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The Daily Audio Bible

This reading plan is provided by Brian Hardin from Daily Audio Bible.
Duration: 731 days

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Traducción en lenguaje actual (TLA)
Version
2 Reyes 23:31-25:30

Joacaz, rey de Judá (2 Cr 36.1-4)

31 Joacaz comenzó a gobernar a los veintitrés años. La capital de su reino fue Jerusalén, y su reinado duró sólo tres meses. Su madre era de Libná, y se llamaba Hamutal hija de Jeremías. 32 Joacaz desobedeció a Dios, al igual que sus antepasados.

33 El rey Necao capturó a Joacaz y lo dejó preso en Riblá, en la región de Hamat, para que no pudiera reinar en Jerusalén. Además, obligó a Judá a pagar un impuesto de tres mil trescientos kilos de plata, y treinta y tres kilos de oro. 34 Después nombró rey a Eliaquim hijo de Josías, para que reinara en lugar de su padre, pero antes le cambió el nombre, y lo llamó Joacín. Luego llevó a Joacaz a Egipto, donde murió.

Joacín, rey de Judá (2 Cr 36.5-8)

35 Joacín le dio al rey Necao el oro y la plata que éste le pidió, y para hacerlo les cobró un impuesto a todos los habitantes del pueblo: cada uno tuvo que entregar la cantidad que le correspondía.

36 Joacín comenzó a reinar a los veinticinco años. La capital de su reino fue Jerusalén, y su reinado duró once años. Su madre era de Rumá, y se llamaba Zebudá hija de Pedaías. 37 Pero este rey desobedeció a Dios, al igual que sus antepasados.

24 El rey Nabucodonosor de Babilonia fue a luchar contra Judá, y venció al rey Joacín. Judá permaneció bajo el dominio de Nabucodonosor durante tres años, pero después Joacín volvió a ponerse en su contra. Luego Dios envió pequeños grupos de soldados caldeos, sirios, moabitas y amonitas, para que atacaran y destruyeran Judá. Así se cumplió lo que Dios había anunciado por medio de sus profetas. 3-4 Dios castigó a Judá por todos los pecados de Manasés. No quiso perdonarla porque Manasés había matado a mucha gente inocente en Jerusalén.

Todo lo que hizo Joacín está escrito en el libro de la historia de los reyes de Judá. Cuando Joacín murió, su hijo Joaquín reinó en su lugar. Para entonces el rey de Babilonia había conquistado todo el territorio que va desde el arroyo de Egipto hasta el río Éufrates, y por eso el rey de Egipto no volvió a salir de su país.

Joaquín, rey de Judá (2 Cr 36.9-10)

Joaquín comenzó a reinar a los dieciocho años. La capital de su reino fue Jerusalén, y su reinado duró tres meses. Su madre era de Jerusalén, y se llamaba Nehustá hija de Elnatán. Joaquín desobedeció a Dios, al igual que su padre.

10 Durante el reinado de Joaquín, el ejército de Babilonia fue y rodeó la ciudad de Jerusalén para atacarla. 11 Cuando los soldados ya la tenían rodeada, llegó el rey Nabucodonosor. 12 Entonces Joaquín y su madre, junto con sus sirvientes, sus asistentes y los jefes de su ejército se rindieron, y el rey de Babilonia los tomó prisioneros. Esto ocurrió cuando Nabucodonosor tenía ya ocho años como rey de Babilonia.

13 Nabucodonosor tomó todos los tesoros del templo y del palacio de Jerusalén, y rompió todas las vasijas de oro que había hecho el rey Salomón. Así se cumplió lo que Dios había anunciado. 14-16 Nabucodonosor se llevó diez mil prisioneros en total, entre los que estaban los oficiales, siete mil soldados valientes, y mil artesanos y herreros. También se llevó prisioneros al rey Joaquín, a su madre, a sus esposas, a su guardia personal, y a los más importantes líderes del país. Sólo dejó en Jerusalén a los más pobres. 17 Después Nabucodonosor nombró como rey a Matanías, tío de Joaquín, pero antes le cambió el nombre, y lo llamó Sedequías.

Sedequías, rey de Judá (2 Cr 36.11-16; Jer 52.1-3)

18 Sedequías comenzó a reinar a los veintiún años. La capital de su reino fue Jerusalén, y su reinado duró once años. Su madre era de Libná, y se llamaba Hamutal hija de Jeremías. 19 Sedequías desobedeció a Dios, al igual que Joacín, 20 por eso Dios se enojó muchísimo con Jerusalén y Judá, y las rechazó.

Babilonia vence a Judá (Jer 39.1-7; 52.3-11)

Después de un tiempo, Sedequías también se puso en contra del rey de Babilonia.

25 Entonces, el día diez del mes de Tébet,[a] durante el noveno año del reinado de Sedequías, el rey Nabucodonosor fue con todo su ejército para atacar a Jerusalén. Rodeó la ciudad, y construyó rampas para atacarla mejor, y permaneció alrededor de la ciudad hasta el año once del reinado de Sedequías.

Para el día nueve del mes de Tamuz[b] de ese año ya no había en Jerusalén nada que comer. Por eso, el rey Sedequías y sus soldados hicieron una abertura en la muralla que rodeaba la ciudad. Pasaron por la entrada que estaba entre las dos murallas, junto a los jardines del rey, y esa noche escaparon por el camino del valle del Jordán. Mientras tanto, los soldados de Babilonia seguían rodeando la ciudad.

Pero luego los soldados de Babilonia persiguieron al rey Sedequías, y lo alcanzaron en la llanura de Jericó. Todo el ejército de Sedequías lo abandonó y huyó. Los babilonios atraparon a Sedequías y lo llevaron a Riblá, ante el rey de Babilonia. Como castigo, el rey hizo que mataran a los hijos de Sedequías en su presencia, y luego ordenó que le sacaran los ojos y lo sujetaran con cadenas para llevarlo a Babilonia.

Nebuzaradán destruye el templo (2 Cr 36.17-21; Jer 39.8-10; 52.12-30)

Nebuzaradán, comandante de la guardia personal del rey y general del ejército de Babilonia, llegó a Jerusalén el día siete del mes de Ab[c] del año diecinueve del reinado de Nabucodonosor. Nebuzaradán incendió el templo de Jerusalén, el palacio del rey y las casas de la ciudad, en especial las de los líderes más importantes. 10 Luego los soldados babilonios derribaron las murallas que rodeaban a Jerusalén. 11 Nebuzaradán se llevó a Babilonia a los judíos que habían quedado en Jerusalén, incluyendo a los que se habían unido al rey de Babilonia. 12 Sin embargo, dejó a los judíos más pobres para que cultivaran los viñedos y los campos.

13-14 Los babilonios se llevaron todo el bronce que encontraron: el de las columnas del frente del templo, las bases de los recipientes, el gran tanque de agua, las vasijas, las palas, las tijeras, los cucharones y demás utensilios que se usaban en el templo. 15 Nebuzaradán se llevó además objetos de oro y plata, como hornillos y tazones.

16 No fue posible calcular el peso del bronce de las dos columnas, ni del enorme tanque para el agua ni de las bases que el rey Salomón había mandado hacer para el templo. 17 Las dos columnas eran iguales, y cada una medía más de ocho metros de altura. La parte superior de cada columna tenía un adorno de bronce que medía más de dos metros, con una hilera de figuras de bronce en forma de manzana.

18 Además, Nebuzaradán apresó a Seraías, jefe de los sacerdotes, a Sofonías, sacerdote que le seguía en importancia, y a los tres encargados de la vigilancia del templo. 19 Apresó también a uno de los capitanes del ejército, a cinco de los ayudantes personales del rey, al oficial encargado de reunir a los soldados, y a sesenta líderes del pueblo. Todos ellos estaban en Jerusalén, 20-21 pero Nebuzaradán se los llevó a Riblá, en el territorio de Jamat, donde Nabucodonosor, rey de Babilonia, ordenó que los mataran.

De esta manera, casi todo el pueblo de Judá fue sacado de su país.

El resto de la gente huye a Egipto (Jer 40.7-10; 41.1-3; 16-18)

22 Nabucodonosor eligió a Guedalías hijo de Ahicam y nieto de Safán, para que fuera el gobernador de la gente que había dejado en Judá. 23 Cuando los jefes del ejército de Judá y sus hombres se enteraron de esto, fueron a ver a Guedalías en Mispá. Entre ellos estaban Ismael hijo de Netanías, Johanán hijo de Caréah, Serahías hijo de Tanhúmet, de Netofá, y Jaazanías, hijo de un hombre de Maacá. 24 Guedalías les juró que si se quedaban en el país y servían al rey de Babilonia les iría bien, y que no tendrían por qué temer a los oficiales de Babilonia.

25 Pero cuando Guedalías cumplió siete meses como gobernador, Ismael, que era descendiente de los reyes de Judá, llegó a Mispá con diez hombres, y lo mató. Y mató también a los judíos y a los babilonios que lo apoyaban. 26 Entonces toda la gente, desde el más joven hasta el más viejo, y los oficiales del ejército, huyeron a Egipto, pues tenían miedo de los babilonios.

El rey Joaquín queda en libertad (Jer 52.31-34)

27 Joaquín tenía ya treinta y siete años viviendo en Babilonia, cuando Evil-merodac comenzó a reinar sobre ese país. El día veintisiete del mes de Adar[d] de ese año, Evil-merodac sacó de la cárcel a Joaquín. 28 Lo trató bien y le dio un lugar de importancia entre los otros reyes que estaban con él en Babilonia. 29 Así que Joaquín dejó de usar su ropa de prisionero, y el resto de su vida comió con el rey. 30 Además, todos los días recibía dinero para sus gastos personales.

Hechos 22:17-23:10

17 »Cuando regresé a Jerusalén, fui al templo a orar, y allí tuve una visión. 18 Vi al Señor, que me decía: “Vete enseguida de Jerusalén, porque la gente de aquí no creerá lo que digas de mí.”

19 »Yo contesté: “Señor, esta gente sabe que yo iba a todas las sinagogas para atrapar a los que creían en ti. Los llevaba a la cárcel, y los maltrataba mucho. 20 Cuando mataron a Esteban, yo estaba allí, y estuve de acuerdo en que lo mataran, porque hablaba acerca de ti. ¡Hasta cuidé la ropa de los que lo mataron!”

21 »Pero el Señor Jesús me dijo: “Vete ya, pues voy a enviarte a países muy lejanos.”»

22 La gente ya no quiso escuchar más y comenzó a gritar: «¡Ese hombre no merece vivir! ¡Que muera! ¡No queremos volver a verlo en este mundo!»

23 La gente siguió gritando y sacudiéndose el polvo de la ropa en señal de rechazo, y lanzaba tierra al aire.

Pablo y el jefe de los soldados

24 El jefe de los soldados ordenó que metieran a Pablo en el cuartel, y que lo golpearan. Quería saber por qué la gente gritaba en contra suya. 25 Pero cuando los soldados lo ataron para pegarle, Pablo le preguntó al capitán de los soldados:

—¿Tienen ustedes permiso para golpear a un ciudadano romano,[a] sin saber siquiera si es culpable o inocente?

26 El capitán fue y le contó esto al jefe de los soldados. Le dijo:

—¿Qué va a hacer usted? ¡Este hombre es ciudadano romano!

27 El jefe fue a ver a Pablo, y le preguntó:

—¿De veras eres ciudadano romano?

—Así es —contestó Pablo.

28 El jefe le dijo:

—Yo compré el derecho de ser ciudadano romano, y me costó mucho dinero.

—¡Pero yo no lo compré! —le contestó Pablo—. Yo nací en una ciudad romana. Por eso soy ciudadano romano.

29 Los que iban a golpear a Pablo para que hablara, se apartaron de él. El jefe de los soldados también tuvo mucho miedo, pues había ordenado sujetar con cadenas a un ciudadano romano.

Pablo y la Junta Suprema

30 Al día siguiente, el jefe de los soldados romanos mandó a reunir a los sacerdotes principales y a los judíos de la Junta Suprema, pues quería saber exactamente de qué acusaban a Pablo. Luego ordenó que le quitaran las cadenas, que lo sacaran de la cárcel y que lo pusieran delante de todos ellos.

23 Pablo miró a todos los de la Junta Suprema, y les dijo:

—Amigos israelitas, yo tengo la conciencia tranquila, porque hasta ahora he obedecido a Dios en todo.

Entonces Ananías, el jefe de los sacerdotes, ordenó que golpearan a Pablo en la boca. Pero Pablo le dijo:

—Es Dios quien lo va a golpear a usted, ¡hipócrita! Usted tiene que juzgarme de acuerdo con la Ley;[b] entonces, ¿por qué la desobedece ordenando que me golpeen?

Los demás judíos de la Junta le dijeron:

—¿Por qué insultas al jefe de los sacerdotes de Dios?

Pablo contestó:

—Amigos, yo no sabía que él era el jefe de los sacerdotes. La Biblia dice que no debemos hablar mal del jefe de nuestro pueblo.

Cuando Pablo vio que algunos de los judíos de la Junta eran saduceos, y que otros eran fariseos, dijo en voz alta:

—Amigos israelitas, yo soy fariseo, y muchos en mi familia también lo han sido. ¿Por qué se me juzga? ¿Por creer que los muertos pueden volver a vivir?

Apenas Pablo dijo eso, los fariseos y los saduceos comenzaron a discutir. La reunión no pudo continuar en paz, pues unos pensaban una cosa y otros otra. Los saduceos dicen que los muertos no pueden volver a vivir, y que no existen los ángeles ni los espíritus. Pero los fariseos sí creen en todo eso. Se armó entonces un gran alboroto, en el que todos gritaban. Algunos maestros de la Ley, que eran fariseos, dijeron: «No creemos que este hombre sea culpable de nada. Tal vez un ángel o un espíritu le ha hablado.»

10 El alboroto era cada vez mayor. Entonces el jefe de los soldados romanos tuvo miedo de que mataran a Pablo, y ordenó que vinieran los soldados y se lo llevaran de nuevo al cuartel.

Salmos 2

Dios y su rey

1-2 ¿Por qué se rebelan contra Dios
las naciones y los pueblos?
¿Por qué estudian la manera
de luchar contra él y contra su rey?
¡Inútiles son los planes
de los reyes de este mundo!
¡Quieren acabar con su poder!
¡Quieren librarse de su dominio!

Pero Dios desde su trono
se ríe y se burla de ellos.
Luego se enoja y los reprende,
se enfurece y los asusta.
Los amenaza diciendo:
«Ya elegí al rey
que gobernará desde el monte Sión,
que es mi montaña santa».

Voy a dar a conocer
lo que Dios ha decidido.
Él me dijo:
«Tú eres mi hijo;
desde hoy soy tu padre.
¡Pídeme lo que quieras!
Te daré como herencia las naciones;
¡todo el mundo será tuyo!
Gobernarás a las naciones
con mano de hierro;
¡las destrozarás
como a ollas de barro!»

10 Ustedes los reyes,
pónganse a pensar;
déjense enseñar,
gobernantes de la tierra.
11 Adoren a Dios con reverencia;
y con alegría ríndanle culto.
12 Adoren a Dios,
para que no se enoje,
pues fácilmente se enfurece,
y podría quitarles la vida.

¡Dios bendice
a todos los que en él confían!

Proverbios 18:13

13 Es muy tonto y vergonzoso
responder antes de escuchar.