Print Page Options Listen to Reading
Previous Prev Day Next DayNext

The Daily Audio Bible

This reading plan is provided by Brian Hardin from Daily Audio Bible.
Duration: 731 days

Today's audio is from the GNT. Switch to the GNT to read along with the audio.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Version
Deuteronomio 34 - Josué 2

Muerte y sepultura de Moisés

34 Moisés subió desde las llanuras de Moab al monte Nebo, a la cima del monte Pisga, frente a Jericó. El Señor le permitió contemplar toda la tierra que se extiende desde Galaad hasta Dan, todo el territorio de Neftalí, Efraín y Manasés, toda la tierra de Judá hasta el mar Occidental; el Négueb, la región del valle de Jericó, la ciudad de las palmeras, hasta Soar, y le dijo:

— Esta es la tierra que prometí con juramento a Abrahán, Isaac y Jacob diciendo: “Se la daré a tus descendientes”. He querido que la veas con tus propios ojos, pero tú no entrarás en ella.

Allí, en Moab, murió Moisés, siervo del Señor, como lo había dispuesto el Señor. Y lo enterró en el valle de Moab, frente a Bet Peor, y hasta la fecha nadie sabe dónde está enterrado. Moisés murió a la edad de ciento veinte años, pero ni sus ojos se habían debilitado, ni había disminuido su vigor.

Los israelitas lloraron a Moisés en la llanura de Moab durante treinta días, guardando así el tiempo de luto por su muerte. Y Josué hijo de Nun, estaba lleno de espíritu de sabiduría porque Moisés le había impuesto las manos. Los israelitas lo obedecieron y cumplieron lo que el Señor había ordenado a Moisés.

10 No ha vuelto a surgir en Israel un profeta semejante a Moisés, con quien el Señor trataba cara a cara. 11 Nadie ha vuelto a hacer las señales y prodigios que el Señor le mandó hacer en el país de Egipto contra el faraón, sus cortesanos y su territorio. 12 No ha habido nadie que haya tenido un poder tan extraordinario, ni haya sido capaz de realizar las tremendas hazañas que Moisés hizo a la vista de todo Israel.

I.— CONQUISTA DE LA TIERRA PROMETIDA (1—12)

Preparativos y paso del Jordán (1—5)

Orden de entrar en la tierra prometida

Una vez que murió Moisés, siervo del Señor, dijo el Señor a Josué, hijo de Nun, ayudante de Moisés:

— Moisés, mi siervo, ha muerto. Disponte, pues, a cruzar ese Jordán, con todo este pueblo, hacia la tierra que yo doy a los israelitas. Les entrego a ustedes todo lugar donde pongan el pie, según prometí a Moisés. El territorio de ustedes abarcará desde el desierto hasta el Líbano, y desde el río Grande, el Éufrates, hasta el mar Grande por el oeste, (todo el país de los hititas). Nadie te podrá hacer frente mientras vivas: lo mismo que estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré ni te abandonaré. Pórtate, pues, con fortaleza y valentía porque vas a ser tú quien darás a este pueblo la posesión de la tierra que juré dar a sus antepasados. Esto es lo único que se te pide: que seas fuerte y valiente y cumplas toda la ley que te dio mi siervo Moisés. No te desvíes de ella ni a la derecha ni a la izquierda; así tendrás éxito en todo lo que emprendas. Medita día y noche el libro de esta ley teniéndolo siempre en tus labios; si obras en todo conforme a lo que se prescribe en él, prosperarás y tendrás éxito en todo cuanto emprendas. Te he mandado que seas fuerte y valiente. No tengas, pues, miedo ni te acobardes, porque el Señor tu Dios estará contigo dondequiera que vayas.

Colaboración de las tribus de Transjordania

10 Josué dio a los funcionarios del pueblo la orden siguiente:

11 — Recorran el campamento y ordenen esto al pueblo: “Aprovisiónense convenientemente, porque dentro de tres días cruzarán ese Jordán, para ir a tomar posesión de la tierra que el Señor, su Dios, les da en propiedad”.

12 A los de Rubén, a los de Gad y a la media tribu de Manasés les dijo:

13 — Acuérdense de lo que les mandó Moisés, siervo del Señor. El Señor, su Dios, les ha dado el descanso al entregarles esta tierra. 14 Sus mujeres, sus niños y sus rebaños se quedarán aquí en Transjordania, en el territorio que les ha dado Moisés. Pero ustedes pasarán en orden de batalla al frente de todos sus guerreros y ayudarán a sus hermanos, 15 hasta que el Señor conceda el descanso a sus hermanos igual que se lo ha concedido a ustedes, y también ellos tomen posesión de la tierra que el Señor, su Dios, les va a dar. Entonces ustedes regresarán al territorio de su propiedad, el que les dio Moisés, siervo del Señor, aquí al lado oriental del Jordán.

16 Ellos respondieron a Josué:

— Haremos todo lo que nos has mandado; iremos adondequiera que nos envíes. 17 Del mismo modo que obedecimos en todo a Moisés, te obedeceremos a ti. Que el Señor, tu Dios, esté contigo como estuvo con Moisés. 18 El que se rebele contra ti y no obedezca tus órdenes, cualesquiera que sean, morirá. Tú, sé fuerte y valiente.

Los espías de Josué

Josué, hijo de Nun, envió en secreto desde Sitín a dos espías encomendándoles:

— Vayan y reconozcan la región y la ciudad de Jericó.

Ellos fueron y entraron en casa de una prostituta, llamada Rajab, y se quedaron a dormir allí. Entonces alguien avisó al rey de Jericó:

— Mira, unos israelitas han entrado aquí esta tarde para reconocer el país.

El rey de Jericó mandó este recado a Rajab:

— Haz salir a los hombres que han entrado en tu casa, porque han venido para reconocer toda la región.

Pero la mujer escondió a los dos hombres y respondió:

— Es cierto que esos hombres han venido a mi casa, pero yo no sabía de dónde procedían; cuando, al anochecer, estaba a punto de cerrarse la puerta de la ciudad, esos hombres salieron y no sé adónde han ido. Si ustedes se dan prisa en perseguirlos, los alcanzarán.

Pero ella los había hecho subir a la terraza y los había escondido entre unos manojos de lino que tenía amontonados allí. Salieron unos hombres en su persecución hacia los vados del Jordán, y la puerta de la ciudad se volvió a cerrar en cuanto los perseguidores salieron tras ellos.

Pacto entre Rajab y los espías

Todavía no se habían acostado los espías, cuando Rajab subió a la terraza, donde ellos estaban, y les dijo:

— Ya sé que el Señor les ha entregado esta tierra, que nos ha invadido el pánico y que todos los habitantes de esta región tiemblan ante ustedes. 10 Nos hemos enterado de cómo el Señor secó las aguas del mar de las Cañas delante de ustedes cuando salieron de Egipto, y de lo que han hecho con los dos reyes amorreos del otro lado del Jordán, con Sijón y con Og, a quienes ustedes consagraron al exterminio. 11 Al enterarnos, ha desfallecido nuestro corazón y su llegada nos ha dejado a todos sin aliento, porque el Señor, Dios de ustedes, es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra. 12 Júrenme, pues, ahora por el Señor que así como yo les he tratado con benevolencia, ustedes también tratarán con benevolencia a la casa de mi padre. Denme una señal segura 13 de que respetarán la vida de mi padre y de mi madre, de mis hermanos y hermanas, y de todos los suyos, y de que nos librarán de la muerte.

14 Aquellos hombres le respondieron:

— Nuestra vida a cambio de la suya, siempre que ustedes no nos denuncien. Cuando el Señor nos haya entregado la tierra, te trataremos a ti con benevolencia y lealtad.

15 Ella los descolgó por la ventana con una soga, pues la casa en que vivía estaba adosada a la muralla. 16 Les dijo:

— Diríjanse hacia la montaña, para que sus perseguidores no los encuentren. Quédense escondidos allí tres días hasta que regresen los que salgan en su persecución; después podrán seguir su camino.

17 Los hombres le respondieron:

— Nosotros quedaremos libres del juramento que nos has exigido si tú no cumples con esta condición: 18 cuando entremos en el país, deberás atar a la ventana por la que nos has descolgado este cordón de hilo rojo después de haber reunido contigo en esta casa a tu padre, a tu madre, a tus hermanos y a toda la familia de tu padre. 19 Si alguno sale de tu casa, se hará responsable de su muerte; nosotros seremos inocentes. Pero, si alguien pone su mano sobre cualquiera que esté contigo dentro de tu casa, seremos nosotros los responsables de su muerte. 20 Ahora bien, si nos denuncias, quedaremos libres del juramento que nos has exigido.

21 Ella respondió:

— Sea como ustedes dicen.

Los despidió y, cuando se fueron, ató el cordón rojo a la ventana.

Regreso de los espías

22 Marcharon los espías, se adentraron en el monte y se quedaron allí tres días, hasta que sus perseguidores, que los buscaron por todas partes, regresaron sin encontrarlos. 23 Entonces los dos hombres bajaron del monte, cruzaron el río y llegaron adonde estaba Josué, hijo de Nun, a quien contaron todo lo que les había pasado. 24 Le dijeron a Josué:

— El Señor ha puesto todo el país en nuestras manos; todos sus habitantes están ya temblando ante nosotros.

Lucas 13:22-14:6

La entrada en el Reino (Mt 7,13-14.21.23)

22 De camino a Jerusalén, Jesús enseñaba a la gente de los pueblos y aldeas por donde pasaba. 23 Una vez, uno le preguntó:

— Señor, ¿son pocos los que se salvan?

Jesús les dijo:

24 — Esfuércense en entrar por la puerta estrecha, porque les digo que muchos intentarán entrar, pero no podrán. 25 Después que el amo de la casa se levante y cierre la puerta, los que de ustedes hayan quedado fuera comenzarán a golpear la puerta diciendo: “¡Señor, ábrenos!”. Pero él les contestará: “No sé de dónde son ustedes”. 26 Entonces dirán: “¡Nosotros hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas!”. 27 Pero él les replicará: “¡No sé de dónde son ustedes! ¡Apártense de mí todos ustedes que se pasan la vida haciendo el mal!”. 28 Allí llorarán y les rechinarán los dientes cuando vean a Abrahán, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, mientras ustedes son arrojados afuera. 29 Vendrán gentes de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. 30 Pues los que ahora son últimos, serán los primeros; y los que ahora son primeros, serán los últimos.

Lamento de Jesús sobre Jerusalén (Mt 23,37-39)

31 Ese mismo día llegaron unos fariseos y dijeron a Jesús:

— Vete de aquí, porque Herodes quiere matarte.

32 Jesús les contestó:

— Vayan y díganle a ese zorro: “Has de saber que yo expulso demonios y curo enfermos hoy y mañana, y al tercer día culminaré la tarea”. 33 Pero entre tanto, hoy, mañana y pasado mañana tengo que seguir mi camino, porque no es posible que un profeta muera fuera de Jerusalén. 34 ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los mensajeros que Dios te envía! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos como la gallina reúne a sus pollitos bajo las alas, y ustedes se negaron! 35 Pues miren: su ciudad va a quedar desierta. Y les digo que no volverán a verme hasta el momento en que digan: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”.

De nuevo Jesús cura en sábado

14 Sucedió que un sábado Jesús fue a comer a casa de uno de los jefe de los fariseos. Ellos, que lo estaban espiando, le colocaron delante un hombre enfermo de hidropesía. Jesús, entonces, preguntó a los doctores de la ley y a los fariseos:

— ¿Está o no está permitido curar en sábado?

Pero ellos no contestaron. Así que Jesús tomó de la mano al enfermo, lo curó y lo despidió. Luego les dijo:

— Si a uno de ustedes se le cae el hijo o un buey en un pozo, ¿no correrá a sacarlo aunque sea en sábado?

A esto no pudieron contestar nada.

Salmos 79

Salmo 79 (78)

Que el grito del cautivo llegue a ti

79 Salmo de Asaf.
Oh Dios, los paganos han invadido tu heredad,
han profanado tu santo Templo,
han reducido Jerusalén a escombros;
han arrojado el cadáver de tus siervos
como alimento a los pájaros del cielo,
el cuerpo de tus fieles a las fieras de la tierra;
han derramado su sangre como agua
por toda Jerusalén y nadie los sepulta.
Somos la burla de nuestros vecinos,
la mofa, la risa de los que están cerca.
¿Hasta cuándo, Señor?
¿Estarás siempre airado?
¿Estallará como el fuego tu celo?
Descarga tu ira sobre los pueblos que te ignoran,
sobre los reinos que no invocan tu nombre.
Porque ellos devoraron a Jacob,
convirtieron en ruinas su morada.
No esgrimas contra nosotros los pecados de antaño;
que nos llegue pronto tu misericordia
porque estamos exhaustos.
Ayúdanos, Dios salvador nuestro,
por la gloria de tu nombre;
líbranos, perdona nuestros pecados
haciendo honor a tu nombre.
10 ¿Por qué han de decir las naciones:
“Dónde está su Dios”?
Que ante nosotros conozcan las naciones
el castigo por la muerte de tus siervos.
11 Que el grito del cautivo llegue a ti,
salva con tu poder la vida a los condenados;
12 pero a los vecinos devuélveles con creces
la ofensa que ellos, mi Dios, te hicieron.
13 Y nosotros, tu pueblo, rebaño de tus prados,
te daremos gracias por siempre,
proclamaremos tu alabanza por generaciones.

Proverbios 12:26

26 El justo se aparta del mal,
al malvado lo extravía su camino.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España