de Jerusalén,
para la casa de Judá.
22 Pondré sobre su hombro
la llave de la casa de David:
si abre, nadie cerrará,
si cierra, nadie abrirá.
23 Lo hincaré como estaca en lugar firme,
será trono de gloria para la casa paterna.

24 De él dependerá la gloria de su casa paterna: sus vástagos y hojas; de él penderá toda la vajilla menor: de cuencos a jarras. 25 Aquel día —oráculo del Señor del universo— cederá la estaca hincada en lugar firme, y la carga que soportaba se soltará, caerá y se romperá. Lo ha dicho el Señor.

Oráculo contra Tiro y Sidón

23 Oráculo contra Tiro:
Laméntense, naves de Tarsis,
su ensenada está destrozada.
Lo comprobaron al volver de Quitín.
Callen, habitantes de la costa,
ustedes, mercaderes de Sidón,
que tienen mercaderes por el mar.
El grano de Egipto era su ganancia,
su beneficio el comercio extranjero.
Cúbrete de vergüenza, Sidón,
fortaleza del mar,
porque ha dicho el mar:
“No he parido entre dolores,
no he criado muchachos,
no he educado muchachas”.
Cuando llegue a oídos de Egipto,
temblará con las noticias de Tiro.
Crucen hasta Tarsis,
laméntense, gente de la costa.
¿Es esta su alegre ciudad,
fundada en tiempos remotos,
a quien sus pies condujeron
a fundar lejanas colonias?
¿Quién tomó esta decisión
contra Tiro, la que coronaba gente?
Sus mercaderes eran como príncipes,
sus comerciantes, señores del país.
El Señor del universo lo decidió,
decretó mancillar la arrogancia,
humillando a todo señorío,
a todos los señores del país.
10 Cultiva tu tierra, hija de Tarsis,
pues ya no existe el puerto.
11 El Señor extendió su mano
sobre el mar, y temblaron los reinos;
dio orden de que fueran destruidos
Canaán y sus alcázares.
12 Dijo: No volverás a alegrarte,
doncella violada, ciudad de Sidón.
Ponte en camino y vete a Quitín,
que allí tampoco habrá sosiego.
13 Mira el país de Caldea,
un pueblo que ya no existe,
sin fundamentos, en ruinas.
Hicieron torres de asalto,
destruyeron sus palacios,
lo redujeron a escombros.
14 Giman a gritos, naves de Tarsis:
que su alcázar está destruido.

15 Aquel día Tiro será olvidada durante setenta años, los años de la vida de un rey. Después de setenta años, le pasará a Tiro como en la copla de la prostituta:

16 “Toma la cítara
ronda por la ciudad,
ramera olvidada.
Toca con maestría,
canta sin descanso,
a ver si te recuerdan”.

17 Después de setenta años, el Señor visitará Tiro, que reincidirá en cobrar sus servicios prostituyéndose con todos los reinos, a lo largo y ancho del mundo. 18 Pero el fruto de sus mercancías y de sus servicios será consagrado al Señor. No será almacenado ni acumulado, pues servirá para que los que habitan junto al Señor coman hasta saciarse y se vistan con elegancia.

Apocalipsis de Isaías (24—27)

El mundo sometido a juicio

24 Miren, el Señor ha decidido
devastar y asolar la tierra;
replegará su superficie,
aventará a sus habitantes:
a pueblo y sacerdotes,
siervos y señores,
siervas y señoras,
comprador y vendedor,
prestatario y prestamista,
acreedor y deudor.
La tierra será devastada,
será saqueada sin remedio,
que así lo ha dicho el Señor.
Languidece y se agosta la tierra,
el orbe se agosta y languidece,
el cielo y la tierra se marchitan.
Sus habitantes profanan la tierra:
violan las leyes, cambian las normas,
quebrantan la alianza eterna.
Por eso, la maldición devora la tierra,
son castigados los que habitan en ella.
Por eso, se consumen los que habitan la tierra,
sólo quedan unas pocas personas.
Se pierde el mosto, se agosta la vid,
se lamenta la gente dicharachera.
Enmudece la alegría de los panderos,
han cesado bullicio y diversión,
enmudece la alegría de la cítara.
No brindan ya entre canciones,
el licor amarga a los que beben.
10 La ciudad, vacía, se desmorona,
no se puede entrar en las casas.
11 Se lamentan, sin vino, por las calles,
la alegría declina mortecina,
el gozo escapa de la tierra.
12 La ciudad es una escombrera,
con sus puertas heridas de ruina.
13 Sucederá en el corazón de la tierra
y en el centro de todos los pueblos
lo mismo que al varear la aceituna,
igual que cuando acaba la vendimia.

Alegría prematura y conmoción

14 Algunos gritan alegres,
cantan la grandeza del Señor,
lo vitorean desde occidente,
15 honran al Señor en oriente,
en las costas el nombre del Señor,
el nombre del Dios de Israel.
16 Desde el confín de la tierra
oímos cantos de alegría:
“Gloria al justo”.
Yo, en cambio, pensaba:
“Pobre de mí, pobre de mí,
ay de mí, los traidores traicionan,
los traidores traman traiciones”.
17 Terror, trampa y zanja
para ti, morador del país.
18 El que huya del grito aterrador
caerá de lleno en la trampa.
Aquel que salga de la trampa,
será apresado en la zanja.
Las compuertas celestes se abren,
tiemblan los cimientos del orbe;
19 se raja y resquebraja la tierra,
se quiebra y agrieta la tierra,
tiembla y retiembla la tierra.
20 La tierra se tambalea como un borracho,
insegura, lo mismo que una choza,
soportando el peso de sus faltas:
caerá sin volver a levantarse.

Juicio y reinado del Señor

21 Aquel día juzgará el Señor
al ejército del cielo en el cielo
y a los reyes de la tierra en la tierra.
22 Serán reunidos, amontonados,
encadenados en una mazmorra,
encerrados en un calabozo,
juzgados con el paso del tiempo.
23 La luna escapará avergonzada,
el sol se ocultará abochornado,
pues reina el Señor del universo
en el monte Sión y en Jerusalén,
honrado en medio de sus ancianos.

Gálatas 2:17-3:9

17 Por otra parte, si, al buscar que Cristo nos restablezca en la amistad de Dios, nosotros resultamos ser pecadores, ¿significará esto que Cristo está al servicio del pecado? ¡De ningún modo! 18 Lo que sí es cierto es que si lo que un día demolí, ahora lo reconstruyo, estoy con ello demostrando que entonces fui culpable. 19 Fue la misma ley la que me condujo a romper con ella a fin de vivir para Dios, crucificado juntamente con Cristo. 20 Ya no soy yo quien vive; es Cristo quien vive en mí. Mi vida en este mundo consiste en creer en el Hijo de Dios que me amó y se entregó por mí. 21 No quiero hacer inútil la bondad de Dios; ahora bien, si por medio de la ley restableciera Dios al ser humano en su amistad, Cristo habría muerto inútilmente.

II.— SALVADOS POR LA GRACIA Y LA FE (3—4)

Salvados por la fe

Gálatas, ¿cómo son tan insensatos? ¿Quién los engatusó? ¡Y pensar que les puse ante los ojos a Jesucristo crucificado! Díganme solamente una cosa: ¿en razón de qué recibieron ustedes el Espíritu de Dios? ¿Por cumplir la ley o por haber aceptado la fe? Su insensatez no tiene límites. Si el Espíritu estuvo en el origen de la fe que ustedes tienen, ¿van a terminar confiando en lo humano? ¡No puedo creer que tan magníficas experiencias hayan sido baldías! Vamos a ver: cuando Dios les comunica el Espíritu y realiza prodigios entre ustedes, ¿lo hace porque son cumplidores de la ley o porque han aceptado el mensaje de la fe?

Ahí tienen el ejemplo de Abrahán: Creyó a Dios, y esto le valió que Dios le concediera su amistad. Comprendan de una vez que la verdadera descendencia de Abrahán son los creyentes. Y la Escritura misma, previendo que Dios restablecería en su amistad a todas las naciones mediante la fe, anunció de antemano a Abrahán esta buena noticia: Todas las naciones serán bendecidas por medio de ti. Así que todos los que creen serán bendecidos junto con el creyente Abrahán.

Salmos 60

Salmo 60 (59)

Sálvanos con tu poder

60 Al maestro del coro. Según “El lirio del testimonio”. Poema de David. Para enseñar. Cuando luchó contra los arameos de Mesopotamia y de Sobá y regresó Joab derrotando a doce mil hombres de Edom en el valle de la Sal.

Oh Dios, nos has rechazado, nos has destruido;
aunque estás enfurecido, ¡acógenos de nuevo!
Tú haces temblar la tierra, la resquebrajas,
¡cierra sus grietas pues se está desmoronando!
Hiciste pasar a tu pueblo duras pruebas,
nos diste a beber un vino que aturde;
la bandera que diste a tus fieles,
fue para que huyeran ante los arqueros. [ Pausa]
Sálvanos con tu poder, atiéndenos,
para que tus amados queden libres.
Dios ha hablado en su santuario:
“Me regocijaré al repartir Siquén,
cuando divida el valle de Sucot.
Mío es Galaad, mío es Manasés,
es Efraín el yelmo de mi cabeza,
es Judá el cetro de mi poder;
10 es Moab la vasija en que me lavo,
sobre Edom arrojo mi sandalia,
sobre Filistea proclamo mi victoria”.
11 ¿Quién me llevará a la ciudad fortificada,
quién me conducirá hasta Edom?
12 Sólo tú, Dios, tú que nos rechazaste,
tú que ya no sales con nuestras tropas.
13 Préstanos ayuda frente al enemigo,
pues de nada valen ayudas humanas.
14 Con Dios lograremos triunfar,
él humillará a nuestros enemigos.

Proverbios 23:15-16

Instrucciones paternas

15 Hijo mío, si llegas a ser sabio,
también yo me alegraré de corazón;
16 todo mi ser celebrará
que tus labios hablen rectamente.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España