The Daily Audio Bible
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La columna de nube y de fuego
17 Luego que el faraón dejó ir al pueblo, Dios no los llevó por el camino de la tierra de los filisteos, que estaba cerca, pues dijo Dios: «Para que no se arrepienta el pueblo cuando vea la guerra, y regrese a Egipto.» 18 Por eso hizo Dios que el pueblo diera un rodeo por el camino del desierto del Mar Rojo.
Los hijos de Israel salieron de Egipto armados. 19 Moisés tomó también consigo los huesos de José, el cual había hecho jurar a los hijos de Israel, diciéndoles: «Dios ciertamente os visitará, y entonces os llevaréis mis huesos de aquí con vosotros.»
20 Partieron de Sucot y acamparon en Etam, a la entrada del desierto. 21 Jehová iba delante de ellos, de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarlos, a fin de que anduvieran de día y de noche. 22 Nunca se apartó del pueblo la columna de nube durante el día, ni la columna de fuego durante la noche.
Los israelitas cruzan el Mar Rojo
14 Habló Jehová a Moisés y le dijo:
2 «Di a los hijos de Israel que regresen y acampen delante de Pi-hahirot, entre Migdol y el mar, enfrente de Baal-zefón. Acamparéis frente a ese lugar, junto al mar. 3 Y el faraón dirá de los hijos de Israel: “Encerrados están en la tierra; el desierto los ha encerrado.” 4 Yo endureceré el corazón del faraón, para que los siga; entonces seré glorificado en el faraón y en todo su ejército, y sabrán los egipcios que yo soy Jehová.»
Ellos lo hicieron así.
5 Cuando fue dado aviso al rey de Egipto, que el pueblo huía, el corazón del faraón y de sus siervos se volvió contra el pueblo, y dijeron: «¿Cómo hemos hecho esto? Hemos dejado ir a Israel, para que no nos sirva.»
6 Unció entonces su carro y tomó consigo a su ejército. 7 Tomó seiscientos carros escogidos y todos los carros de Egipto, junto con sus capitanes. 8 Endureció Jehová el corazón del faraón, rey de Egipto, el cual siguió a los hijos de Israel; pero los hijos de Israel habían salido con mano poderosa.
9 Los egipcios los siguieron con toda la caballería y los carros del faraón, su gente de a caballo y todo su ejército; los alcanzaron donde estaban acampados junto al mar, cerca de Pi-hahirot, frente a Baal-zefón. 10 Cuando el faraón se hubo acercado, los hijos de Israel alzaron sus ojos y vieron que los egipcios venían tras ellos, por lo que los hijos de Israel clamaron a Jehová llenos de temor, 11 y dijeron a Moisés:
—¿No había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto? ¿Por qué nos has hecho esto? ¿Por qué nos has sacado de Egipto? 12 Ya te lo decíamos cuando estábamos en Egipto: Déjanos servir a los egipcios, porque mejor nos es servir a los egipcios que morir en el desierto.
13 Moisés respondió al pueblo:
—No temáis; estad firmes y ved la salvación que Jehová os dará hoy, porque los egipcios que hoy habéis visto, no los volveréis a ver nunca más. 14 Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos.
15 Entonces Jehová dijo a Moisés:
—¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen. 16 Y tú, alza tu vara, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los hijos de Israel pasen por medio del mar en seco. 17 Yo endureceré el corazón de los egipcios, para que los sigan; entonces me glorificaré en el faraón y en todo su ejército, en sus carros y en su caballería. 18 Y sabrán los egipcios que yo soy Jehová, cuando me glorifique en el faraón, en sus carros y en su gente de a caballo.
19 El ángel de Dios, que iba delante del campamento de Israel, se apartó y se puso detrás de ellos; asimismo la columna de nube que iba delante de ellos se apartó y se puso a sus espaldas, 20 e iba entre el campamento de los egipcios y el campamento de Israel; para aquellos era una nube tenebrosa, pero a Israel lo alumbraba de noche; por eso, en toda aquella noche nunca se acercaron los unos a los otros.
21 Moisés extendió su mano sobre el mar, e hizo Jehová que el mar se retirara por medio de un recio viento oriental que sopló toda aquella noche. Así se secó el mar y las aguas quedaron divididas. 22 Entonces los hijos de Israel entraron en medio del mar, en seco, y las aguas eran como un muro a su derecha y a su izquierda.
23 Los egipcios los siguieron, y toda la caballería del faraón, sus carros y su gente de a caballo entraron tras ellos hasta la mitad del mar. 24 Aconteció a la vigilia de la mañana, que Jehová miró el campamento de los egipcios desde la columna de fuego y nube, y trastornó el campamento de los egipcios; 25 quitó además las ruedas de sus carros y los trastornó gravemente. Entonces los egipcios dijeron:
—Huyamos ante Israel, porque Jehová pelea por ellos contra los egipcios.
26 Pero Jehová dijo a Moisés:
—Extiende tu mano sobre el mar, para que las aguas se vuelvan contra los egipcios, sus carros y su caballería.
27 Moisés extendió su mano sobre el mar y, cuando amanecía, el mar se volvió con toda su fuerza; al huir, los egipcios se encontraban con el mar. Así derribó Jehová a los egipcios en medio del mar, 28 pues al volver las aguas, cubrieron los carros, la caballería y todo el ejército del faraón que había entrado tras ellos en el mar; no quedó ni uno de ellos. 29 En cambio, los hijos de Israel fueron por en medio del mar, en seco, y las aguas eran como un muro a su derecha y a su izquierda.
30 Así salvó Jehová aquel día a Israel de manos de los egipcios; e Israel vio a los egipcios muertos a la orilla del mar. 31 Al ver Israel aquel gran hecho que Jehová ejecutó contra los egipcios, el pueblo temió a Jehová, y creyeron a Jehová y a Moisés, su siervo.
Cánticos de Moisés y de María
15 Entonces Moisés y los hijos de Israel entonaron este cántico a Jehová:
«Cantaré yo a Jehová,
porque se ha cubierto de gloria;
ha echado en el mar al caballo y al jinete.
2 Jehová es mi fortaleza y mi cántico.
Ha sido mi salvación.
Éste es mi Dios, a quien yo alabaré;
el Dios de mi padre, a quien yo enalteceré.
3 Jehová es un guerrero.
¡Jehová es su nombre!
4 Echó al mar los carros del faraón y de su ejército.
Lo mejor de sus capitanes, en el Mar Rojo se hundió.
5 Los abismos los cubrieron;
descendieron a las profundidades como piedra.
6 Tu diestra, Jehová, ha magnificado su poder.
Tu diestra, Jehová, ha aplastado al enemigo.
7 Con la grandeza de tu poder
has derribado a los que se levantaron contra ti.
Enviaste tu ira y los consumió como a hojarasca.
8 Al soplo de tu aliento se amontonaron las aguas,
se juntaron las corrientes como en un montón,
los abismos se cuajaron en medio del mar.
9 »El enemigo dijo:
“Perseguiré, apresaré,
repartiré despojos;
mi alma se saciará de ellos.
Sacaré mi espada,
los destruirá mi mano.”
10 Soplaste con tu viento, los cubrió el mar;
se hundieron como plomo en las impetuosas aguas.
11 ¿Quién como tú, Jehová, entre los dioses?
¿Quién como tú, magnífico en santidad,
terrible en maravillosas hazañas, hacedor de prodigios?
12 Extendiste tu diestra;
la tierra los tragó.
13 Condujiste en tu misericordia
a este pueblo que redimiste.
Lo llevaste con tu poder a tu santa morada.
14 Lo oirán los pueblos y temblarán.
El dolor se apoderará de la tierra de los filisteos.
15 Entonces los caudillos de Edom se turbarán,
a los valientes de Moab los asaltará temblor,
se acobardarán todos los habitantes de Canaán.
16 ¡Que caiga sobre ellos temblor y espanto!
Ante la grandeza de tu brazo
enmudezcan como una piedra,
hasta que haya pasado tu pueblo, oh Jehová,
hasta que haya pasado este pueblo que tú rescataste.
17 Tú los introducirás y los plantarás
en el monte de tu heredad,
en el lugar donde has preparado, oh Jehová, tu morada,
en el santuario que tus manos, oh Jehová, han afirmado.
18 ¡Jehová reinará eternamente y para siempre!»
La autoridad de Jesús(A)
23 Cuando llegó al Templo, los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se acercaron a él mientras enseñaba, y le preguntaron:
—¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Quién te dio esta autoridad?
24 Respondiendo Jesús, les dijo:
—Yo también os haré una pregunta, y si me la contestáis, también yo os diré con qué autoridad hago estas cosas. 25 El bautismo de Juan, ¿de dónde era? ¿Del cielo o de los hombres?
Ellos entonces discutían entre sí, diciendo:
—Si decimos, “del cielo”, nos dirá: “¿Por qué, pues, no le creísteis?” 26 Y si decimos, “de los hombres”, tememos al pueblo, porque todos tienen a Juan por profeta.
27 Respondiendo a Jesús, dijeron:
—No lo sabemos.
Entonces él les dijo:
—Tampoco yo os digo con qué autoridad hago estas cosas.
Parábola de los dos hijos
28 »Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero le dijo: “Hijo, vete hoy a trabajar en mi viña.” 29 Respondiendo él, dijo: “¡No quiero!” Pero después, arrepentido, fue. 30 Y acercándose al otro le dijo lo mismo; y respondiendo él, dijo: “Sí, señor, voy.” Pero no fue. 31 ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre?
Dijeron ellos:
—El primero.
Jesús les dijo:
—De cierto os digo que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios, 32 porque vino a vosotros Juan en camino de justicia y no le creísteis; en cambio, los publicanos y las rameras le creyeron. Pero vosotros, aunque visteis esto, no os arrepentisteis después para creerle.
Parábola de los labradores malvados(B)
33 »Oíd otra parábola: Hubo un hombre, padre de familia, el cual plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, edificó una torre, y la arrendó a unos labradores y se fue lejos. 34 Cuando se acercó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los labradores para que recibieran sus frutos. 35 Pero los labradores, tomando a los siervos, a uno golpearon, a otro mataron y a otro apedrearon. 36 Envió de nuevo otros siervos, más que los primeros; e hicieron con ellos lo mismo. 37 Finalmente les envió su hijo, diciendo: “Tendrán respeto a mi hijo.” 38 Pero los labradores, cuando vieron al hijo, dijeron entre sí: “Éste es el heredero; venid, matémoslo y apoderémonos de su heredad.” 39 Y tomándolo, lo echaron fuera de la viña y lo mataron. 40 Cuando venga, pues, el señor de la viña, ¿qué hará a aquellos labradores?
41 Le dijeron:
—A los malos destruirá sin misericordia, y arrendará su viña a otros labradores que le paguen el fruto a su tiempo.
42 Jesús les preguntó:
—¿Nunca leísteis en las Escrituras:
»“La piedra que desecharon los edificadores
ha venido a ser cabeza del ángulo.
El Señor ha hecho esto,
y es cosa maravillosa a nuestros ojos?”
43 »Por tanto, os digo que el reino de Dios será quitado de vosotros y será dado a gente que produzca los frutos de él. 44 El que caiga sobre esta piedra será quebrantado, y sobre quien ella caiga será desmenuzado.
45 Al oír sus parábolas, los principales sacerdotes y los fariseos entendieron que hablaba de ellos. 46 Pero al buscar cómo echarle mano, temían al pueblo, porque éste lo tenía por profeta.
Declaración de integridad
Salmo de David
26 Júzgame, Jehová,
porque yo en integridad he andado;
he confiado asimismo en Jehová sin titubear.
2 Escudríñame, Jehová, y pruébame;
examina mis íntimos pensamientos y mi corazón,
3 porque tu misericordia está delante de mis ojos
y ando en tu verdad.
4 No me he sentado con hombres hipócritas,
ni entré con los que andan simuladamente.
5 Aborrecí la reunión de los malignos
y con los impíos nunca me senté.
6 Lavaré en inocencia mis manos,
y así, Jehová, andaré alrededor de tu altar,
7 para exclamar con voz de acción de gracias
y para contar todas tus maravillas.
8 Jehová, yo he amado la habitación de tu Casa,
el lugar de la morada de tu gloria.
9 No arrebates con los pecadores mi alma
ni mi vida con hombres sanguinarios,
10 en cuyas manos está el mal
y cuya diestra está llena de sobornos.
11 Pero yo andaré en integridad;
redímeme y ten misericordia de mí.
12 Mi pie ha estado en rectitud;
en las congregaciones bendeciré a Jehová.
16 »Seis cosas aborrece Jehová,
y aun siete le son abominables:
17 los ojos altivos, la lengua mentirosa,
las manos que derraman sangre inocente,
18 el corazón que maquina pensamientos inicuos,
los pies que corren presurosos al mal,
19 el testigo falso, que dice mentiras,
y el que siembra discordia entre hermanos.
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