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Reinado de Asá
14 Durmió Abías con sus padres, y fue sepultado en la ciudad de David; y reinó en su lugar su hijo Asá, en cuyos días tuvo sosiego el país por diez años.
2 E hizo Asá lo bueno y lo recto ante los ojos de Jehová su Dios.
3 Porque quitó los altares del culto extraño, y los lugares altos; quebró las imágenes, y destruyó los símbolos de Aserá;
4 y mandó a Judá que buscase a Jehová el Dios de sus padres, y pusiese por obra la ley y sus mandamientos.
5 Quitó asimismo de todas las ciudades de Judá los lugares altos y las imágenes; y estuvo el reino en paz bajo su reinado.
6 Y edificó ciudades fortificadas en Judá, por cuanto había paz en la tierra, y no había guerra contra él en aquellos tiempos; porque Jehová le había dado paz.
7 Dijo, por tanto, a Judá: Edifiquemos estas ciudades, y cerquémoslas de muros con torres, puertas y barras, ya que la tierra es nuestra; porque hemos buscado a Jehová nuestro Dios; le hemos buscado, y él nos ha dado paz por todas partes. Edificaron, pues, y fueron prosperados.
8 Tuvo también Asá ejército que traía escudos y lanzas: de Judá trescientos mil, y de Benjamín doscientos ochenta mil que traían escudos y entesaban arcos, todos hombres diestros.
9 Y salió contra ellos Zera etíope con un ejército de un millón de hombres y trescientos carros; y vino hasta Maresá.
10 Entonces salió Asá contra él, y ordenaron la batalla en el valle de Sefatá junto a Maresá.
11 Y clamó Asá a Jehová su Dios, y dijo: ¡Oh Jehová, para ti no hay diferencia alguna en dar ayuda al poderoso o al que no tiene fuerzas! Ayúdanos, oh Jehová Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos, y en tu nombre venimos contra esa gran muchedumbre. Oh Jehová, tú eres nuestro Dios; no prevalezca contra ti el hombre.
12 Y Jehová deshizo a los etíopes delante de Asá y delante de Judá; y huyeron los etíopes.
13 Y Asá, y el pueblo que con él estaba, los persiguieron hasta Gerar; y cayeron los etíopes hasta no quedar de ellos ni uno vivo, porque fueron deshechos delante de Jehová y de su ejército. Y les tomaron muy grande botín.
14 Atacaron también todas las ciudades alrededor de Gerar, porque el terror de Jehová cayó sobre ellas; y saquearon todas las ciudades, porque había en ellas gran botín.
15 Asimismo atacaron las cabañas de los que tenían ganado, y se llevaron muchas ovejas y camellos, y volvieron a Jerusalén.
Reformas religiosas de Asá
15 Vino el Espíritu de Dios sobre Azarías hijo de Obed,
2 y salió al encuentro de Asá, y le dijo: Oídme, Asá y todo Judá y Benjamín: Jehová estará con vosotros, si vosotros estáis con él; y si le buscáis, será hallado de vosotros; mas si le dejáis, él también os dejará.
3 Muchos días estará Israel sin verdadero Dios y sin sacerdote que enseñe, y sin ley;
4 pero cuando en su tribulación se conviertan a Jehová Dios de Israel, y le busquen, él será hallado de ellos.
5 En aquellos tiempos no habrá paz, ni para el que entre ni para el que salga, sino muchas aflicciones sobre todos los habitantes de las tierras.
6 Y una gente destruirá a otra, y una ciudad a otra ciudad; porque Dios los turbará con toda clase de calamidades.
7 Pero esforzaos vosotros, y no desfallezcan vuestras manos, pues hay recompensa para vuestra obra.
8 Cuando oyó Asá las palabras y la profecía del profeta Azarías hijo de Obed, cobró ánimo, y quitó los ídolos abominables de toda la tierra de Judá y de Benjamín, y de las ciudades que él había tomado en la parte montañosa de Efraín; y reparó el altar de Jehová que estaba delante del pórtico de Jehová.
9 Después reunió a todo Judá y Benjamín, y con ellos a los forasteros de Efraín, de Manasés y de Simeón; porque muchos de Israel se habían pasado a él, viendo que Jehová su Dios estaba con él.
10 Se reunieron, pues, en Jerusalén, en el mes tercero del año decimoquinto del reinado de Asá.
11 Y en aquel día sacrificaron para Jehová, del botín que habían traído, setecientos bueyes y siete mil ovejas.
12 Entonces prometieron solemnemente que buscarían a Jehová el Dios de sus padres, de todo su corazón y de toda su alma;
13 y que cualquiera que no buscase a Jehová el Dios de Israel, muriese, grande o pequeño, hombre o mujer.
14 Y juraron a Jehová con gran voz y júbilo, al son de trompetas y de bocinas.
15 Todos los de Judá se alegraron de este juramento; porque de todo su corazón lo juraban, y de toda su voluntad lo buscaban, y fue hallado de ellos; y Jehová les dio paz por todas partes.
16 Y aun a Maacá abuela del rey Asá, él mismo la depuso del honor de Gran Dama, porque había hecho una imagen de Aserá; y Asá destruyó la imagen, la desmenuzó, y la quemó junto al torrente de Cedrón.
17 Con todo esto, los lugares altos no eran quitados de Israel, aunque el corazón de Asá fue perfecto en todos sus días.
18 Y trajo a la casa de Dios lo que su padre había dedicado, y lo que él había consagrado, plata, oro y utensilios.
19 Y no hubo más guerra hasta los treinta y cinco años del reinado de Asá.
Alianza de Asá con Ben-adad
16 En el año treinta y seis del reinado de Asá, subió Baasá rey de Israel contra Judá, y fortificó a Ramá, para cortar las comunicaciones a Asá, rey de Judá.
2 Entonces sacó Asá plata y oro de los tesoros de la casa de Jehová y de la casa real, y envió a Ben-adad rey de Siria, que estaba en Damasco, diciendo:
3 Haya alianza entre nosotros, como la hubo entre tu padre y mi padre; he aquí yo te he enviado plata y oro, para que vengas y deshagas la alianza que tienes con Baasá rey de Israel, a fin de que se retire de mí.
4 Y consintió Ben-adad con el rey Asá, y envió los capitanes de sus ejércitos contra las ciudades de Israel; y conquistaron Ijón, Dan, Abel-máyim y las ciudades de aprovisionamiento de Neftalí.
5 Oyendo esto Baasá, suspendió las fortificaciones en Ramá, y abandonó su obra.
6 Entonces el rey Asá tomó a todo Judá, y se llevaron de Ramá la piedra y la madera con que Baasá edificaba, y con ellas edificó a Geba y a Mizpá.
7 En aquel tiempo vino el vidente Hananí a Asá rey de Judá, y le dijo: Por cuanto te has apoyado en el rey de Siria, y no te apoyaste en Jehová tu Dios, por eso el ejército del rey de Siria ha escapado de tus manos.
8 Los etíopes y los libios, ¿no eran un ejército numerosísimo, con carros y mucha gente de a caballo? Con todo, porque te apoyaste en Jehová, él los entregó en tus manos.
9 Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él. Neciamente has procedido en esto; porque de aquí en adelante habrá más guerra contra ti.
10 Entonces se enojó Asá contra el vidente y lo echó en la cárcel, porque se encolerizó grandemente a causa de esto. En esta época, maltrató Asá también a algunos del pueblo.
Muerte de Asá
11 Mas he aquí los hechos de Asá, primeros y postreros, están escritos en el libro de los reyes de Judá y de Israel.
12 En el año treinta y nueve de su reinado, Asá enfermó gravemente de los pies, y en su enfermedad no buscó a Jehová, sino a los médicos.
13 Y durmió Asá con sus padres, y murió en el año cuarenta y uno de su reinado.
14 Y lo sepultaron en los sepulcros que él había hecho para sí en la ciudad de David; y lo pusieron en un ataúd, el cual llenaron de perfumes y diversas especias aromáticas, preparadas por expertos perfumistas; e hicieron un gran fuego.
La elección de Israel
9 Verdad digo en Cristo, no miento, y mi conciencia da testimonio conmigo en el Espíritu Santo,
2 de que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón.
3 Porque desearía yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne;
4 que son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas;
5 de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, procede Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén.
6 No es que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas,
7 ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos; sino que: En Isaac te será llamada descendencia.
8 Esto es: no son hijos de Dios los que son hijos según la carne, sino que son los hijos según la promesa los que son contados como descendientes.
9 Porque la palabra de la promesa es esta: Por este tiempo vendré, y Sara tendrá un hijo.
10 Y no sólo esto, sino también Rebeca cuando concibió de uno, de Isaac nuestro padre
11 (pues no habían aún nacido, ni habían obrado aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no en virtud de obras, sino de Aquel que llama),
12 se le dijo: El mayor servirá al menor.
13 Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí.
14 ¿Qué, pues, diremos? ¿Acaso hay injusticia en Dios? ¡En ninguna manera!
15 Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca.
16 Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene compasión.
17 Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra.
18 De manera que de quien quiere, tiene compasión, y al que quiere endurecer, endurece.
19 Entonces me dirás: ¿Por qué, pues, lanza reproches?; porque ¿quién ha resistido a su designio?
20 En todo caso, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Acaso dirá el vaso de barro al que lo formó: Por qué me has hecho así?
21 ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para uso honroso y otro para uso despreciable?
22 ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción,
23 y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria,
24 a los cuales también ha llamado, esto es, a nosotros, no sólo de los judíos, sino también de los gentiles?
Dios es perfecto en sus obras y en su palabra
Al músico principal. Salmo de David.
19 Los cielos cuentan la gloria de Dios,
Y el firmamento anuncia la obra de sus manos.
2 Un día comunica el mensaje a otro día,
Y una noche a otra noche declara la noticia.
3 No es un lenguaje de palabras,
Ni es oída su voz.
4 Pero por toda la tierra salió su pregón,
Y hasta el extremo del mundo su lenguaje.
En ellos puso tabernáculo para el sol;
5 Y éste, como esposo que sale de su tálamo,
Se alegra cual atleta corriendo su carrera.
6 De un extremo de los cielos es su salida,
Y su órbita llega hasta el término de ellos;
Y nada hay que se esconda de su calor.
7 La ley de Jehová es perfecta, que reconforta el alma;
El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo.
8 Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón;
El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos.
9 El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre;
Los preceptos de Jehová son verdad, todos justos.
10 Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado;
Y dulces más que la miel, y que el destilar de los panales.
11 Tu siervo es además instruido con ellos;
En guardarlos hay gran galardón.
12 ¿Quién podrá descubrir sus propios errores?
Absuélveme de los que me son ocultos.
13 Preserva también a tu siervo de la insolencia;
Que no se enseñoree de mí;
Entonces seré irreprochable y quedaré libre de grave delito.
14 Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti,
Oh Jehová, roca mía, y redentor mío.
20 El vino es petulante; el licor, alborotador;
Y cualquiera que por ellos yerra no es sabio.
Texto bíblico tomado de La Santa Biblia, Reina Valera Revisada® RVR® Copyright © 2017 por HarperCollins Christian Publishing® Usado con permiso. Reservados todos los derechos en todo el mundo.