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The Daily Audio Bible

This reading plan is provided by Brian Hardin from Daily Audio Bible.
Duration: 731 days

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Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
Version
2 Reyes 6-7

Eliseo hace flotar el hacha

Los hijos de los profetas dijeron a Eliseo: —He aquí que el lugar en que habitamos contigo es demasiado estrecho para nosotros. Permite que vayamos al Jordán, que tomemos de allí cada uno un tronco y que nos hagamos allí un lugar donde podamos habitar.

Él dijo:

—Vayan.

Luego uno dijo:

—Por favor, dígnate venir con tus siervos.

Y él respondió:

—Yo iré.

Entonces fue con ellos; y cuando llegaron al Jordán, cortaron los árboles. Pero sucedió que cuando uno de ellos estaba derribando un tronco, se le cayó el hierro del hacha al agua, y dio voces diciendo:

—¡Ay, señor mío! ¡Era prestada!

El hombre de Dios preguntó:

—¿Dónde cayó?

Le mostró el lugar. Y él cortó un palo, lo echó allí e hizo flotar el hierro. Entonces dijo:

—Tómalo.

Y él extendió la mano y lo tomó.

Eliseo acaba con las incursiones sirias

El rey de Siria estaba en guerra con Israel, y tomó consejo con sus servidores, diciendo:

—En tal y tal lugar estará mi campamento.

Pero el hombre de Dios mandó a decir al rey de Israel: “Guárdate de pasar por tal lugar, porque los sirios van a descender allí”. 10 Y el rey de Israel enviaba gente al lugar que el hombre de Dios le indicaba y advertía, de modo que tomaba precauciones allí, no una ni dos veces. 11 Entonces el corazón del rey de Siria se turbó por esto, y llamando a sus servidores les preguntó:

—¿No me declararán ustedes quién de los nuestros está de parte del rey de Israel?

12 Entonces respondió uno de sus servidores:

—Ninguno, oh mi señor el rey; sino que el profeta Eliseo, que está en Israel, le declara al rey de Israel las palabras que hablas en tu dormitorio.

13 Entonces él dijo:

—Vayan, miren dónde está, y yo enviaré a capturarlo.

Le informaron diciendo:

—He aquí, está en Dotán.

14 Y el rey envió allá gente de a caballo, carros y un gran ejército, los cuales llegaron de noche y rodearon la ciudad. 15 Cuando el que servía al hombre de Dios madrugó para partir y salió, he aquí que un ejército tenía cercada la ciudad con gente de a caballo y carros. Entonces su criado le dijo:

—¡Ay, señor mío! ¿Qué haremos?

16 Él le respondió:

—No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos.

17 Entonces Eliseo oró diciendo:

—Te ruego, oh SEÑOR, que abras sus ojos para que vea.

El SEÑOR abrió los ojos del criado, y este miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo y carros de fuego, alrededor de Eliseo. 18 Y cuando los sirios descendieron hacia él, Eliseo oró al SEÑOR y dijo:

—Te ruego que hieras a esta gente con ceguera.

Y los hirió con ceguera, conforme a la palabra de Eliseo. 19 Luego Eliseo les dijo:

—Este no es el camino ni esta es la ciudad. Síganme, y yo los guiaré a donde está el hombre que buscan.

Entonces los guió a Samaria. 20 Y sucedió que cuando llegaron a Samaria, Eliseo dijo:

—Oh SEÑOR, abre los ojos de estos para que vean.

El SEÑOR abrió sus ojos, y miraron; y he aquí que se hallaban en medio de Samaria. 21 Cuando el rey de Israel los vio, preguntó a Eliseo:

—¿Los mato, padre mío? ¿Los mato?

22 Él le respondió:

—No los mates. ¿Matarías a los que tomas cautivos con tu espada y con tu arco? Pon delante de ellos pan y agua para que coman y beban, y se vuelvan a su señor.

23 Entonces les hizo un gran banquete. Y cuando habían comido y bebido, los dejó ir; y se volvieron a su señor. Y las bandas armadas de Siria no volvieron a hacer incursiones en la tierra de Israel.

Los sirios sitian Samaria

24 Aconteció después de esto que Ben-hadad, rey de Siria, reunió todo su ejército, y subió y sitió a Samaria. 25 Y he aquí que mientras la tenían sitiada, había mucha hambre en Samaria, tanto que la cabeza de un asno era vendida por ochocientos ochenta gramos de plata, y un kilo de estiércol de paloma[a] por cincuenta gramos de plata.

26 Sucedió que cuando el rey de Israel pasaba por el muro, una mujer gritó diciéndole:

—¡Socórreme, oh mi señor el rey!

27 Él dijo:

—Si no te socorre el SEÑOR, ¿de dónde te he de socorrer yo? ¿De la era, o del lagar? 28 —El rey añadió—: ¿Qué quieres?

Ella respondió:

—Esta mujer me dijo: “Entrega tu hijo para que lo comamos hoy, y mañana comeremos el mío”. 29 Cocimos, pues, a mi hijo y lo comimos. Al día siguiente yo le dije a ella: “Entrega tu hijo para que lo comamos”. Pero ella ha escondido a su hijo.

30 Sucedió que cuando el rey oyó las palabras de la mujer, rasgó sus vestiduras y pasaba así por el muro. Entonces el pueblo miró, y he aquí que debajo llevaba cilicio sobre su cuerpo. 31 Luego dijo:

—¡Así me haga Dios y aun me añada, si la cabeza de Eliseo hijo de Safat queda hoy en su lugar!

Eliseo anuncia la liberación de Samaria

32 Eliseo estaba sentado en su casa, y los ancianos estaban sentados con él, cuando el rey envió a uno de sus hombres. Pero antes que el mensajero llegara a él, Eliseo dijo a los ancianos:

—¿Ven cómo este hijo de homicida envía para que me quiten la cabeza? Miren, pues, y cuando llegue el mensajero, cierren la puerta e impídanle la entrada. ¿No se oye tras él el ruido de los pasos de su señor?

33 Mientras él estaba hablando con ellos, he aquí que el mensajero descendía hacia él y dijo: “¡Ciertamente este mal proviene del SEÑOR! ¿Qué puedo aún esperar del SEÑOR?”.

Entonces Eliseo dijo: —Oíd la palabra del SEÑOR: Así ha dicho el SEÑOR: “Mañana a estas horas, en la puerta de Samaria, se venderán siete kilos de harina refinada por once gramos de plata, y quince kilos de cebada por once gramos de plata”.

El comandante, en cuyo brazo se apoyaba el rey, respondió al hombre de Dios y dijo:

—He aquí, aun cuando el SEÑOR hiciera ventanas en los cielos, ¿sería esto posible?

Y él dijo:

—¡He aquí que tú lo verás con tus ojos, pero no comerás de ello!

Final del sitio de Samaria

Había cuatro hombres leprosos a la entrada de la puerta de la ciudad, los cuales se dijeron unos a otros:

—¿Para qué nos quedamos aquí hasta morir? Si decimos: “Entremos en la ciudad”, el hambre está en la ciudad, y moriremos allí; y si nos quedamos aquí, también moriremos. Ahora pues, vayamos y pasemos al campamento de los sirios. Si nos conceden la vida, viviremos; y si nos matan, moriremos.

Al anochecer se levantaron para ir al campamento de los sirios. Y cuando llegaron a un extremo del campamento de los sirios, he aquí que no había nadie allí. Porque el Señor había hecho que en el campamento de los sirios se oyera el estruendo de carros, el estruendo de caballos y el estruendo de un gran ejército, y se dijeron unos a otros: “He aquí, el rey de Israel ha contratado contra nosotros a los reyes de los heteos y a los reyes de los egipcios para que vengan contra nosotros”. Así que se habían levantado y huido al anochecer dejando sus tiendas, sus caballos, sus asnos y el campamento intacto. Y habían huido para salvar sus vidas.

Cuando estos leprosos llegaron al extremo del campamento, entraron en una tienda, comieron y bebieron y tomaron de allí plata, oro y ropa; y fueron y los escondieron. Luego regresaron y entraron en otra tienda; también de allí tomaron, y fueron y lo escondieron. Luego se dijeron unos a otros:

—No estamos haciendo bien. Hoy es día de buenas nuevas, y nosotros estamos callados. Si esperamos hasta la luz de la mañana, nos alcanzará la maldad. Ahora pues, vayamos, entremos y demos la noticia a la casa del rey.

10 Entonces fueron y dieron voces a los porteros[b] de la ciudad, y les informaron diciendo:

—Fuimos al campamento de los sirios, y he aquí que no había nadie, ni la voz de nadie, sino solo caballos y asnos atados; y las tiendas estaban intactas.

11 Los porteros lo proclamaron y lo anunciaron dentro de la casa del rey. 12 Entonces el rey se levantó de noche y dijo a sus servidores:

—Yo les diré lo que nos han hecho los sirios: Ellos saben que tenemos hambre y han salido de sus tiendas para esconderse en el campo diciendo: “Cuando salgan de la ciudad, los prenderemos vivos y entraremos en la ciudad”.

13 Entonces intervino uno de sus servidores y dijo:

—Que se tomen cinco de los caballos que han quedado en la ciudad (a los que quedan les sucederá como a toda la multitud de Israel que ha quedado en ella; les sucederá como a toda la multitud de Israel que ya ha perecido), y mandemos a ver.

14 Tomaron, pues, dos carros tirados por caballos; y el rey envió mensajeros tras el ejército de los sirios, diciéndoles:

—Vayan y vean.

15 Fueron tras ellos hasta el Jordán, y he aquí que todo el camino estaba lleno de prendas de vestir y equipo que los sirios habían arrojado en su apresuramiento. Los mensajeros volvieron e informaron al rey. 16 Entonces el pueblo salió y saqueó el campamento de los sirios. Y sucedió que se vendían siete kilos de harina refinada por once gramos de plata, y quince kilos de cebada por once gramos de plata, conforme a la palabra del SEÑOR.

Muerte del comandante del rey

17 El rey puso a cargo de la puerta de la ciudad a aquel comandante en cuyo brazo se apoyaba. Pero el pueblo lo atropelló junto a la puerta; y murió, conforme a lo que había dicho el hombre de Dios cuando el rey fue a él. 18 Sucedió, pues, tal como el hombre de Dios había hablado al rey, diciendo: “Mañana a estas horas, en la puerta de Samaria, se venderán siete kilos de cebada por once gramos de plata y un kilo y medio de harina refinada por once gramos de plata”. 19 Aquel comandante había respondido al hombre de Dios y había dicho: “He aquí, aun cuando el SEÑOR hiciera ventanas en los cielos, ¿sería esto posible?”. Y Eliseo le había dicho: “¡He aquí que tú lo verás con tus ojos, pero no comerás de ello!”. 20 Y así le ocurrió, porque el pueblo lo atropelló junto a la puerta, y murió.

Hechos 15:36-16:15

Comienzo del segundo viaje misionero

36 Después de algunos días, Pablo dijo a Bernabé: “Volvamos ya a visitar a los hermanos en todas las ciudades en las cuales hemos anunciado la palabra del Señor, para ver cómo están”.

37 Bernabé quería llevar consigo a Juan, llamado Marcos; 38 pero a Pablo le parecía bien no llevar consigo a quien se había apartado de ellos desde Panfilia y que no había ido con ellos a la obra. 39 Surgió tal desacuerdo entre ellos que se separaron el uno del otro. Bernabé tomó a Marcos y navegó a Chipre; 40 y Pablo escogió a Silas y salió encomendado por los hermanos a la gracia del Señor. 41 Luego recorría Siria y Cilicia, fortaleciendo a las iglesias.

Timoteo acompaña a Pablo

16 Llegó a Derbe y Listra, y he aquí había allí cierto discípulo llamado Timoteo[a], hijo de una mujer judía creyente, pero de padre griego. Él era de buen testimonio entre los hermanos en Listra y en Iconio. Pablo quiso que este fuera con él, y tomándole lo circuncidó por causa de los judíos que estaban en aquellos lugares, porque todos sabían que su padre era griego.

Cuando pasaban por las ciudades, les entregaban las decisiones tomadas por los apóstoles y los ancianos que estaban en Jerusalén, para que las observaran. Así las iglesias eran fortalecidas en la fe, y su número aumentaba cada día.

Pablo pasa a Macedonia

Atravesaron la región de Frigia y de Galacia, porque les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia. Cuando llegaron a la frontera de Misia, procuraban entrar en Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se lo permitió. Entonces, después de pasar junto a Misia, descendieron a Troas. Y por la noche se le mostró a Pablo una visión en la que un hombre de Macedonia estaba de pie rogándole y diciendo: “¡Pasa a Macedonia y ayúdanos!”.

10 En cuanto vio la visión, de inmediato procuramos salir para Macedonia, teniendo por seguro que Dios nos había llamado para anunciarles el evangelio. 11 Zarpamos, pues, de Troas y fuimos con rumbo directo a Samotracia, y al día siguiente a Neápolis; 12 y de allí a Filipos, que es una ciudad principal de la provincia de Macedonia, y una colonia. Pasamos algunos días en aquella ciudad.

La conversión de Lidia

13 Y el día sábado salimos fuera de la puerta de la ciudad, junto al río, donde pensábamos que habría un lugar de oración. Nos sentamos allí y hablábamos a las mujeres que se habían reunido. 14 Entonces escuchaba cierta mujer llamada Lidia, cuyo corazón abrió el Señor para que estuviera atenta a lo que Pablo decía. Era vendedora de púrpura de la ciudad de Tiatira, y temerosa de Dios. 15 Como ella y su familia fueron bautizadas, nos rogó diciendo: “Ya que han juzgado que soy fiel al Señor, entren en mi casa y quédense”. Y nos obligó a hacerlo.

Salmos 142

Oración de un hombre afligido

142 Masquil[a] de David. Su oración cuando estaba en la cueva.

Con mi voz clamo al SEÑOR; con mi voz pido al SEÑOR
misericordia.
Delante de él derramo mi lamento; delante de él expreso mi angustia.
Cuando mi espíritu está desmayado dentro de mí
tú conoces mi senda.
En el camino en que he de andar han escondido una trampa para mí.
Miro a la derecha y observo,
y no hay quien me reconozca. No tengo refugio;
no hay quien se preocupe por mi vida.
A ti clamo, oh SEÑOR.
Digo: “Tú eres mi refugio
y mi porción en la tierra de los vivientes”.
Escucha mi clamor porque estoy muy afligido;
líbrame de los que me persiguen porque son más fuertes que yo.
Saca mi alma de la prisión
para que alabe tu nombre.
Los justos me rodearán
porque me colmarás de bien.

Proverbios 17:24-25

24 La sabiduría se refleja en la cara del hombre entendido,
pero los ojos del necio vagan hasta
el extremo de la tierra.
25 El hijo necio causa enojo a su padre
y amargura a la que le dio a luz.

Reina Valera Actualizada (RVA-2015)

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