The Daily Audio Bible
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I.— PRÓLOGO EN CINCO ACTOS Y UN ENTREACTO (1—2)
Job sometido a prueba
1 Érase una vez un hombre llamado Job, que vivía en el país de Hus. Era justo, honrado y respetuoso de Dios, y vivía apartado del mal. 2 Tenía siete hijos y tres hijas. 3 Poseía siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes, quinientas burras y muchísimos siervos. Era el más rico de los hombres de Oriente. 4 Sus hijos solían juntarse para comer, cada día en casa de uno, e invitaban a sus tres hermanas. 5 Terminados esos días de fiesta, Job los hacía venir para purificarlos; y de mañana ofrecía un holocausto por cada uno, por si habían pecado maldiciendo a Dios en su interior. Cada vez hacía Job lo mismo. 6 Un día se presentaron ante el Señor los hijos de Dios; también Satán entró con ellos. 7 El Señor preguntó a Satán:
— ¿De dónde vienes?
Satán respondió al Señor:
— Vengo de dar vueltas por la tierra; de andar por ella.
8 El Señor añadió:
— ¿Te has fijado en mi siervo Job? En la tierra no hay otro como él: es un hombre justo, honrado y respetuoso de Dios, y vive apartado del mal.
9 Satán contestó al Señor:
— ¿Y crees que Job respeta a Dios sin motivo? 10 Tú mismo lo has rodeado de seguridad; lo has protegido, junto con su hogar y sus pertenencias: has bendecido sus trabajos, y sus rebaños llenan el país. 11 Pero te apuesto que si extiendes tu mano y dañas sus posesiones, te maldecirá a la cara.
12 El Señor respondió a Satán:
— Haz lo que quieras con sus cosas, pero no se te ocurra tocar su persona. Satán abandonó la presencia del Señor.
13 Un día que sus hijos e hijas banqueteaban en casa del hermano mayor, 14 llegó un mensajero a casa de Job con la siguiente noticia:
— Mientras los bueyes estaban arando y las burras pastando a su lado, 15 cayeron sobre ellos unos sabeos, acuchillaron a los mozos y se llevaron el ganado. Sólo yo he podido escapar para contártelo.
16 Aún no había acabado el mensajero de hablar, cuando llegó otro con la siguiente noticia:
— Ha caído un rayo del cielo que ha quemado y consumido a las ovejas y a los pastores. Sólo yo he podido escapar para contártelo.
17 Aún no había acabado este de hablar, cuando llegó otro con la siguiente noticia:
— Una banda de caldeos, divididos en tres grupos, ha caído sobre los camellos y se los ha llevado, después de acuchillar a los mozos. Sólo yo he podido escapar para contártelo.
18 Aún no había acabado este de hablar, cuando llegó otro con la siguiente noticia:
— Estaban tus hijos y tus hijas banqueteando en casa del hermano mayor, 19 cuando un huracán que cruzaba el desierto embistió la casa por los cuatro costados; la casa se derrumbó sobre los jóvenes y los mató. Sólo yo he podido escapar para contártelo.
20 Job se levantó, se rasgó la ropa, se afeitó la cabeza, se echó por tierra 21 y dijo: “Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré a él. El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó; bendito sea el nombre del Señor”.
22 A pesar de todo lo sucedido, Job no pecó ni maldijo a Dios.
2 Un día se presentaron ante el Señor los hijos de Dios; también Satán entró con ellos.
2 El Señor preguntó a Satán:
— ¿De dónde vienes?
Satán respondió al Señor:
— Vengo de dar vueltas por la tierra; de andar por ella.
3 El Señor añadió:
— ¿Te has fijado en mi siervo Job? En la tierra no hay otro como él: es un hombre justo, honrado y respetuoso de Dios, y vive apartado del mal. Pero tú me has incitado contra él para que lo aniquilara sin motivo; sin embargo, todavía persiste en su honradez.
4 Satán contestó al Señor:
— Piel por piel; cualquiera lo da todo por salvar su vida. 5 Te apuesto que si pones la mano sobre él y lo hieres en su carne y en sus huesos, te maldecirá a la cara.
6 El Señor respondió a Satán:
— Haz lo que quieras con él, pero respétale la vida.
Satán abandonó la presencia del Señor.
7 Entonces hirió a Job con llagas malignas, desde la planta del pie hasta la cabeza. 8 Job, sentado en el polvo, se rascaba con una tejuela. 9 Su mujer le dijo:
— ¿Todavía persistes en tu honradez? Maldice a Dios y muérete.
10 Job contestó:
— Hablas como una insensata. Si aceptamos de Dios los bienes, ¿no vamos a aceptar los males?
A pesar de lo ocurrido, Job no pecó con sus labios.
Entreacto
11 Tres amigos de Job, cuando se enteraron de las desgracias que había sufrido, llegaron desde sus respectivos países. Eran Elifaz de Temán, Bildad de Súaj y Sofar de Naamat, que se pusieron de acuerdo para ir a compartir su pena y consolarlo. 12 Lo vieron de lejos pero no lo reconocieron; entonces rompieron a llorar, se rasgaron el manto y echaron polvo sobre sus cabezas y hacia el cielo. 13 Después se sentaron junto a Job en el suelo y estuvieron siete días y siete noches; pero ninguno le decía nada, viendo su terrible sufrimiento.
II.— DIÁLOGO ENTRE JOB Y SUS AMIGOS (3—31)
Primer ciclo de discursos (3—14)
Rechazo de la vida
3 Job habló por fin y maldijo así su día:
3 ¡Muera el día en que nací
y la noche que anunció:
“Se ha concebido un varón”!
4 Que ese día se vuelva tinieblas,
que en lo alto Dios prescinda de él,
que la luz no lo ilumine.
5 Que sombrías tinieblas lo reclamen,
que se ciernan sobre él nubarrones,
que un eclipse lo llene de espanto.
6 Que la oscuridad se apodere de esa noche,
que no se sume a los días del año,
que no entre en el cómputo de los meses.
7 Que esa noche quede estéril,
que no se oigan los gritos de júbilo;
8 que la maldigan los que maldicen al Océano,
los que saben conjurar a Leviatán.
9 Que se ofusquen las estrellas de su aurora,
que espere en vano la luz,
que no vea el parpadeo del alba.
10 ¿Por qué no se me cerró la salida del vientre
y se me evitó contemplar tanto dolor?
11 ¿Por qué no morí dentro de las entrañas
y perecí antes de salir del vientre?
12 ¿Por qué me recibió un regazo
y unos pechos me dieron de mamar?
13 Ahora descansaría en paz,
ahora dormiría tranquilo
14 con esos reyes y consejeros de la tierra
que se hacen construir mausoleos,
15 o con los nobles que abundan en oro,
que acumulan plata en sus palacios.
16 Como aborto ignorado, no existiría;
como criatura que no llega a ver la luz.
17 Allí acaba la agitación de los canallas,
allí descansan los que están exhaustos.
18 Con ellos reposan los prisioneros,
sin oír las órdenes del capataz;
19 se confunden pequeños y grandes
y el esclavo se libra de su dueño.
20 ¿Por qué iluminó a un desgraciado
y dio vida a los que viven amargados,
21 esos que ansían la muerte y no aparece,
que la buscan como se busca un tesoro,
22 que disfrutarían al ver el túmulo
y se alegrarían al encontrar la tumba,
23 a quien no encuentra su camino
porque Dios le ha cerrado la salida?
24 Por pan tengo mis sollozos,
los gemidos se me escapan como agua.
25 Lo que más temía me sale al paso,
lo que más me aterraba me acontece.
26 Ya no tengo paz ni sosiego,
temo intranquilo un sobresalto.
Los dones del Espíritu y el provecho de la comunidad
14 Busquen, pues, sin descanso el amor y ambicionen también los dones del Espíritu, pero sobre todo el don de comunicar mensajes de parte de Dios. 2 Pues quien habla un lenguaje misterioso se dirige a Dios, pero no a los seres humanos; impulsado por el Espíritu, habla de cosas misteriosas que nadie entiende. 3 En cambio, el que comunica mensajes de parte de Dios, se dirige a los seres humanos, les sirve de provecho espiritual, los anima y los consuela. 4 El que posee el don de hablar un lenguaje misterioso se beneficia a sí mismo, mientras que quien tiene el don de comunicar mensajes divinos, contribuye al provecho espiritual de la Iglesia. 5 Me gustaría que todos ustedes disfrutasen de ese don de hablar un lenguaje misterioso; sin embargo, prefiero que tengan el de comunicar mensajes de parte de Dios. Y es que para el provecho espiritual de la Iglesia, es más útil el que comunica mensajes que quien habla un lenguaje misterioso, a no ser que alguien interprete ese lenguaje misterioso.
6 En concreto, hermanos, supongan que yo los visito y que me dirijo a ustedes utilizando ese lenguaje misterioso. ¿De qué les aprovecharía si no les comunicase alguna revelación, algún conocimiento, algún mensaje o alguna enseñanza? 7 Tienen el caso de los instrumentos musicales, la flauta o el arpa, por ejemplo. Si no emiten clara y distintamente los sonidos, ¿cómo saber si es la flauta o el arpa lo que suena? 8 Y si el toque de la trompeta llega de forma irreconocible, ¿quién va a prepararse para la batalla? 9 Pues lo mismo ustedes: si se expresan en un lenguaje misterioso en lugar de usar palabras inteligibles, ¿quién entendería lo que dicen? ¡Estarán hablando a las paredes!
10 En el mundo hay infinidad de idiomas, y cada uno tiene su forma particular. 11 Pero si desconozco la forma de un idioma, seré un extranjero para quien quiera hablar conmigo, y él lo será para mí. 12 Pues lo mismo ustedes: ya que tanto ambicionan los dones del Espíritu, procuren, al menos, poseer en abundancia los que contribuyan al provecho espiritual de la Iglesia.
13 Concluyendo: el que posea el don de hablar en un lenguaje misterioso, pídale a Dios el don de interpretarlo. 14 Porque si estoy orando en ese lenguaje misterioso, mi espíritu ora ciertamente, pero mi mente no recibe fruto alguno. 15 ¿Qué hacer entonces? Trataré de orar impulsado por el Espíritu, pero intentando comprender lo que digo; trataré de cantar impulsado por el Espíritu, pero intentando entender lo que canto. 16 Supongamos que, impulsado por el Espíritu, prorrumpes en una alabanza a Dios; ¿cómo podrá responder “Amén” a tu acción de gracias el simple fiel, si no sabe lo que has dicho? 17 Habrás pronunciado una magnífica acción de gracias, inútil, sin embargo, para el provecho espiritual del que te escucha.
12 El malvado maquina contra el justo,
rechina sus dientes contra él.
13 Pero mi Dios se ríe de él
porque ve que llega su fin.
14 Desenvainan su espada
y tensan su arco los impíos
para abatir al humilde y al oprimido,
para aniquilar a los honrados.
15 Pero su espada se hundirá en su corazón
y quedarán rotos sus arcos.
16 Es mejor la pobreza de un justo
que la riqueza de muchos malvados;
17 el poder del malvado se desvanece,
mientras el Señor protege a los justos.
18 El Señor conoce la vida de los buenos
y su herencia durará por siempre.
19 No serán defraudados en tiempo adverso,
en tiempo de hambre quedarán saciados.
20 Pero los malvados desaparecerán,
los enemigos del Señor se extinguirán
como el verdor del prado,
se esfumarán como el humo.
21 El malvado toma prestado y no devuelve,
el justo es compasivo y dadivoso.
22 Los que el Señor bendice heredarán la tierra,
los que maldice serán aniquilados.
23 El Señor afianza los pasos del ser humano
y en su conducta se complace.
24 Aunque caiga, no quedará postrado,
porque el Señor sostiene su mano.
25 Fui joven, soy ya viejo,
pero nunca vi a un justo abandonado
ni a sus hijos pidiendo pan.
26 El justo es siempre compasivo y presta,
¡bendito sea su linaje!
27 Apártate del mal, haz el bien
y por siempre tendrás una morada.
28 Porque el Señor ama el derecho
y no abandona a sus fieles;
en todo momento los protege
y extermina el linaje de los malvados.
29 Los justos poseerán la tierra
y habitarán en ella por siempre.
25 De deseos se consume el perezoso,
pues sus manos no quieren trabajar.
26 Todo el día está el malvado codiciando,
el justo da y no escatima.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España