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The Daily Audio Bible

This reading plan is provided by Brian Hardin from Daily Audio Bible.
Duration: 731 days

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La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Version
Jueces 17-18

III.— APÉNDICES (17—21)

El santuario de Micá y el santuario de Dan (17—18)

El santuario privado de Micá

17 Había en la montaña de Efraín un hombre llamado Micaías. Dijo a su madre:

— Aquellos mil cien siclos de plata que te quitaron, por lo que tú lanzaste una maldición que yo oí con mis oídos…, esa plata la tengo yo; yo te la robé. Pues ahora te la devuelvo.

Su madre le respondió:

— Que mi hijo sea bendito del Señor.

Y él le devolvió los mil cien siclos de plata. Y su madre dijo:

— Consagro solemnemente, en favor de mi hijo, esta plata mía al Señor, para hacer con ella una imagen de madera y un ídolo de fundición.

Tomó su madre doscientos siclos de plata y se los entregó al fundidor. Este le hizo una imagen de madera y un ídolo de metal fundido, que quedó en casa de Micaías. Este Micá tenía un santuario en su casa; hizo un efod y unos terafín y consagró sacerdote a uno de sus hijos. En aquel tiempo no había rey en Israel y hacía cada uno lo que le venía en gana.

Un joven de Belén de Judá, de la familia de Judá, que era levita, residía allí como inmigrante. Este hombre dejó la ciudad de Belén de Judá para ir a residir donde pudiera. Puesto en camino, llegó a la montaña de Efraín, a la casa de Micá. Micá le preguntó:

— ¿De dónde vienes?

Le respondió:

— Soy un levita de Belén de Judá. Vengo de paso para residir donde pueda.

10 Micá le dijo:

— Quédate en mi casa, y serás mi padre y mi sacerdote; yo te daré diez siclos de plata al año, vestido y comida.

11 El levita accedió a quedarse en casa de aquel hombre y el joven fue para él como uno de sus hijos. 12 Micá consagró al joven levita para que fuera su sacerdote. Y se quedó el joven en casa de Micá 13 que dijo:

— Ahora estoy seguro de que el Señor me favorecerá, porque tengo a este levita como sacerdote.

Los danitas en busca de territorio

18 Era un tiempo en que no había rey en Israel. La tribu de Dan andaba buscando un territorio donde establecerse, pues hasta entonces no le había correspondido ninguna heredad entre las tribus de Israel. Los danitas enviaron desde Sorá y Estaol a cinco hombres valientes de su tribu para que recorrieran el país y lo exploraran. Les encargaron:

— Vayan a explorar esa tierra.

Llegaron a la montaña de Efraín, cerca de la casa de Micá, y pasaron allí la noche. Como estaban junto a la casa de Micá, reconocieron la voz del joven levita, se le acercaron y le preguntaron:

— ¿Con quién has venido aquí? ¿Qué haces por estos pagos? ¿Qué se te ha perdido en este lugar?

El levita les respondió:

— Esto y esto ha hecho Micá por mí. Me ha tomado a sueldo y soy su sacerdote.

Ellos le dijeron:

— Consulta, entonces, a Dios a ver si tendrá éxito el viaje que hemos emprendido.

Les respondió el sacerdote:

— Vayan en paz; el Señor mira con buenos ojos su viaje.

Los cinco hombres partieron y llegaron a Lais. Vieron que las gentes de allí vivían seguras, tranquilas y confiadas, al estilo de los sidonios y vieron también que no faltaba allí ningún producto de la tierra; por otra parte, estaban lejos de los sidonios y no tenían relaciones con los arameos. Regresaron a Sorá y Estaol donde residían sus hermanos, y estos les preguntaron:

— ¿Qué noticias traen?

Ellos respondieron:

— ¡Ánimo! Vayamos contra ellos, porque hemos visto el país y es excelente. No se queden ahí quietos, sino pónganse en camino hacia aquella tierra para conquistarla. 10 Cuando lleguen, se encontrarán con un pueblo pacífico y un país espacioso: Dios se lo ha entregado a ustedes; es un lugar que no carece de nada de cuanto puede haber sobre la tierra.

Migración de los danitas

11 Así pues, el clan de los danitas —unos seiscientos hombres bien armados— partió de Sorá y Estaol. 12 Subieron y acamparon en Quiriat Jearín, en Judá. Por eso, todavía hoy, se llama aquel lugar el Campamento de Dan. Está detrás de Quiriat Jearín. 13 De allí se dirigieron a la montaña de Efraín y llegaron a la casa de Micá.

14 Los cinco hombres que habían estado previamente explorando la tierra, tomaron la palabra y dijeron a sus hermanos:

— ¿No saben que en esta casa hay un efod, unos terafín, una imagen y un ídolo de metal fundido? Piensen, pues, lo que han de hacer.

15 Fueron allá y entraron en la casa de Micá, donde estaba el joven levita, y le dieron el saludo de paz. 16 Mientras los seiscientos hombres danitas con sus armas de guerra permanecían en el umbral de la puerta, 17 los cinco hombres que habían ido a explorar la tierra entraron en la casa y se apropiaron de la imagen, el efod, los terafín y el ídolo de fundición. Entretanto, el sacerdote estaba en el umbral de la puerta con los seiscientos hombres armados. 18 Aquellos, pues, que habían entrado en la casa de Micá, se apropiaron de la imagen, el efod, los terafín y el ídolo de fundición. El sacerdote les dijo:

— Pero ¿qué están haciendo?

Le contestaron:

19 — Calla, cierra la boca y ven con nosotros. Serás nuestro padre y nuestro sacerdote. ¿O prefieres ser sacerdote de la casa de un particular a ser sacerdote de una tribu y de un clan de Israel?

20 Se alegró con ello el corazón del sacerdote, tomó el efod, los terafín y la imagen y se fue en medio de la tropa. 21 Reemprendieron el camino, colocando en cabeza a las mujeres, los niños, los rebaños y los objetos de valor. 22 Estaban ya lejos de la casa de Micá, cuando los de las casas vecinas a la casa de Micá dieron la alarma y salieron en persecución de los danitas. 23 Al oír los gritos de los perseguidores, los danitas miraron hacia atrás y dijeron a Micá:

— ¿Qué te sucede? ¿Por qué gritas así?

24 Respondió:

— Me han quitado mi dios, el que yo me había hecho, y me han arrebatado a mi sacerdote. Se marchan sin dejarme nada y encima me dicen: “¿Qué te sucede?”.

25 Los danitas le contestaron:

— Calla de una vez, no sea que algunos de los nuestros pierdan la paciencia y arremetan contra ustedes, con lo que tú y tu familia perderían la vida.

26 Los danitas siguieron su camino. Micá, por su parte, viendo que eran más fuertes, se volvió a su casa.

Toma de Lais. Fundación de Dan y de su santuario

27 Los danitas tomaron el dios que Micá se había fabricado, junto con su sacerdote, y marcharon contra Lais, pueblo pacífico y confiado. Pasaron a cuchillo a la población e incendiaron la ciudad. 28 Nadie vino en su ayuda, porque estaba lejos de Sidón y no tenía relaciones con los arameos. Lais estaba situada en el valle que se extiende hacia Bet Rejob. Los danitas reconstruyeron la ciudad, se establecieron en ella, 29 y le pusieron el nombre de Dan, en recuerdo de su antepasado Dan, hijo de Israel. Antiguamente la ciudad se llamaba Lais. 30 Construyeron también un altar en honor de la imagen, y Jonatán, hijo de Guersón, hijo de Moisés, y después de él sus descendientes actuaron como sacerdotes en la tribu de Dan hasta el tiempo de la deportación del país. 31 Rindieron culto a la imagen que se había fabricado Micá y que permaneció allí mientras estuvo en Siló la casa de Dios.

Juan 3:1-21

Conversación con Nicodemo

Un miembro del partido de los fariseos, llamado Nicodemo, persona relevante entre los judíos, fue una noche a ver a Jesús y le dijo:

— Maestro, sabemos que Dios te ha enviado para enseñarnos; nadie, en efecto, puede realizar los milagros que tú haces si Dios no está con él.

Jesús le respondió:

— Pues yo te aseguro que sólo el que nazca de nuevo podrá alcanzar el reino de Dios.

Nicodemo repuso:

— ¿Cómo es posible que alguien ya viejo vuelva a nacer? ¿Acaso puede volver a entrar en el seno materno para nacer de nuevo?

Jesús le contestó:

— Te aseguro que nadie puede entrar en el reino de Dios si no nace del agua y del Espíritu. Lo que nace de la carne es carnal; lo que nace del Espíritu es espiritual. No te cause, pues, tanta sorpresa si te he dicho que ustedes deben nacer de nuevo. El viento sopla donde quiere; oyes su rumor, pero no sabes ni de dónde viene ni a dónde va. Lo mismo sucede con el que nace del Espíritu.

Nicodemo preguntó:

— ¿Cómo puede ser eso?

10 Jesús le respondió:

— ¡Cómo! ¿Tú eres maestro en Israel e ignoras estas cosas? 11 Te aseguro que nosotros hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto; con todo, ustedes rechazan nuestro testimonio. 12 Si les hablo de cosas terrenas y no me creen, ¿cómo me creerán cuando les hable de las cosas del cielo? 13 Nadie ha subido al cielo, excepto el que bajó de allí, es decir, el Hijo del hombre. 14 Lo mismo que Moisés levantó la serpiente de bronce en el desierto, el Hijo del hombre tiene que ser levantado en alto, 15 para que todo el que crea en él tenga vida eterna.

16 Tanto amó Dios al mundo, que no dudó en entregarle a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino tenga vida eterna. 17 Pues no envió Dios a su Hijo para dictar sentencia de condenación contra el mundo, sino para que por medio de él se salve el mundo. 18 El que cree en el Hijo no será condenado; en cambio, el que no cree en él, ya está condenado por no haber creído en el Hijo único de Dios. 19 La causa de esta condenación está en que, habiendo venido la luz al mundo, los seres humanos prefirieron las tinieblas a la luz, pues su conducta era mala. 20 En efecto, todos los que se comportan mal, detestan y rehuyen la luz, por miedo a que su conducta quede al descubierto. 21 En cambio, los que actúan conforme a la verdad buscan la luz para que aparezca con toda claridad que es Dios quien inspira sus acciones.

Salmos 104:1-24

Salmo 104 (103)

¡Qué abundantes son tus obras, Señor!

104 ¡Bendice, alma mía, al Señor!
Señor, Dios mío, qué grande eres;
de gloria y majestad te vistes.
Como un manto te envuelve la luz,
como un tapiz extiendes el cielo.
Alzas tus aposentos sobre las aguas,
haces de las nubes tu carroza,
en alas del viento caminas;
a los vientos haces mensajeros tuyos,
a las llamas ardientes, tus servidores.
Afirmaste la tierra sobre sus cimientos
y nunca jamás podrá derrumbarse.
Como vestido le pusiste el océano,
hasta los montes se alzaban las aguas;
ante tu grito amenazante huían,
ante tu voz tronante escapaban;
subían a los montes, por los valles bajaban
hasta el lugar que tú mismo les fijaste.
Les fijaste una frontera que no cruzarán
y no volverán a cubrir la tierra.
10 Tú conviertes a los manantiales en ríos
que serpentean entre montañas,
11 proporcionan bebida a las bestias del campo
y apagan la sed de los asnos salvajes;
12 en sus orillas moran las aves del cielo
que entre las ramas andan trinando.
13 Desde tus aposentos riegas los montes,
se sacia la tierra del fruto de tus obras.
14 Tú haces brotar la hierba para el ganado,
y las plantas que cultiva el ser humano
para sacar el pan de la tierra;
15 y también el vino que alegra a los humanos,
dando a su rostro más brillo que el aceite,
junto con el alimento que los reconforta.
16 Reciben su riego los árboles del Señor,
los cedros del Líbano que él plantó.
17 En ellos las aves ponen sus nidos
mientras la cigüeña lo pone en los cipreses;
18 los altos montes son de los ciervos,
las rocas, refugio de los tejones.
19 Para marcar los tiempos hiciste la luna
y el sol que sabe cuándo ocultarse.
20 Dispones la oscuridad y cae la noche:
bullen en ella los seres del bosque,
21 rugen los leones ante la presa
y piden a Dios su alimento.
22 Sale el sol y ellos se esconden,
descansan en sus madrigueras.
23 Entonces sale el ser humano a su trabajo,
a su labor que dura hasta la tarde.
24 ¡Qué abundantes son tus obras, Señor!
Con tu sabiduría las hiciste todas,
la tierra está llena de tus criaturas.

Proverbios 14:20-21

20 Aun al amigo le es odioso el pobre,
los amigos del rico son muchos.
21 Quien desprecia a su prójimo peca,
quien se apiada de los pobres es dichoso.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España