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The Daily Audio Bible

This reading plan is provided by Brian Hardin from Daily Audio Bible.
Duration: 731 days

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La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Version
Levítico 9:7-10:20

Y dijo Moisés a Aarón:

— Acércate al altar y presenta tu ofrenda de purificación y tu holocausto. Haz de esta manera la expiación por ti y por el pueblo; presenta también la ofrenda del pueblo y haz la expiación por ellos, como ha ordenado el Señor.

Entonces se acercó Aarón al altar y degolló el novillo de su ofrenda de purificación. Sus hijos sacerdotes le trajeron la sangre en la que mojó su dedo untando con ella los salientes del altar y derramando el resto de la sangre al pie del altar. 10 Quemó luego sobre el altar la grasa, los riñones y el lóbulo del hígado de la ofrenda de purificación, como el Señor había ordenado a Moisés; 11 la carne y la piel las quemó fuera del campamento.

12 Después Aarón degolló la víctima del holocausto; sus hijos sacerdotes le trajeron la sangre y roció con ella el altar por todos sus lados. 13 Le trajeron también, ya descuartizada, la víctima del holocausto, cabeza incluida, y lo quemó todo sobre el altar. 14 Luego lavó las vísceras y las patas, y las quemó en el altar, sobre el holocausto.

15 Presentó también Aarón la ofrenda del pueblo. Tomó el macho cabrío destinado a la ofrenda de purificación por el pueblo y lo degolló, ofreciéndolo por el pecado, igual que había hecho con el novillo. 16 Ofreció el holocausto según lo ordenado. 17 Asimismo presentó Aarón la ofrenda de cereal, de la que tomó un puñado quemándolo sobre el altar, además del holocausto de la mañana. 18 Degolló también el toro y el carnero como sacrificio de comunión por el pueblo; sus hijos sacerdotes le trajeron la sangre con la que roció el altar por todos sus lados.

19 En cuanto a la grasa del toro y del carnero, la cola, la grasa que envuelve las vísceras, los riñones y el lóbulo del hígado, 20 lo pusieron sobre el pecho de las víctimas, y Aarón lo quemó sobre el altar. 21 Con los pechos y con el muslo derecho hizo Aarón el rito de la elevación en presencia del Señor, como Moisés había ordenado.

Bendición y teofanía

22 Luego Aarón, alzando sus manos hacia el pueblo, lo bendijo; y después de hacer la ofrenda de purificación, el holocausto y el sacrificio de comunión, descendió del altar.

23 Moisés y Aarón entraron en la Tienda del encuentro; cuando salieron, bendijeron al pueblo y la gloria del Señor se manifestó a todo el pueblo. 24 Salió fuego de la presencia del Señor y consumió el holocausto y la grasa que estaba sobre el altar. Al verlo, todo el pueblo prorrumpió en gritos de júbilo y se postraron rostro en tierra.

Normas adicionales (10,1-20)

Nadab y Abihú

10 Nadab y Abihú, hijos de Aarón, tomaron sus incensarios, pusieron en ellos incienso sobre brasas encendidas y ofrecieron ante el Señor un fuego indebido que el Señor nunca les había ordenado. Entonces salió de la presencia del Señor un fuego que los consumió, y murieron ante el Señor. Moisés dijo a Aarón:

— Esto es lo que había decretado el Señor, cuando dijo: “Mostraré mi santidad a los que se acercan a mí, y en presencia de todo el pueblo seré glorificado”.

Aarón, por su parte, permaneció callado.

Luego Moisés llamó a Misael y a Elzafán, hijos de Uziel, tío de Aarón, y les dijo:

— Vengan, retiren a sus hermanos de delante del santuario y llévenlos fuera del campamento.

Ellos vinieron y, vestidos aún con sus túnicas, los sacaron fuera del campamento tal como les había ordenado Moisés. Entonces Moisés dijo a Aarón y a sus hijos Eleazar e Itamar:

— No se suelten el pelo ni rasguen sus ropas en señal de duelo, para que no mueran ni se desate la ira del Señor sobre toda la comunidad. Serán todos los demás israelitas, los hermanos de ustedes, los que podrán lamentarse por el incendio que el Señor envió. No se aparten de la entrada de la Tienda del encuentro, no sea que mueran, pues llevan con ustedes la unción del Señor.

Y ellos hicieron lo que Moisés les mandó.

Conducta de los sacerdotes

El Señor dijo a Aarón:

— Ni tú ni tus hijos deberán beber vino ni cualquier otro licor cuando entren en la Tienda del encuentro, pues de lo contrario morirán. Es esta una norma perpetua para sus descendientes 10 a fin de poder discernir entre lo sagrado y lo profano, entre lo puro y lo impuro, 11 y para enseñar a los israelitas todos los preceptos que el Señor les ha transmitido por medio de Moisés.

La porción de los sacerdotes

12 Y Moisés les dijo a Aarón y a los hijos que le quedaban, Eleazar e Itamar:

— Tomen lo que aún resta de lo ofrecido al Señor en la ofrenda de cereal y cómanlo sin levadura junto al altar, porque es algo muy sagrado. 13 Lo comerán en lugar sagrado, porque es la porción que les corresponde a ti y a tus hijos de las ofrendas al Señor; así se me ha ordenado. 14 También comerán en lugar puro, tú junto con tus hijos e hijas, el pecho ofrecido con el rito de la elevación y el muslo ofrecido como tributo; es la porción de los sacrificios de comunión que hacen los israelitas y que les corresponde a ti y a tus hijos. 15 Junto con la ofrenda de la grasa traerán el muslo reservado como tributo y el pecho sometido al rito de elevación ante el Señor; es lo que por derecho perpetuo les corresponde a ti y a tus hijos, como el Señor lo ha ordenado.

16 Luego Moisés preguntó por el macho cabrío de la ofrenda de purificación, y resultó que ya había sido quemado. Se enojó entonces con Eleazar e Itamar, los hijos que le quedaban a Aarón, y les dijo:

17 — ¿Por qué no comieron la ofrenda de purificación en lugar sagrado? Es algo muy sagrado que el Señor les ha dado para borrar los pecados de la comunidad, haciendo expiación por ella en presencia del Señor. 18 Como la sangre no fue llevada al interior del santuario, ustedes debieron haber comido la ofrenda en el lugar sagrado, como yo les mandé.

19 Entonces Aarón replicó a Moisés:

— Escucha, hoy mis hijos han ofrecido su ofrenda de purificación y su holocausto ante el Señor; ¡y mira lo que me ha sucedido! Si yo hubiera comido del sacrificio de ofrenda de purificación, ¿hubiera esto agradado al Señor?

20 Al oír esto, Moisés se dio por satisfecho.

Marcos 4:26-5:20

La semilla que germina y crece por sí sola

26 También dijo:

— Con el reino de Dios sucede lo mismo que con la semilla que un hombre siembra en la tierra: 27 tanto si duerme como si está despierto, así de noche como de día, la semilla germina y crece, aunque él no sepa cómo. 28 La tierra, por sí misma, la lleva a dar fruto: primero brota la hierba, luego se forma la espiga y, por último, el grano que llena la espiga. 29 Y cuando el grano ya está en sazón, en seguida se mete la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha.

Parábola de la semilla de mostaza (Mt 13,31-32; Lc 13,18-19)

30 También dijo:

— ¿A qué compararemos el reino de Dios? ¿Con qué parábola lo representaremos? 31 Es como el grano de mostaza, que, cuando se siembra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra; 32 pero una vez sembrado, crece más que todas las otras plantas y echa ramas tan grandes que a su sombra anidan los pájaros.

Conclusión de la enseñanza en parábolas (Mt 13,34)

33 Con estas y otras muchas parábolas les anunciaba Jesús el mensaje, en la medida en que podían comprenderlo. 34 Y sin parábolas no les decía nada. Luego, a solas, se lo explicaba todo a sus discípulos.

Jesús apacigua una tempestad (Mt 8,23-27; Lc 8,22-25)

35 Ese mismo día, al anochecer, Jesús dijo a sus discípulos:

— Vayamos a la otra orilla del lago.

36 En seguida, dejando allí a la gente, lo llevaron en la barca tal como estaba. Otras barcas iban con él. 37 De pronto, se levantó una gran tormenta de viento. Las olas azotaban la barca que comenzó a inundarse. 38 Jesús, entretanto, estaba en la popa durmiendo sobre un cabezal. Los discípulos lo despertaron, diciendo:

— Maestro, ¿no te importa que estemos a punto de perecer?

39 Jesús se incorporó, increpó al viento y dijo al lago:

— ¡Silencio! ¡Cállate!

El viento cesó y todo quedó en calma. 40 Entonces les dijo:

— ¿A qué viene ese miedo? ¿Dónde está vuestra fe?

41 Pero ellos seguían aterrados, preguntándose unos a otros:

— ¿Quién es este, que hasta el viento y el lago le obedecen?

Curación del endemoniado geraseno (Mt 8,28-34; Lc 8,26-39)

Llegaron a la otra orilla del lago, a la región de Gerasa. En cuanto Jesús bajó de la barca, salió a su encuentro, procedente del cementerio, un hombre poseído por un espíritu impuro. Este hombre vivía en el cementerio y nadie había podido sujetarlo ni siquiera con cadenas. Muchas veces lo habían encadenado y sujetado con grilletes, pero siempre los había roto y ya nadie lograba dominarlo. Día y noche andaba entre las tumbas y por los montes, gritando y golpeándose con piedras. Al ver de lejos a Jesús, echó a correr y fue a arrodillarse a sus pies, gritando con todas sus fuerzas:

— ¡Déjame en paz, Jesús, Hijo del Dios Altísimo! ¡Por Dios te ruego que no me atormentes!

Y es que Jesús había dicho al espíritu impuro que saliera de aquel hombre. Jesús le preguntó:

— ¿Cómo te llamas?

Él contestó:

— Me llamo “Legión”, porque somos muchos.

10 Y suplicaba insistentemente a Jesús que no los echara fuera de aquella región. 11 Al pie de la montaña estaba paciendo una gran piara de cerdos, 12 y los espíritus rogaron a Jesús:

— Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos.

13 Jesús se lo permitió, y los espíritus impuros salieron del hombre y entraron en los cerdos. Al instante, la piara se lanzó pendiente abajo hasta el lago, donde los cerdos, que eran unos dos mil, se ahogaron.

14 Los porquerizos salieron huyendo y lo contaron en el pueblo y por los campos, de manera que la gente fue allá a ver lo sucedido. 15 Cuando la gente llegó a donde se encontraba Jesús, vio al hombre que había estado poseído por la legión de demonios, y que ahora estaba sentado, vestido y en su cabal juicio. Y todos se llenaron de miedo. 16 Los testigos del hecho refirieron a los demás lo que había pasado con el poseso y con los cerdos, 17 por lo cual, todos se pusieron a rogar a Jesús que se marchara de su comarca.

18 Entonces Jesús subió a la barca. El hombre que había estado endemoniado le rogaba que le permitiera acompañarlo. 19 Pero Jesús no se lo permitió, sino que le dijo:

— Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales todo lo que el Señor ha hecho contigo y cómo ha tenido compasión de ti.

20 El hombre se marchó y comenzó a proclamar por los pueblos de la región de la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; y todos se quedaban asombrados.

Salmos 37:30-40

30 La boca del justo vierte sabiduría,
su lengua proclama la justicia.
31 La ley del Señor está en su corazón
y sus pies no tropiezan.
32 El malvado acecha al justo
y pretende darle muerte.
33 Pero el Señor no lo pondrá en sus manos,
no dejará que lo condenen en el juicio.
34 Espera en el Señor, respeta su camino;
él te alzará para que heredes la tierra
y tú contemplarás el exterminio del malvado.
35 Yo vi a un malvado engreído,
ufanándose como un cedro frondoso;
36 pero volví a pasar y no estaba,
lo estuve buscando y no lo encontré.
37 Observa al bueno, mira al honrado,
porque al pacífico le aguarda un mañana;
38 pero los pecadores serán aniquilados,
el futuro de los malvados se desvanecerá.
39 Del Señor viene la salvación de los justos,
él es su refugio en tiempo de angustia.
40 El Señor los ayuda y los libra,
los libra de los malvados y los salva,
porque han puesto en él su confianza.

Proverbios 10:6-7

Hay bendiciones para la cabeza del justo,
la boca del malvado esconde violencia.
El recuerdo del justo es bendición,
la fama del malvado se apolilla.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España