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The Daily Audio Bible

This reading plan is provided by Brian Hardin from Daily Audio Bible.
Duration: 731 days

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Palabra de Dios para Todos (PDT)
Version
2 Reyes 9:14-10:31

14 Así que Jehú, hijo de Josafat y nieto de Nimsi, conspiró contra Jorán.

En aquel tiempo Jorán y los israelitas estaban defendiendo a Ramot de Galaad contra el ataque de Jazael, rey de Siria. 15 El rey Jorán había luchado contra Jazael, rey de Siria. Pero los sirios lo habían herido, y el rey se había ido a Jezrel para curarse las heridas. Entonces Jehú les dijo a los oficiales:

—Si están de acuerdo con que yo sea el nuevo rey, entonces no permitan que nadie se escape de la ciudad para contar las noticias en Jezrel.

16 Jorán estaba descansando en Jezrel, así que Jehú subió a su carro y se fue hasta Jezrel. Ocozías, rey de Judá, también había ido a Jezrel para ver a Jorán. 17 Un guarda estaba parado en la torre de Jezrel. Cuando vio acercarse al grupo de Jehú, avisó:

—¡Viene mucha gente!

Entonces Jorán dijo:

—Manden a su encuentro un mensajero a caballo para averiguar si vienen en son de paz.

18 Así que el mensajero fue al encuentro de Jehú y le dijo:

—El rey Jorán te pregunta: “¿Vienes en son de paz?”

Jehú le dijo:

—A ti no te concierne si vengo en son de paz. Ven y sígueme.

El guarda le avisó a Jorán:

—El mensajero salió al encuentro del grupo, pero no regresó.

19 Entonces Jorán mandó un segundo mensajero a caballo. Se acercó al grupo de Jehú y les dijo:

—El rey Jorán dice: “Paz”.[a]

Jehú contestó:

—A ti no te concierne si vengo en son de paz. Ven y sígueme.

20 El guarda avisó a Jorán:

—El segundo mensajero no ha vuelto. Hay un hombre manejando un carro como loco, a la manera de Jehú hijo de Nimsi.

21 Jorán dijo:

—¡Tráiganme el carro!

Así que los siervos trajeron el carro de Jorán. Tanto Jorán, rey de Israel, como Ocozías, rey de Judá, subieron a sus carros y salieron al encuentro de Jehú. Se encontraron con Jehú en la propiedad de Nabot de Jezrel.

22 Jorán vio a Jehú y le preguntó:

—¿Vienes en son de paz, Jehú?

Jehú contestó:

—No hay paz mientras tu mamá Jezabel siga cometiendo prostitución y brujería.

23 Jorán se dio media vuelta para escapar y le dijo a Ocozías:

—¡Traición, Ocozías!

24 Pero Jehú agarró su arco y le disparó a Jorán en la espalda, penetrando su corazón. Jorán cayó muerto en su carro. 25 Jehú le dijo a Bidcar, el oficial ayudante que manejaba su carro:

—Lleva el cuerpo de Jorán y tíralo al viñedo de Nabot de Jezrel. Recuerda que cuando tú y yo cabalgábamos con su papá Acab, el SEÑOR dijo que eso iba a ocurrir. 26 El SEÑOR dijo: “Ayer vi la sangre de Nabot y sus hijos, y así castigaré a Acab en este campo, dijo el SEÑOR”. Así que lleva el cuerpo de Jorán y tíralo en el campo, tal como dijo el SEÑOR.

27 Cuando Ocozías, rey de Judá, vio todo esto, intentó escapar por la casa del jardín, pero Jehú lo persiguió, diciendo:

—¡Mátenlo también a él!

Hirieron a Ocozías mientras este huía en su carro en el camino hacia Gur cerca de Ibleam. Alcanzó a llegar a Meguido, pero allí murió. 28 Los siervos de Ocozías llevaron su cuerpo en el carro hasta Jerusalén y lo sepultaron en la tumba con sus antepasados en la Ciudad de David.

29 Ocozías había comenzado a reinar en Judá en el undécimo año del reinado de Jorán hijo de Acab en Israel.

Muerte de Jezabel

30 Jehú se acercó a Jezrel, y Jezabel se enteró de las noticias. Se maquilló los ojos, arregló su cabello y se asomó por la ventana. 31 Cuando Jehú entró en la ciudad, Jezabel le dijo:

—Hola, Zimri[b]. Al igual que él, mataste a tu amo.

32 Jehú miró hacia la ventana y dijo:

—¿Quién está de mi lado? ¿Quién?

Entonces se asomaron dos o tres eunucos, 33 y Jehú les dijo:

—¡Arrojen a Jezabel!

Entonces los eunucos arrojaron a Jezabel por la ventana. La sangre de Jezabel salpicó las paredes y los caballos pisotearon su cuerpo. 34 Entonces Jehú entró en la casa para comer y beber, y dijo:

—Ahora encárguense de esa maldita mujer y sepúltenla, porque al fin y al cabo era hija de un rey.

35 Cuando los hombres salieron a sepultar a Jezabel, no encontraron su cadáver. Sólo encontraron el cráneo, los pies y las palmas de sus manos. 36 Le comentaron esto a Jehú, quien les dijo:

—El SEÑOR le había dicho a su siervo Elías el tisbita: “Los perros se comerán el cuerpo de Jezabel en Jezrel. 37 Su cuerpo será como un campo donde se guarda estiércol en Jezrel y nadie podrá reconocerlo”.

Jehú escribe a los líderes de Samaria

10 Acab tenía 70 hijos en Samaria. Jehú escribió unas cartas y las mandó a Samaria para los líderes y ancianos de la ciudad,[c] y para los tutores de los hijos de Acab, diciendo: «Reconozco que ustedes están en una posición ventajosa, tienen a los hijos de su señor con ustedes, también los carros, los caballos, una ciudad fortificada y armas. Así que en cuanto les llegue esta carta, elijan al mejor y más capaz de los hijos de su señor y luchen a favor de la dinastía de su señor».

Sin embargo, los líderes y los ancianos de Jezrel se atemorizaron y dijeron: «Si dos reyes no pudieron detener a Jehú, mucho menos nosotros». Entonces el administrador del palacio de Acab, el gobernador de la ciudad, los ancianos líderes y los que tenían a cargo a los hijos del rey mandaron este mensaje a Jehú: «Somos sus siervos y haremos lo que usted diga. No vamos a declarar rey a nadie, así que haz lo que consideres mejor».

Muerte de los hijos de Acab

Entonces Jehú les escribió otra carta: «Si me apoyan y me obedecen, córtenles la cabeza a los hijos de Acab y tráiganmelas a Jezrel mañana a esta hora».

Acab tenía 70 hijos, los cuales estaban a cargo de los líderes de la ciudad que los habían criado. Cuando los líderes recibieron la carta, agarraron a los hijos del rey y los mataron a todos. Luego pusieron las cabezas en unos canastos y se las mandaron a Jehú que estaba en Jezrel. Un mensajero llegó a donde estaba Jehú y le dijo:

—Han traído las cabezas de los hijos del rey.

Entonces Jehú dijo:

—Pónganlas en dos montones en la puerta de la ciudad y déjenlas ahí hasta la mañana.

Al día siguiente Jehú salió y le dijo al pueblo:

—Ustedes son inocentes. Miren, yo hice planes en contra de mi señor y lo maté pero, ¿quién mató a todos estos hijos de Acab? 10 Sepan bien que todo lo que el SEÑOR dice, ocurre. El SEÑOR dijo de antemano por medio de Elías lo que le iba a suceder a la familia de Acab. Así que el SEÑOR ha hecho lo que dijo que iba a suceder.

11 Entonces Jehú mató a todos los familiares de Acab que vivían en Jezrel, a toda su gente importante, a sus amigos y a sus sacerdotes. No dejó con vida a ninguno de los que apoyaba a Acab.

Jehú mata a los familiares de Ocozías

12 Jehú salió de Jezrel y fue a Samaria. Por el camino, Jehú se detuvo en un lugar llamado el Campamento de los Pastores. 13 Jehú se encontró ahí con algunos familiares de Ocozías, rey de Judá, y les preguntó:

—¿Quiénes son ustedes?

Contestaron:

—Somos parientes de Ocozías, rey de Judá. Vinimos a visitar a los hijos del rey y a los hijos de la madre del rey.

14 Entonces Jehú dijo:

—¡Captúrenlos vivos!

Los hombres de Jehú capturaron ahí a los parientes de Ocozías. Eran 42, y Jehú los mató cerca de Bet Équed. No dejó a ninguno vivo.

15 Después de que Jehú salió de ahí, se encontró con Jonadab hijo de Recab. Jonadab iba a ver a Jehú, quien lo saludó y le dijo:

—¿Eres un amigo tan fiel como lo soy yo?

Jonadab contestó:

—Sí, lo soy.

Jehú le dijo:

—Si me eres fiel, dame tu mano.

Entonces Jehú agarró a Jonadab y lo metió en el carro.

16 Jehú le dijo:

—Ven conmigo y te mostraré mi decisión de compromiso con el SEÑOR.

Así que Jonadab fue con Jehú en su carro. 17 Jehú llegó a Samaria y mató a todos los de la familia de Acab que todavía quedaban vivos en Samaria. Hizo lo que el SEÑOR le había dicho a Elías.

Jehú elimina los adoradores de Baal

18 Jehú reunió a toda la gente y dijo:

—Acab sirvió a Baal poco, pero Jehú lo servirá mucho más. 19 Reúnan a todos los sacerdotes y profetas de Baal junto con todos los que lo adoran. Que no falte ninguno a la reunión. Voy a ofrecer un gran sacrificio y mataré a todo seguidor de Baal que no venga a la reunión.

Pero era un truco. Jehú quería destruir a los que adoraban a Baal. 20 Luego dijo:

—Preparen una asamblea solemne para Baal.

Entonces los sacerdotes proclamaron la reunión. 21 Jehú mandó un mensaje por toda la tierra de Israel y vinieron todos los que adoraban a Baal. Ninguno se quedó en casa y entraron al templo de Baal que se llenó de un extremo al otro.

22 Jehú les dijo a los encargados del guardarropa:

—Saquen trajes para todos los adoradores de Baal.

Así que ellos llevaron trajes para los adoradores de Baal.

23 Entonces Jehú y Jonadab hijo de Recab fueron al templo de Baal. Jehú les dijo a los adoradores de Baal:

—Observen bien y fíjense que no haya entre ustedes alguno que adore al SEÑOR, sino sólo los que adoran a Baal.

24 Los que adoraban a Baal entraron al templo de ese dios para ofrecer sacrificios y ofrendas que deben quemarse completamente.

Afuera del templo, Jehú puso 80 hombres y les dijo:

—Que no escape ninguno. El que deje escapar a alguno, lo pagará con su propia vida.

25 Inmediatamente después de ofrecerse el sacrificio que debe quemarse completamente, Jehú les ordenó a los guardas y a los capitanes:

—¡Vayan y maten a los adoradores de Baal! ¡Qué ninguno salga con vida del templo!

Entonces los capitanes mataron a filo de espada a los adoradores de Baal y arrojaron los cuerpos de allí. Luego los guardas y capitanes entraron al santuario del templo de Baal, 26 sacaron las piedras sagradas que estaban dentro del templo y las quemaron. 27 Derribaron los pilares del templo de Baal y lo convirtieron en un basurero, así como lo es hasta el día de hoy. 28 De esta manera Jehú acabó con la práctica de adorar a Baal en Israel. 29 Pero no se apartó completamente de los pecados que Jeroboán hijo de Nabat hizo cometer a todo Israel, pues Jehú no destruyó los becerros de oro que estaban en Betel y en Dan.

Reinado de Jehú en Israel

30 El SEÑOR le dijo a Jehú:

—Hiciste bien. Obedeciste lo que te ordené y destruiste a la familia de Acab, tal como yo quería que lo hicieras. Por eso tus descendientes reinarán en Israel por cuatro generaciones.

31 Pero Jehú no fue cuidadoso en cumplir con la ley del SEÑOR de todo corazón. Jehú no dejó de cometer el pecado de Jeroboán que llevó a pecar a Israel.

Hechos 17

Pablo y Silas en Tesalónica

17 Después de que Pablo y Silas viajaron por las ciudades de Anfípolis y Apolonia, llegaron a Tesalónica, donde había una sinagoga judía. Pablo fue a la sinagoga para ver a los judíos, como era su costumbre. Durante tres sábados, Pablo discutió con ellos acerca de las Escrituras. Les explicó que las Escrituras demostraban que el Mesías tenía que morir y después resucitar. Les decía: «El Mesías es este Jesús, del que les hablo». Algunos de los judíos fueron convencidos y se unieron a Pablo y a Silas junto con muchos griegos. También se les unieron muchas mujeres importantes.

Pero los judíos que no creían sintieron envidia y contrataron en la calle a unos delincuentes que formaron un grupo y provocaron un alboroto en la ciudad. Asaltaron la casa de Jasón buscando a Pablo y a Silas para llevarlos ante la asamblea popular. Como no los encontraron, arrastraron a Jasón y a otros creyentes y los llevaron ante las autoridades de la ciudad. Toda la gente gritaba: «¡Estos hombres han causado problemas en todo el mundo y ahora han venido a causar problemas aquí! Se hospedan en casa de Jasón y hacen todo lo que está en contra de los decretos del emperador, diciendo que hay otro rey llamado Jesús». Al oír esto, la multitud y las autoridades de la ciudad se inquietaron mucho. Hicieron que Jasón y los demás creyentes pagaran una multa, y los soltaron.

Pablo y Silas en Berea

10 Esa misma noche, los creyentes enviaron a Pablo y a Silas a la ciudad de Berea. Cuando llegaron allí, fueron a la sinagoga judía. 11 Los de Berea eran más receptivos que los de Tesalónica y estuvieron más dispuestos a escuchar a Pablo y a Silas. Estudiaban las Escrituras todos los días porque querían saber si era verdad lo que Pablo y Silas decían. 12 Entonces muchos de los judíos creyeron y también muchas mujeres griegas importantes y sus esposos. 13 Pero cuando los judíos de Tesalónica supieron que Pablo estaba también en Berea, anunciando el mensaje de Dios, fueron también allí a alborotar a la gente y a causar problemas. 14 Pero los hermanos, actuando con rapidez, enviaron a Pablo a la costa, mientras que Silas y Timoteo se quedaron en Berea. 15 Los que acompañaron a Pablo, lo llevaron a la ciudad de Atenas. Estos hermanos volvieron con instrucciones de Pablo para que Silas y Timoteo fueran lo más pronto posible a donde él estaba.

Pablo en Atenas

16 Mientras Pablo esperaba a Silas y a Timoteo en Atenas, le dolió mucho ver que la ciudad estaba llena de ídolos. 17 Habló en la sinagoga con los judíos y con los que no eran judíos que creían en el Dios verdadero. También hablaba diariamente con la gente que estaba en la plaza de mercado de la ciudad. 18 Algunos filósofos epicúreos y estoicos empezaron a discutir con él. Unos decían: «¿Qué es lo que dice ese charlatán?» Otros decían: «Parece que está hablando de otros dioses» porque Pablo estaba hablando de «Jesús» y de la «Resurrección».[a] 19 Entonces llevaron a Pablo a una reunión del Concejo de la ciudad[b] y le dijeron:

—Queremos que nos expliques esta nueva enseñanza que estás presentando. 20 Lo que dices es nuevo para nosotros, nunca habíamos escuchado eso antes y queremos saber qué significan estas nuevas enseñanzas.

21 Todos los atenienses y los inmigrantes que vivían allí ocupaban siempre su tiempo escuchando o hablando de las ideas nuevas que surgían.

22 Entonces Pablo se levantó ante la reunión del Concejo de la ciudad y dijo:

—Atenienses, me doy cuenta de que ustedes son muy religiosos en todo. 23 Al pasar por la ciudad, vi todos sus santuarios y hasta encontré un altar que tenía escrito: “Al Dios no conocido”. Yo les hablo de ese que ustedes adoran sin conocerlo.

24 »Es el Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él. Puesto que él es Señor del cielo y de la tierra, no vive en templos construidos por manos humanas. 25 Él no necesita nada de los seres humanos; al contrario, les da a todos vida, aire y todo lo necesario. 26 De un solo hombre Dios creó todos los distintos seres humanos para que habitaran en todo el mundo y determinó cuándo y dónde debían vivir. 27 Dios quería que la humanidad lo buscara y, aunque fuera a tientas, lo encontrara. Pero en realidad, Dios no está lejos de ninguno de nosotros: 28 “En él vivimos, nos movemos y existimos”. Como dicen sus poetas: “Porque somos sus descendientes”.

29 »Puesto que somos descendientes de Dios, no debemos creer que Dios es algo que la gente imagina o inventa. Él no es una imagen de oro, plata ni piedra. 30 En el pasado, la gente no entendía a Dios y él pasó por alto esa época de ignorancia. Sin embargo, ahora ordena a todo ser humano que cambie su manera de pensar y de vivir. 31 Dios ha fijado una fecha en la cual juzgará a todos con justicia y lo hará por medio del hombre que él ha elegido y resucitado como prueba para todos.

32 Cuando escucharon eso de la resurrección, algunos de ellos se burlaban, pero otros dijeron:

—Ya te escucharemos en otra ocasión.

33 Entonces Pablo se fue de allí. 34 Pero algunos creyeron lo que Pablo decía y lo siguieron. Entre ellos estaban Dionisio, miembro del Concejo de la ciudad, una mujer llamada Dámaris y otros más.

Salmos 144

El pueblo de Dios

Canción de David.

Bendito sea el SEÑOR, mi Roca;
    él me adiestra para la batalla
    y me prepara para la guerra.
Él es mi Dios fiel y amoroso;
    mi fortaleza y mi refugio;
mi libertador y mi escudo, en quien busco protección.
    Él es quien pone a los pueblos bajo mi mando.

SEÑOR, ¿qué es el ser humano para que lo tengas presente?
    ¿Qué es el hijo del hombre para que pienses en él?
El ser humano es como un suspiro,
    su vida es como una sombra que desaparece rápidamente.

SEÑOR, abre los cielos y baja a la tierra.
    Ven, toca las montañas para que echen humo.
Envía relámpagos y dispérsalos;
    lanza tus flechas y hazlos salir de aquí.
Extiende tu mano desde el cielo
    y rescátame de las aguas turbulentas;
    Líbrame del poder de gente extraña,
de los que abren su boca para mentir,
    y levantan su mano derecha para jurar en falso.

Dios mío, te cantaré una canción nueva;
    voy a entonarte canciones de alabanza con el arpa de diez cuerdas.
10 Tú eres el que salva a los reyes
    y libras a tu siervo David de las armas de sus enemigos.
11 Libérame y rescátame de esta gente extraña
    que miente y habla mal de mí.
    Levantan su mano derecha para jurar en falso.

12 Que nuestros hijos sean como árboles
    fuertes en su juventud.
Que nuestras hijas sean como columnas
    labradas que adornan un palacio.
13 Que nuestras despensas estén llenas de toda clase de alimentos.
    Que haya miles de ovejas en nuestros campos.
14 Que las vacas estén grandes con cría.
    Que no pase ningún enemigo por nuestras puertas;
ni se lleve a nuestra gente del país.
    Que no haya gritos de dolor por las calles.

15 Qué afortunado el pueblo que vive así;
    qué afortunado el pueblo cuyo Dios es el SEÑOR.

Proverbios 17:27-28

27 El que es inteligente mide sus palabras;
    el que es prudente mantiene la calma.
28 Si el ignorante calla, pasa por sabio;
    si no abre la boca, pasa por inteligente.

Palabra de Dios para Todos (PDT)

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