The Daily Audio Bible
Today's audio is from the EHV. Switch to the EHV to read along with the audio.
El hombre busca en vano la sabiduría
28 Ciertamente la plata tiene sus veneros,
Y el oro lugar donde se refina.
2 El hierro se extrae de la tierra,
Y de la piedra se funde el cobre.
3 A las tinieblas ponen término,
Y examinan todo a la perfección,
Las piedras que hay en oscuridad y en sombra de muerte.
4 Abren minas lejos de lo habitado,
En lugares inaccesibles, donde el pie no pasa.
Quedan colgando y oscilando, lejos de los demás hombres.
5 De la tierra nace el pan,
Pero en su interior es transformada como por fuego.
6 Lugar hay cuyas piedras son zafiro,
Y sus terrones contienen pepitas de oro.
7 Senda que nunca la conoció ave de presa,
Ni ojo de buitre la vio;
8 Nunca la pisaron animales fieros,
Ni león pasó por ella.
9 En el pedernal puso su mano,
Y trastornó de raíz los montes.
10 De los peñascos hendió canales,
Y sus ojos avizoraron todo cuanto tiene precio.
11 Detuvo los ríos en su nacimiento,
E hizo salir a luz lo escondido en sus álveos.
12 Mas ¿dónde se hallará la sabiduría?
¿Dónde está el yacimiento de la prudencia?
13 No conoce su valor el hombre,
Ni se halla en la tierra de los vivientes.
14 El abismo dice: No está en mí;
Y el mar responde: Ni conmigo.
15 No se dará por oro,
Ni su precio será a peso de plata.
16 No puede ser pagada con oro de Ofir,
Ni con ónice precioso, ni con zafiro.
17 El oro no se le igualará, ni el diamante,
Ni se cambiará por alhajas de oro fino.
18 No se hará mención de coral ni de perlas;
La sabiduría es mejor que las piedras preciosas.
19 No se igualará con ella el topacio de Etiopía;
Ni se podrá comparar con el oro más fino.
20 ¿De dónde, pues, vendrá la sabiduría?
¿Y dónde está el lugar de la inteligencia?
21 Porque encubierta está a los ojos de todo viviente,
Y a toda ave del cielo es oculta.
22 El Abadón y la muerte dijeron:
Su fama hemos oído con nuestros oídos.
23 Sólo Dios entiende el camino de ella,
Y conoce su lugar.
24 Porque él otea los confines de la tierra,
Y ve cuanto hay bajo los cielos.
25 Al dar su peso al viento,
Y poner a las aguas su medida;
26 Cuando él dio su ley a la lluvia,
Y su ruta al relámpago de los truenos,
27 Entonces la veía él, y la valoraba;
La preparó y la descubrió también.
28 Y dijo al hombre:
He aquí que el temor del Señor es la sabiduría,
Y el apartarse del mal, la inteligencia.
Job recuerda su felicidad anterior
29 Volvió Job a reanudar su discurso, y dijo:
2 ¡Quién me volviese como en los meses pasados,
Como en los días en que Dios velaba sobre mí,
3 Cuando hacía resplandecer sobre mi cabeza su lámpara,
A cuya luz yo caminaba en la oscuridad;
4 Como fui en los días de mi madurez,
Cuando el favor de Dios velaba sobre mi tienda;
5 Cuando aún estaba conmigo el Omnipotente,
Y mis hijos alrededor de mí;
6 Cuando lavaba yo mis pies en leche,
Y la piedra me derramaba ríos de aceite!
7 Cuando yo salía a la puerta de la ciudad,
Y en la plaza hacía preparar mi asiento,
8 Los jóvenes se retiraban al verme;
Y los ancianos se levantaban, y se quedaban de pie.
9 Los jefes detenían sus palabras;
Ponían la mano sobre su boca.
10 La voz de los principales enmudecía,
Y su lengua se pegaba a su paladar.
11 Los oídos que me oían me llamaban bienaventurado,
Y los ojos que me veían me daban testimonio,
12 Porque yo libraba al pobre que clamaba,
Y al huérfano que carecía de ayudador.
13 La bendición del que iba a perecer venía sobre mí,
Y al corazón de la viuda yo daba alegría.
14 Me vestía de justicia, y ella me cubría;
Como manto y diadema era mi rectitud.
15 Yo era ojos para el ciego,
Y pies para el cojo.
16 A los menesterosos era como un padre,
Y de la causa del desconocido me informaba con diligencia;
17 Quebrantaba los colmillos del inicuo,
Y de sus dientes hacía soltar la presa.
18 Decía yo: En mi nido moriré,
Y como arena multiplicaré mis días.
19 Mi raíz está al alcance de las aguas,
Y en mis ramas se posa el rocío.
20 Mi gloria se renueva en mí,
Y mi arco se fortalece en mi mano.
21 Me escuchaban con expectación,
Y callaban para oír mi consejo.
22 Tras mi palabra no replicaban,
Y mis razonamientos destilaban sobre ellos.
23 Me esperaban como a la lluvia,
Y abrían su boca como a la lluvia tardía.
24 Si yo les sonreía, apenas lo creían;
Y no se perdían la luz de mi rostro.
25 Yo les indicaba el camino de ellos, y me sentaba entre ellos como el jefe;
Y moraba como un rey en medio de su ejército,
Como el que consuela a los que lloran.
Job lamenta su desdicha actual
30 Pero ahora se ríen de mí los más jóvenes que yo,
A cuyos padres yo desdeñara poner con los perros de mi ganado.
2 ¿Y de qué me servía ni aun la fuerza de sus manos?
No tenían fuerza alguna.
3 Por causa de la pobreza y del hambre andaban solos;
Huían a la soledad, a lugar tenebroso, asolado y desierto.
4 Recogían malvas entre los arbustos,
Y raíces de enebro para calentarse.
5 Eran arrojados de entre las gentes,
Y todos les daban grita como tras el ladrón.
6 Habitaban en las barrancas de los arroyos,
En las cavernas de la tierra, y en las rocas.
7 Aullaban entre las matas,
Y se apretujaban debajo de los espinos.
8 Hijos de abyección; más aún, sin nombre,
La basura de la sociedad.
9 Y ahora yo soy objeto de su burla,
Y les sirvo de refrán.
10 Me abominan, se alejan de mí,
Y aun de mi rostro no detuvieron su saliva.
11 Porque Dios desató la cuerda de su arco, y me afligió,
Por eso se desenfrenaron delante de mi rostro.
12 A la mano derecha se levantó el populacho;
Empujaron mis pies hacia mi perjuicio,
Y prepararon contra mí caminos de perdición.
13 Mi senda de escape desbarataron.
Se aprovecharon de mi quebrantamiento,
Y contra ellos no hubo ayudador.
14 Irrumpieron como por portillo ancho,
Se lanzaron sobre mi calamidad.
15 Se han vuelto los terrores contra mí;
Combatieron como viento mi honor,
Y mi prosperidad pasó como nube.
16 Y ahora mi alma está derramada dentro de mí;
Días de aflicción se apoderan de mí.
17 De noche taladra mis huesos el tormento,
Y los dolores que me roen no reposan.
18 Con gran fuerza me agarra de la ropa; me ciñe como el cuello de mi túnica.
19 Él me derribó en el lodo,
Y soy semejante al polvo y a la ceniza.
20 Clamo a ti, y no me haces caso;
Me presento ante ti, y no me atiendes.
21 Te has vuelto cruel para mí;
Con tu mano poderosa me persigues.
22 Me alzaste en vilo, me hiciste cabalgar en el huracán,
Y me disolviste en la tormenta.
23 Pues bien sé que me conduces a la muerte,
Y a la casa determinada a todo viviente.
24 Mas ¿no extenderé la mano hasta algún asidero?
¿No clamarán los desgraciados cuando él los quebrante?
25 ¿No lloré yo con el afligido?
Y mi alma, ¿no se entristeció sobre el menesteroso?
26 Cuando esperaba yo el bien, entonces vino el mal;
Y cuando esperaba luz, vino la oscuridad.
27 Mis entrañas se agitan, y no reposan;
Días de aflicción me han sobrevenido.
28 Ando ennegrecido, y no por el sol;
Me he levantado en la congregación, y clamado.
29 He venido a ser hermano de chacales,
Y compañero de avestruces.
30 Mi piel se ha ennegrecido y se me cae,
Y mis huesos arden de calentura.
31 Se ha cambiado mi arpa en luto.
Y mi flauta en voz de lamentadores.
Ansiedad de Pablo en Tróade
12 Cuando llegué a Tróade para predicar el evangelio de Cristo, aunque se me abrió puerta en el Señor,
13 no tuve reposo en mi espíritu, por no haber hallado a mi hermano Tito, sino que, despidiéndome de ellos, partí para Macedonia.
Triunfantes en Cristo
14 Pero gracias a Dios, quien siempre nos lleva en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento.
15 Porque para Dios somos grato olor de Cristo entre los que se salvan, y entre los que se pierden;
16 para los unos, olor de muerte para muerte; para los otros, olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién está capacitado?
17 Pues no somos como la mayoría que trafican con la palabra de Dios, sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo.
Libro II
Mi alma tiene sed de Dios
Al músico principal. Masquil de los hijos de Coré.
42 Como el ciervo busca jadeante las corrientes de las aguas,
Así te anhela a ti, oh Dios, el alma mía.
2 Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo;
¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?
3 Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche,
Mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?
4 Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí;
De cómo yo iba con la multitud, y la conducía hasta la casa de Dios,
Entre voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta.
5 ¿Por qué te abates, oh alma mía,
Y te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
Salvación mía y Dios mío.
6 Dios mío, mi alma está abatida en mí;
Me acordaré, por tanto, de ti desde la tierra del Jordán,
Y de los hermonitas, desde el monte de Mizar.
7 Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas;
Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.
8 Pero de día mandará Jehová su misericordia,
Y de noche su cántico estará conmigo,
Y mi oración al Dios de mi vida.
9 Diré a Dios: Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí?
¿Por qué andaré yo enlutado por la opresión del enemigo?
10 Hasta romperme los huesos, mis enemigos me afrentan,
Diciéndome cada día: ¿Dónde está tu Dios?
11 ¿Por qué te abates, oh alma mía,
Y por qué te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
Salvación mía y Dios mío.
7 El rico se enseñorea de los pobres,
Y el que toma prestado es siervo del que presta.
Texto bíblico tomado de La Santa Biblia, Reina Valera Revisada® RVR® Copyright © 2017 por HarperCollins Christian Publishing® Usado con permiso. Reservados todos los derechos en todo el mundo.