The Daily Audio Bible
Today's audio is from the EHV. Switch to the EHV to read along with the audio.
22 “Guarden, pues, todos mis estatutos y todos mis decretos, y pónganlos por obra. Así no los vomitará la tierra a la cual yo los llevo para que habiten en ella. 23 No hagas según las prácticas de la gente que yo voy a echar de delante de ustedes; porque ellos hicieron todas estas cosas, y yo los abominé. 24 Pero a ustedes les he dicho: ‘Ustedes poseerán su tierra, y yo se la daré por posesión: una tierra que fluye leche y miel’. Yo, el SEÑOR, su Dios que los he separado de los pueblos.
25 “Además, ustedes harán diferencia entre el animal limpio y el inmundo, y entre el ave limpia y la inmunda. No se hagan detestables a causa de los animales ni de las aves ni de cualquier cosa que se desplaza sobre la tierra, y que yo he separado para que les sean inmundos. 26 Me serán santos, porque yo, el SEÑOR, soy santo y los he separado de los pueblos para que sean míos.
27 “El hombre o la mujer en quien haya espíritu de los muertos o que sea adivino morirá irremisiblemente. Los apedrearán; su sangre será sobre ellos”.
La santidad de los sacerdotes
21 El SEÑOR dijo a Moisés: “Habla a los sacerdotes, hijos de Aarón, y diles que no se contaminen a causa de algún difunto de su pueblo, 2 salvo que sea un pariente cercano como su madre, su padre, su hijo, su hija, su hermano, 3 o su hermana virgen que esté cerca de él y que no haya tenido marido. Por ella él puede contaminarse. 4 No se contaminará profanándose, pues es dirigente en medio de su pueblo. 5 No raparán su cabeza ni cortarán la punta de su barba ni harán incisiones en su cuerpo. 6 Serán santos para su Dios y no profanarán el nombre de su Dios; porque ellos presentarán las ofrendas quemadas, el pan de su Dios; por tanto, serán santos.
7 “El sacerdote no tomará mujer prostituta o privada de su virginidad. Tampoco tomará mujer divorciada de su marido, porque él está consagrado a su Dios. 8 Por tanto, lo tendrás por santo, pues él ofrece el pan de tu Dios. Será santo para ti, porque santo soy yo, el SEÑOR, que los santifico.
9 “Si la hija de un sacerdote se profana prostituyéndose, a su padre profana. Será quemada al fuego.
10 “El que de entre sus hermanos sea sumo sacerdote, sobre cuya cabeza se haya derramado el aceite de la unción y haya sido investido para llevar las vestiduras, no dejará suelto el cabello de su cabeza, ni rasgará sus vestiduras, 11 ni entrará donde haya algún difunto. Ni por su padre, ni por su madre se contaminará. 12 No saldrá del santuario ni profanará el santuario de su Dios, porque sobre él está la consagración del aceite de la unción de su Dios. Yo, el SEÑOR.
13 “Él tomará por esposa a una mujer virgen. 14 No tomará una viuda, ni una divorciada, ni una mujer privada de su virginidad, ni una prostituta. Más bien, tomará por esposa a una mujer virgen de su pueblo. 15 Así no profanará su descendencia en medio de su pueblo; porque yo soy el SEÑOR, el que lo santifico”.
16 El SEÑOR habló a Moisés diciendo: 17 “Habla a Aarón y dile: ‘A través de sus generaciones, ningún descendiente tuyo que tenga algún defecto se acercará para ofrecer el pan de su Dios. 18 Ciertamente ningún hombre que tenga algún defecto se acercará, sea ciego, cojo, mutilado, desproporcionado, 19 quien tenga fractura en el pie o en la mano, 20 jorobado, enano, quien tenga nube en el ojo, quien tenga sarna o tiña, o tenga testículo dañado. 21 Ningún hombre de la descendencia del sacerdote Aarón que tenga algún defecto podrá presentar las ofrendas quemadas al SEÑOR. Tiene defecto; no se acercará a ofrecer el pan de su Dios. 22 Podrá comer del pan de su Dios, de las cosas muy sagradas y de las cosas sagradas; 23 pero no entrará detrás del velo ni se acercará al altar, porque tiene defecto. Así no profanará mi santuario, porque yo soy el SEÑOR, el que los santifico”.
24 Y Moisés se lo dijo a Aarón y a sus hijos, y a todos los hijos de Israel.
22 El SEÑOR habló a Moisés diciendo: 2 “Di a Aarón y a sus hijos que traten con reverencia las cosas sagradas de los hijos de Israel, para que no profanen mi santo nombre en aquello que me han consagrado. Yo, el SEÑOR.
3 “Diles: ‘A través de sus generaciones, todo hombre de sus descendientes, que estando impuro se acerque a las cosas sagradas que los hijos de Israel consagran al SEÑOR, tal persona será excluida de delante de mí. Yo, el SEÑOR.
4 “‘El hombre de los descendientes de Aarón que sea leproso o padezca de flujo no comerá de las cosas sagradas hasta que esté purificado. El que toque alguna cosa inmunda por contacto con un cadáver, o la persona que haya tenido emisión de semen; 5 o quien haya tocado cualquier reptil y por tanto ha quedado impuro; o quien haya tocado a alguien impuro, fuera cual fuera su impureza; 6 la persona que lo toque quedará impura hasta el anochecer y no comerá de las cosas sagradas hasta que haya lavado su cuerpo con agua. 7 A la puesta del sol quedará purificado. Después podrá comer de las cosas sagradas, porque estas son su alimento.
8 “‘No comerá un animal mortecino ni uno despedazado, contaminándose por ello. Yo, el SEÑOR.
9 “‘Ellos, pues, guardarán mi ordenanza para que no carguen con la culpa por esto ni mueran por haberla profanado. Yo soy el SEÑOR, el que los santifico.
10 “‘Ningún extraño podrá comer de lo que es sagrado; ni el huésped del sacerdote ni el asalariado lo podrán comer. 11 Pero la persona que el sacerdote haya comprado con su dinero podrá comer de ello. Y los que hayan nacido en su casa, estos podrán comer de su alimento. 12 Si la hija del sacerdote se casa con un hombre extraño, ella no podrá comer de la ofrenda alzada de las cosas sagradas. 13 Pero si la hija del sacerdote ha quedado viuda o está divorciada, y no teniendo hijos ha vuelto a la casa de su padre como en su juventud, ella podrá comer del alimento de su padre. Pero ningún extraño comerá de él.
14 “‘El que por inadvertencia coma algo sagrado añadirá a ello un quinto de su valor y lo dará al sacerdote junto con lo sagrado. 15 No profanarán, pues, las cosas sagradas que los hijos de Israel apartan para el SEÑOR, 16 haciendo que ellos carguen con la culpabilidad cuando coman de sus cosas sagradas. Porque yo soy el SEÑOR, el que los santifico’”.
9 También les dijo:
—De cierto les digo que hay algunos de los que están aquí presentes que no gustarán la muerte hasta que hayan visto que el reino de Dios ha venido con poder.
La transfiguración
2 Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y les hizo subir aparte, a solas, a un monte alto, y fue transfigurado delante de ellos. 3 Sus vestiduras se hicieron resplandecientes, muy blancas[a], tanto que ningún lavandero en la tierra las puede dejar tan blancas. 4 Y les apareció Elías con Moisés, y estaban hablando con Jesús. 5 Entonces intervino Pedro y dijo a Jesús:
—Rabí, es bueno que nosotros estemos aquí. Levantemos, pues, tres enramadas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
6 Pues él no sabía qué decir, porque tuvieron miedo. 7 Vino una nube haciéndoles sombra, y desde la nube una voz decía: “Este es mi Hijo amado; a él oigan”.
8 Y de inmediato, mirando alrededor, ya no vieron a nadie más con ellos sino solo a Jesús.
9 Mientras descendían ellos del monte, Jesús les ordenó que no contaran a nadie lo que habían visto sino cuando el Hijo del Hombre resucitara de entre los muertos. 10 Y ellos guardaron la palabra entre sí, discutiendo qué significaría aquello de resucitar de entre los muertos. 11 Le preguntaron diciendo:
—¿Por qué dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero?
12 Él les dijo:
—A la verdad, Elías viene primero y restaura todas las cosas. Y, ¿cómo está escrito acerca del Hijo del Hombre, que padezca mucho y sea menospreciado? 13 Sin embargo, les digo que Elías ya ha venido; e hicieron con él todo lo que quisieron tal como está escrito de él.
Jesús sana a un muchacho
14 Cuando llegaron a los discípulos, vieron una gran multitud alrededor de ellos, y a unos escribas que disputaban con ellos. 15 En seguida, cuando toda la gente vio a Jesús se sorprendió, y corriendo hacia él lo saludaron. 16 Y les preguntó:
—¿Qué disputan con ellos?
17 Le respondió uno de la multitud:
—Maestro, traje a ti mi hijo porque tiene un espíritu mudo, 18 y dondequiera que se apodera de él, lo derriba. Echa espumarajos y cruje los dientes, y se va desgastando. Les dije a tus discípulos que lo echaran fuera pero no pudieron.
19 Y respondiendo les dijo:
—¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con ustedes? ¿Hasta cuándo los soportaré? ¡Tráiganmelo!
20 Se lo trajeron; y cuando el espíritu lo vio, de inmediato sacudió al muchacho, quien cayó en tierra y se revolcaba echando espumarajos. 21 Jesús le preguntó a su padre:
—¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto?
Él dijo:
—Desde niño. 22 Muchas veces lo echa en el fuego o en el agua para matarlo; pero si puedes hacer algo, ¡ten misericordia de nosotros y ayúdanos!
23 Jesús le dijo:
—“¿Si puedes…?”[b]. ¡Al que cree todo le es posible!
24 Inmediatamente el padre del muchacho clamó diciendo:
—¡Creo! ¡Ayuda mi incredulidad!
25 Pero cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo diciéndole:
—Espíritu mudo y sordo, yo te mando, ¡sal de él y nunca más entres en él!
26 Entonces, clamando y desgarrándolo con violencia, el espíritu salió y el muchacho quedó como muerto, de modo que muchos decían:
—¡Está muerto!
27 Pero Jesús lo tomó de la mano y lo enderezó, y él se levantó.
28 Cuando él entró en casa, sus discípulos le preguntaron en privado:
—¿Por qué no pudimos nosotros echarlo fuera?
29 Él les dijo:
—Este género con nada puede salir sino con oración[c].
Anhelo por la casa de Dios
43 Júzgame, oh Dios, y defiende
mi causa.
Líbrame de una nación impía, del hombre de engaño e iniquidad.
2 Siendo tú el Dios de mi fortaleza, ¿por qué me has desechado?
¿Por qué he de andar enlutado por
la opresión del enemigo?
3 Envía tu luz y tu verdad;
estas me guiarán.
Ellas me conducirán a tu monte santo y a tus moradas.
4 Llegaré hasta el altar de Dios;
a Dios, mi alegría y mi gozo.
Te alabaré con arpa, oh Dios, Dios mío.
5 ¿Por qué te abates, oh alma mía,
y por qué te turbas dentro de mí? Espera a Dios, porque aún
le he de alabar.
¡Él es la salvación de mi ser, y mi Dios!
18 El que aplaca el odio es de labios justos[a], pero el que suscita la calumnia es necio.
Version Reina Valera Actualizada, Copyright © 2015 by Editorial Mundo Hispano