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The Daily Audio Bible

This reading plan is provided by Brian Hardin from Daily Audio Bible.
Duration: 731 days

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La Palabra (España) (BLP)
Version
1 Samuel 8-9

II.— SAMUEL Y SAÚL (8—15)

Institución de la monarquía (8—12)

Israel pide un rey

Cuando Samuel se hizo viejo nombró a sus hijos jueces de Israel. El primogénito se llamaba Joel y el segundo Abías, y ambos ejercían en Berseba. Sin embargo sus hijos no siguieron sus pasos, pues buscaban su provecho, aceptaban sobornos y pervertían la justicia. Por ello, todos los ancianos de Israel se reunieron, fueron a Ramá a ver a Samuel y le dijeron:

— Mira, tú ya eres viejo y tus hijos no siguen tus pasos. Por tanto, nómbranos un rey que nos gobierne, como en todas las naciones.

Le disgustó a Samuel el hecho de que le pidieran un rey para que los gobernara y se puso a orar al Señor. Pero el Señor le dijo:

— Escucha la voz del pueblo en todo lo que te pidan, pues no te rechazan a ti, sino que es a mí a quien rechazan como rey suyo. Lo mismo que me han tratado a mí desde que los saqué de Egipto hasta hoy, abandonándome para dar culto a otros dioses, así te tratan también a ti. Ahora, pues, escúchalos; pero ponlos sobre aviso y dales a conocer los privilegios del rey que reinará sobre ellos.

10 Samuel transmitió las palabras del Señor a la gente que le pedía un rey 11 y les dijo:

— Estos serán los derechos del rey que os gobierne: alistará a vuestros hijos y a unos los destinará a sus carros y a sus caballos para que vayan delante de su carroza; 12 a otros los nombrará jefes y oficiales de su ejército; a otros los pondrá a trabajar sus campos y a cuidar sus cosechas, o a fabricar su armamento y los pertrechos de sus carros. 13 A vuestras hijas las pondrá a su servicio como perfumistas, cocineras o panaderas. 14 Requisará vuestros mejores campos, viñas y olivares para dárselos a sus funcionarios. 15 Os cobrará el diezmo de vuestros cereales y viñas y se lo dará a sus oficiales y funcionarios. 16 Os quitará vuestros siervos y siervas junto con vuestros mejores bueyes y asnos para emplearlos en sus trabajos. 17 Os exigirá impuestos por vuestros rebaños, y vosotros mismos os convertiréis en sus esclavos. 18 En ese momento os quejaréis del rey que habíais elegido, pero entonces el Señor no os responderá. 19 El pueblo no quiso escuchar a Samuel e insistió:

— ¡No importa! Queremos tener rey. 20 Así también nosotros seremos como todos los pueblos: nuestro rey nos gobernará y nos conducirá a luchar en las guerras.

21 Samuel escuchó lo que decía el pueblo y se lo comunicó al Señor. 22 El Señor le contestó:

— Atiende a su petición y nómbrales un rey.

Entonces Samuel ordenó a los israelitas:

— ¡Todo el mundo a sus pueblos!

Saúl es ungido rey

En la tribu de Benjamín había un hombre de buena posición llamado Quis, hijo de Abiel y descendiente de Seror, Becorat y Afiaj, el benjaminita. Quis tenía un hijo, llamado Saúl, un joven atractivo y el más esbelto entre los israelitas, pues les sacaba la cabeza a todos los demás. A su padre, Quis, se le habían extraviado las asnas; así que le dijo a su hijo Saúl:

— Llévate a uno de los criados y vete a buscar las asnas.

Recorrió la serranía de Efraín y el término de Salisá, pero no encontró las asnas. Recorrió el término de Saalín, y nada. Recorrió también el término de Benjamín y tampoco las encontró. Cuando llegaron al término de Suf, Saúl dijo al criado que lo acompañaba:

— Vamos a regresar, no sea que mi padre empiece a preocuparse más por nosotros que por las asnas.

Pero el criado le respondió:

— Mira, en esta ciudad vive un hombre de Dios muy respetado, pues todo lo que dice se cumple puntualmente. Acudamos a él y quizá nos indique el camino que debemos seguir.

Saúl le contestó:

— Pero, si vamos, ¿qué podemos llevar a ese hombre? Porque ya no nos queda pan en las alforjas y no tenemos nada que ofrecerle. ¿Qué nos queda?

Y el criado le dijo:

— Mira, tengo a mano una pequeña moneda de plata. Se la daré al hombre de Dios para que nos indique el camino.

(En Israel antiguamente, cuando alguien iba a consultar a Dios, decía: “Vamos a ver al vidente”; pues al que actualmente llamamos “profeta” antes se le llamaba “vidente”).

10 Y Saúl respondió:

— De acuerdo, vamos.

Y se dirigieron a la aldea donde vivía el hombre de Dios. 11 Cuando subían la cuesta de la aldea, encontraron a unas muchachas que iban en busca de agua y les preguntaron:

— ¿Está aquí el vidente?

12 Ellas les contestaron:

— Sí, ahí un poco más adelante. Pero daos prisa, pues ha llegado hoy a la aldea, porque el pueblo celebra un sacrificio en el santuario. 13 Al llegar a la aldea lo encontraréis, antes de que suba a comer al santuario. La gente no comerá hasta que él llegue, pues debe bendecir la ofrenda. Después podrán comer los invitados. Así que subid ahora, porque lo encontraréis inmediatamente.

14 Ellos subieron hacia la aldea y cuando entraban en ella, se toparon con Samuel que salía para subir al santuario local. 15 El día anterior de la llegada de Saúl, el Señor había revelado directamente a Samuel lo siguiente:

16 — Mañana a estas horas te enviaré a un hombre de la región de Benjamín y tú lo ungirás como jefe de mi pueblo Israel. Él defenderá a mi pueblo del poder de los filisteos, pues he visto el sufrimiento de mi pueblo y me han llegado sus lamentos.

17 Cuando Samuel vio a Saúl, el Señor le comunicó:

— Ahí tienes al hombre del que te hablé. Ese gobernará a mi pueblo.

18 Saúl se acercó a Samuel a la entrada de la ciudad y le dijo:

— Por favor, indícame dónde está la casa del vidente.

19 Samuel le respondió:

— Yo soy el vidente. Sube delante de mí al santuario, que hoy comeréis conmigo y mañana por la mañana te dejaré marchar y te revelaré todo cuanto te preocupa. 20 En cuanto a las asnas que se te perdieron hace tres días, deja de pensar en ellas, porque ya han aparecido. Ahora el principal interés de Israel sois tú y la familia de tu padre.

21 Y Saúl contestó:

— ¿Por qué me dices eso si yo no soy más que un benjaminita, de la tribu más pequeña de Israel, y mi familia es de las más insignificantes entre las familias de la tribu de Benjamín?

22 Samuel tomó a Saúl y a su criado, los introdujo en la sala y les asignó el lugar de la presidencia entre los invitados, que eran unos treinta. 23 Luego dijo al cocinero:

— Tráete la ración que te di y que te encargué que guardaras.

24 El cocinero sacó una pierna entera y se la sirvió a Saúl. Samuel le dijo:

— Ahí tienes lo que estaba reservado: sírvete y come, pues se te había guardado para este momento cuando invité a la gente.

Y Saúl comió aquel día con Samuel. 25 Luego bajaron del santuario a la aldea, prepararon a Saúl un lecho en la terraza 26 y se acostó. Al amanecer, Samuel llamó a Saúl, diciéndole:

— Levántate, que voy a despedirte.

Saúl se levantó y los dos salieron a la calle. 27 Cuando bajaban por las afueras de la aldea, Samuel dijo a Saúl:

— Di a tu criado que nos adelante. Y tú espera un momento, que tengo que comunicarte la palabra de Dios.

Juan 6:22-42

La gente busca a Jesús

22 Al día siguiente, la gente que continuaba al otro lado del lago advirtió que allí solamente había estado atracada una barca y que Jesús no se había embarcado en ella con sus discípulos, sino que estos habían partido solos. 23 Llegaron entre tanto de la ciudad de Tiberíades unas barcas y atracaron cerca del lugar en que la gente había comido el pan cuando el Señor pronunció la acción de gracias. 24 Al darse cuenta de que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, subieron a las barcas y se dirigieron a Cafarnaún en busca de Jesús.

Discurso sobre el pan de vida

25 Los que buscaban a Jesús lo encontraron al otro lado y le preguntaron:

— Maestro, ¿cuándo llegaste aquí?

26 Jesús les contestó:

— Estoy seguro de que me buscáis no por los milagros que habéis visto, sino porque comisteis pan hasta saciaros. 27 Deberíais preocuparos no tanto por el alimento transitorio, cuanto por el duradero, el que da vida eterna. Este es el alimento que os dará el Hijo del hombre, a quien Dios Padre ha acreditado con su sello.

28 Ellos le preguntaron:

— ¿Qué debemos hacer para portarnos como Dios quiere?

29 Jesús respondió:

— Lo que Dios espera de vosotros es que creáis en su enviado.

30 Ellos replicaron:

— ¿Cuáles son tus credenciales para que creamos en ti? ¿Qué es lo que tú haces? 31 Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: Les dio a comer pan del cielo.

32 Jesús les respondió:

— Yo os aseguro que no fue Moisés el que os dio pan del cielo. Mi Padre es quien os da el verdadero pan del cielo. 33 El pan que Dios da, baja del cielo y da vida al mundo.

34 Entonces le pidieron:

— Señor, danos siempre de ese pan.

35 Jesús les contestó:

— Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí, jamás tendrá hambre; el que cree en mí, jamás tendrá sed. 36 Pero vosotros, como ya os he dicho, no creéis a pesar de haber visto. 37 Todo aquel que el Padre me confía vendrá a mí, y yo no rechazaré al que venga a mí. 38 Porque yo he bajado del cielo, no para hacer lo que yo deseo, sino lo que desea el que me ha enviado. 39 Y lo que desea el que me ha enviado es que yo no pierda a ninguno de los que él me ha confiado, sino que los resucite en el último día. 40 Mi Padre quiere que todos los que vean al Hijo y crean en él, tengan vida eterna; yo, por mi parte, los resucitaré en el último día.

41 Los judíos comenzaron a criticar a Jesús porque había dicho que él era “el pan que ha bajado del cielo”. 42 Decían:

— ¿No es este Jesús, el hijo de José? Conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo se atreve a decir que ha bajado del cielo?

Salmos 106:32-48

32 En las aguas de Meribá lo enojaron
causando la desgracia de Moisés,
33 pues le hicieron rebelarse
y habló sin pensar lo que decía.
34 No destruyeron a los pueblos
como el Señor les ordenó.
35 Se mezclaron con los paganos,
aprendieron sus costumbres
36 y adoraron a sus ídolos
que se convirtieron en trampa para ellos.
37 Sacrificaron a sus hijos
y a sus hijas a demonios;
38 vertieron sangre inocente,
la sangre de sus hijos y sus hijas,
que inmolaron a los ídolos de Canaán,
profanando con sangre el país.
39 Con sus acciones se deshonraron,
con sus hechos se pervirtieron.
40 Y el Señor se airó contra su pueblo,
aborreciendo su heredad.
41 Los entregó a las naciones,
sus rivales los dominaron,
42 los subyugaron sus enemigos,
los sometieron a su poder.
43 El Señor los libró muchas veces,
pero ellos se obstinaron en su idea,
se hundieron en su propia culpa.
44 Pero él se fijó en su angustia,
escuchó su clamor
45 y recordó su alianza con ellos;
por su inmenso amor se compadeció,
46 e hizo que se apiadaran
quienes los tenían cautivos.
47 Señor, Dios nuestro, sálvanos.
Reúnenos de entre las naciones
para que alabemos tu santo nombre
y nos llene de orgullo tu alabanza.
48 ¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
desde siempre y para siempre!
Y que todo el pueblo diga:
¡Amén! ¡Aleluya!

Proverbios 14:34-35

34 La justicia engrandece a una nación,
el pecado cubre a los pueblos de vergüenza.
35 El rey favorece al siervo eficiente
y descarga su cólera sobre el inepto.

La Palabra (España) (BLP)

La Palabra, (versión española) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España