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The Daily Audio Bible

This reading plan is provided by Brian Hardin from Daily Audio Bible.
Duration: 731 days

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Nueva Biblia Viva (NBV)
Version
Éxodo 4:1-5:21

Señales para Moisés

Pero Moisés le respondió a Dios:

―No me creerán ni harán lo que les diga. Al contrario, me dirán: “¡El Señor no se te ha aparecido!”.

―¿Qué tienes en la mano? —le preguntó el Señor.

―Una vara de pastor —le respondió Moisés.

―Tírala al suelo —le ordenó el Señor.

Cuando la arrojó, la vara se convirtió en una serpiente, y Moisés retrocedió al verla.

―Tómala de la cola —le dijo el Señor.

Él lo hizo, y la serpiente volvió a convertirse en vara.

―Haz eso y te creerán —le dijo el Señor—, pues comprenderán que me has visto a mí, que soy el Señor Dios de sus antepasados Abraham, Isaac y Jacob. Ahora, mete tu mano dentro de tu ropa y tócate el pecho.

Moisés metió la mano y la volvió a sacar. ¡Estaba blanca de lepra!

―Hazlo otra vez —le dijo Dios.

Cuando Moisés metió la mano y la volvió a sacar, estaba normal, completamente sana.

―Si no creen al primer milagro, creerán al segundo —le dijo el Señor—. Si no aceptan el segundo, toma agua del Nilo y derrámala en tierra seca. Tan pronto el agua caiga al suelo, se convertirá en sangre.

10 Pero Moisés insistió:

Señor, tú sabes que nunca me he distinguido por ser un buen orador. Es un problema que tengo desde mucho antes de que tú me hablaras. ¡Me cuesta mucho trabajo expresarme bien!

11 ―¿Quién hizo la boca? —le preguntó el Señor—. ¿No la hice yo, el Señor? ¿Quién hace que el hombre pueda o no pueda hablar, que vea o no vea, que oiga o no oiga? 12 Ahora vé y haz lo que te dije, porque yo te ayudaré a expresarte bien, y te diré lo que tienes que decir.

13 Moisés le dijo:

Señor, por favor, envía a otra persona.

14 El Señor se enojó con Moisés y le dijo:

―¡Muy bien! Tu hermano Aarón habla bien. Él vendrá a buscarte y se alegrará mucho cuando te encuentre. 15 Yo te diré lo que tienes que decirle; yo los ayudaré a ambos para que hablen bien, y les diré lo que deben hacer. 16 Yo te diré lo que debes comunicarle a Aarón, y él hablará por ti al pueblo, y será como si tú mismo estuvieras hablándole a la gente. 17 Llévate la vara para que puedas realizar los milagros que te he mostrado.

Moisés regresa a Egipto

18 Moisés volvió a casa y habló de esto con Jetro, su suegro.

―Con tu permiso —le dijo Moisés—, iré a Egipto para ver cómo están mis hermanos. Ni siquiera sé si viven aún.

―Vé con mi bendición —contestó Jetro.

19 Antes de que Moisés saliera de Madián, el Señor le dijo:

―No tengas miedo de regresar a Egipto, porque los que querían matarte han muerto.

20 Moisés tomó a su esposa y a sus hijos, los puso sobre un burro, y regresó a la tierra de Egipto, llevando en la mano la vara de Dios.

21 Y el Señor le dijo:

―Cuando hayas regresado a Egipto tienes que hacer delante del faraón los milagros que te mostré. Sin embargo, yo haré que el faraón se niegue a dejar salir al pueblo. 22 Así que tú le dirás: “El Señor dice: ‘Israel es mi hijo primogénito, 23 y yo te he ordenado que lo dejes salir, para que vaya a adorarme, pero te has negado. Por lo tanto, mataré a tu primogénito’ ”.

24 Durante el viaje, Moisés y su familia se detuvieron para pasar la noche. Allí el Señor se le apareció y amenazó con matarlo. 25-26 Pero Séfora, la esposa de Moisés, tomó un cuchillo de pedernal y cortó el prepucio del pene de su hijo. Luego, con el prepucio tocó los genitales de Moisés, y le dijo:

―Me has resultado un marido de sangre.

Entonces Dios lo dejó ir.

27 Mientras tanto, el Señor le había dicho a Aarón:

―Vé al desierto a encontrarte con Moisés.

Aarón viajó hasta Horeb, el monte de Dios, y allí se encontró con Moisés, y ambos se saludaron con mucho cariño. 28 Moisés le contó a Aarón lo que Dios le había dicho que debían hacer y lo que tenían que decir, y le habló de los milagros que debían hacer en presencia del faraón.

29 Moisés y Aarón regresaron a Egipto y convocaron a los ancianos a una reunión. 30 Aarón les contó lo que el Señor le había dicho a Moisés; y Moisés realizó delante de ellos los milagros que debía hacer en presencia del faraón. 31 Los ancianos creyeron que el Señor los había enviado. Y cuando supieron que el Señor los había visitado, que había visto sus sufrimientos y había decidido rescatarlos, se regocijaron, se arrodillaron y lo adoraron.

Primer encuentro con el faraón

Después de haber hablado con los ancianos, Moisés y Aarón fueron a ver al faraón, y le dijeron:

―Le traemos un mensaje de parte del Señor, Dios de Israel. Así dice el Señor: “Deja salir a mi pueblo, porque quiero que vayan al desierto a hacerme fiesta y a adorarme”.

―¿Conque esas tenemos? —replicó el faraón—. ¿Quién es el Señor para que yo tenga que obedecerlo y dejarlos ir? Yo no conozco al tal Señor, así que no dejaré salir a Israel.

Pero Aarón y Moisés insistieron:

―El Dios de los hebreos ha salido a nuestro encuentro, y nos ordenó ir a un lugar en el desierto, que queda a tres días de camino, para ofrecerle sacrificios. Si no obedecemos al Señor nuestro Dios, nos podrá castigar por medio de las pestes o la espada.

4-5 ―¿Quiénes se creen ustedes? —gritó el faraón—. ¿Por qué distraen al pueblo de su trabajo? ¡Vuelvan a sus tareas!

Ese mismo día, el faraón les envió la siguiente orden a sus cuadrilleros y a los capataces que tenían que vigilar el trabajo del pueblo de Israel: 7-8 «No se entregará más paja a los hebreos para la elaboración de los ladrillos. Sin embargo, no se les disminuirá en un solo ladrillo su cuota de producción, porque parecen no tener suficiente trabajo. De otro modo no hablarían de ir al desierto a ofrecerle sacrificio a su Dios. ¡Cárguenlos de trabajo y háganlos sudar! ¡Eso les enseñará a no prestar oídos a las mentiras de Moisés y de Aarón!».

10-11 Los cuadrilleros y los capataces le informaron al pueblo:

―El faraón ha dado órdenes de que no les proporcionemos la paja para los ladrillos. Deben ir ustedes mismos a buscarla a donde puedan. Y deberán producir tantos ladrillos como antes.

12 Y el pueblo se dispersó en busca de paja. 13 Los cuadrilleros fueron muy crueles: «Completen la misma cuota de producción de antes» les decían. 14 Y azotaban a los capataces israelitas que habían nombrado, y les decían: «Ni ayer ni anteayer cumplieron con la cuota diaria de producción de ladrillos, ¿por qué?».

15 Los capataces fueron a quejarse al faraón, y le rogaron:

―¡No nos traten así! 16 No se nos proporciona la paja que necesitamos y se nos exige que hagamos la misma cantidad de ladrillos que antes. Se nos está azotando por algo que no es culpa nuestra. Es culpa de los cuadrilleros que nos hacen demandas tan irrazonables.

17 Pero el faraón replicó:

―Ustedes no tienen suficiente trabajo; de lo contrario no estarían diciendo: “Vamos a ofrecerle sacrificios al Señor”. 18 ¡Vuelvan al trabajo! No se les dará paja, y tendrán que cumplir con la misma cuota de ladrillos.

19 Los capataces vieron que estaban en una situación realmente difícil. 20 Al salir de la entrevista con el faraón, encontraron a Moisés y a Aarón, que los esperaban afuera del palacio, 21 y les dijeron: «Que Dios los juzgue por habernos hecho odiosos al faraón y a su pueblo. Ustedes le han dado una excusa para que nos mate».

Mateo 18:1-20

El más importante en el reino de los cielos

18 En aquella ocasión, los discípulos le preguntaron a Jesús cuál de ellos ocuparía el cargo más importante en el reino de los cielos.

Jesús llamó a un niño de los que andaban por allí y lo sentó en medio de ellos. Entonces les dijo:

«Si no se vuelven a Dios, arrepentidos de sus pecados y con sencillez de niños, no podrán entrar en el reino de los cielos. En otras palabras, el que esté libre de altivez como este niño tendrá un puesto importante en el reino de los cielos. El que reciba en mi nombre a una persona así, a mí me recibe. Pero al que haga que uno de mis creyentes humildes pierda la fe, mejor le sería que le ataran una roca al cuello y lo arrojaran al mar. ¡Ay del mundo y sus maldades! La tentación es, ciertamente, inevitable, pero ¡ay de la persona que tienta! Por lo tanto, si tu mano o tu pie te hace pecar, córtatelo y échalo de ti, porque es mejor entrar al reino de los cielos mutilado que ir a parar al infierno con las dos manos y los dos pies. Y si tu ojo te hace pecar, sácatelo y échalo a la basura. Mejor te es entrar tuerto al reino de los cielos que ir al infierno con los dos ojos.

Parábola de la oveja perdida

10 »Nunca menosprecien al creyente humilde, porque su ángel tiene en el cielo constante acceso al Padre. 11 Además, yo, el Hijo del hombre, vine a salvar a los perdidos. 12 Si un hombre tiene cien ovejas y una se le extravía, ¿qué hará? ¿No deja las noventa y nueve sanas y salvas y se va a las montañas a buscar la perdida? 13 Ah, ¡y si la encuentra, se regocija más por aquélla que por las noventa y nueve que dejó en el corral! 14 Asimismo, mi Padre no quiere que ninguno de estos pequeños se pierda.

El hermano que peca contra ti

15 »Si un hermano te hace algo malo, llámalo y dile en privado cuál ha sido su falta. Si te escucha y la reconoce, habrás recuperado a un hermano. 16 Pero si no, consíguete una o dos personas que vayan contigo a hablarle y te sirvan de testigos. 17 Si se niega a escucharte, presenta el caso a la iglesia, y si esta se pronuncia a tu favor y tu hermano no acepta la recomendación de la iglesia, entonces la iglesia debe expulsarlo. 18 Les aseguro que cuanto aten en la tierra quedará atado en el cielo, y que lo que suelten en la tierra quedará suelto en el cielo. 19 También quiero decirles que si dos de ustedes se ponen de acuerdo aquí en la tierra acerca de algo que quieran pedir en oración, mi Padre que está en los cielos se lo concederá, 20 porque dondequiera que estén dos o tres reunidos en mi nombre, allí estaré yo».

Salmos 22:19-31

19 Señor, ¡no te quedes lejos! ¡Oh Dios, fuerza mía, apresúrate a socorrerme! 20 Rescátame de la muerte; libra mi vida de todos estos perros. 21 Sálvame de las fauces de estos leones y de los cuernos de estos toros salvajes.

22 Ante todos mis hermanos te alabaré; me levantaré ante la congregación y daré testimonio de las maravillas que has hecho. 23 «Alaben al Señor, los que le temen», diré yo; ¡Hónrenlo descendientes de Jacob! ¡Adórenlo descendientes de Israel! 24 Porque no ha desdeñado mi clamor ni mi profunda desesperación; no me ha vuelto la espalda ni se ha alejado. Cuando clamé a él, me escuchó y acudió. 25 Me levantaré y te alabaré delante de todo el pueblo. Públicamente cumpliré mis votos en presencia de cuantos te adoran. 26 Los pobres comerán y se saciarán; cuantos busquen al Señor lo hallarán. De gozo constante tendrán lleno el corazón. 27 Todos en esta tierra lo verán y se volverán al Señor. Y la gente de todas las naciones lo adorará.

28 Porque del Señor es el reino y él gobierna sobre las naciones. 29 Los ricos de la tierra festejarán y le adorarán, todo mortal nacido para morir, se postrará ante él y lo adorará. 30 También nuestros hijos le servirán, porque de nuestros labios oirán las maravillas del Señor. 31 Generaciones no nacidas aún oirán las maravillas que Dios hizo por nosotros.

Proverbios 5:15-21

15 Disfruta del amor, pero sólo con tu esposa. 16 Tu amor y fidelidad le corresponden sólo a ella; ¡jamás se los entregues a otra! 17 Recuerda que el goce del matrimonio solo le pertenece a los dos, y nadie debe inmiscuirse en él. 18 ¡Bendita sea tu esposa, la mujer de tu juventud! 19 Ella es una gacela amorosa y agradable. ¡Que sus pechos te dejen siempre satisfecho! ¡Que su amor siempre te cautive! 20 Hijo mío, ¡no te enredes con la mujer infiel! ¡Aléjate de sus caricias! 21 Recuerda que el Señor mira todo lo que hacemos, no pierde de vista ninguno de nuestros actos.

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