The Daily Audio Bible
Today's audio is from the NIV. Switch to the NIV to read along with the audio.
Excelencia de la sabiduría
10 Las moscas muertas hacen heder al perfume del perfumista; así una pequeña necedad, al que es estimado como sabio y honorable.
2 El corazón del sabio está a su mano derecha, mas el corazón del necio a su mano izquierda.
3 Y aun mientras va el necio por el camino, le falta cordura, y va diciendo a todos que los necios son ellos.
4 Si el espíritu del príncipe se enfurece contra ti, no dejes tu lugar; porque la mansedumbre impide graves errores.
5 Hay un mal que he visto debajo del sol, como error emanado de los gobernantes:
6 la necedad colocada en grandes alturas, y los nobles sentados en lugar bajo.
7 Vi siervos a caballo, y príncipes que andaban a pie como siervos.
8 El que cava un hoyo caerá en él; y al que agrieta un muro, le morderá la serpiente.
9 Quien corta piedras, se hiere con ellas; el que parte leña, puede hacerse daño.
10 Si se embota el hierro, y su filo no es aguzado, hay que añadir entonces más fuerza; pero la sabiduría es provechosa para dirigir.
11 Si muerde la serpiente antes de ser encantada, de nada sirve el encantador.
12 Las palabras de la boca del sabio son llenas de gracia, mas los labios del necio causan su propia ruina.
13 El principio de las palabras de su boca es necedad; y el fin de su charla, nocivo desvarío.
14 El necio multiplica palabras, aunque no sabe nadie lo que va a pasar; ¿y quién le hará saber lo que después sucederá?
15 El trabajo de los necios los fatiga; porque no saben por dónde ir a la ciudad.
16 ¡Ay de ti, tierra, cuando tu rey es un jovenzuelo, y tus príncipes banquetean de mañana!
17 ¡Bienaventurada tú, tierra, cuando tu rey es hijo de nobles, y tus príncipes comen a su hora, para reponer sus fuerzas y no para banquetear!
18 Por la pereza se cae la techumbre, y por la flojedad de las manos se cae la casa.
19 Por el placer se hace el banquete, y el vino les alegra la vida; y el dinero sirve para todo.
20 Ni aun en tu pensamiento digas mal del rey, ni en lo secreto de tu cámara digas mal del rico; porque las aves del cielo llevarán la voz, y las que tienen alas harán saber la palabra.
11 Echa tu pan sobre las aguas; porque después de muchos días lo hallarás.
2 Reparte a siete, y aun a ocho; porque no sabes el mal que vendrá sobre la tierra.
3 Si las nubes se llenan de agua, sobre la tierra la derramarán; y si el árbol cae al sur, o al norte, en el lugar donde caiga, allí se quedará.
4 El que al viento observa, no sembrará; y el que mira a las nubes, no segará.
5 Así como no sabes cuál es el camino del viento, o cómo crecen los huesos en el vientre de la mujer encinta, así también ignoras la obra de Dios, el cual hace todas las cosas.
6 Por la mañana siembra tu semilla, y a la tarde no dejes reposar tu mano; porque no sabes cuál es lo mejor, si esto o aquello, o si lo uno y lo otro es igualmente bueno.
7 Suave ciertamente es la luz, y agradable a los ojos ver el sol;
8 pero aunque un hombre viva muchos años, y en todos ellos tenga gozo, acuérdese, sin embargo, que los días de oscuridad serán muchos, y que todo el porvenir es vanidad.
Consejos para la juventud
9 Alégrate, mozo, en tu mocedad y pásalo bien en los días de tu juventud; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos; pero ten en cuenta que sobre todas estas cosas te juzgará Dios.
10 Quita, pues, de tu corazón el enojo, y aparta de tu carne el sufrimiento; porque la adolescencia y la juventud son efímeras.
12 Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento;
2 antes que se oscurezca el sol, y la luz, la luna y las estrellas, y vuelvan las nubes tras la lluvia;
3 cuando temblarán los guardas de la casa, y se encorvarán los hombres fuertes, y cesarán las que muelen porque habrán disminuido, y se quedarán a oscuras las que miran por las ventanas;
4 y las puertas de afuera se cerrarán; se apagará el ruido del molino; cuando se levantará a la voz del ave, y todas las hijas del canto serán abatidas;
5 cuando las alturas causarán vértigo, y habrá sustos en el camino; mientras florecerá el almendro, y la langosta estará grávida, el deseo se perderá; porque el hombre va a su morada eterna, y los endechadores circularán por las calles;
6 antes que el cordón de plata se quiebre, y se rompa el cuenco de oro, y el cántaro se quiebre junto a la fuente, y la rueda sea rota sobre el pozo;
7 y el polvo vuelva a la tierra de donde procede, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio.
8 Vanidad de vanidades, dijo el Predicador, todo es vanidad.
El deber supremo del hombre
9 Y cuanto más sabio fue el Predicador, tanto más enseñó sabiduría al pueblo; e hizo escuchar, e hizo escudriñar, y compuso muchos proverbios.
10 Procuró el Predicador hallar palabras agradables, y escribir rectamente palabras de verdad.
11 Las palabras de los sabios son como aguijones; y como clavos hincados son las de los maestros de las congregaciones, dadas por un solo Pastor.
12 Ahora, hijo mío, además de esto, está sobre aviso: Nunca se acaba de hacer muchos libros; y el mucho estudio es fatiga de la carne.
13 La conclusión de todo el discurso oído es ésta: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre.
14 Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa secreta, sea buena o sea mala.
Generosidad de los macedonios
8 Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a la iglesia de Macedonia;
2 que en medio de una gran prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su extrema pobreza abundaron en riquezas de su generosidad.
3 Pues doy testimonio de que espontáneamente han dado conforme a sus posibilidades, y aun más allá de sus posibilidades,
4 pidiéndonos con muchos ruegos que les concediésemos el privilegio de participar en este servicio para los santos.
5 Y no como lo esperábamos, sino que se dieron a sí mismos primeramente al Señor, y luego a nosotros por la voluntad de Dios;
6 de manera que exhortamos a Tito para que tal como comenzó antes, asimismo acabase también entre vosotros esta obra de gracia.
7 Por tanto, así como abundáis en todo, en fe, en palabra, en conocimiento, en toda diligencia, y en vuestro amor para con nosotros, abundad también en esta gracia.
8 No digo esto como un precepto, sino para poner a prueba, por medio de la diligencia de otros, también la autenticidad de vuestro amor.
9 Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros fueseis enriquecidos con su pobreza.
10 Y en esto doy mi opinión; porque esto os conviene a vosotros, que comenzasteis antes, no sólo a hacerlo, sino también a quererlo, desde el año pasado.
11 Ahora, pues, acabad también de hacerlo, para que como estuvisteis prontos a quererlo, así también lo estéis en cumplirlo conforme a lo que tengáis.
12 Porque si la voluntad está ya pronta, será acepta según lo que uno tiene, no según lo que no tiene.
13 Porque no digo esto para que haya para otros holgura, y para vosotros estrechez,
14 sino para que en este tiempo, con igualdad, la abundancia vuestra supla la escasez de ellos, para que también la abundancia de ellos supla la necesidad vuestra, para que haya igualdad,
15 como está escrito: El que recogió mucho, no sobreabundó, y el que poco, no escaseó.
La insensatez de confiar en las riquezas
Al músico principal. Salmo de los hijos de Coré.
49 Oíd esto, pueblos todos;
Escuchad, habitantes todos del mundo,
2 Así los plebeyos como los nobles,
El rico y el pobre juntamente.
3 Mi boca hablará sabiduría,
Y la meditación de mi corazón, inteligencia.
4 Inclinaré al proverbio mi oído;
Declararé con el arpa mi enigma.
5 ¿Por qué he de temer en los días de adversidad,
Cuando la iniquidad de mis opresores me rodee?
6 Los que confían en sus bienes,
Y de la muchedumbre de sus riquezas se jactan,
7 Ninguno de ellos podrá en manera alguna redimir al hermano,
Ni dar a Dios su rescate,
8 Porque el rescate de su vida es demasiado caro, y nunca le bastará,
9 Para que viva en adelante para siempre,
Y nunca vea corrupción.
10 Pues verá que aun los sabios mueren;
Que perecen del mismo modo que el insensato y el necio,
Y dejan a extraños sus riquezas.
11 Su íntimo pensamiento es que sus casas serán eternas,
Y sus habitaciones para generación y generación;
Dan sus nombres a sus tierras.
12 Mas el hombre no permanecerá en su opulencia,
Sino que es semejante a las bestias que perecen.
13 Este su camino es locura;
Con todo, sus descendientes aprueban sus dichos.
Selah
14 Como a rebaños que son conducidos al Seol,
La muerte los pastorea,
Y los rectos dominarán sobre ellos.
Por la mañana se consumirá su buen parecer, y el Seol será su morada.
15 Pero Dios redimirá mi vida del poder del Seol,
Porque él me tomará consigo.
Selah
16 No temas cuando se enriquece alguno,
Cuando aumenta la gloria de su casa;
17 Porque cuando muera no se llevará nada,
Ni descenderá tras él su gloria.
18 Aunque mientras viva, llame dichosa a su alma,
Y sea loado cuando prospere,
19 Irá a reunirse con sus antepasados,
Que nunca más verán la luz.
20 El hombre que está en honra y no entiende,
Semejante es a las bestias que perecen.
20 ¿No te he escrito tres veces
En consejos y en ciencia,
21 Para hacerte saber la certidumbre de las palabras de verdad,
A fin de que vuelvas a informar fielmente a los que te enviaron?
Texto bíblico tomado de La Santa Biblia, Reina Valera Revisada® RVR® Copyright © 2017 por HarperCollins Christian Publishing® Usado con permiso. Reservados todos los derechos en todo el mundo.