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The Daily Audio Bible

This reading plan is provided by Brian Hardin from Daily Audio Bible.
Duration: 731 days

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Nueva Biblia Viva (NBV)
Version
Isaías 1-2

Estos son los mensajes que recibió Isaías, hijo de Amoz, en unas visiones que tuvo durante los reinados de Uzías, Jotán, Acaz y Ezequías, todos ellos reyes de Judá. En estos mensajes Dios le mostró lo que habría de ocurrirles a Judá y a Jerusalén en los días por venir.

Judá, nación rebelde

Escuchen, cielo y tierra, lo que dice el Señor:

Los hijos que crie y cuidé por tanto tiempo y tan tiernamente se han vuelto contra mí. Hasta los animales —el burro y el buey— conocen a su amo y agradecen sus cuidados, ¡pero no así mi pueblo Israel! Haga lo que haga por ellos, les tiene sin cuidado. ¡Qué nación tan pecadora! Andan encorvados bajo la carga de su culpa. También sus padres fueron malvados. Nacidos para el mal, le volvieron las espaldas al Señor y menospreciaron al Santo de Israel. Ellos mismos se han alejado de mi auxilio.

5-6 Oh pueblo mío, ¿no han recibido suficiente castigo? ¿Por qué obligarme a azotarlos una y otra vez? ¿Es su intención ser rebeldes toda la vida? De la cabeza a los pies están enfermos, débiles y desfallecidos, cubiertos de magulladuras, verdugones y heridas infectadas, sin ungir ni vendar. Su patria está en ruinas, sus ciudades incendiadas. Mientras ustedes se la pasan mirando, los extranjeros destruyen y saquean cuanto ven. Y ahí se quedan ustedes, indefensos y abandonados como si fueran una de esas chozas inútiles que usan los vigilantes en el campo luego de terminada la cosecha, pero cuando el producto de la cosecha ya ha sido saqueado y robado.

Si el Señor Todopoderoso no hubiera intervenido para salvar a unos cuantos de nosotros, habríamos sido destruidos como lo fueron Sodoma y Gomorra. 10 ¡Es una buena comparación! Escuchen, jefes de Israel, hombres de Sodoma y Gomorra, como ahora les llamo. ¡Escuchen al Señor! ¡Escuchen lo que les dice! 11 Sus sacrificios me tienen harto, no me los traigan más. No quiero sus carneros engordados, no quiero ver la sangre de sus ofrendas. 12-13 ¿Cómo he de querer los sacrificios de ustedes si ni siquiera son capaces de sentir dolor por sus pecados? El incienso que me traen hiede en mis narices. Sus santas celebraciones de la luna nueva y el sábado, y sus días de ayuno especial —aun sus más santas reuniones—, ¡todo es fraude! No quiero nada más con ellos. 14 Los detesto a todos, no puedo verlos ni pintados. 15 De ahora en adelante, cuando oren con las manos levantadas al cielo, no miraré ni escucharé. Por más oraciones que hagan, no escucharé, porque sus manos son manos de asesinos, están manchadas con la sangre de víctimas inocentes.

16 ¡Oh, lávense, límpiense! Que no les vea yo nunca más cometer esas maldades; dejen sus malos caminos. 17 Aprendan a hacer el bien, a ser justos y a ayudar a los pobres, a los huérfanos y a las viudas.

18 ¡Vengan y aclaremos las cuentas! —dice el Señor—, por profunda que sea la mancha de sus pecados, yo puedo quitarla y dejarlos tan limpios como la nieve recién caída. ¡Aunque sus manchas sean rojas como el carmesí, yo puedo volverlas blancas como la lana! 19 Si me dejan ayudarlos, que me puedan obedecer, yo los enriqueceré. 20 Pero si continúan volviéndome las espaldas y negándose a escucharme, morirán a manos de sus enemigos. Yo, el Señor, se los aseguro.

21 ¡Oh Jerusalén, que fuiste mi fiel esposa, ahora eres una ramera! ¡Corres tras otros dioses! Fuiste «La Ciudad de la Justicia», pero hoy eres guarida de asesinos. 22 Fuiste como plata purificada, pero ahora estás mezclada con ruin aleación. Fuiste muy pura, pero ahora estás diluida como vino aguado. 23 Tus caudillos son rebeldes, compinches de ladrones; todos son sobornables y no defienden a las viudas ni a los huérfanos. 24 Por tanto, así dice el Señor, el Señor Todopoderoso, el Poderoso de Israel, dice: ¡Derramaré mi ira sobre ustedes, enemigos tuyos! 25 Yo mismo los derretiré en la fundición y les sacaré la escoria.

26 Y después les daré buenos jueces y sabios consejeros como los que antes tenían. Entonces nuevamente la ciudad de ustedes se llamará «La Ciudad de la Justicia» y «La Ciudad Fiel». 27 Los que regresen al Señor deben ser justos y buenos, y entonces serán redimidos. 28 Pero todos los pecadores serán totalmente aniquilados, porque rehúsan venir a mí. 29 Los cubriré de vergüenza, y enrojecerán pensando en aquellas ocasiones en que sacrificaban ante los ídolos en sus bosques de encinas «sagradas». 30 Perecerán como lo hace un árbol marchito o un huerto sin agua. 31 Los más fuertes de ustedes desaparecerán como paja en el fuego; sus maldades son la chispa que enciende la paja, y nadie podrá apagarla.

El monte del Señor

Este es otro mensaje que dio el Señor a Isaías respecto de Judá y Jerusalén: En los días finales Jerusalén y el templo del Señor se convertirán en la mayor atracción del mundo, y gente de muchas tierras acudirá a adorar al Señor.

«Vamos», dirán todos, «subamos al monte del Señor, al templo del Dios de Israel; allí nos enseñará él sus leyes, y las obedeceremos».

Porque en aquellos días el mundo será gobernado desde Jerusalén. El Señor zanjará las disputas internacionales, todas las naciones transformarán las armas de guerra en herramientas de paz, por fin cesarán las guerras y terminará el adiestramiento militar. ¡Vamos, oh Israel, caminemos en la luz del Señor y obedezcamos sus leyes!

El día del Señor

El Señor los ha rechazado porque dieron cabida a extranjeros del oriente que practican la magia y se comunican con los malos espíritus, como hacen los filisteos.

Israel posee grandes tesoros de oro y plata y gran cantidad de caballos y carros. Además, su tierra está llena de ídolos. Son productos humanos y, sin embargo, los adoran. Grandes y pequeños, todos se inclinan religiosamente ante ellos; por este pecado no los perdones.

10 Huyan a las cuevas de las rocas y ocúltense aterrorizados de su gloriosa majestad, 11 porque el día viene en que sus altivas miradas serán humilladas; sólo el Señor será exaltado.

12 En aquel día el Señor Todopoderoso marchará contra los orgullosos y altivos y los humillará hasta que estén postrados en el polvo.

13 Todos los altos cedros del Líbano y las poderosas encinas de Basán se van a humillar, 14 así como los altos montes y las colinas, 15 y todo muro y alta torre, 16 y todos los orgullosos navíos del océano y barcas de cabotaje. En aquel día todos serán quebrantados ante el Señor. 17 Toda la gloria de la humanidad se humillará; los orgullosos yacerán en el polvo, y sólo el Señor será exaltado. 18 Todos los ídolos serán abolidos y destruidos por completo.

19 Cuando el Señor se levante de su trono para sacudir la tierra, sus enemigos irán arrastrándose temerosos a los agujeros de las rocas y a las cuevas, huyendo de la gloria de su majestad. 20 Por fin abandonarán sus ídolos de oro y plata a los topos y a los murciélagos, 21 y se arrastrarán a las cavernas para ocultarse entre ásperas rocas en lo alto de los riscos, tratando de escapar del espanto que el Señor provoca y de la gloria de su majestad cuando él se alce para castigar la tierra. 22 ¡Mezquino es el ser humano! ¡Frágil como su aliento! ¡Jamás confíen en él!

2 Corintios 10

Pablo defiende su ministerio

10 Cuando yo, Pablo, les ruego algo, lo hago con la misma ternura y bondad de Cristo. Sin embargo, se ha dicho que cuando les escribo soy fuerte, pero que cuando lo hago personalmente soy suave. ¡Espero que cuando vaya a verlos no tenga que ser duro con los que piensan que actúo como un hombre cualquiera!

Sí, es cierto, vivimos en este mundo, pero nunca actuamos como el mundo para ganar nuestras batallas. Para destruir las fortalezas del mal, no empleamos armas humanas, sino las armas del poder de Dios. Así podemos destruir la altivez de cualquier argumento y cualquier muralla que pretenda interponerse para que el hombre conozca a Dios. De esa manera, hacemos que todo tipo de pensamiento se someta para que obedezca a Cristo. Y estamos listos a castigar a cualquiera que persista en su rebeldía, después que ustedes mismos se hayan rendido totalmente a Cristo.

Fíjense en lo que tienen a la vista. Si alguien puede afirmar que le pertenece a Cristo, lo mismo podemos decir nosotros. No me avergonzaré de insistir demasiado en la autoridad que tengo sobre ustedes, autoridad que el Señor me dio para la edificación de ustedes, no para su destrucción. Les digo esto para que no crean que sólo trato de asustarlos con mis cartas. 10 «En sus cartas se expresa muy bruscamente y con palabras duras», dicen algunos. «¡Pero cuando llegue verán que en persona no impresiona a nadie y que no existe peor predicador!». 11 Estas personas deben saber que esta vez voy a ser tan duro en persona como lo soy por carta.

12 Pero no me voy a igualar ni a comparar con los que por ahí andan hablando de lo excelentes que son. El problema de estos es que se comparan entre sí y se miden de acuerdo con sus propios conceptos. ¡Qué tontería! 13 ¡Jamás nos jactamos más de lo debido! Y si lo hacemos, utilizamos como regla el trabajo que Dios nos mandó hacer, lo cual incluye que trabajemos entre ustedes.

14 Si no hubiéramos estado antes entre ustedes, alguien podría decir que nos estamos extralimitando. Lo cierto es que fuimos los primeros en proclamarles las buenas noticias de Cristo. 15 Así que no queremos que se nos atribuya el trabajo que otros han realizado entre ustedes. Al contrario, esperamos que ustedes se desarrollen en la fe y que, dentro de los límites que se nos han concedido, nuestra obra entre ustedes se amplíe bastante. 16 Entonces podremos predicar el evangelio en ciudades más allá de Corinto, para que nadie diga que nos aprovechamos de lo que ya otros han hecho.

17 Como dicen las Escrituras:

«El que se quiera sentir orgulloso, que se enorgullezca en lo que el Señor hace».

18 Porque la persona que de veras es digna de aprobación no es la que se alaba a sí misma, sino aquella a la que el Señor alaba.

Salmos 52

Al director musical. Masquil de David, cuando Doeg el edomita fue a informarle a Saúl: «David ha ido a la casa de Ajimélec».

52 Tú te las das de héroe, ¿verdad? Te alabas por este crimen que cometiste contra el pueblo de Dios. Todo el día tramas destrucción. Tu lengua como navaja afilada, es experta en decir mentiras. ¡Amas la perversidad más que el bien! ¡Y la mentira más que la verdad! Te gusta decir lo que causa daño a los demás, mentiroso.

Pero Dios te derribará de un golpe; te echará de tu casa; a rastras te sacará de la tierra de los vivientes. Los justos lo verán y se asombrarán. Entonces reirán y dirán: «Miren lo que les ocurre a quienes desprecian a Dios, confían en su riqueza y se vuelven cada vez más atrevidos en su maldad».

Pero yo soy como olivo que florece en la casa del Señor. Confío en el gran amor de Dios para siempre jamás. Señor, te alabaré eternamente por tus obras. Y esperaré tus misericordias, en la presencia de tu pueblo.

Proverbios 22:26-27

3

26 No te hagas responsable de las deudas de otra persona, ni te comprometas por otros, 27 pues si no tienes para pagar, hasta la cama en que duermes te quitarán.

Nueva Biblia Viva (NBV)

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