The Daily Audio Bible
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31 »Yo había convenido con mis ojos no mirar con lujuria a ninguna mujer. 2-3 Bien sé que el todopoderoso Dios que está en lo alto envía calamidades a quienes hacen eso. 4 El ve todo lo que hago y cada paso que doy.
5 »Si he mentido y engañado 6 que Dios me pese en una balanza justa y así sabrá que soy inocente. 7-8 Si me he desviado de la senda de Dios, o si mi corazón ha sentido concupiscencia por lo que mis ojos hayan visto, o si soy culpable de cualquier otro pecado, entonces, ¡que otro coseche lo que yo he sembrado y cuanto yo he plantado sea arrancado!
9 »Si he codiciado la mujer ajena, 10 ¡muera yo entonces y vaya mi esposa a parar a casa ajena, y otro hombre sea su marido! 11 Porque vergonzoso pecado es la lujuria; crimen que debe castigarse. 12 Es fuego devastador que nos consume y nos lanza al infierno, y arrancaría de raíz cuanto yo he plantado.
13 »Si yo hubiera sido injusto con mis siervos, 14 ¿cómo podría presentarme ante Dios? ¿Qué podría responderle cuando me pida cuentas? 15 Porque fue Dios quien me hizo, y él es también el hacedor de mi siervo. A ambos nos creó él.
16 »Jamás maltraté al pobre o hice llorar a la viuda; 17 jamás negué pan al huérfano hambriento. 18 Desde mi juventud he sido un padre para ellos; a las viudas las he guiado desde mi nacimiento. 19-20 Si vi al que se moría de frío y no le di abrigo o lana de mis ovejas para que se calentara, 21 o si he levantado contra el huérfano mi mano por contar con influencias en los tribunales. 22 Si algo de eso hice yo, ¡que me arranquen el brazo; que me lo disloquen desde el hombro! 23 Eso antes que enfrentarme al castigo de Dios. Lo que él manda es lo que más temo, porque si la majestad de Dios fuera en contra mía, ¿qué esperanza habría?
24 »Si puse mi confianza en el dinero; 25 si mi felicidad consistía en la riqueza, 26 o si he contemplado el sol que brilla en el cielo o la luna que viaja por su sendero de plata, 27 y en secreto, seducido mi corazón, los he adorado enviándoles besos con la mano, 28 también esto debe ser castigado por los jueces. Pues si tales cosas hubiera hecho yo, significaría que negaba al Dios del cielo.
29 »¿Acaso me alegré de la ruina de mi enemigo? 30 Jamás maldije a nadie ni pedí venganza. 31 A ninguno de mis siervos dejé pasar hambre. 32 Jamás rechacé a los extranjeros; mis puertas estuvieron abiertas para todos. 33 Jamás traté de ocultar mis pecados como el común de la gente, 34 por temor a la multitud y a su desprecio, negándome a reconocer mi transgresión.
35 »¡Cómo quisiera que Dios me escuchara! Estampo aquí mi firma; que me responda el Todopoderoso. Si él quiere contender conmigo, que lo haga por escrito. 36 Llevaré esta acusación como una corona. 37 Entonces yo le contaría exactamente lo que hice y por qué y le presentaría mi defensa como quien es escuchado por él.
38-39 »Si mis tierras me acusan de haber robado el fruto que ellas producen; o si asesiné a sus dueños para apropiarme de sus posesiones, 40 ¡que estas tierras produzcan espinos en lugar de trigo, y malas hierbas en vez de cebada!».
Fin de las palabras de Job.
Intervención de Eliú
32 Los tres hombres rehusaron dar ninguna otra respuesta a Job, porque este insistía en su inocencia.
2 Entonces Eliú, hijo de Baraquel de Buz, perteneciente a la familia de los Ram, se enojó porque Job se negaba a reconocer que había pecado y a aceptar que Dios tenía justa causa para castigarlo. 3 Pero también estaba enojado contra los tres amigos de Job, porque habiéndose mostrado incapaces de contestar a los argumentos de Job, sin embargo lo condenaban. 4 Eliú había esperado hasta este momento para hablar, porque los otros eran mayores que él. 5 Pero al ver que no tenían nada más que añadir, habló airadamente, 6 y dijo:
Primer discurso de Eliú
«Soy joven, y ustedes son ancianos; por eso me contuve, sin atreverme a decirles lo que pensaba, 7 pues dicen que los ancianos son más sabios. 8-9 Pero no son solamente los años los que dan sabiduría a los hombres; más bien es el espíritu que habita en el hombre, el hálito del Todopoderoso, el que lo hace inteligente.
10 »Así, pues, escúchenme un momento; permítanme expresar mi opinión. 11-12 He esperado todo este tiempo y he escuchado atentamente los argumentos de ustedes, pero ninguno de ellos ha convencido a Job de que es pecador, ni ha demostrado que lo sea. 13 Y no me vengan con aquello de que “sólo Dios puede convencer de su pecado al pecador”. 14 Si Job hubiera estado discutiendo conmigo, ¡yo no le habría respondido con esa clase de lógica!
15 »Allí están contrariados; sin más argumentos. 16 ¿Tengo que continuar esperando mientras ustedes permanecen silenciosos? 17 No; yo también daré mi respuesta. 18 Porque me siento ansioso y lleno de palabras: mi espíritu me impulsa. 19 Estoy como un odre lleno de vino y sin salida. ¡Mis palabras están a punto de estallar! 20 Tengo que hablar para desahogarme; déjenme, pues, que dé mis respuestas. 21-22 No insistan en que sea prudente para no herir a nadie, ni me pidan que adule a alguien. Déjenme ser franco, no vaya a ser que Dios me haga caer muerto.
33 »Job, te ruego que escuches lo que voy a decir: 2 Ya comencé a hablar; ahora déjame proseguir. 3 Diré la verdad desnuda. 4 Porque el espíritu de Dios me hizo: el hálito del Todopoderoso me da vida. 5 Si puedes responderme, no te detengas. 6 Mira, yo soy el que anhelabas: el intermediario entre tú y Dios, para actuar en representación de él y de ti. 7 No tienes por qué temerme. No soy persona famosa, que pueda ponerte nervioso o intimidarte. Yo también estoy hecho del barro común.
8 »Has dicho ante mis oídos; y varias veces, por cierto: 9 “Soy puro, soy inocente; no he pecado”. 10 Dices que Dios emplea un rastrillo muy fino tratando de hallar aunque sólo sea una falta, para tenerte por enemigo suyo. 11 “El mete mis pies en el cepo”, dices tú, “y vigila cada uno de mis movimientos”.
12 »Pues bien, esta es mi respuesta: Precisamente has pecado al hablar así de Dios. Porque Dios es más grande que el hombre. 13 ¿Por qué tienes que luchar contra él sólo porque no te rinde cuentas de lo que hace? 14 Porque Dios habla repetidamente 15 en sueños, en visiones nocturnas, cuando el sueño profundo cae sobre los hombres mientras yacen en sus lechos. 16 En tales ocasiones Dios les abre los oídos y les da sabiduría e instrucción, 17-18 haciéndoles cambiar de opinión, guardándolos del orgullo, y previniéndolos sobre los castigos del pecado, y evitando que caigan en algún lazo.
19 »A veces, Dios envía la enfermedad y el dolor, aunque no rompa ningún hueso, 20 de modo que el hombre pierde el gusto y el apetito, sin que le llame la atención ni el más delicioso manjar. 21 Se enflaquece; se vuelve huesos y pellejo, 22 y llega al borde de la muerte.
23-24 »Pero si hay un mensajero del cielo que interceda por él como amigo, para mostrarle lo que es recto, entonces Dios se compadece de él y dice: “Pónganlo en libertad; no lo hagan morir, pues he hallado un sustituto”. 25 Entonces el cuerpo se le volverá sano como el de un niño, robusto y juvenil otra vez. 26 Y cuando ore, Dios lo escuchará; contestará su oración y lo recibirá gozoso, y lo hará volver a sus deberes. 27 Y el hombre le declarará a sus amigos: “Pequé, pero Dios me dejó libre. 28 No me hizo morir. Continuaré viviendo en el mundo de la luz”.
29 »Sí, Dios suele hacer esto en favor del hombre. 30 Saca del hoyo su alma, para que pueda vivir bajo la luz de los vivientes.
31 »Fíjate bien en esto, Job, escúchame y déjame decir algo más. 32 Pero si ahora tienes algo que decir, dilo. Quiero escucharlo, pues estoy deseoso de justificarte. 33 De lo contrario, escúchame. ¡Mantén silencio, y yo te enseñaré sabiduría!».
3 ¿Ya comenzamos a hablar bien de nosotros mismos? ¿Estamos como algunos que llevan consigo cartas de recomendación para ustedes o de ustedes? ¿Será que las necesitamos nosotros? 2 Nuestra mejor carta son ustedes mismos. Esa carta está escrita en nuestro corazón y todo el mundo la conoce. 3 Ustedes son una carta de Cristo escrita por nosotros, no con tinta sino con el Espíritu del Dios viviente; no fue labrada en piedra, sino en las tablas del corazón humano.
4 Esta es la confianza que tenemos delante de Dios, por medio de Cristo.
5 No porque creamos que por nosotros mismos podemos hacer las cosas. Dios es la fuente de nuestro poder. 6 Él nos ha capacitado para que seamos siervos del nuevo pacto, no basado en la ley sino en la obra del Espíritu, porque la ley condena a muerte, pero el Espíritu da vida.
La gloria del nuevo pacto
7 El ministerio que conducía a la muerte fue grabado en piedras; era tan glorioso que el pueblo no podía fijar la vista en el rostro de Moisés. Esto se debía a que el rostro le resplandecía con la gloria de Dios, si bien aquella brillantez ya se estaba desvaneciendo.
8 ¿No debemos esperar una gloria mucho mayor en estos días del ministerio del Espíritu Santo? 9 Si el ministerio que conducía a la condenación fue tan glorioso, cuánto más glorioso será el ministerio que justifica al hombre ante Dios.
10 En realidad, lo que fue glorioso es insignificante si se lo compara con esta supereminente gloria. 11 Y si lo que era perecedero tuvo gloria, mucho más la tendrá lo que permanece.
12 Y como tenemos esta esperanza, podemos predicar con plena libertad. 13 No como Moisés, que se cubría el rostro con un velo para que los israelitas no vieran que la gloria se le desvanecía. 14 Sin embargo, aun hoy día, cuando leen el Antiguo Testamento, parecen tener el corazón y la mente cubiertos por ese mismo velo. Sólo Cristo puede quitarles el velo para que entiendan. 15 Sí, todavía hasta el día de hoy, siempre que leen los escritos de Moisés, un velo les cubre el entendimiento.
16 Pero cuando una persona se vuelve al Señor, el velo se le quita, 17 porque el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor allí hay libertad. 18 Así que todos nosotros, con el rostro descubierto, reflejamos la gloria del Señor como si fuéramos espejos. Y el Espíritu del Señor nos va transformando de gloria en gloria, y cada vez nos parecemos más a él.
43 ¡Oh Dios, defiéndeme de las acusaciones de estos implacables hombres mentirosos! 2 Porque tú eres Dios, mi único refugio. ¿Por qué me has echado a un lado? ¿Por qué tengo que llorar oprimido por mis enemigos?
3 Envía tu luz y tu verdad; que sean ellas mi guía. Que ellas me guíen a tu templo, a Sion, tu santo monte, donde tú habitas. 4 Allí acudiré al altar de Dios, del Dios que es la fuente de mi gozo, y lo alabaré con mi arpa. ¡Oh Dios, mi Dios! 5 ¿Por qué voy a desanimarme y a estar triste? ¡Confía en Dios! Nuevamente lo alabaré. ¡Él es mi Dios y mi Salvador!
8 El que siembra injusticia cosechará desastre, el Señor lo destruirá con el cetro de su ira.
9 El que es generoso será bendecido, porque comparte su comida con los pobres.
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