The Daily Audio Bible
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II.— REPARTO DE LA TIERRA ENTRE LAS TRIBUS (13—21)
Territorios aún sin conquistar
13 Era ya Josué viejo y muy entrado en años cuando el Señor le dijo:
— Eres viejo; tienes muchos años y es mucha todavía la tierra por conquistar. 2 Quedan aún todos los distritos de los filisteos y todos los de los guesuritas. 3 Desde el río Sijor, en la frontera de Egipto, hasta el término de Ecrón por el norte, es considerado como de los cananeos. Quedan los cinco principados filisteos: el de Gaza, el de Asdod, el de Ascalón, el de Gat y el de Ecrón. Quedan los avitas, 4 al sur, y toda la región de los cananeos, desde Arah, territorio de los sidonios, hasta Afec y hasta la frontera de los amorreos. 5 Queda además la región de los guiblitas y todo el Líbano oriental, desde Baal Gad, al pie del monte Hermón, hasta el Paso de Jamat. 6 Aún he de expulsar ante los israelitas a todos los habitantes de la montaña, desde el Líbano hasta Misrefot, al occidente, y a todos los sidonios. A ti te corresponde repartir a suertes la tierra como heredad entre los israelitas, según te he ordenado. 7 Distribuye, pues, esta tierra como heredad entre las nueve tribus y la media tribu de Manasés.
El reparto entre las tribus de Transjordania
8 Las tribus de Rubén y de Gad, así como la otra media tribu de Manasés, habían recibido ya como heredad la parte que en el reparto hecho por Moisés, siervo del Señor, se les había asignado en Transjordania, 9 a saber: el territorio que va desde Aroer, a orillas del río Arnón, incluida la ciudad que está en medio de la vaguada y toda la llanura desde Madabá hasta Dibón; 10 todas las ciudades de Sijón, rey amorreo que reinó en Jesbón, hasta la frontera con los amonitas. 11 Y también Galaad junto con el territorio de los guesuritas y de los macatitas, además de toda la montaña del Hermón y todo Basán hasta Salcá. 12 Y en Basán, todo el reino de Og que reinó en Astarot y en Edreí, y era el último residuo de los refaítas. A estos reyes los había derrotado y expulsado Moisés. 13 Pero los israelitas no consiguieron expulsar ni a los guesuritas ni a los macatitas, de manera que Guesur y Macá siguen todavía hoy viviendo en medio de Israel.
14 Sólo a la tribu de Leví no se le asignó heredad, pues el Señor, Dios de Israel, había de ser su heredad, tal como él se lo había dicho.
Territorio de Rubén
15 Moisés había asignado a la tribu de Rubén una parte, por clanes. 16 Les correspondió el territorio que va desde Aroer, a orillas del río Arnón, incluida la ciudad que está en medio de la vaguada y toda la llanura hasta Madabá; 17 Jesbón con todas las ciudades de la llanura: Dibón, Bamot Baal, Bet Baal Meón, 18 Jasá, Quedemot, Mefat, 19 Quiriatáin, Sibmá y Seret Sajar, en el monte y en el valle; 20 Bet Peor, las laderas del Pisga, Bet Jesimot, 21 todas las ciudades de la llanura y todo el reino de Sijón, rey amorreo que reinó en Jesbón y a quien derrotó Moisés, lo mismo que a Eví, Requen, Sur, Jur y Rebá, príncipes de Madián y vasallos de Sijón, que vivían en aquella región. 22 (Al adivino Balaán, hijo de Beor, los israelitas lo habían pasado a cuchillo junto con los demás). 23 Así pues, el territorio de los rubenitas lindaba con el Jordán. Esta fue la heredad de los descendientes de Rubén, por clanes: las ciudades y sus aldeas.
Territorio de Gad
24 A la tribu de Gad, es decir, a los descendientes de Gad, les había asignado Moisés por clanes 25 un territorio que comprendía: Jacer con todas las ciudades de Galaad y la mitad del país de los amonitas, hasta Aroer, que está enfrente de Rabá; 26 desde Jesbón hasta Ramat Mispá y Betonín; desde Majanáin hasta el territorio de Lodebar. 27 Y en el valle: Bet Harán, Bet Nimrá, Sucot, Safón y el resto del reino de Sijón, rey de Jesbón. El Jordán era el límite hasta el extremo sur del mar de Kinéret, por el lado oriental del Jordán. 28 Esta fue la heredad de los descendientes de Gad, por clanes: las ciudades y sus aldeas.
Territorio de media tribu de Manasés
29 A media tribu de Manasés le había asignado Moisés, por clanes, 30 un territorio que, desde Majanáin, comprendía todo el territorio de Og, rey de Basán, todas las Aldeas de Jaír en Basán: sesenta ciudades. 31 La mitad de Galaad junto con Astarot y Edreí, ciudades del reino de Og en Basán, fue para la mitad de los descendientes de Maquir, hijo de Manasés, por clanes.
32 Este es el reparto que, como heredad, hizo Moisés en las estepas de Moab, al otro lado del Jordán, al oriente de Jericó. 33 Pero Moisés no asignó heredad a la tribu de Leví, pues el Señor, el Dios de Israel, había de ser su heredad, como les había dicho.
Reparto entre las tribus del oeste del Jordán
14 Esta es la heredad que recibieron los israelitas en el país de Canaán, heredad que les repartieron el sacerdote Eleazar y Josué, hijo de Nun, y los cabezas de familia de las tribus de Israel. 2 El reparto a las nueve tribus de Israel y a la media tribu de Manasés se hizo a suertes, como el Señor había dispuesto por medio de Moisés. 3 Porque Moisés había dado ya su heredad a las dos tribus y media en Transjordania. A los levitas no les asignó heredad entre las otras tribus. 4 En cuanto a los descendientes de José, vinieron a formar dos tribus: Manasés y Efraín. A los levitas no se les dio parte alguna de territorio, sino sólo ciudades donde residir, con los pastos correspondientes para los ganados de su propiedad. 5 Los israelitas hicieron el reparto de la tierra tal como el Señor había mandado a Moisés.
Hebrón como heredad de Caleb
6 Los descendientes de Judá se presentaron a Josué en Guilgal. Y Caleb, hijo de Jefuné el queniceo, le dijo:
— Ya sabes lo que le encargó el Señor a Moisés, el hombre de Dios, acerca de ti y de mí en Cadés Barnea. 7 Cuarenta años tenía yo cuando Moisés, siervo del Señor, me envió desde Cadés Barnea a explorar esta tierra y yo le di mi informe con toda sinceridad. 8 Los hermanos que me habían acompañado desanimaron al pueblo, pero yo me mantuve fiel al Señor, mi Dios. 9 Aquel día Moisés me hizo este juramento: “Te juro que la tierra que han pisado tus pies será heredad tuya y de tus descendientes para siempre, porque has sido fiel al Señor mi Dios”. 10 Ahora pues, mira cómo el Señor me ha conservado la vida, según lo prometió. Hace cuarenta y cinco años que el Señor dijo esto a Moisés, cuando Israel iba por el desierto, y ahora tengo ochenta y cinco años. 11 Todavía estoy tan fuerte como el día en que Moisés me encargó aquella misión. Conservo todo mi vigor de entonces para combatir y para moverme por doquier. 12 Así que dame esta montaña que el Señor me prometió aquel día. Tú oíste aquel día cómo hay en ella anaquitas y ciudades grandes y fuertes. Que el Señor esté conmigo y yo los expulsaré como él me lo prometió.
13 Josué bendijo a Caleb, hijo de Jefuné, y le dio Hebrón en heredad. 14 Por eso Hebrón sigue siendo, hasta el día de hoy, heredad de Caleb, hijo de Jefuné el queniceo, por haber sido fiel al Señor, Dios de Israel. 15 El nombre primitivo de Hebrón era Quiriat Arbá. Arbá había sido el hombre más alto de los anaquitas.
Y, concluida la conquista, el país quedó en paz.
Parábola de la viuda y el juez
18 Jesús les contó una parábola para enseñarles que debían orar en cualquier circunstancia, sin jamás desanimarse. Les dijo:
2 — Había una vez en cierta ciudad un juez que no temía a Dios ni respetaba a persona alguna. 3 Vivía también en la misma ciudad una viuda, que acudió al juez, rogándole: “Hazme justicia frente a mi adversario”. 4 Durante mucho tiempo, el juez no quiso hacerle caso, pero al fin pensó: “Aunque no temo a Dios ni tengo respeto a nadie, 5 voy a hacer justicia a esta viuda para evitar que me siga importunando. Así me dejará en paz de una vez”.
6 El Señor añadió:
— Ya han oído ustedes lo que dijo aquel mal juez. 7 Pues bien, ¿no hará Dios justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche? ¿Creen que los hará esperar? 8 Les digo que les hará justicia en seguida. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿aún encontrará fe en este mundo?
Parábola del fariseo y el recaudador de impuestos
9 A unos que alardeaban de su propia rectitud y despreciaban a todos los demás, Jesús les contó esta parábola:
10 — En cierta ocasión, dos hombres fueron al Templo a orar. Uno de ellos era un fariseo, y el otro un recaudador de impuestos. 11 El fariseo, plantado en primera fila, oraba en su interior de esta manera: “¡Oh Dios! Te doy gracias porque yo no soy como los demás: ladrones, malvados y adúlteros. Tampoco soy como ese recaudador de impuestos. 12 Ayuno dos veces por semana y pago al Templo la décima parte de todas mis ganancias”. 13 En cambio, el recaudador de impuestos, que se mantenía a distancia, ni siquiera se atrevía a levantar la vista del suelo, sino que se golpeaba el pecho y decía: “¡Oh Dios! Ten compasión de mí, que soy pecador”. 14 Les digo que este recaudador de impuestos volvió a casa con sus pecados perdonados; el fariseo, en cambio, no. Porque Dios humillará a quien se ensalce a sí mismo; pero ensalzará a quien se humille a sí mismo.
Jesús bendice a unos niños (Mt 19,13-15; Mc 10,13-16)
15 Llevaron unos niños a Jesús para que los bendijese. Los discípulos, al verlo, reñían a quienes los llevaban; 16 pero Jesús, llamando a los niños, dijo:
— Dejen que los niños vengan a mí y no se lo impidan, porque el reino de Dios es para los que son como ellos. 17 Les aseguro que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él.
Salmo 85 (84)
El Señor habla de paz
85 Al maestro del coro. Salmo de los hijos de Coré.
2 Señor, has sido misericordioso con tu tierra,
has cambiado la suerte de Jacob;
3 has perdonado la falta de tu pueblo,
has ocultado todos sus pecados; [ Pausa]
4 has contenido toda tu furia,
has calmado el ardor de tu ira.
5 Dios, salvador nuestro, renuévanos,
¡aparta tu cólera de nosotros!
6 ¿Seguirás siempre enfadado?
¿Durará tu ira por generaciones?
7 ¿No volverás a darnos la vida
para que tu pueblo en ti se goce?
8 Señor, muéstranos tu amor,
danos tu salvación.
9 Voy a escuchar lo que Dios dice:
el Señor habla de paz
a su pueblo y a sus fieles,
¡que no vuelvan a ser necios!
10 Su salvación está cerca de quien lo venera,
la gloria va a morar en nuestra tierra.
11 El amor y la verdad se han encontrado,
la justicia y la paz se abrazan.
12 La verdad brota de la tierra,
la justicia surge del cielo.
13 El Señor traerá prosperidad
y nuestra tierra dará su cosecha.
14 La justicia caminará ante él,
sus pasos trazarán el camino.
7 Hay quien presume de rico y nada tiene,
quien pasa por pobre y tiene gran fortuna.
8 La riqueza defiende la vida del rico,
pero al pobre ni siquiera lo amenazan.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España