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The Daily Audio Bible

This reading plan is provided by Brian Hardin from Daily Audio Bible.
Duration: 731 days

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Biblia del Jubileo (JBS)
Version
2 Reyes 6-7

Los hijos de los profetas dijeron a Eliseo: He aquí, el lugar en que moramos contigo nos es estrecho.

Vamos ahora al Jordán, y tomemos de allí cada uno una viga, y hagámonos allí lugar en que habitemos. Y él dijo: Andad.

Y dijo uno: Te rogamos que quieras venir con tus esclavos. Y él respondió: Yo iré.

Se fue, pues, con ellos; y cuando llegaron al Jordán, cortaron la madera.

Y aconteció que derribando uno un árbol, se le cayó el hacha en el agua; y dio voces, diciendo: ¡Ay, señor mío, que era prestada!

Y el varón de Dios dijo: ¿Dónde cayó? Y él le mostró el lugar. Entonces cortó él un palo, y lo echó allí; e hizo nadar el hierro.

Y él le dijo: Tómalo. Y él tendió la mano, y lo tomó.

¶ Tenía el rey de Siria guerra contra Israel, y consultando con sus esclavos, dijo: En tal y tal lugar estará mi campamento.

Y el varón de Dios envió a decir al rey de Israel: Mira que no pases por tal lugar, porque los sirios van allí.

10 Entonces el rey de Israel envió a aquel lugar que el varón de Dios había dicho; de la cual le había amonestado; y se guardó de allí, no una vez ni dos.

11 Y el corazón del rey de Siria fue turbado de esto; y llamando a sus esclavos, les dijo: ¿No me declararéis vosotros quién de los nuestros es del rey de Israel?

12 Entonces uno de los esclavos dijo: No, rey, señor mío; sino que el profeta Eliseo está en Israel, el cual declara al rey de Israel las palabras que tú hablas en tu más secreta cámara.

13 Y él dijo: Id, y mirad dónde está, para que yo envíe a tomarlo. Y le fue dicho: He aquí él está en Dotán. {Heb. dos pozos}

14 Entonces envió el rey allá gente de a caballo, y carros, y un gran ejército, los cuales vinieron de noche, y cercaron la ciudad.

15 Y levantándose de mañana el que servía al varón de Dios, para salir, he aquí el ejército que tenía cercada la ciudad, con gente de a caballo y carros. Entonces su criado le dijo: ¡Ay, señor mío! ¿qué haremos?

16 Y él le dijo: No tengas miedo; porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos.

17 Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh SEÑOR, que abras sus ojos para que vea. Entonces el SEÑOR abrió los ojos del joven, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo.

18 Y cuando los sirios descendieron a él, Eliseo oró al SEÑOR, y dijo: Te ruego que hieras a esta gente con ceguedad. Y los hirió con ceguedad, conforme al dicho de Eliseo.

19 Y Eliseo les dijo: No es éste el camino, ni es ésta la ciudad; seguidme, que yo os guiaré al hombre que buscáis. Y los guió a Samaria.

20 Y cuando llegaron a Samaria, dijo Eliseo: SEÑOR, abre los ojos de éstos, para que vean. Y el SEÑOR abrió sus ojos, y miraron, y he aquí se hallaron en medio de Samaria.

21 Y cuando los vio, el rey de Israel dijo a Eliseo: ¿Los heriré? ¿Los heriré, padre mío?

22 Y él le respondió: No los hieras; ¿herirías tú a los que tomaste cautivos con tu espada y con tu arco? Pon delante de ellos pan y agua, para que coman y beban, y se vuelvan a su señor.

23 Entonces les fue aparejada grande comida; y cuando habían comido y bebido, los envió, y ellos se volvieron a su señor. Y nunca más vinieron escuadrones de Siria a la tierra de Israel.

24 ¶ Después de esto aconteció, que Ben-adad rey de Siria juntó todo su ejército, y subió, y puso cerco a Samaria.

25 Y hubo grande hambre en Samaria, teniendo ellos cerco sobre ella; tanto, que la cabeza de un asno era vendida por ochenta piezas de plata, y la cuarta de un cabo de estiércol de palomas por cinco piezas de plata.

26 Y pasando el rey de Israel por el muro, una mujer le dio voces, y dijo: Salva, rey señor mío.

27 Y él dijo: Si no te salva el SEÑOR, ¿de dónde te puedo salvar yo? ¿Del alfolí, o del lagar?

28 Y le dijo el rey: ¿Qué tienes? Y ella respondió: Esta mujer me dijo: Da acá tu hijo, y comámoslo hoy, y mañana comeremos el mío.

29 Cocimos, pues, mi hijo, y le comimos. El día siguiente yo le dije: Da acá tu hijo, y comámoslo. Mas ella ha escondido su hijo.

30 Y cuando el rey oyó las palabras de aquella mujer, rasgó sus vestidos, y pasó así por el muro; y el pueblo vio el cilicio que traía interiormente sobre su carne.

31 Y él dijo: Así me haga Dios, y así me añada, si la cabeza de Eliseo hijo de Safat quedare sobre él hoy.

32 Y Eliseo sentado en su casa, y con él estaban sentados los ancianos; y el rey envió a él un varón. Mas antes que el mensajero viniera a él, dijo él a los ancianos: ¿No habéis visto como este hijo del homicida me envía a quitarme la cabeza? Mirad, pues, y cuando viniere el mensajero, cerrad la puerta, e impedidle la entrada; ¿no viene tras él el estruendo de los pies de su amo?

33 Aun estaba él hablando con ellos, y he aquí el mensajero que descendía a él; y dijo: Ciertamente este mal del SEÑOR viene. ¿Para qué he de esperar más al SEÑOR?

Dijo entonces Eliseo: Oíd palabra del SEÑOR: Así dijo el SEÑOR: Mañana a estas horas valdrá el seah de flor de harina un siclo, y dos seah de cebada un siclo, a la puerta de Samaria.

Y un capitán sobre cuya mano el rey se apoyaba, respondió al varón de Dios, y dijo: Si el SEÑOR hiciera ahora ventanas en el cielo, ¿sería esto así? Y él dijo: He aquí tú lo verás con tus ojos, mas no comerás de ello.

Y había cuatro hombres leprosos a la entrada de la puerta, los cuales dijeron el uno al otro: ¿Para qué nos estamos aquí hasta que muramos?

Si hablaremos de entrar en la ciudad, por el hambre que hay en la ciudad moriremos en ella; y si nos quedamos aquí, también moriremos. Vamos, pues, ahora, y pasémonos al ejército de los Sirios; si ellos nos dieren la vida, viviremos; y si nos dieren la muerte, moriremos.

Se levantaron, pues, en el principio de la noche, para irse al campamento de los sirios; y llegando a las primeras estancias de los sirios, no había allí hombre.

Porque el Señor había hecho que en el campamento de los sirios se oyera estruendo de carros, ruido de caballos, y estrépito de gran ejército; y se dijeron los unos a los otros: He aquí el rey de Israel ha pagado contra nosotros a los reyes de los heteos, y a los reyes de los egipcios, para que vengan contra nosotros.

Y así se habían levantado y huido al principio de la noche, dejando sus tiendas, sus caballos, sus asnos, y el campamento como se estaba; y habían huido para salvar las vidas.

Y cuando los leprosos llegaron a las primeras estancias, entraron en una tienda, y comieron y bebieron, y tomaron de allí plata, oro, y vestido, y fueron, y lo escondieron; y vueltos, entraron en otra tienda, y de allí también tomaron, y fueron, y escondieron.

Y se dijeron el uno al otro: No hacemos bien; hoy es día de dar la buena nueva, y nosotros callamos; y si esperamos hasta la luz de la mañana, seremos tomados en la iniquidad. Vamos pues, ahora, entremos y demos la nueva en casa del rey.

10 Y vinieron, y dieron voces a los guardas de la puerta de la ciudad, y les declararon, diciendo: Nosotros fuimos al campamento de los sirios, y he aquí que no había allí hombre, ni voz de hombre, sino los caballos atados, los asnos atados, y el campamento como estaba.

11 Y los porteros dieron voces, y lo declararon dentro, en la casa del rey.

12 Y se levantó el rey de noche, y dijo a sus esclavos: Yo os declararé lo que nos han hecho los sirios. Ellos saben que tenemos hambre, y han salido de las tiendas y se han escondido en el campo, diciendo: Cuando hubieren salido de la ciudad, los tomaremos vivos, y entraremos en la ciudad.

13 Entonces respondió uno de sus esclavos, y dijo: Tomen ahora cinco de los caballos que han quedado en la ciudad, (porque ellos también son como toda la multitud de Israel que ha quedado en ella; también ellos son como toda la multitud de Israel que ha perecido); y enviemos, y veamos qué hay.

14 Tomaron pues dos caballos de un carro, y envió el rey tras el campamento de los sirios, diciendo: Id, y ved.

15 Y ellos fueron, y los siguieron hasta el Jordán; y he aquí, todo el camino estaba lleno de vestidos y de vasos que los sirios habían arrojado con la premura. Y volvieron los mensajeros, y lo hicieron saber al rey.

16 Entonces el pueblo salió, y saquearon el campamento, de los sirios. Y fue vendido un seah de flor de harina por un siclo, y dos seah de cebada por un siclo, conforme a la palabra del SEÑOR.

17 ¶ Y el rey puso a la puerta a aquel príncipe sobre cuya mano él se apoyaba; y le atropelló el pueblo a la entrada, y murió, conforme a lo que había dicho el varón de Dios, lo que habló cuando el rey descendió a él.

18 Aconteció, pues, de la manera que el varón de Dios había hablado al rey, diciendo: Dos seah de cebada por un siclo, y el seah de flor de harina será vendido por un siclo mañana a estas horas, a la puerta de Samaria.

19 A lo cual aquel príncipe había respondido al varón de Dios, diciendo: Aunque el SEÑOR hiciera ventanas en el cielo, ¿pudiera ser eso? Y él dijo: He aquí tú lo verás con tus ojos, mas no comerás de ello.

20 Y le sucedió así; porque el pueblo le atropelló a la entrada, y murió.

Hechos 15:36-16:15

36 ¶ Y después de algunos días, Pablo dijo a Bernabé: Volvamos a visitar a los hermanos por todas las ciudades en las cuales hemos anunciado la palabra del Señor, para ver cómo están.

37 Y Bernabé quería que tomaran consigo a Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos;

38 mas a Pablo no le parecía bien llevar consigo al que se había apartado de ellos desde Panfilia, y no había ido con ellos a la obra.

39 Y hubo tal contención entre ellos, que se apartaron el uno del otro; y Bernabé tomando a Marcos, navegó a Chipre.

40 Y Pablo escogiendo a Silas, salió encomendado de los hermanos a la gracia del Señor.

41 Y anduvo la Siria y la Cilicia, confirmando a las Iglesias.

16 ¶ Después llegó a Derbe, y a Listra; y he aquí, estaba allí un discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer judía fiel, mas de padre gentil.

De éste daban buen testimonio los hermanos que estaban en Listra y en Iconio.

Pablo quiso que éste fuera con él; y tomándole, le circuncidó por causa de los judíos que estaban en aquellos lugares; porque todos sabían que su padre era griego.

Y cuando pasaban por las ciudades, les daban que guardaran los decretos que habían sido determinados por los apóstoles y los ancianos que estaban en Jerusalén.

Así que, las Iglesias eran confirmadas en la fe, y eran aumentadas en número cada día.

¶ Y pasando a Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la Palabra en Asia.

Cuando llegaron a Misia, intentaron de ir a Bitinia; mas el Espíritu no les dejó.

Y pasando a Misia, descendieron a Troas.

Y fue mostrada a Pablo de noche una visión: Un varón Macedonio se puso delante, rogándole, y diciendo: Pasa a Macedonia, y ayúdanos.

10 Y como vio la visión, luego procuramos partir a Macedonia, dando por cierto que Dios nos llamaba para que les anunciáramos el Evangelio.

11 Partidos pues de Troas, vinimos camino derecho a Samotracia, y el día siguiente a Neápolis;

12 y de allí a Filipos, que es la primera ciudad de la parte de Macedonia, y una colonia; y estuvimos en aquella ciudad algunos días.

13 Y un día de los sábados salimos de la puerta junto al río, donde solía ser la oración; y sentándonos, hablamos a las mujeres que se habían juntado.

14 Entonces una mujer llamada Lidia, que vendía púrpura en la ciudad de Tiatira, temerosa de Dios, estaba oyendo; el corazón de la cual abrió el Señor para que estuviera atenta a lo que Pablo decía.

15 Y cuando fue bautizada, con su casa, nos rogó, diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad; y nos constriñó.

Salmos 142

Masquil de David: Oración que hizo cuando estaba en la cueva.

Con mi voz clamaré al SEÑOR, con mi voz pediré misericordia al SEÑOR.

Delante de él derramaré mi querella; delante de él denunciaré mi angustia.

Cuando mi espíritu se angustiaba dentro de mí, tú conociste mi senda. En el camino en que andaba, me escondieron lazo.

¶ Miraba a la mano derecha, y observaba; mas no había quién me conociera; no tuve refugio, no había quién volviera por mi vida.

Clamé a ti, oh SEÑOR, Dije: Tú eres mi esperanza, y mi porción en la tierra de los vivientes.

Escucha mi clamor, que estoy muy afligido; líbrame de los que me persiguen, porque son más fuertes que yo.

Saca mi alma de la cárcel para que alabe tu Nombre; conmigo harán fiesta los justos, cuando me hubieras destetado.

Proverbios 17:24-25

24 ¶ En el rostro del entendido aparece la sabiduría; mas los ojos del loco manifiestan su locura hasta el cabo de la tierra.

25 ¶ El hijo loco es enojo a su padre, y amargura a la que lo engendró.

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