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The Daily Audio Bible

This reading plan is provided by Brian Hardin from Daily Audio Bible.
Duration: 731 days

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Nueva Biblia Viva (NBV)
Version
Jueces 6

Gedeón

Pero el pueblo de Israel comenzó una vez más a adorar a otros dioses, y una vez más el Señor los entregó en mano de sus enemigos para que los oprimieran. Esta vez fue el pueblo de Madián, y lo hizo durante siete años. Los madianitas eran tan crueles que los israelitas se fueron a vivir en las cuevas de las montañas. Cuando los israelitas sembraban, los de Madián y de los pueblos vecinos venían y destruían las cosechas, y asolaban el campo hasta Gaza sin dejar nada para comer, y se llevaban las ovejas, los bueyes, y los burros. Las hordas enemigas llegaban montadas en camellos en un número tan grande que no se podían contar, y se quedaban hasta que la tierra había quedado completamente destruida y saqueada. 6-7 Como resultado, Israel quedó reducido a una gran pobreza, y por fin el pueblo de Israel comenzó a clamar al Señor pidiendo ayuda.

Sin embargo, la respuesta que el Señor envió a través de su profeta fue esta:

«El Señor Dios de Israel los sacó de la esclavitud en Egipto, y los rescató de los egipcios y de todos los que fueron crueles con ustedes, y expulsó a los enemigos de delante de ustedes y a ustedes les dio su tierra. 10 Él les dijo que él es el Señor Dios y que no debían adorar los ídolos de los amorreos que viven junto a ustedes. Pero ustedes no han obedecido».

11 Un día el ángel del Señor vino y se sentó bajo la encina de Ofra, en las tierras de Joás el abiezerita. Y su hijo Gedeón había estado trillando el trigo a mano en el fondo de un lagar para esconderlo de los madianitas.

12 El ángel del Señor se le apareció y le dijo:

―Varón valiente y fuerte, el Señor está contigo.

13 ―Señor mío —replicó Gedeón—, si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos ocurre todo esto, y dónde están las maravillas que nuestros antepasados dicen que Dios hizo al sacarlos de Egipto? El Señor nos ha desechado y permite que los madianitas nos arruinen.

14 Entonces el Señor se volvió hacia él y le dijo:

―Yo te fortaleceré. Ve y salva a Israel de los madianitas; yo te envío.

15 ―Señor —repuso Gedeón—, ¿cómo puedo yo salvar a Israel? Mi familia es la más pobre de la tribu de Manasés y yo soy el menor de ella.

16 Pero el Señor le dijo:

―Yo, el Señor, estaré contigo. Tú destruirás rápidamente las hordas madianitas.

17 ―Si es cierto que vas a ayudarme de esa manera —dijo Gedeón—, haz una señal para probarlo; pruébame que es realmente el Señor quien me está hablando. 18 Pero, espera hasta que yo vaya a buscar un presente para ti.

―Bien —respondió el ángel—, me quedaré aquí hasta tu regreso.

19 Gedeón entró apresuradamente en la casa, asó un cabrito y preparó pan sin levadura, con veinticuatro kilos de harina. Luego tomó la carne en un canasto y el caldo en una olla, y lo llevó al ángel que estaba bajo la encina y se lo entregó.

20 El ángel le dijo:

―Coloca la carne y el pan sobre esta roca y vierte sobre ellos el caldo.

Cuando Gedeón terminó de hacer lo ordenado, 21 el ángel tocó la carne y el pan con su vara, y surgió fuego de la roca y los consumió. De pronto, el ángel desapareció.

22 Cuando Gedeón comprendió que realmente había sido el ángel del Señor gritó:

―¡Ay, Señor Dios, he visto a tu ángel cara a cara!

23 ―Es cierto —respondió el Señor—. Pero no tengas miedo. No morirás.

24 Gedeón edificó allí un altar y lo llamó El Señor es la paz. El altar está en Ofra, en la tierra de los abiezeritas. 25 Aquella noche el Señor le dijo que tomara el mejor toro del ganado de su padre y fuera hasta el altar de Baal y lo derribara, y destruyera el ídolo de madera de la diosa Aserá.

26 «Edifica en su lugar un altar para el Señor tu Dios aquí sobre esta colina, colocando las piedras con esmero. Luego sacrifica el toro como holocausto al Señor, usando el ídolo de madera como leña para el fuego del altar».

27 Gedeón llevó a diez de sus siervos e hizo lo que el Señor le había ordenado. Pero lo hizo de noche por temor a los demás miembros de su familia y a los hombres de la ciudad. 28 A la mañana siguiente, temprano, cuando la ciudad comenzó sus actividades, alguien descubrió que el altar de Baal había sido destruido, que había desaparecido el ídolo que estaba allí, y que en su lugar había un nuevo altar, con los restos de un sacrificio sobre él.

29 ―¿Quién hizo esto? —se preguntaban todos. Finalmente se supo que había sido Gedeón, el hijo de Joás.

30 ―Tráenos a tu hijo —gritaron—. Debe morir por insultar el altar de Baal y por haber destruido el ídolo de Aserá.

31 Pero Joás replicó a la multitud:

―¿Acaso necesita Baal la ayuda de ustedes? ¡Qué insulto para un dios! Ustedes son los que debieran morir por insultar a Baal. Si Baal es realmente un dios, ¡que cuide de sí mismo y destruya al que destruyó su altar!

32 Desde entonces Gedeón fue llamado Yerubaal, sobrenombre que significa: «Que Baal se cuide a sí mismo».

33 Poco después los ejércitos de Madián, Amalec y otras naciones vecinas se unieron para pelear contra Israel. Cruzaron el Jordán y acamparon en el valle de Jezreel. 34 Entonces el Espíritu del Señor descendió sobre Gedeón, y este, con un toque de trompeta, llamó a las armas, y los hombres de Abiezer acudieron a él. 35 También envió mensajeros a Manasés, Aser, Zabulón y Neftalí convocándolos para ir a la batalla, y todos respondieron.

36 Entonces Gedeón le dijo al Señor: «Si realmente me vas a usar para salvar a Israel en la forma prometida, 37 pruébamelo de esta manera: pondré un vellón de lana sobre el campo esta noche, y si mañana en la mañana la lana está húmeda y la tierra está seca, sabré que tú me ayudarás».

38 Y ocurrió exactamente de esa manera. Cuando se levantó a la mañana siguiente, exprimió el vellón y sacó un tazón lleno de agua del rocío.

39 Pero Gedeón le dijo al Señor: «Señor, no te enojes conmigo, pero permíteme hacer una prueba más. Esta es: que la lana quede seca y que la tierra amanezca mojada».

40 Entonces el Señor hizo lo que le pidió. Aquella noche el vellón permaneció seco, pero la tierra amaneció cubierta de rocío.

Lucas 22:54-23:12

Pedro niega a Jesús

54 Entonces arrestaron a Jesús y lo llevaron a la casa del jefe de los sacerdotes. Pedro los seguía de lejos. 55 Allí, en medio del patio, encendieron una fogata y se sentaron alrededor de ella. Pedro también se sentó con ellos. 56 Una sirvienta, al verlo sentado junto al fuego, se le quedó mirando y dijo:

―¡Este estaba con él!

57 Pero él lo negó, diciendo:

―Mujer, yo no lo conozco.

58 Poco después alguien lo vio también y dijo:

―Tú también eres uno de ellos.

Pedro contestó:

―¡No, hombre, no lo soy!

59 Como una hora después, otro insistió diciendo:

―Seguro que este estaba con él, pues es de Galilea.

60 Pedro respondió:

―¡Hombre, no sé de qué hablas!

Y mientras aun estaba hablando, el gallo cantó.

61 El Señor se volvió y miró a Pedro. Entonces Pedro se acordó de que el Señor le había dicho: «Hoy mismo, antes de que el gallo cante tres veces, dirás que no me conoces». 62 Y Pedro salió de allí a llorar amargamente.

Los soldados se burlan de Jesús

63 Los hombres que vigilaban a Jesús se burlaban de él y lo golpeaban. 64 Le vendaron los ojos y luego le decían:

―¡Adivina quién te pegó!

65 Y lo insultaban diciéndole muchas otras cosas.

Jesús ante Pilato y Herodes

66 Cuando amaneció, se reunieron los ancianos del pueblo, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley y llevaron a Jesús ante el Consejo. Entonces le preguntaron:

67 ―Dinos, ¿eres tú el Cristo?

Jesús les contestó:

―Si les dijera que sí, ustedes no me lo creerían. 68 Y si les hiciera preguntas, no me contestarían. 69 Pero de ahora en adelante, el Hijo del hombre estará sentado a la derecha del Dios Todopoderoso.

70 Todos le preguntaron:

―Entonces, ¿eres tú el Hijo de Dios?

Él les contestó:

―Ustedes mismos lo han dicho.

71 Entonces ellos dijeron:

―¿Qué más testigos necesitamos? Ya lo oímos de sus propios labios.

23 En ese momento, toda la asamblea se levantó y lo llevaron ante Pilato.

Comenzaron a acusarlo, diciendo:

―Encontramos a este hombre alborotando a nuestra nación. Está en contra de que se paguen impuestos al emperador y asegura que él es el Cristo, el rey.

Pilato le preguntó a Jesús:

―¿Eres tú el rey de los judíos?

Él respondió:

―Tú mismo lo dices.

Entonces Pilato le dijo a los jefes de los sacerdotes y a la gente:

―No encuentro nada que haga culpable a este hombre.

Pero ellos seguían insistiendo:

―Con sus enseñanzas alborota al pueblo por toda Judea. Comenzó en Galilea y ya llegó hasta aquí.

Cuando Pilato oyó esto, preguntó si el hombre era de Galilea.

Al enterarse de que pertenecía a la jurisdicción de Herodes, se lo mandó a él, pues en aquellos días también Herodes estaba en Jerusalén.

Cuando Herodes vio a Jesús, se puso muy contento, porque ya hacía tiempo que quería verlo. Había oído hablar de él y esperaba verlo hacer algún milagro. Le hizo muchas preguntas pero Jesús no le contestó nada. 10 También estaban allí los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley y lo acusaban con insistencia. 11 Entonces Herodes y sus soldados lo trataron con desprecio y, para burlarse de él, le pusieron un manto lujoso. Después lo mandaron de vuelta a Pilato. 12 Herodes y Pilato antes no se llevaban bien, pero desde ese mismo día se hicieron amigos.

Salmos 95-96

95 ¡Vengan, cantemos al Señor con júbilo! Aclamaremos a la roca de nuestra salvación.

Vayamos ante él con corazón agradecido. Cantémosle salmos de alabanza. Porque el Señor es un gran Dios, el gran Rey de todos los dioses. En sus manos están los abismos de la tierra, suyas son las cumbres de los montes. Suyo es el mar porque él lo hizo; con sus manos formó la tierra firme. Vamos, arrodillémonos ante el Señor nuestro hacedor, porque él es nuestro Dios. Nosotros somos el pueblo al que él vigila, ovejas de su rebaño a las que cuida. ¡Ah, que hoy escucharan ustedes su llamado y acudieran a él!

No endurezcan su corazón como lo hizo Israel en el desierto, en Meribá y Masá. Porque allí sus padres dudaron de mí y me pusieron a prueba, a pesar de haber visto mis obras. ¡Cómo abusaron de mi paciencia con sus quejas! 10 «Cuarenta años estuve enojado con ellos, y dije: “Son un pueblo cuyo corazón está muy lejos de mí. No quieren hacer lo que les digo”. 11 Así que, en mi enojo, hice un juramento: “Jamás entrarán en mi reposo”».

96 Canten al Señor un cántico nuevo. Canten al Señor habitantes de toda la tierra. Cantemos sus alabanzas. Bendigamos su nombre, cada día proclamemos las buenas noticias de que él salva.

Publiquen por toda la tierra sus gloriosos hechos, Hablen con todos de las admirables obras que hace. Grande es el Señor y digno de alabanza, más respetado que todos los dioses. Porque los dioses de otras naciones no son más que ídolos, pero nuestro Dios hizo los cielos. Honra y majestad lo rodean; fortaleza y belleza hay en su templo.

Naciones del mundo, confiesen que sólo Dios es glorioso y fuerte. Denle la gloria que merece. Traigan sus ofrendas vengan y adórenlo. Alaben al Señor en la majestad de su santuario; que tiemble delante de él la tierra. 10 Digan a todas las naciones: ¡El Señor es rey! Él ha formado el mundo con firmeza; jamás será removido. Él juzga a todos los pueblos con justicia.

11 ¡Alégrense los cielos, gócese la tierra; que ruja de alabanza el mar con todo lo que hay en él. 12 ¡Canten alegres los campos y sus cosechas! ¡Canten jubilosos los árboles del bosque! 13 Porque el Señor viene a juzgar la tierra. Con justicia y verdad juzgará a las naciones.

Proverbios 14:5-6

El testigo verdadero nunca miente; el testigo falso sólo dice mentiras.

El descarado busca sabiduría sin encontrarla, para el inteligente el conocimiento es cosa fácil.

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