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The Daily Audio Bible

This reading plan is provided by Brian Hardin from Daily Audio Bible.
Duration: 731 days

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Traducción en lenguaje actual (TLA)
Version
2 Reyes 20:1-22:2

Dios prolonga la vida de Ezequías (2 Cr 32.24-26; Is 38.1-8)

20 En esos días, el rey Ezequías se enfermó gravemente y estaba por morir. El profeta Isaías fue a visitarlo y le dijo: «Dios dice que vas a morir, así que arregla todos tus asuntos familiares más importantes».

Entonces Ezequías volvió su cara hacia la pared y oró a Dios así: «Dios mío, no te olvides de que yo siempre he sido sincero contigo, y te he agradado en todo». Luego Ezequías lloró con mucha tristeza. Isaías lo dejó, pero antes de salir al patio central del palacio, Dios le dijo:

5-6 «Vuelve y dile al rey, que yo, el Dios de su antepasado David, escuché su oración y vi sus lágrimas. Dile que voy a sanarlo, y que le daré quince años más de vida. Dentro de tres días ya podrá venir a mi templo para adorarme. Además, por amor a mí mismo, y a David, quien me fue fiel en todo, salvaré a Ezequías y a Jerusalén del poder del rey de Asiria».

Isaías fue y le dio el mensaje a Ezequías. Luego ordenó preparar una pasta de higos y que se la pusieran a Ezequías sobre la parte enferma para que sanara. Ezequías le preguntó:

—¿Y cómo voy a saber que sanaré y que podré ir al templo dentro de tres días? ¿Qué señal me vas a dar?

Isaías le respondió:

—Dime tú qué señal prefieres: ¿quieres que la sombra en el reloj del sol se adelante diez grados o prefieres que retroceda?

10 Ezequías contestó:

—Que la sombra se adelante es fácil. Lo difícil es que retroceda. Prefiero que retroceda diez grados.

11 Isaías le rogó a Dios que lo hiciera así, y Dios hizo que la sombra retrocediera diez grados en el reloj de Ahaz.

Los mensajeros de Babilonia (2 Cr 32.27-31; Is 39.1-8)

12 Merodac-baladán hijo de Baladán, que era rey de Babilonia, se enteró de que Ezequías había estado enfermo, así que le envió mensajeros con cartas y un regalo. 13 Ezequías les dio la bienvenida y les mostró todos los tesoros del palacio, el oro y la plata, los perfumes, los aceites finos, y las armas y todo lo que había en las bodegas. Recorrieron todo el palacio y el reino, y no hubo nada que Ezequías no les mostrara.

14 Entonces el profeta Isaías fue a ver al rey y le preguntó:

—¿Y esa gente de dónde vino? ¿Qué te dijeron?

Ezequías respondió:

—Vinieron de Babilonia, que es un país muy lejano.

15 Isaías le preguntó:

—¿Qué vieron en tu palacio?

Ezequías contestó:

—¡Todo! Les mostré todo lo que tengo en mi palacio y en mis bodegas.

16 Entonces Isaías le dijo:

—Escucha este mensaje de parte de Dios: 17 “En el futuro, todo lo que hay en tu palacio será llevado a Babilonia. Se llevarán todo lo que juntaron tus antepasados hasta el día de hoy. No va a quedar nada. 18 También a algunos de tus hijos se los llevarán a Babilonia, y allí los harán esclavos y no les permitirán tener descendientes”.

19 Ezequías pensó que por lo menos vivirían seguros y en paz mientras él fuera rey, así que le respondió a Isaías:

—Si así lo quiere Dios, está bien.

Muerte de Ezequías (2 Cr 32.32-33)

20 Todo lo que hizo Ezequías, todas sus hazañas y cómo construyó el estanque y el canal para llevar agua a la ciudad, está escrito en el libro de la historia de los reyes de Judá. 21 Cuando Ezequías murió, lo enterraron en la tumba de sus antepasados. Su hijo Manasés reinó en su lugar.

Manasés, rey de Judá (2 Cr 33.1-20)

21 Manasés comenzó a reinar a los doce años. La capital de su reino fue Jerusalén, y su reinado duró cincuenta y cinco años. Su madre se llamaba Hepsiba. Manasés no obedeció a Dios, pues practicó las costumbres vergonzosas de las naciones que Dios había expulsado del territorio de los israelitas. Reconstruyó los pequeños templos que su padre Ezequías había destruido, hizo imágenes de la diosa Astarté y edificó altares para adorar a Baal. También siguió el mal ejemplo del rey Ahab y adoró a todos los astros del cielo. 4-5 Construyó altares para esos astros en los patios del templo de Dios, aun cuando Dios había dicho que ese templo sería su casa en Jerusalén.

6-7 Manasés puso la imagen de la diosa Astarté en el templo de Dios, practicó la hechicería y la brujería, y se hizo amigo de los espiritistas y los brujos. También hizo quemar a su hijo como un sacrificio. Su comportamiento fue tan malo, que Dios se enojó mucho.

Dios les había dicho a David y a su hijo Salomón: «De todas las ciudades de Israel, he elegido a Jerusalén, para poner allí mi templo y vivir en él para siempre. Si los israelitas obedecen todos los mandamientos que le di a Moisés, no los expulsaré del país que les he dado».

Pero los israelitas no obedecieron a Dios. Al contrario, Manasés los hizo cometer peores pecados que los que habían cometido las naciones que Dios había destruido cuando los israelitas llegaron a la región. 10 Por eso Dios dijo por medio de sus profetas:

11 «Manasés ha cometido pecados vergonzosos; sus pecados son peores que los cometidos por los amorreos. Hizo que Judá pecara adorando ídolos. 12 Por eso yo, el Dios de Israel, causaré terribles daños en Jerusalén y en Judá. Bastará que oigan lo que allí haré para que les duelan los oídos.

13 »De Jerusalén no va a quedar nada. La voy a castigar como castigué a Samaria y a la familia de Ahab. Quedará vacía, como un plato que se limpia y se vuelca para dejarlo secar. 14 Aun a los que queden con vida los destruiré. Voy a dejar que sus enemigos los derroten y les quiten todo. 15 Porque desde que saqué de Egipto a sus antepasados, este pueblo se ha comportado mal y me ha hecho enojar».

16 Además de hacer pecar a Judá, Manasés mató a mucha gente inocente. ¡Fueron tantos los que mató que Jerusalén se llenó de sangre desde un extremo al otro!

17 Todo lo que hizo Manasés, y los terribles pecados que cometió, está escrito en el libro de la historia de los reyes de Judá. 18 Cuando murió, lo enterraron en el jardín de su palacio, el jardín de Uzá. Su hijo Amón reinó en su lugar.

Amón, rey de Judá (2 Cr 33.21-25)

19 Amón comenzó a reinar a los veintidós años. La capital de su reino fue Jerusalén, y su reinado duró dos años. Su madre vivía en Jotbá, se llamaba Mesulémet y era hija de Harús. 20-22 Amón desobedeció al Dios de Israel, el Dios de sus antepasados, pues adoró a los dioses falsos al igual que su padre Manasés, y cometió los mismos pecados.

23 Un día, los oficiales de Amón se rebelaron contra él y lo asesinaron en su palacio. 24 Pero la gente del pueblo mató a esos oficiales, y nombró como rey a Josías, el hijo de Amón.

25 Todo lo que hizo Amón está escrito en el libro de la historia de los reyes de Judá. 26 Amón fue enterrado en una tumba de su propiedad, en el jardín de Uzá. Su hijo Josías reinó en su lugar.

Josías, rey de Judá (2 Cr 34.1-2)

22 Josías comenzó a reinar a los ocho años. La capital de su reino fue Jerusalén, y su reinado duró treinta y un años. Su madre era de Boscat, y se llamaba Jedidá hija de Adaías. Josías obedeció a Dios en todo, pues siguió fielmente el ejemplo de su antepasado David.

Hechos 21:18-36

18 Al día siguiente, fuimos con Pablo a visitar a Santiago, el hermano de Jesús. Cuando llegamos, también encontramos allí a los líderes de la iglesia. 19 Pablo los saludó, y les contó lo que Dios había hecho por medio de él entre los que no eran judíos. 20 Cuando los miembros de la iglesia oyeron eso, dieron gracias a Dios y le dijeron a Pablo:

«Bueno, querido amigo Pablo, como has podido ver, muchos judíos han creído en Jesús. Pero todos ellos dicen que deben seguir obedeciendo las leyes de Moisés. 21 Ellos se han enterado de que, a los judíos que viven en el extranjero, tú les enseñas a no obedecer la ley de Moisés, y que les dices que no deben circuncidar a sus hijos ni hacer lo que todos los judíos hacemos. 22 ¿Qué vamos a decir cuando la gente se dé cuenta de que tú has venido? 23 Mejor haz lo siguiente. Hay entre nosotros cuatro hombres que han hecho una promesa a Dios, y tienen que cumplirla en estos días. 24 Llévalos al templo y celebra con ellos la ceremonia de purificación. Paga tú los gastos de ellos para que puedan raparse todo el pelo.[a] Si haces eso, los hermanos sabrán que no es cierto lo que les han contado acerca de ti. Más bien, verán que tú también obedeces la Ley.

25 »En cuanto a los que no son judíos y han creído en Jesús, ya les habíamos mandado una carta. En ella les hicimos saber que no deben comer carne de animales que se hayan sacrificado a los ídolos, ni sangre, ni carne de animales que todavía tengan sangre adentro. Tampoco deben practicar las relaciones sexuales prohibidas por nuestra ley.»

Pablo en la cárcel

26 Entonces Pablo se llevó a los cuatro hombres que habían hecho la promesa, y con ellos celebró al día siguiente la ceremonia de purificación. Después entró al templo para avisarles cuándo terminarían de cumplir la promesa, para así llevar la ofrenda que cada uno debía presentar.

27 Cuando estaban por cumplirse los siete días de la promesa, unos judíos de la provincia de Asia vieron a Pablo en el templo. Enseguida alborotaron a la gente 28 y gritaron:

«¡Israelitas, ayúdennos! ¡Éste es el hombre que por todas partes anda hablando en contra de nuestro país, en contra de la ley de Moisés, y en contra de este templo! ¡Aun a los que no son judíos los ha metido en el templo! ¡No respeta ni este lugar santo!»

29 Dijeron eso porque en la ciudad habían visto a Pablo con Trófimo, que era de Éfeso, y pensaron que Pablo lo había llevado al templo.

30 Toda la gente de la ciudad se alborotó, y pronto se reunió una gran multitud. Agarraron a Pablo, lo sacaron del templo, y de inmediato cerraron las puertas. 31 Cuando estaban a punto de matar a Pablo, el jefe del batallón de soldados romanos se enteró que la gente estaba alborotada. 32 Tomó entonces a un grupo de soldados y oficiales, y fue al lugar.

Cuando la gente vio llegar al jefe y a sus soldados, dejó de golpear a Pablo. 33 El jefe arrestó a Pablo y ordenó que le pusieran dos cadenas. Luego le preguntó a la gente: «¿Quién es este hombre, y qué ha hecho?»

34 Pero unos gritaban una cosa, y otros otra. Y era tanto el escándalo que hacían, que el comandante no pudo averiguar lo que pasaba. Entonces les ordenó a los soldados: «¡Llévense al prisionero al cuartel!»

35 Cuando llegaron a las gradas del cuartel, los soldados tuvieron que llevar alzado a Pablo, 36 pues la gente estaba furiosa y gritaba: «¡Que muera!»

Salmos 150

Invitación a la alabanza

150 ¡Alabemos a nuestro Dios!
¡Alabemos a Dios en su santuario!
¡Alabemos su poder en el cielo!
¡Alabemos sus grandes acciones!
¡Alabemos su incomparable grandeza!
¡Alabémoslo con sonido de trompeta!
¡Alabémoslo con arpas y liras!
¡Alabémoslo con panderos y danzas!
¡Alabémoslo con cuerdas y flautas!
¡Alabémoslo con sonoros platillos!
¡Alabémoslo con platillos vibrantes!

¡Que alaben a Dios
todos los seres vivos!

¡Alabemos a nuestro Dios!

Proverbios 18:9-10

El vago y el destructor,
¡hasta parecen hermanos!

10 Dios es como una alta torre;
hacia él corren los buenos
para ponerse a salvo.