The Daily Audio Bible
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Prescripciones cúlticas
14 Tres veces al año celebrarás fiesta en mi honor. 15 Celebrarás la fiesta de los Panes sin levadura. Durante siete días comerás panes sin levadura, como te lo mandé, en el tiempo señalado del mes de Abib, porque en ese mes saliste de Egipto. Nadie se presentará ante mí con las manos vacías. 16 Celebrarás la fiesta de la Siega, o sea, de las primicias de tus labores, de todo lo que hayas sembrado en el campo. Y celebrarás también la fiesta de la Recolección, a finales del año, cuando recojas de los campos el producto de tu trabajo. 17 Todos los varones se presentarán ante el Señor, tu Dios, tres veces al año.
18 Cuando me sacrifiques un animal, no acompañarás con pan fermentado su sangre, ni dejarás para el día siguiente la grasa de la víctima ofrecida en sacrificio. 19 Llevarás a la casa del Señor, tu Dios, las primicias de los frutos de tu tierra. No cocerás el cabrito en la leche de su madre.
El ángel del Señor
20 Yo enviaré un ángel delante de ti, para que te proteja en el camino, y te introduzca en el lugar que te he preparado. 21 Hazle caso y escucha su voz; no te rebeles contra él, porque mi autoridad reside en él, y no perdonará sus actos de rebeldía. 22 Si le haces caso y haces todo lo que yo te diga, seré enemigo de tus enemigos y adversario de tus adversarios, 23 porque mi ángel irá delante de ti y te conducirá a la tierra de los amorreos, hititas, fereceos, cananeos, jeveos y jebuseos, y yo los aniquilaré.
24 No te postrarás ante sus dioses ni les rendirás culto; no imitarás las costumbres de esos pueblos, sino que derribarás y harás trizas sus piedras votivas. 25 Darán culto al Señor su, y él bendecirá tu alimento y tu bebida. Yo mantendré alejadas de ti las enfermedades, 26 y en tu país ninguna mujer abortará o será estéril; te concederé vivir largos años.
27 Haré que a tu llegada se extienda el pánico y que huyan los pueblos que encuentres a tu paso. 28 Haré que el pánico cunda delante de ti, poniendo en fuga ante ti a jeveos, cananeos e hititas. 29 Pero no los expulsaré en un solo año, no sea que el país se convierta en un desierto y las fieras salvajes se multipliquen en perjuicio tuyo. 30 Los iré expulsando poco a poco, a medida que vayas haciéndote más numeroso y adueñándote del país.
31 Fijaré tus fronteras desde el mar de las Cañas hasta el mar de los filisteos, y desde el desierto hasta el río Éufrates. Yo he puesto en tus manos a los habitantes del país para que puedas expulsarlos. 32 Guárdate de hacer alianzas con ellos o con sus dioses. 33 Tampoco les permitas vivir en el país, para que no te inciten a pecar contra mí, dando culto a sus dioses; eso sería tu perdición.
Confirmación de la alianza (24)
24 Dios dijo a Moisés:
— Sube a encontrarte conmigo acompañado de Aarón, Nadab y Abihú y de setenta ancianos de Israel. Cuando estén a una cierta distancia se postrarán. 2 Sólo tú podrás aproximarte a mí; los demás no deberán acercarse, ni el pueblo subirá contigo.
3 Moisés comunicó al pueblo todo lo que el Señor le había dicho y ordenado, y el pueblo unánimemente contestó:
— ¡Haremos todo lo que ha dicho el Señor!
4 Entonces Moisés puso por escrito todas las cosas dichas por el Señor. Al día siguiente se levantó muy temprano, construyó un altar al pie del monte y colocó doce piedras en representación de las doce tribus de Israel. 5 Después mandó a algunos jóvenes israelitas ofrecer holocaustos e inmolar los novillos como sacrificios de comunión en honor del Señor. 6 Moisés recogió la mitad de la sangre en una vasija, y con la otra mitad roció el altar. 7 Seguidamente, tomó el libro de la alianza y lo leyó en voz alta al pueblo, el cual respondió:
— Nosotros obedeceremos al Señor y seguiremos sus órdenes.
8 Entonces Moisés tomó el resto de la sangre y roció con ella al pueblo diciendo:
— Esta es la sangre que confirma la alianza que el Señor ha hecho con ustedes, de acuerdo con todas las cláusulas leídas.
9 Moisés, en compañía de Aarón, Nadab, Abihú y los setenta ancianos de Israel, subió al monte, 10 y allí vieron al Dios de Israel: bajo sus pies tenía una especie de escabel de zafiro, tan resplandeciente como el mismo cielo. 11 Y aunque contemplaron a Dios, él no hizo perecer a aquellos privilegiados de Israel. Después comieron y bebieron.
Moisés en el monte Sinaí
12 El Señor dijo a Moisés:
— Sube a encontrarte conmigo en la montaña y quédate allí, pues te daré unas losas de piedra con la ley y los mandatos que he escrito para instruir a los israelitas.
13 Moisés, junto con su ayudante Josué, subió al monte de Dios, 14 después de decir a los ancianos:
— Esperen aquí, hasta que regresemos. Si surge algún problema, acudan a Aarón y Jur, ellos se quedan aquí.
15 Cuando Moisés subió al monte, una nube lo envolvió: 16 era la gloria del Señor que descansaba sobre el monte Sinaí. Durante seis días lo envolvió la nube. Al séptimo día el Señor llamó a Moisés desde la nube. 17 La gloria del Señor era a los ojos de los israelitas como un fuego voraz sobre la cumbre del monte. 18 Moisés se adentró en la nube, subió al monte, y permaneció allí cuarenta días y cuarenta noches.
Instrucciones sobre el santuario y el culto (25,1—31,17)
La ofrenda para el santuario (Ex 35,4-9)
25 El Señor dijo a Moisés:
2 — Di a los israelitas que destinen un tributo para mí. Únicamente aceptaréis el tributo de aquellos que lo ofrezcan de corazón. 3 Y estas son las cosas que aceptarás como tributo: oro, plata, cobre, 4 púrpura violeta, escarlata y carmesí, lino fino y pelo de cabra, 5 pieles de carnero curtidas, pieles de marsopa, madera de acacia, 6 aceite para la lámpara, especias para el aceite de la unción y para el incienso aromático, 7 piedras de ónice y piedras de engaste para el efod y el pectoral. 8 Me erigirán un santuario, y habitaré en medio de ellos. 9 El santuario y todos sus utensilios los realizaréis según el modelo que yo te mostraré.
El Arca del testimonio (Ex 37,1-9)
10 Harás un Arca de madera de acacia, de ciento veinticinco centímetros de largo, por setenta y cinco de ancho y setenta y cinco de alto. 11 La recubrirás de oro puro por dentro y por fuera, y le pondrás alrededor una moldura también de oro. 12 Fundirás oro para hacer cuatro argollas que colocarás en las cuatro esquinas del Arca; dos a cada lado. 13 Harás también unos varales de madera de acacia, los recubrirás de oro 14 y los meterás por las argollas laterales del Arca, para poder transportarla. 15 Los varales permanecerán metidos dentro de las argollas del Arca y no se sacarán. 16 En el interior del Arca depositarás las losas del testimonio que yo te entregaré.
La cubierta del Arca
17 Harás una cubierta de oro puro de ciento veinticinco centímetros de largo, por setenta y cinco de ancho. 18 También harás dos querubines cincelados en oro, para colocarlos en los extremos de la cubierta. 19 Pondrás un querubín en cada extremo, y ambos querubines formarán una sola pieza con ella; 20 los querubines la cubrirán con sus alas extendidas hacia arriba y estarán situados uno frente al otro, mirando al centro de la cubierta. 21 Cerrarás el Arca con la cubierta, no sin antes depositar en su interior las losas del testimonio que yo te entregaré. 22 Allí, sobre la cubierta, entre los dos querubines que están sobre el Arca del testimonio, me manifestaré a ti y te iré dando normas de conducta para los israelitas.
La mesa de los panes de la ofrenda (Ex 37,10-16)
23 Harás una mesa de madera de acacia, de un metro de largo, medio de ancho, y setenta y cinco centímetros de alto. 24 La recubrirás de oro puro y le pondrás alrededor una moldura también de oro. 25 Pondrás alrededor de ella un reborde, como de un palmo de ancho, y en torno a él colocarás una moldura de oro. 26 Después harás cuatro argollas de oro, y se las colocarás en las cuatro esquinas que corresponden a sus cuatro patas. 27 Las argollas estarán sujetas a la moldura, y por ellas se pasarán los varales para transportar la mesa. 28 Los varales los harás de madera de acacia, los recubrirás de oro y con ellos transportarás la mesa. 29 Harás también platos, copas, jarras y tazones para la libación: todo ello de oro puro. 30 Sobre esta mesa pondrás los panes de la ofrenda, de modo que siempre estén delante de mí.
El candelabro (Ex 37,17-24)
31 Harás, asimismo, un candelabro de oro puro; todo labrado a cincel. Tanto su basa y fuste, como los cubiletes en forma de flor de almendro, con sus cálices y sus corolas formarán una sola pieza. 32 De sus lados arrancarán seis brazos, tres a cada lado. 33 Cada brazo tendrá tres cubiletes en forma de flor de almendro con cáliz y corola. Así han de ser cada uno de los seis brazos que salen del candelabro; 34 y el fuste del candelabro tendrá también cuatro cubiletes en forma de flor de almendro, cada uno con su cáliz y su corola. 35 Debajo de cada pareja de brazos que salen del candelabro habrá un cáliz. Así quedarán cada uno de los tres pares de brazos que salen del candelabro. 36 Sus cálices y sus brazos formarán una sola pieza, toda ella cincelada en oro puro. 37 Después harás siete lámparas y las pondrás en lo alto del candelabro, dispuestas de manera que alumbren hacia delante. 38 De oro puro serán también sus despabiladeras y sus platillos. 39 Para hacer el candelabro y todos sus accesorios emplea treinta y tres kilos de oro. 40 Hazlo todo conforme al modelo que te fue mostrado en el monte.
La venida del Hijo del hombre (Mc 13,24-27; Lc 21,25-28)
29 En cuanto hayan pasado los sufrimientos de aquellos días, el sol se oscurecerá y la luna perderá su brillo; las estrellas caerán del cielo y las fuerzas celestes se estremecerán. 30 Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre, y todos los pueblos del mundo llorarán al ver que viene el Hijo del hombre sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria. 31 Y él enviará a sus ángeles para que a toque de trompeta convoquen a sus elegidos desde los cuatro puntos cardinales, de un extremo al otro del cielo.
El ejemplo de la higuera (Mc 13,28-31; Lc 21,29-33)
32 Fíjense en el ejemplo de la higuera: cuando ustedes ven que sus ramas se ponen tiernas y comienzan a brotarles las hojas, conocen que el verano se acerca. 33 Pues de la misma manera, cuando vean todo esto que les anuncio, sepan que el fin está cerca, a las puertas. 34 Les aseguro que no pasará la actual generación sin que todo esto acontezca. 35 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
Invitación a la vigilancia (Mc 13,32-37; Lc 17,26-30.34-36)
36 En cuanto al día y la hora, nadie sabe nada, ni los ángeles del cielo ni el Hijo; solamente el Padre lo sabe.
37 La venida del Hijo del hombre puede compararse a lo que sucedió en tiempos de Noé. 38 Porque en los días anteriores al diluvio y hasta el momento en que Noé entró en el arca, la gente no dejó de comer, beber y de casarse. 39 Nadie llegó a sospechar nada hasta que el diluvio los barrió a todos. Lo mismo será cuando venga el Hijo del hombre. 40 Dos hombres estarán entonces trabajando en el campo; a uno se lo llevarán y dejarán al otro. 41 Dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y dejarán a la otra. 42 Esten, pues, vigilantes ya que no saben en qué día vendrá el Señor. 43 Piensen que si el amo de la casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, vigilaría para impedir que le perforen la casa. 44 Así pues, estén también ustedes preparados, porque cuando menos lo piensen, vendrá el Hijo del hombre.
Fidelidad en el servicio (Lc 12,41-48)
45 Pórtense como el criado fiel e inteligente a quien su amo pone al frente de la servidumbre para que les tenga la comida dispuesta a su hora. 46 ¡Feliz aquel criado a quien su amo, al llegar, encuentre cumpliendo con su deber! 47 Les aseguro que le confiará el cuidado de toda su hacienda. 48 Pero si otro mal criado piensa en su interior: “Mi señor se retrasa” 49 y comienza a maltratar a sus compañeros y se junta a comer y beber con borrachos, 50 un día, cuando menos lo espere, llegará de improviso su señor. 51 Entonces lo castigará severamente dándole un lugar entre los hipócritas. Allí llorará y le rechinarán los dientes.
Salmo 30 (29)
A ti clamé y me curaste
30 Salmo. Canto para la consagración del Templo. De David.
2 Señor, te alabaré porque me has salvado
y no has dejado que mis enemigos se burlen de mí.
3 Señor Dios mío, a ti clamé y me curaste.
4 Señor, me libraste de ir al reino de los muertos,
me devolviste la vida cuando agonizaba.
5 Canten al Señor los que le son fieles,
alaben su santo nombre,
6 pues es pasajera su ira y eterna su bondad:
quien de noche se retira llorando,
por la mañana es un clamor de alegría.
7 Yo, sosegado, decía: “Nunca más sucumbiré”.
8 Señor, tu ayuda me exaltó cual monte poderoso,
pero ocultaste tu rostro y sentí miedo.
9 A ti, Señor, clamo; a mi Señor suplico.
10 ¿Qué provecho hay en mi muerte,
en que yo baje a la tumba?
¿Podrá alabarte el polvo?
¿Anunciará él tu fidelidad?
11 ¡Escucha, Señor, ten compasión de mí;
Señor, ven en mi ayuda!
12 Convertiste mi llanto en danza,
me despojaste del luto, me vestiste de fiesta
13 para que te cante sin callar nunca;
Señor, Dios mío, te alabaré por siempre.
24 Y ahora, hijo mío, escúchame
y presta atención a mis palabras:
25 no te dejes arrastrar por ella,
no te extravíes tras sus huellas,
26 porque ha dejado a muchos malheridos
y sus víctimas son muy numerosas.
27 Su casa es el camino del abismo
que baja a la morada de la muerte.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España