The Daily Audio Bible
Today's audio is from the NLT. Switch to the NLT to read along with the audio.
Votos de las mujeres
30 Moisés convocó a todos los jefes de las tribus y les dijo:
2 «El Señor ha ordenado que cualquiera que le haga una promesa, ya sea de hacer algo o de dejar de hacer algo, deberá cumplirla fielmente. La persona que hace el voto deberá hacer exactamente lo que ha prometido.
3 »Mas si una mujer soltera que vive en casa de su padre promete al Señor que hará o no hará algo, 4 y su padre oye que ha hecho un voto y no dice nada, el voto de ella será válido. 5 Pero si el padre se niega a darle el permiso para hacer el voto, entonces la promesa quedará automáticamente anulada. Y así el Señor la liberará porque su padre no quiere que ella lo haga.
6 »Si se casa cuando todavía está ligada por un voto; 7 y su marido se entera y no le dice nada, el voto será válido. 8 Pero si al enterarse el marido se niega a aceptarlo, su desacuerdo anula el voto y el Señor la libertará.
9 »Pero si la mujer es viuda o divorciada, ella deberá cumplir el voto.
10 »Si se ha casado y vive en casa de su marido cuando hace el voto, 11 y su marido se entera de él, y nada dice, el voto será válido. 12 Pero si él se niega a permitirlo en el primer día en que se entera del voto, el voto de ella quedará nulo y el Señor la perdonará. 13 De modo que el marido podrá confirmar o anular el voto, 14 pero si él no dice nada durante el día significa que lo ha aprobado. 15 Si espera más de un día y luego se niega a reconocer el voto, las obligaciones del voto recaerán sobre él y él será responsable».
16 Estos pues, son los mandamientos que el Señor dio a Moisés acerca de las relaciones entre un hombre y su esposa, y entre un padre y su hija que vive en su casa.
Guerra contra Madián
31 Entonces el Señor le dijo a Moisés: 2 «Toma venganza de los madianitas por haber inducido a Israel a la idolatría. Luego morirás».
3 Moisés le dijo al pueblo: «Algunos de ustedes deben tomar las armas para hacer caer sobre Madián la venganza del Señor. 4 Alisten mil hombres de cada tribu».
5 Así se hizo, y de Israel fueron enviados doce mil hombres a la batalla. 6 Finés (hijo de Eleazar el sacerdote) los condujo a la batalla acompañado por el cofre del pacto y con sonido de trompetas. 7 En la batalla murieron todos los hombres de Madián. 8 Entre los muertos estaban los cinco reyes madianitas: Evi, Requen, Zur, Jur y Reba. También murió en la batalla Balán hijo de Beor.
9-11 El ejército israelita tomó cautivos a las mujeres y a los niños, y se apoderó de las vacas, las ovejas y de un cuantioso botín. Y quemaron todas las ciudades, pueblos y aldeas de Madián. 12 Los cautivos y los despojos de la guerra fueron llevados ante Moisés, Eleazar el sacerdote y el resto del pueblo de Israel que estaba acampando en la llanura de Moab, junto al río Jordán, frente a Jericó. 13 Moisés, Eleazar el sacerdote y todos los jefes del pueblo salieron a encontrar al ejército victorioso, 14 pero Moisés se enojó con los oficiales del ejército y los comandantes de batallón.
15 «¿Por qué dejaron con vida a las mujeres? —les preguntó—. 16 Ellas fueron las que siguieron el consejo de Balán y causaron gran daño al pueblo de Israel, haciendo que adorara a Baal Peor, y son la causa de la plaga que nos destruyó. 17 Maten pues a los niños varones y a todas las mujeres que hayan tenido relación sexual. 18 Solamente las muchachas vírgenes podrán vivir. Con ellas pueden quedarse.
Purificación de combatientes y de prisioneros
19 »Y en cuanto a ustedes, quédense fuera del campamento por siete días todos los que hayan matado a alguien o hayan tocado un cuerpo muerto. Purifíquense ustedes y los cautivos en los días tercero y séptimo. 20 Acuérdense también de purificar la ropa que traen puesta y todo lo que esté hecho de piel, de pelo de cabrito o de madera».
21 Entonces el sacerdote Eleazar dijo a los hombres que habían estado en la batalla:
«Este es el mandamiento que el Señor le ha dado a Moisés: 22 Todo lo que resiste el calor: oro, plata, bronce, hierro, estaño o cuero, 23 será pasado por fuego a fin de que quede ceremonialmente limpio. Luego será purificado con agua. Lo que no resista el calor será purificado solamente con agua. 24 En el día séptimo deben lavar la ropa que traen puesta, y después de purificarse pueden regresar al campamento».
Reparto del botín
25 Y el Señor le dijo a Moisés: 26 «Tú, el sacerdote Eleazar y los caudillos de las tribus harán una lista del botín, incluyendo las personas y animales. 27 Luego lo dividirán en dos partes. La mitad será para los hombres que estuvieron en la batalla, y la otra mitad será distribuida entre el pueblo de Israel. 28 Pero antes que nada, darán al Señor su parte de todos los cautivos, bueyes, burros y ovejas que corresponden al ejército. Su parte será uno de cada quinientos. 29 Esta parte se la entregarán a Eleazar el sacerdote para que sea ofrecida al Señor meciéndola delante del altar. 30 Además, impondrán un tributo del dos por ciento de todos los cautivos, cabezas de ganado y las ovejas que se entregan al pueblo de Israel. Esto lo entregarán a los levitas que están a cargo del santuario, porque es la porción del Señor».
31 Entonces Moisés y Eleazar el sacerdote hicieron lo que el Señor había ordenado. 32-35 El total del botín (además de las joyas, vestidos etc., que los soldados guardaron para sí) fue de 675.000 ovejas; 72.000 vacas, 61.000 burros, y 32.000 muchachas vírgenes.
36-40 La parte entregada al ejército sumó:
337.500 ovejas, (675 fueron entregadas a el Señor),
36.000 bueyes (72 fueron entregados a el Señor);
30.500 burros (61 fueron entregados a el Señor);
16.000 muchachas (32 fueron entregadas al Señor).
41 Todo lo que correspondía a la porción del Señor fue entregado a Eleazar el sacerdote conforme a las instrucciones dadas a Moisés.
42-46 La mitad del botín que le correspondía al resto del pueblo fue de:
337.500 ovejas, 36.000 bueyes, 30.500 burros, y 16.000 muchachas.
47 En conformidad con las órdenes del Señor, Moisés dio el dos por ciento de todo a los levitas.
Las ofrendas de los capitanes
48 Entonces los oficiales y los comandantes de batallones se acercaron a Moisés y le dijeron:
49 «Hemos pasado lista a los hombres que salieron a la batalla, y ninguno de nosotros falta. 50 Por lo tanto hemos traído al Señor una ofrenda tomada de nuestro botín para que nos perdone todos nuestros pecados: oro, joyas, brazaletes, anillos, aros y collares».
51-52 Moisés y Eleazar el sacerdote recibieron esta ofrenda especial de los capitanes y comandantes de batallones y encontraron que el valor era de unos doscientos kilos de oro. 53 (Los soldados habían reservado el botín que a cada cual correspondía). 54 La ofrenda fue llevada al santuario y quedó delante del Señor como memoria del pueblo de Israel.
Tentación de Jesús
4 Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y el Espíritu lo llevó al desierto. 2 Allí estuvo cuarenta días, y Satanás quería hacerlo caer en tentación. Durante todos esos días no comió nada; y cuando pasó ese tiempo, tuvo hambre. 3 El diablo le dijo:
―Si eres el Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan.
4 Jesús le respondió:
―La Escritura dice: “No sólo de pan vivirá la gente”.
5 Entonces el diablo lo llevó a un lugar alto y desde allí le mostró en un momento todos los reinos del mundo.
6 El diablo le dijo:
―Te daré poder y autoridad sobre todos estos reinos y también te daré su grandeza, porque a mí me lo han dado y yo se lo doy a quien yo quiera. 7 Todo esto será tuyo si me adoras. 8 Jesús le contestó:
―La Escritura dice: “Adora al Señor tu Dios y sírvele sólo a él”.
9 Luego el diablo lo llevó a Jerusalén, a la parte más alta del templo, y le dijo:
―Si eres el Hijo de Dios, tírate desde aquí, 10 pues en la Escritura dice: “Dios enviará a sus ángeles para cuidarte. 11 Ellos te sostendrán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra”.
12 Jesús le respondió:
―También en la Escritura dice: “No pongas a prueba al Señor tu Dios”.
13 Después que el diablo trató por todos los medios de hacerlo caer en tentación, se alejó de él por un tiempo.
Rechazan a Jesús en Nazaret
14 Jesús regresó a Galilea lleno del poder del Espíritu Santo, y adquirió fama por toda la región. 15 Enseñaba en las sinagogas y todos lo admiraban.
16 Cuando llegó a Nazaret, donde se había criado, un sábado fue a la sinagoga, como era su costumbre. Allí se levantó a leer, 17 y le dieron el libro del profeta Isaías. Lo abrió y encontró el lugar donde dice:
18 «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para dar buenas noticias a los pobres. Me ha enviado para anunciar libertad a los presos y dar vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos, 19 para anunciar el año en que el Señor nos dará su favor».
20 Luego cerró el libro, se lo devolvió al encargado y se sentó. Todos los que estaban en la sinagoga tenían los ojos puestos en él.
21 Entonces él comenzó a decirles:
―Esta Escritura acaba de cumplirse hoy delante de ustedes.
22 Todos se expresaban bien de él y estaban admirados por las hermosas palabras que él hablaba.
Estaban intrigados y se preguntaban:
―¿No es este el hijo de José?
23 Jesús les dijo:
―Sin duda ustedes me dirán ese refrán: “Médico, cúrate a ti mismo. Haz aquí, en tu propia tierra, lo que hemos oído que hiciste en Capernaúm”. 24 Pero yo les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su propia tierra. 25 En tiempos de Elías no llovió por tres años y medio y hubo mucha hambre en toda la tierra. En Israel vivían muchas viudas en esa época; 26 sin embargo, a Elías no lo enviaron a ninguna de ellas, sino a una viuda de Sarepta, cerca de la ciudad de Sidón. 27 Y en tiempos del profeta Eliseo había en Israel muchos enfermos de lepra, pero Eliseo no sanó a ninguno de ellos sino sanó a Naamán, que era de Siria.
28 Al oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se pusieron furiosos, 29 se levantaron y lo echaron fuera del pueblo. Lo llevaron a lo alto de la colina sobre la que estaba construido el pueblo, para arrojarlo desde allí, 30 pero él pasó por en medio de ellos y se fue.
Salmo de David, cuando estaba en el desierto de Judá.
63 ¡Oh Dios, mi Dios! ¡Cómo te busco! ¡Qué sed tengo de ti en esta tierra reseca y triste en donde no hay agua! ¡Cómo anhelo encontrarte! 2 ¡Te he visto en tu santuario y he contemplado tu fortaleza y gloria, 3 porque tu amor y bondad son para mí mejor que la vida misma! ¡Cuánto te alabo! 4 Te bendeciré mientras viva, alzando a ti mis manos en oración. 5 Tú dejas mi alma más satisfecha que un delicioso banquete; te alabarán mis labios con gran júbilo.
6 Paso la noche despierto en mi lecho pensando en ti, 7 en cuánto me has ayudado. ¡Canto durante la noche con gozo bajo la protectora sombra de tus alas! 8 Te sigo de cerca, protegido por tu potente diestra. 9 Pero quienes planean destruirme descenderán a las profundidades de la tierra. 10 Están condenados a morir a espada; a ser comida de chacales. 11 Pero el rey se regocijará en Dios. Todos los que en él confían se alegrarán, y los mentirosos serán acallados.
20 El Señor aborrece a los de corazón perverso, pero se agrada en los que viven con rectitud.
21 Ten plena seguridad de que el malvado será castigado, y que los justos saldrán librados.
Nueva Biblia Viva, © 2006, 2008 por Biblica, Inc.® Usado con permiso de Biblica, Inc.® Reservados todos los derechos en todo el mundo.