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The Daily Audio Bible

This reading plan is provided by Brian Hardin from Daily Audio Bible.
Duration: 731 days

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Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
Version
1 Reyes 2:1-3:2

David instruye a Salomón

Cuando se acercaban los días de la muerte de David, mandó a su hijo Salomón diciendo: “Yo me voy por el camino de todo el mundo. Tú, esfuérzate y sé hombre. Guarda lo que el SEÑOR tu Dios te ha encomendado, para andar en sus caminos y guardar sus estatutos, sus mandamientos, sus decretos y sus testimonios, como está escrito en la ley de Moisés, para que tengas éxito en todo lo que hagas y en todo lo que emprendasb; a fin de que el SEÑOR cumpla su promesa que hizo acerca de míc, diciendo: ‘Si tus hijos guardan sus caminos andando delante de mí con fidelidad, con todo su corazón y con toda su alma, jamás te faltará un hombre sobre el trono de Israel’.

“También tú sabes lo que me hizo Joab, hijo de Sarvia: lo que hizo a dos jefes del ejército de Israel, a Abner hijo de Ner y a Amasa hijo de Jeter, a quienes mató derramando sangre de guerra en tiempo de paz y poniendo sangre de guerra en el cinturón que llevaba sobre sus lomos y en el calzado que tenía en sus pies. Tú harás conforme a tu sabiduría; no dejarás que sus canas desciendan en paz al Seol.

“Pero mostrarás benevolencia a los hijos de Barzilai el galaadita. Que ellos estén entre los que comen a tu mesa, porque se pusieron a mi lado cuando yo iba huyendo de tu hermano Absalón.

“He aquí, tienes contigo a Simei hijo de Gera, el benjaminita de Bajurim, quien me maldijo con una cruel maldición el día que yo iba a Majanaim. Pero cuando él mismo descendió a recibirme al Jordán, le juré por el SEÑOR diciendo: ‘No te mataré a espada’. Pero ahora no lo absolverás. Puesto que tú eres un hombre sabio, sabrás lo que debes hacer con él; harás descender sus canas con sangre al Seol”.

Muerte y sepultura de David

10 Entonces David reposó con sus padres y fue sepultado en la Ciudad de David. 11 El tiempo que David reinó sobre Israel fue de cuarenta años. En Hebrón reinó siete años, y en Jerusalén reinó treinta y tres años.

12 Salomón se sentó en el trono de su padre David, y su reino fue firmemente establecido.

Salomón elimina a Adonías

13 Entonces Adonías, hijo de Haguit, fue a Betsabé, madre de Salomón, y ella le preguntó:

—¿Es pacífica tu visita?

Él respondió:

—Es pacífica. 14 —Y añadió—: Tengo que decirte algo.

Ella dijo:

—Habla.

15 Él dijo:

—Tú sabes que el reino era mío y que todo Israel había puesto la mirada en mí, para que yo reinara. Pero el reino cambió de manos y pasó a ser de mi hermano, porque por determinación del SEÑOR era suyo. 16 Ahora, yo te hago una petición; no me la niegues.

Ella le dijo:

—Habla.

17 Entonces él dijo:

—Por favor, habla al rey Salomón, porque él no te lo negará, para que me dé por mujer a Abisag la sunamita.

18 Y Betsabé dijo:

—Bien, yo hablaré al rey por ti.

19 Betsabé fue al rey Salomón para hablarle a favor de Adonías. El rey se levantó para recibirla y le hizo reverencia. Volvió a sentarse en su trono e hizo poner una silla para la madre del rey, quien se sentó a su derecha. 20 Entonces ella dijo:

—Te haré una pequeña petición; no me la niegues.

El rey le dijo:

—Pide, madre mía, que no te la negaré.

21 Ella dijo:

—Que Abisag la sunamita sea dada por mujer a tu hermano Adonías.

22 El rey Salomón respondió y dijo a su madre:

—¿Por qué pides a Abisag la sunamita para Adonías? ¡Pide también el reino para él, porque es mi hermano mayor, y además tiene de su parte al sacerdote Abiatar y a Joab, hijo de Sarvia![a].

23 Entonces el rey Salomón juró por el SEÑOR diciendo:

—¡Así me haga Dios y aun me añada, que Adonías ha hablado estas palabras contra su propia vida! 24 Ahora pues, vive el SEÑOR que me ha confirmado, me ha hecho sentar en el trono de mi padre David y me ha hecho casa, como me había dicho, que Adonías morirá hoy mismo.

25 Entonces el rey Salomón envió a Benaías hijo de Joyada, quien arremetió contra Adonías, y este murió.

Salomón excluye a Abiatar y a Joab

26 Después dijo el rey al sacerdote Abiatar:

—Vete a tus campos en Anatot, pues tú eres digno de muerte. Pero no te mataré hoy, porque has llevado el arca del SEÑOR delante de mi padre David, y porque has participado de todo aquello que mi padre sufrió.

27 Así excluyó Salomón a Abiatar de ser sacerdote del SEÑOR, cumpliéndose la palabra que el SEÑOR había hablado en Silo acerca de la casa de Elí.

28 La noticia llegó hasta Joab, porque Joab también se había adherido a Adonías, aunque no se había adherido a Absalón[b]. Joab huyó al tabernáculo del SEÑOR y se asió de los cuernos del altar. 29 Informaron al rey Salomón que Joab había huido al tabernáculo del SEÑOR y que estaba junto al altar. Entonces Salomón envió a Benaías hijo de Joyada, diciendo:

—¡Ve y arremete contra él!

30 Benaías entró en el tabernáculo del SEÑOR y le dijo:

—El rey dice que salgas.

Él dijo:

—No, sino que aquí moriré.

Benaías llevó la respuesta al rey diciendo:

—Así ha dicho Joab, y así me ha respondido…

31 Entonces el rey le dijo:

—Haz como él ha dicho. Arremete contra él, y sepúltalo. Así quitarás de mí y de la casa de mi padre la sangre que Joab ha derramado injustamente. 32 El SEÑOR hará recaer su sangre sobre su cabeza, porque sin que lo supiera mi padre David, arremetió y mató a espada a dos hombres más justos y mejores que él: a Abner hijo de Ner, jefe del ejército de Israel; y a Amasa hijo de Jeter, jefe del ejército de Judá. 33 La sangre de ellos recaiga sobre la cabeza de Joab y sobre la cabeza de sus descendientes, para siempre. Pero haya paz de parte del SEÑOR para David y sus descendientes, y para su casa y su trono, por siempre.

34 Entonces Benaías hijo de Joyada fue, arremetió contra él y lo mató. Y fue sepultado en su casa[c] en el desierto. 35 El rey puso en su lugar, al mando del ejército, a Benaías hijo de Joyada; también el rey puso al sacerdote Sadoc en lugar de Abiatar.

Salomón elimina a Simei

36 Después el rey envió a llamar a Simei y le dijo:

—Edifica para ti una casa en Jerusalén y habita allí. No salgas de allí a ninguna parte, 37 porque debes saber bien que el día que salgas y cruces el arroyo de Quedrón, morirás irremisiblemente; y tu sangre recaerá sobre tu cabeza.

38 Simei dijo al rey:

—Está bien lo que dices. Tu siervo hará así como ha dicho mi señor el rey.

Simei habitó en Jerusalén mucho tiempo. 39 Pero aconteció, pasados tres años, que se le escaparon a Simei dos esclavos y se fueron a Aquis hijo de Maaca, rey de Gat. E informaron a Simei, diciendo: “He aquí que tus esclavos están en Gat”. 40 Entonces Simei se levantó, aparejó su asno y fue a Gat, ante Aquis, para buscar a sus esclavos. Fue, pues, Simei e hizo volver de Gat a sus esclavos.

41 Se le informó a Salomón que Simei había ido de Jerusalén a Gat y que había regresado. 42 El rey envió a llamar a Simei y le dijo:

—¿No te hice jurar por el SEÑOR y te advertí diciendo: “El día que salgas y vayas a alguna parte, ten por cierto que morirás irremisiblemente”? Y tú me dijiste: “Está bien lo que dices; yo obedeceré”. 43 ¿Por qué, pues, no guardaste el juramento del SEÑOR y el mandato que te impuse? 44 —El rey dijo además a Simei—: Tú conoces, tú conoces bien toda la maldad que cometiste contra mi padre David. El SEÑOR, pues, ha vuelto tu maldad sobre tu cabeza. 45 El rey Salomón será bendito, y el trono de David será firme delante del SEÑOR para siempre.

46 Entonces el rey mandó a Benaías hijo de Joyada, quien salió y arremetió contra Simei, y este murió.

Así fue consolidado el reino en mano de Salomón.

Salomón pide sabiduría para

gobernar

Salomón emparentó con el faraón, rey de Egipto, porque tomó a la hija del faraón y la trajo a la Ciudad de David, mientras acababa de edificar su casa, la casa del SEÑOR y los muros alrededor de Jerusalén.

Hasta entonces[d] el pueblo ofrecía sacrificios en los lugares altos, porque en aquellos tiempos no había sido edificada una casa al nombre del SEÑOR.

Hechos 5

Ananías y Safira

Pero cierto hombre llamado Ananías, juntamente con Safira su mujer, vendió una posesión. Con el conocimiento de su mujer, sustrajo del precio; y llevando una parte, la puso a los pies de los apóstoles.

Y Pedro dijo:

—Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para mentir al Espíritu Santo y sustraer del precio del campo? Reteniéndolo, ¿acaso no seguía siendo tuyo? Y una vez vendido, ¿no estaba bajo tu autoridad? ¿Por qué propusiste en tu corazón hacer esto? No has mentido a los hombres, sino a Dios.

Entonces Ananías, oyendo estas palabras, cayó y expiró. Y gran temor sobrevino a todos los que lo oían. Luego se levantaron los jóvenes y le envolvieron. Y sacándole fuera, lo sepultaron.

Después de un intervalo de unas tres horas, sucedió que entró su mujer, sin saber lo que había acontecido. Entonces Pedro le preguntó:

—Dime, ¿vendieron en tanto el campo?

Ella dijo:

—Sí, en tanto.

Y Pedro le dijo:

—¿Por qué se pusieron de acuerdo para tentar al Espíritu del Señor? He aquí los pies de los que han sepultado a tu marido están a la puerta, y te sacarán a ti.

10 De inmediato, ella cayó a los pies de él y expiró. Cuando los jóvenes entraron, la hallaron muerta; la sacaron y la sepultaron junto a su marido. 11 Y gran temor sobrevino a la iglesia entera y a todos los que oían de estas cosas.

Los apóstoles hacen sanidades

12 Por las manos de los apóstoles se hacían muchos milagros y prodigios entre el pueblo, y estaban todos de un solo ánimo en el pórtico de Salomón. 13 Pero ninguno de los demás se atrevía a juntarse con ellos, aunque el pueblo les tenía en gran estima.

14 Los que creían en el Señor aumentaban cada vez más, gran número así de hombres como de mujeres; 15 de modo que hasta sacaban los enfermos a las calles y los ponían en camillas y colchonetas, para que cuando Pedro pasara, por lo menos su sombra cayera sobre alguno de ellos. 16 También de las ciudades vecinas a Jerusalén concurría una multitud trayendo enfermos y atormentados por espíritus impuros; y todos eran sanados.

Los apóstoles son perseguidos

17 Entonces se levantó el sumo sacerdote y todos los que estaban con él, esto es, la secta de los saduceos, y se llenaron de celos. 18 Echaron mano a los apóstoles y los pusieron en la cárcel pública. 19 Pero un ángel del Señor abrió de noche las puertas de la cárcel y al conducirlos fuera dijo: 20 “Vayan, y de pie en el templo, hablen al pueblo todas las palabras de esta vida”.

21 Habiendo oído esto, entraron en el templo al amanecer y enseñaban. Mientras tanto, el sumo sacerdote y los que estaban con él fueron y convocaron al Sanedrín con todos los ancianos de los hijos de Israel. Luego enviaron a la cárcel para que fuesen traídos.

22 Cuando los oficiales llegaron y no los hallaron en la cárcel, regresaron y dieron las noticias 23 diciendo:

—Hallamos la cárcel cerrada con toda seguridad, y a los guardias de pie a las puertas. Pero cuando abrimos, no hallamos a nadie dentro.

24 Como oyeron estas palabras, el capitán de la guardia del templo y los principales sacerdotes quedaron perplejos en cuanto a ellos y en qué vendría a parar esto. 25 Pero vino alguien y les dio esta noticia:

—He aquí los hombres que echaron en la cárcel están de pie en el templo, enseñando al pueblo.

26 Entonces fue el capitán de la guardia del templo con los oficiales; y los llevaron, pero sin violencia, porque temían ser apedreados por el pueblo. 27 Cuando los trajeron, los presentaron al Sanedrín, y el sumo sacerdote les preguntó 28 diciendo:

—¿No les mandamos estrictamente que no enseñaran en este nombre? ¡Y he aquí han llenado a Jerusalén con su doctrina y quieren echar sobre nosotros la sangre de este hombre!

29 Pero respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron:

—Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres. 30 El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien ustedes mataron colgándole en un madero. 31 A este, lo ha enaltecido Dios con su diestra como Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados. 32 Nosotros somos testigos de estas cosas, y también el Espíritu Santo que Dios ha dado a los que le obedecen.

El consejo de Gamaliel

33 Los que escuchaban se enfurecían y deseaban matarles. 34 Entonces se levantó en el Sanedrín cierto fariseo llamado Gamaliel, maestro de la ley, honrado por todo el pueblo, y mandó que sacaran a los hombres por un momento. 35 Entonces les dijo:

—Hombres de Israel, cuídense ustedes de lo que van a hacer a estos hombres. 36 Porque antes de estos días se levantó Teudas, diciendo que él era alguien. A este se unieron como cuatrocientos hombres. Pero él fue muerto, y todos los que le seguían fueron dispersados y reducidos a la nada. 37 Después de este, se levantó Judas el galileo en los días del censo, y arrastró gente tras sí. Aquel también pereció, y todos los que le seguían fueron dispersados. 38 En el presente caso, les digo: Apártense de estos hombres y déjenles ir. Porque si este consejo o esta obra es de los hombres, será destruida. 39 Pero si es de Dios, no podrán destruirles. ¡No sea que se encuentren luchando contra Dios!

40 Fueron persuadidos por Gamaliel. Y llamaron a los apóstoles, y después de azotarles les prohibieron hablar en el nombre de Jesús, y los dejaron libres. 41 Por lo tanto, ellos partieron de la presencia del Sanedrín, regocijándose porque habían sido considerados dignos de padecer afrenta por causa del Nombre. 42 Y todos los días, en el templo y de casa en casa, no cesaban de enseñar y anunciar la buena noticia de que Jesús es el Cristo.

Salmos 125

El SEÑOR está alrededor de su pueblo

125 Canto de ascenso gradual[a].

Los que confían en el SEÑOR
son como el monte Sion, que no
se derrumba,
sino que está firme para siempre.
Como Jerusalén tiene montes alrededor de ella,
así el SEÑOR está alrededor de su pueblo desde ahora y para siempre.
Porque el cetro de la impiedad
no reposará sobre la posesión de los justos,
no sea que los justos extiendan sus manos a la iniquidad.
Haz bien, oh SEÑOR, a los buenos,
a los que son rectos de corazón.
Pero a los que se apartan tras sus torcidos caminos,
el SEÑOR los llevará junto con los que obran iniquidad.
¡Sea la paz sobre Israel!

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