The Daily Audio Bible
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El hombre que medía Jerusalén
2 Volví a levantar la vista, y vi delante de mí a un hombre con una cinta de medir en la mano. 2 Le pregunté a dónde iba, y me dijo: «Voy a medir la ciudad de Jerusalén. Quiero saber cuánto mide de largo y cuánto de ancho».
3 Ese hombre era un ángel, y ya estaba por irse; pero otro ángel vino a su encuentro 4 y le ordenó que me diera este mensaje:
«La ciudad de Jerusalén
tendrá tanta gente y tanto ganado,
que no tendrá murallas.
5 Yo seré para mi ciudad
como una muralla de fuego;
¡yo la llenaré de riquezas!
Yo soy el Dios de Israel,
y juro que así lo haré.
6-7 »Yo fui quien los dispersó
por todas las naciones,
pero ahora les ordeno
que salgan ya de Babilonia
y regresen a Jerusalén;
¡huyan de ese país del norte!
Yo soy el Dios de Israel,
y les ordeno que así lo hagan».
8-9 El Dios todopoderoso me envió a acusar a las naciones que le robaron todo a Jerusalén. Así dice nuestro Dios:
«Yo castigaré a todas las naciones
que le han hecho daño a mi pueblo.
Quien le hace daño a mi pueblo
también me lo hace a mí.
¡Yo haré que sus propios esclavos
les roben todas sus pertenencias!»
Cuando esto suceda, esas naciones sabrán que fue el Dios todopoderoso quien me envió a acusarlas. Él dijo:
10 «¡Griten de alegría,
habitantes de Jerusalén,
porque yo viviré entre ustedes!
Yo soy el Dios de Israel,
y les juro que así lo haré.
11 »Cuando llegue ese día,
muchas naciones me seguirán.
Entonces yo viviré entre ellas,
y llegarán a ser también mi pueblo».
Cuando esto suceda, ustedes sabrán que fue el Dios todopoderoso quien me envió a anunciarles su mensaje. 12 Entonces Judá volverá a ser propiedad de nuestro Dios, y Jerusalén volverá a ser su ciudad elegida.
13 Nuestro Dios ha salido ya
de su templo santo;
¡guarden silencio en su presencia!
Dios perdona a su pueblo
3 1-3 En otro sueño vi a Josué, parado frente al ángel de Dios. Josué era el jefe de los sacerdotes, y había pecado; por eso en el sueño su ropa sacerdotal no estaba limpia. El ángel acusador estaba a la derecha de Josué, dispuesto a acusarlo ante Dios, pero el ángel de Dios le dijo:
«Ángel acusador, si Dios debe castigar a alguien, es a ti. Así como Dios ha elegido a la ciudad de Jerusalén, también a este hombre lo ha librado del castigo».
4 Enseguida, el ángel de Dios habló con sus ayudantes y les ordenó que le quitaran a Josué las ropas sucias. A Josué le dijo: «Toma en cuenta que ya he perdonado tus pecados. Por eso ahora te voy a vestir con ropa limpia».
5 Mientras el ángel de Dios seguía allí de pie, él le ordenó a los ayudantes que también le pusieran a Josué un turbante limpio en la cabeza, y ellos lo hicieron así. 6 Cuando terminaron de vestirlo, el ángel de Dios le advirtió:
7-8 «Así dice el Dios todopoderoso:
“Yo te elegí
como jefe de los sacerdotes.
Si obedeces mis mandamientos
y eres un buen sacerdote,
te pondré a cargo de mi templo.
Te daré además un puesto de honor
entre mis más cercanos servidores.
Y ustedes, el resto de los sacerdotes,
también pongan atención,
pues ustedes son una buena señal:
Yo haré que vuelva a reinar en Israel
mi servidor escogido.
9-10 ”¡Fíjate bien, Josué!
Delante de ti he puesto una piedra.
Es una piedra de siete costados.
Voy a grabar algo en esa piedra,
y en un solo día borraré
los pecados de toda la tierra.
Cuando llegue ese día,
se invitarán unos a otros
a sentarse bajo los árboles,
y podrán disfrutar tranquilos
de sus uvas y de sus higos.
Yo soy el Dios de Israel,
y les juro que así será”».
El monstruo del mar
13 Entonces vi que del mar salía un monstruo con diez cuernos y siete cabezas. En cada cuerno tenía una corona, y en cada cabeza tenía escritos nombres que ofendían a Dios. 2 Este monstruo parecía leopardo, pero tenía patas de oso y hocico de león. El dragón le entregó a este monstruo su poder y su reino. 3 Una de las cabezas del monstruo parecía tener una herida mortal. Pero la herida sanó, lo que hizo que todo el mundo se asombrara y creyera en el monstruo. 4 Todos adoraron al dragón, porque le había dado su autoridad al monstruo, y también adoraron al monstruo. Decían: «No hay nadie tan fuerte como este monstruo. Nadie puede luchar contra él.»
5 Al monstruo se le permitió creerse importante y decir que él era Dios. También se le permitió gobernar durante cuarenta y dos meses. 6 Pasado ese tiempo, empezó a insultar a Dios, a su templo y a todos los que están en el cielo. 7 También se le permitió pelear contra el pueblo de Dios y derrotarlo, y además se le dio autoridad sobre la gente de todas las razas y pueblos, idiomas y países. 8 A ese monstruo lo adorarán todos los que no tienen sus nombres escritos en el libro del Cordero,[a] que fue sacrificado. Ese libro fue escrito desde antes de que Dios creara el mundo, y en él están escritos los nombres de todos los que tienen vida eterna.
9 Si alguien tiene oídos, que ponga atención a lo siguiente:
10 «Quien deba ir a la cárcel,
a la cárcel será llevado;
y quien deba morir por la espada,
a filo de espada morirá.»
Esto significa que el pueblo de Dios debe aprender a soportar los sufrimientos, y a seguir confiando en Dios.
El monstruo de la tierra
11 Luego vi que de la tierra salía otro monstruo. Tenía dos cuernos como de cordero, pero hablaba como un dragón; 12 había recibido autoridad del primer monstruo, y trabajaba para él. Obligaba a los habitantes del mundo a que adoraran al primer monstruo, el cual se había repuesto de su herida mortal. 13 También hacía cosas grandiosas delante de la gente, y dejaba caer fuego del cielo sobre la tierra. 14 Este monstruo engañó a la gente por medio de los milagros que hizo con el poder que el primer monstruo le había dado. Luego los obligó a hacer una estatua del primer monstruo, el cual había sido herido con una espada pero seguía con vida. 15 Dios permitió que el segundo monstruo le diera vida a la estatua del primer monstruo, para que pudiera hablar. Todos los que no adoraban la imagen del primer monstruo eran condenados a muerte. 16 También hizo que a todos les pusieran una marca, en la mano derecha o en la frente. No importaba que fueran ricos o pobres, grandes o pequeños, libres o esclavos; todos tenían que llevar la marca. 17 Nadie podía comprar ni vender nada, si no tenía esa marca, o el nombre del monstruo, o el número de su nombre.
18 Aquí hay que esforzarse mucho para poder comprender: si hay alguien que entienda, trate de encontrar el significado del número del monstruo, porque es el número de un ser humano. Ese número es 666.
¡Protégeme, Dios mío!
SALMO 141 (140)
Himno de David.
141 Dios mío, te estoy llamando:
¡Préstame atención
y ven pronto en mi ayuda!
2 ¡Recibe mi oración
como una ofrenda de incienso!
¡A ti elevo mis manos
como una ofrenda en la tarde!
3 Dios mío,
¡no me dejes decir
ni una sola tontería!
4 ¡No me dejes tener
malos pensamientos,
ni cometer maldad alguna!
¡No me dejes tomar parte
en fiestas de gente malvada!
5 Considero una muestra de amor
que una persona honrada
me regañe o me golpee;
para mí, sus reprensiones
son como fino perfume.
Dios mío, yo siempre te pido
que castigues a los malvados.
6 Cuando los gobernantes malvados
acaben en la ruina,
se acordarán de mis palabras
y sabrán que les hablé con dulzura.
7 Entonces la gente dirá:
«Sus huesos han quedado
esparcidos por el suelo».
8 Por mi parte, Dios mío,
de ti dependo,
y en ti busco refugio.
¡No dejes que me maten!
9 ¡Líbrame de las trampas
que esos malvados me tienden!
10 ¡Haz que sean ellos mismos
los que caigan en sus redes!
Pero a mí, ¡ponme a salvo!
18 »Hay tres, y hasta cuatro cosas
que me parecen increíbles
y que no alcanzo a comprender:
19 cómo saber que un águila
ha pasado por el cielo;
cómo saber que una serpiente
ha pasado por una roca;
cómo saber que un barco
ha pasado por el mar;
y cómo saber que un hombre
se ha acostado con una mujer.
20 »La mujer infiel se acuesta
con otro hombre,
luego se baña y dice:
“¡Aquí no ha pasado nada!”
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