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The Daily Audio Bible

This reading plan is provided by Brian Hardin from Daily Audio Bible.
Duration: 731 days

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Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
Version
2 Reyes 9:14-10:31

14 Así conspiró Jehú hijo de Josafat, hijo de Nimsi, contra Joram.

Jehú elimina a Joram rey de Israel

Joram había estado guardando Ramot de Galaad con todo Israel, por causa de Hazael, rey de Siria. 15 Pero el rey Joram había regresado a Jezreel para curarse de las heridas que le habían ocasionado los sirios cuando combatía contra Hazael, rey de Siria. Entonces Jehú dijo:

—Si es el deseo de ustedes, que nadie se escape de la ciudad para ir a dar las noticias en Jezreel.

16 Luego Jehú mismo subió al carro y fue a Jezreel, porque Joram estaba allí, en cama. También Ocozías, rey de Judá, había descendido para ver a Joram.

17 Entonces el centinela que estaba apostado en la torre de Jezreel vio al grupo de gente de Jehú que venía, y dijo:

—¡Veo un grupo de gente!

Joram dijo:

—Toma un jinete y envíalo a su encuentro, y que les pregunte: “¿Hay paz?”.

18 Fue el jinete a caballo a su encuentro, y le dijo:

—Así ha dicho el rey: “¿Hay paz?”.

Y Jehú respondió:

—¿Qué te importa a ti la paz? ¡Vuélvete conmigo!

Entonces el centinela informó diciendo:

—¡El mensajero llegó hasta ellos, pero no regresa!

19 Envió otro jinete a caballo, el cual llegó hasta ellos y dijo:

—Así ha dicho el rey: “¿Hay paz?”.

Y Jehú respondió:

—¿Qué te importa a ti la paz? ¡Vuélvete conmigo!

20 También el centinela informó diciendo:

—¡Ese llegó hasta ellos, pero no regresa! Y la manera de conducir del que viene es como la de Jehú hijo de Nimsi, porque conduce como un loco.

21 Entonces Joram dijo:

—¡Unce el carro!

Cuando unció su carro, Joram rey de Israel y Ocozías rey de Judá, cada uno en su carro, salieron al encuentro de Jehú, y lo encontraron en la parcela de Nabot de Jezreel. 22 Y cuando Joram vio a Jehú, le preguntó:

—¿Hay paz, Jehú?

Y él respondió:

—¿Cómo va a haber paz, mientras continúen las fornicaciones y las muchas hechicerías de tu madre Jezabel?

23 Entonces Joram, volviendo las riendas, huyó diciendo a Ocozías:

—¡Traición, Ocozías!

24 Pero Jehú puso la flecha en su arco e hirió a Joram por la espalda. La flecha le atravesó el corazón, y él cayó sobre sus rodillas en su carro. 25 Luego Jehú dijo a Bidcar, uno de sus comandantes:

—¡Tómalo y arrójalo en la parcela del campo de Nabot de Jezreel! Acuérdate que cuando tú y yo íbamos juntos cabalgando detrás de su padre Acab, el SEÑOR pronunció contra él esta sentencia: 26 “Ciertamente vi ayer la sangre de Nabot y la sangre de sus hijos, dice el SEÑOR. Y tengo que darte la retribución en esta parcela, dice el SEÑOR”. Ahora pues, tómalo y arrójalo en la parcela, conforme a la palabra del SEÑOR.

Jehú elimina a Ocozías rey de Judá

27 Al ver esto Ocozías, rey de Judá, huyó por el camino de Bet-hagan, y Jehú lo persiguió diciendo:

—¡Maten también a ese!

Y lo hirieron[a] en el carro en la cuesta de Gur, junto a Ibleam; pero huyó a Meguido, donde murió. 28 Entonces sus servidores lo llevaron a Jerusalén en un carro, y le dieron sepultura con sus padres en su sepulcro en la Ciudad de David.

29 En el año once de Joram hijo de Acab había comenzado a reinar Ocozías sobre Judá.

Jehú elimina a Jezabel

30 Jehú fue después a Jezreel. Y cuando lo oyó Jezabel, se pintó los ojos, arregló su cabello y miró por la ventana. 31 Cuando Jehú entraba por la puerta de la ciudad, ella dijo:

—¿Cómo le va a Zimri, asesino de su señor?

32 Jehú levantó la cara hacia la ventana y dijo:

—¿Quién está conmigo? ¿Quién?

Miraron hacia él dos o tres funcionarios, 33 y él les dijo:

—¡Échenla abajo!

La echaron, y parte de su sangre salpicó la pared y los caballos, los cuales la atropellaron[b]. 34 Luego entró, y después que comió y bebió, dijo:

—Ocúpense de esa maldita y sepúltenla, pues es hija de rey.

35 Pero cuando fueron para sepultarla, no hallaron de ella más que el cráneo, los pies y las palmas de las manos. 36 Volvieron y se lo informaron. Y él dijo:

—¡Esta es la palabra que el SEÑOR habló por medio de su siervo Elías el tisbita, diciendo: “En la parcela de Jezreel, los perros comerán la carne de Jezabel; 37 y el cadáver de Jezabel será como estiércol sobre la superficie del campo en la parcela de Jezreel, de modo que nadie pueda decir: ‘Esta es Jezabel’”.

Jehú elimina a los hijos de Acab

10 Acab tenía setenta hijos en Samaria. Y Jehú escribió cartas y las envió a Samaria a los principales de la ciudadc, a los ancianos y a los tutores de los hijos de Acab, diciendo:

Ahora, cuando esta carta llegue a ustedes, puesto que tienen con ustedes a los hijos de su señor, y tienen con ustedes los carros, los caballos, una ciudad fortificada y las armas, miren cuál es el mejor y más apto de los hijos de su señor, y pónganlo en el trono de su padre, y combatan por la casa de su señor.

Pero ellos tuvieron mucho temor y se dijeron: “He aquí que dos reyes no pudieron resistirlo; ¿cómo podremos resistir nosotros?”. Entonces el administrador del palacio, el alcalde de la ciudad, los ancianos y los tutores enviaron a decir a Jehú: “Nosotros somos tus siervos y haremos todo lo que nos digas. No pondremos a ninguno como rey; haz lo que te parezca bien”.

Entonces les escribió una segunda carta diciendo:

Si están de mi parte y obedecen mi voz, tomen las cabezas de los hijos varones de su señor y vengan a mí mañana a estas horas a Jezreel.

Los hijos del rey, setenta hijos varones, estaban allí con los principales de la ciudad que los criaban. Y sucedió que cuando les llegó la carta, tomaron a los hijos del rey y degollaron a los setenta hijos varones. Luego pusieron sus cabezas en canastas y las enviaron a Jehú a Jezreel. Entonces llegó el mensajero y le informó diciendo:

—Han traído las cabezas de los hijos del rey.

Y él dijo:

—Pónganlas en dos montones a la entrada de la puerta de la ciudad, hasta mañana.

Cuando llegó la mañana, Jehú salió, se puso de pie y dijo a todo el pueblo:

—Ustedes son inocentes. He aquí, yo soy el que ha conspirado contra mi señor y lo he matado. Pero, ¿quién ha matado a todos estos? 10 Sepan, por tanto, que de la palabra del SEÑOR, de lo que ha hablado el SEÑOR contra la casa de Acab, nada caerá a tierra; y que el SEÑOR ha hecho lo que había dicho por medio de su siervo Elías.

11 Así Jehú mató a todos los que habían quedado de la casa de Acab en Jezreel, a todos sus principales, a sus amigos íntimos y a sus sacerdotes, hasta no dejarle ningún sobreviviente.

Jehú elimina a los hermanos de Ocozías

12 Jehú partió y se dirigió a Samaria, y en el camino llegó a Bet-equed[c] de los pastores. 13 Y Jehú encontró allí a los hermanos de Ocozías, rey de Judá, y les preguntó:

—¿Quiénes son ustedes?

Ellos respondieron:

—Somos hermanos de Ocozías y hemos descendido para saludar a los hijos del rey y a los hijos de la reina madre.

14 Entonces él dijo:

—¡Préndanlos vivos!

Y después que los prendieron vivos, degollaron junto al pozo de Bet-equed[d] a cuarenta y dos hombres, sin dejar con vida a ninguno de ellos.

Jehú elimina a la familia de Acab

15 Jehú partió de allí y encontró a Jonadab hijo de Recab, que venía a su encuentro. Y después de saludarlo le preguntó:

—¿Es recto tu corazón, como mi corazón es recto con tu corazón[e]?

Jonadab respondió:

—Sí, lo es.

Entonces Jehú dijo[f]:

—Si lo es, ¡dame la mano!

Y le dio la mano. Luego lo hizo subir con él al carro, 16 y dijo:

—Ven conmigo y verás mi celo por el SEÑOR.

Y lo hizo[g] subir a su carro. 17 Entonces, cuando Jehú llegó a Samaria, mató a todos los de Acab que habían quedado allí, hasta exterminarlos, conforme a la palabra que el SEÑOR había hablado a Elías.

Jehú elimina a los profetas de Baal

18 Entonces Jehú reunió a todo el pueblo y les dijo:

—Acab sirvió poco a Baal; Jehú le servirá mucho. 19 Ahora pues, convóquenme a todos los profetas de Baal, a todos sus siervos y a todos sus sacerdotes, sin que falte ni uno; porque voy a ofrecer un gran sacrificio a Baal. Cualquiera que falte no vivirá.

Jehú hacía esto con astucia, para destruir a los que rendían culto a Baal. 20 Entonces dijo Jehú:

—¡Consagren una asamblea festiva para Baal!

Y ellos la convocaron. 21 Entonces Jehú envió mensajeros por todo Israel, y todos los siervos de Baal llegaron, sin que nadie dejara de venir. Y entraron en el templo de Baal, el cual se llenó de extremo a extremo.

22 Entonces Jehú dijo al que estaba a cargo del vestuario:

—Saca vestiduras para todos los siervos de Baal.

Y él sacó las vestimentas para ellos. 23 Luego entró Jehú con Jonadab hijo de Recab en el templo de Baal, y dijo a los siervos de Baal:

—Busquen y vean que no haya aquí entre ustedes ninguno de los siervos del SEÑOR, sino solo los siervos de Baal.

24 Cuando entraron para ofrecer los sacrificios y los holocaustos, Jehú colocó afuera ochenta hombres diciéndoles:

—¡Cualquiera que deje escapar a alguno de los hombres que yo he puesto en sus manos, su vida responderá por la de él!

25 Y sucedió que cuando ellos acabaron de hacer el holocausto, Jehú dijo a los de su escolta y a los comandantes:

—¡Entren y mátenlos; que no salga ninguno!

Los de la escolta y los comandantes los mataron a filo de espada y los echaron fuera. Avanzaron hasta el interior del templo de Baal, 26 sacaron el árbol ritual[h] del templo de Baal y lo quemaron. 27 Destrozaron la piedra ritual de Baal, destrozaron el templo y lo convirtieron en letrina hasta el día de hoy. 28 Así Jehú erradicó a Baal de Israel.

Otros hechos de Jehú

29 Con todo eso, Jehú no se apartó de los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, quien hizo pecar a Israel. Jehú no se apartó de ir en pos de los becerros de oro que estaban en Betel y en Dan. 30 Entonces el SEÑOR dijo a Jehú:

—Porque has actuado bien haciendo lo recto ante mis ojos y has hecho a la casa de Acab conforme a todo lo que estaba en mi corazón, tus hijos se sentarán en el trono de Israel hasta la cuarta generación.

31 Pero Jehú no se cuidó de andar con todo su corazón en la ley del SEÑOR Dios de Israel ni se apartó de los pecados de Jeroboam, quien hizo pecar a Israel.

Hechos 17

Pablo y Silas en Tesalónica

17 Atravesaron por Anfípolis y Apolonia y llegaron a Tesalónica, donde había una sinagoga de los judíos. Y de acuerdo con su costumbre, Pablo entró a reunirse con ellos, y por tres sábados discutió con ellos basándose en las Escrituras, explicando y demostrando que era necesario que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos. Él decía: “Este Jesús, a quien yo les anuncio, es el Cristo”. Y algunos de ellos se convencieron y se juntaron con Pablo y Silas: un gran número de los griegos piadosos y no pocas de las mujeres principales.

Entonces los judíos se pusieron celosos y tomaron de la calle a algunos hombres perversos, y formando una turba alborotaron la ciudad. Asaltando la casa de Jasón, procuraban sacarlos al pueblo. Como no los encontraron, arrastraron a Jasón y a algunos hermanos ante los gobernadores de la ciudad, gritando: “¡Estos que trastornan al mundo entero también han venido acá! Y Jasón les ha recibido. Todos estos actúan en contra de los decretos del César, diciendo que hay otro rey, Jesús”. El pueblo y los gobernadores se perturbaron al oír estas cosas; pero después de obtener fianza de Jasón y de los demás, los soltaron.

Pablo y Silas en Berea

10 Entonces, sin demora, los hermanos enviaron a Pablo y Silas de noche a Berea; y al llegar ellos allí, entraron a la sinagoga de los judíos. 11 Estos eran más nobles que los de Tesalónica, pues recibieron la palabra ávidamente, escudriñando cada día las Escrituras para verificar si estas cosas eran así. 12 En consecuencia, creyeron muchos de ellos; y también de las mujeres griegas distinguidas y de los hombres, no pocos. 13 Pero cuando supieron los judíos de Tesalónica que la palabra de Dios era anunciada por Pablo también en Berea, fueron allá para incitar y perturbar a las multitudes. 14 Entonces los hermanos hicieron salir inmediatamente a Pablo para que se fuera hasta el mar, mientras Silas y Timoteo se quedaron allí. 15 Los que conducían a Pablo le llevaron hasta Atenas; y después de recibir órdenes para Silas y Timoteo de que fueran a reunirse con él lo más pronto posible, partieron de regreso.

Discurso de Pablo en Atenas

16 Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se enardecía dentro de él al ver que la ciudad estaba entregada a la idolatría. 17 Por lo tanto, discutía en la sinagoga con los judíos y los piadosos, y todos los días en la plaza mayor, con los que concurrían allí.

18 Y algunos de los filósofos epicúreos y estoicos disputaban con él. Unos decían:

—¿Qué querrá decir este palabrero?

Otros decían:

—Parece ser predicador de divinidades extranjeras.

Pues les anunciaba el evangelio de Jesús y la resurrección.

19 Ellos le tomaron y le llevaron al Areópago diciendo:

—¿Podemos saber qué es esta nueva doctrina de la cual hablas? 20 Pues traes a nuestros oídos algunas cosas extrañas; por tanto, queremos saber qué significa esto.

21 Todos los atenienses y los forasteros que vivían allí no pasaban el tiempo en otra cosa que en decir o en oír la última novedad.

22 Entonces Pablo se puso de pie en medio del Areópago y dijo:

—Hombres de Atenas: Observo que son de lo más religiosos en todas las cosas. 23 Pues, mientras pasaba y miraba sus monumentos sagrados, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. A aquel, pues, que ustedes honran sin conocerle, a este yo les anuncio. 24 Este es el Dios que hizo el mundo y todas las cosas que hay en él. Y como es Señor del cielo y de la tierra, él no habita en templos hechos de manos, 25 ni es servido por manos humanas como si necesitara algo, porque él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas. 26 De uno solo[a] ha hecho toda raza de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra. Él ha determinado de antemano el orden de los tiempos y los límites de su habitación, 27 para que busquen a Dios, si de alguna manera, aun a tientas, palparan y le hallaran. Aunque, a la verdad, él no está lejos de ninguno de nosotros; 28 porque “en él vivimos, nos movemos y somos”[b]. Como también han dicho algunos de sus poetas: “Porque también somos linaje de él”[c].

29 »Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte e imaginación de hombres. 30 Por eso, aunque antes Dios pasó por alto los tiempos de la ignorancia, en este tiempo manda a todos los hombres, en todos los lugares, que se arrepientan; 31 por cuanto ha establecido un día en el que ha de juzgar al mundo con justicia por medio del Hombre a quien ha designado, dando fe de ello a todos, al resucitarle de entre los muertos.

32 Cuando le oyeron mencionar la resurrección de los muertos, unos se burlaban, pero otros decían:

—Te oiremos acerca de esto en otra ocasión.

33 Así fue que Pablo salió de en medio de ellos, 34 pero algunos hombres se juntaron con él y creyeron. Entre ellos estaba Dionisio, quien era miembro del Areópago, y una mujer llamada Dámaris, y otros con ellos.

Salmos 144

Oración por victoria y prosperidad

144 Salmo de David.

Bendito sea el SEÑOR, mi roca,
quien adiestra mis manos para la batalla y mis dedos para la guerra.
Misericordia mía y castillo mío;
mi refugio y mi libertador;
mi escudo en quien he confiado;
el que sujeta los pueblos[a] debajo de mí.
Oh SEÑOR, ¿qué es el hombre para que pienses en él?
¿Qué es el hijo del hombre para que
lo estimes?
El hombre es semejante a un soplo; sus días son como la sombra que pasa.
Oh SEÑOR, inclina tus cielos y desciende; toca las montañas y humeen.
Despide relámpagos y dispérsalos; envía flechas y túrbalos.
Extiende tu mano desde lo alto, rescátame y líbrame de las
aguas caudalosas,
de la mano de los hombres extranjeros
cuya boca habla vanidad
y cuya derecha es mano de mentira.
Oh Dios, a ti cantaré un cántico nuevo; te cantaré con arpa de diez cuerdas.
10 Tú eres el que da victoria a los reyes,
el que rescata a su siervo David
de la maligna espada.
11 Rescátame y líbrame
de la mano de los hombres extranjeros cuya boca habla vanidad
y cuya derecha es mano de mentira.
12 Nuestros hijos sean como plantas crecidas en su juventud,
y nuestras hijas como columnas labradas de las esquinas de un palacio.
13 Nuestros graneros estén llenos, proveyendo toda clase de grano; nuestros rebaños se multipliquen en nuestros campos
por millares y decenas de millares,
14 y nuestras vacas estén cargadas de crías. ¡Que no haya muerte ni aborto
ni gemido en nuestras plazas!
15 Bienaventurado el pueblo al cual así
le sucede.
¡Bienaventurado el pueblo cuyo Dios es el SEÑOR!

Proverbios 17:27-28

27 El que tiene conocimiento refrena sus palabras,
y el de espíritu sereno es hombre prudente.
28 Cuando calla, hasta el insensato
es tenido por sabio;
y el que cierra sus labios,
por inteligente.

Reina Valera Actualizada (RVA-2015)

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