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The Daily Audio Bible

This reading plan is provided by Brian Hardin from Daily Audio Bible.
Duration: 731 days

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Nueva Versión Internacional (NVI)
Version
Lamentaciones 4-5

Álef

[a]¡Cómo ha perdido el oro su brillo!
    ¡Se ha empañado el oro fino!
¡Regadas por las esquinas de las calles
    se han quedado las joyas sagradas!

Bet

A los valiosos hijos de Sión,
    que antes valían su peso en oro,
hoy se les ve como vasijas de barro,
    como la obra de un alfarero.

Guímel

Hasta los chacales ofrecen el pecho
    y dan leche a sus cachorros,
pero mi pueblo[b] ya no tiene sentimientos;
    ¡es como los avestruces del desierto!

Dálet

Tanta es la sed que tienen los niños
    que la lengua se les pega al paladar.
Piden pan los pequeñuelos,
    pero nadie se lo da.

He

Quienes antes comían los más ricos manjares
    hoy desfallecen de hambre por las calles.
Quienes antes se vestían de fina lana color púrpura
    hoy se revuelcan en medio de la basura.

Vav

Más grande que los pecados de Sodoma
    es la iniquidad de mi pueblo;
¡fue derribada en un instante
    y nadie tendió la mano para ayudarla!

Zayin

Más radiantes que la nieve eran sus príncipes
    y más blancos que la leche;
más rosado que el coral era su cuerpo;
    su apariencia era la del zafiro.

Jet

Pero ahora se ven más sucios que el hollín;
    en la calle nadie los reconoce.
Su piel, reseca como la leña,
    se les pega a los huesos.

Tet

¡Dichosos los que mueren por la espada,
    más que los que mueren de hambre!
Torturados por el hambre desfallecen,
    pues no cuentan con los frutos del campo.

Yod

10 Con sus manos, mujeres compasivas
    cocinaron a sus propios hijos,
y esos niños fueron su alimento
    cuando mi pueblo fue destruido.

Caf

11 El Señor dio rienda suelta a su enojo;
    dejó correr el ardor de su ira.
Prendió fuego a Sión
    y la consumió hasta sus cimientos.

Lámed

12 No creían los reyes de la tierra,
    ni tampoco los habitantes del mundo,
que los enemigos y adversarios de Jerusalén
    cruzarían alguna vez sus puertas.

Mem

13 Pero sucedió por los pecados de sus profetas,
    por las iniquidades de sus sacerdotes,
¡por derramar sangre inocente
    en las calles de la ciudad!

Nun

14 Manchados de sangre
    andan por las calles como ciegos.
No hay nadie que se atreva
    a tocar siquiera sus vestidos.

Sámej

15 «¡Largo de aquí, impuros!», les grita la gente.
    «¡Fuera! ¡Fuera! ¡No nos toquen!».
El pueblo de otras naciones paganas les dice:
    «Son unos vagabundos que andan huyendo.
    No pueden quedarse aquí más tiempo».

Pe

16 El Señor mismo los ha dispersado;
    ya no se preocupa por ellos.
Ya no hay respeto para los sacerdotes
    ni compasión para los ancianos.

Ayin

17 Para colmo, desfallecen nuestros ojos
    esperando en vano que alguien nos ayude.
Desde nuestras torres estamos en espera
    de una nación que no puede salvarnos.

Tsade

18 A cada paso nos acechan;
    no podemos ya andar por las calles.
Nuestro fin se acerca, nos ha llegado la hora;
    ¡nuestros días están contados!

Qof

19 Nuestros perseguidores resultaron
    más veloces que las águilas del cielo;
nos persiguieron por las montañas,
    nos acecharon en el desierto.

Resh

20 También cayó en sus redes el ungido del Señor,
    que era el aliento de nuestras vidas.
Era él de quien decíamos:
    ¡Viviremos bajo su sombra entre las naciones!

Shin

21 ¡Regocíjate y alégrate, hija de Edom,
    que vives como reina en la tierra de Uz!
¡Pero ya tendrás que beber de esta copa,
    y quedarás embriagada y desnuda!

Tav

22 Tu castigo se ha cumplido, hija de Sión;
    Dios no volverá a desterrarte.
Pero a ti, hija de Edom, te castigará por tu maldad
    y pondrá al descubierto tus pecados.

¡Recuerda, Señor, lo que nos ha sucedido!
    ¡Contempla y ve nuestra deshonra!
Nuestra heredad ha caído en manos extrañas;
    nuestro hogar, en manos de extranjeros.
No tenemos padre, hemos quedado huérfanos;
    viudas han quedado nuestras madres.
El agua que bebemos, tenemos que pagarla;
    la leña, tenemos que comprarla.
Los que nos persiguen nos pisan los talones;[c]
    estamos fatigados y no hallamos descanso.
Entramos en tratos[d] con Egipto y con Asiria
    para conseguir alimentos.
Nuestros antepasados pecaron y murieron,
    pero a nosotros nos tocó el castigo.
Ahora nos gobiernan los esclavos
    y no hay quien nos libre de sus manos.
Conseguimos pan a riesgo de nuestras vidas,
    al enfrentar las espadas del desierto.
10 La piel nos arde como un horno;
    de hambre nos da fiebre.
11 Las mujeres fueron violadas en Sión
    y las vírgenes, en las ciudades de Judá.
12 A nuestros príncipes los colgaron de las manos
    y a nuestros ancianos no los honraron.
13 A nuestros mejores jóvenes los pusieron a moler;
    los niños tropezaban bajo el peso de la leña.
14 Ya no se sientan los ancianos a las puertas de la ciudad;
    ni se escucha la música de los jóvenes.
15 En nuestro corazón no hay gozo;
    nuestra danza se convirtió en lamento.
16 Nuestra cabeza se ha quedado sin corona.
    ¡Ay de nosotros que hemos pecado!
17 Desfallece nuestro corazón;
    se apagan nuestros ojos,
18 porque el monte Sión se halla desolado,
    y sobre él rondan los chacales.

19 Pero tú, Señor, reinas eternamente;
    tu trono permanece de generación en generación.
20 ¿Por qué siempre nos olvidas?
    ¿Por qué nos abandonas tanto tiempo?
21 Permítenos volver a ti, Señor, y volveremos;
    renueva nuestra vida como antes.
22 La verdad es que nos has rechazado
    y te has excedido en tu enojo contra nosotros.

Hebreos 2

Advertencia a prestar atención

Por eso es necesario que prestemos más atención a lo que hemos oído, no sea que perdamos el rumbo. Porque, si el mensaje anunciado por los ángeles tuvo validez y toda transgresión y desobediencia recibió su justo castigo, ¿cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande? Esta salvación fue anunciada primeramente por el Señor y los que la oyeron nos la confirmaron. A la vez, Dios ratificó su testimonio acerca de ella con señales, prodigios, diversos milagros y dones distribuidos por el Espíritu Santo según su voluntad.

Jesús, hecho igual a sus hermanos

Dios no puso bajo el dominio de los ángeles el mundo venidero del que estamos hablando. Como alguien ha atestiguado en algún lugar:

«¿Qué es el hombre para que en él pienses?
    ¿Qué es el hijo del hombre para que lo tomes en cuenta?
Lo hiciste poco[a] menor que los ángeles
    y lo coronaste de gloria y de honra;
    todo lo pusiste bajo sus pies».[b]

Si Dios puso bajo él todas las cosas, entonces no hay nada que no esté bajo su dominio. Ahora bien, es cierto que todavía no vemos que todo esté sometido a él. Sin embargo, vemos a Jesús, quien fue hecho un poco menor a los ángeles, coronado de gloria y honra por haber padecido la muerte. Así, por la gracia de Dios, la muerte que él sufrió resulta en beneficio de todos.

10 En efecto, a fin de llevar a muchos hijos a la gloria, convenía que Dios, para quien y por medio de quien todo existe, perfeccionara mediante el sufrimiento al autor de la salvación de ellos. 11 Tanto el que santifica como los que son santificados tienen un mismo origen, por lo cual Jesús no se avergüenza de llamarlos hermanos, 12 cuando dice:

«Proclamaré tu nombre a mis hermanos;
    en medio de la congregación te alabaré».[c]

13 En otra parte dice:

«Yo confiaré en él».[d]

Y añade:

«Aquí me tienen, con los hijos que Dios me ha dado».[e]

14 Por tanto, ya que ellos son de carne y hueso,[f] él también compartió esa naturaleza humana para anular, mediante la muerte, al que tiene el dominio de la muerte —es decir, al diablo—, 15 y librar a todos los que por temor a la muerte estaban sometidos a esclavitud durante toda la vida. 16 Pues, ciertamente, no vino en auxilio de los ángeles, sino de los descendientes de Abraham. 17 Por eso era preciso que en todo se pareciera a sus hermanos, para ser un sumo sacerdote fiel y compasivo al servicio de Dios, a fin de obtener el perdón de los pecados del pueblo. 18 Por haber sufrido él mismo la tentación, puede socorrer a los que son tentados.

Salmos 103

Salmo de David.

103 Alaba, alma mía, al Señor;
    alabe todo mi ser su santo nombre.
Alaba, alma mía, al Señor
    y no olvides ninguno de sus beneficios.
Él perdona todos tus pecados
    y sana todas tus dolencias;
él rescata tu vida del sepulcro
    y te corona de gran amor y misericordia;
él te colma de bienes
    y tu juventud se renueva como el águila.

El Señor hace justicia
    y defiende a todos los oprimidos.

Dio a conocer sus caminos a Moisés;
    reveló sus obras al pueblo de Israel.
El Señor es compasivo y misericordioso,
    lento para la ira y grande en amor.
No sostiene para siempre su querella
    ni guarda rencor eternamente.
10 No nos trata conforme a nuestros pecados
    ni nos paga según nuestras iniquidades.
11 Tan grande es su amor por los que le temen
    como alto es el cielo sobre la tierra.
12 Tan lejos de nosotros echó nuestras transgresiones
    como lejos del oriente está el occidente.

13 Tan compasivo es el Señor con los que le temen
    como lo es un padre con sus hijos.
14 Él conoce de qué hemos sido formados;
    recuerda que somos polvo.
15 El hombre es como la hierba,
    sus días florecen como la flor del campo:
16 cuando el viento pasa
    desaparece sin dejar rastro alguno.
17 Pero el amor del Señor es eterno
    y siempre está con los que le temen;
    su justicia está con los hijos de sus hijos,
18 con los que cumplen su pacto
    y se acuerdan de sus preceptos para ponerlos por obra.

19 El Señor ha establecido su trono en el cielo;
    su reinado domina sobre todos.

20 Bendigan al Señor, ustedes sus ángeles,
    paladines que ejecutan su palabra
    y obedecen a su voz.
21 Bendigan al Señor, todos sus ejércitos,
    siervos suyos que cumplen su voluntad.
22 Bendigan al Señor, todas sus obras
    en todos los ámbitos de su dominio.

¡Bendice, alma mía, al Señor!

Proverbios 26:23

23 Como baño de plata[a] sobre vasija de barro
    son los labios zalameros de un corazón malvado.

Nueva Versión Internacional (NVI)

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