Print Page Options
Previous Prev Day Next DayNext

The Daily Audio Bible

This reading plan is provided by Brian Hardin from Daily Audio Bible.
Duration: 731 days

Today's audio is from the ESV. Switch to the ESV to read along with the audio.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Version
Génesis 46-47

Israel viaja a Egipto

46 Israel emprendió el viaje con todas sus pertenencias. Al llegar a Berseba ofreció sacrificios al Dios de su padre Isaac. Esa noche Dios habló a Israel en una visión:

— ¡Jacob! ¡Jacob!

Él respondió:

— Aquí me tienes.

[Dios le] dijo:

— Yo soy Dios, el Dios de tu padre. No temas bajar a Egipto, porque allí haré de ti una gran nación. Bajaré contigo a Egipto y yo mismo te haré subir de allí. Y cuando mueras, José te cerrará los ojos.

Cuando Jacob partió de Berseba, los hijos de Israel montaron a su padre Jacob junto con sus niños y mujeres en los carros que el faraón había enviado para transportarlos. Así pues, Jacob y todos los suyos se marcharon a Egipto llevando consigo el ganado y todos los bienes que habían adquirido en la tierra de Canaán. Todos sus hijos, hijas, nietos y nietas se fueron con Jacob.

Estos son los nombres de los israelitas que fueron a Egipto; es decir, Jacob y sus hijos:

Rubén, el primogénito de Jacob. Los hijos de Rubén: Janoc, Falú, Jesrón y Carmí.

10 Los hijos de Simeón: Jemuel, Jamín, Oab, Jaquín, Sojar y Saúl, el hijo de la cananea.

11 Los hijos de Leví: Guersón, Queat y Merarí.

12 Los hijos de Judá: Er, Onán, Selá, Fares y Záraj (Er y Onán habían muerto en Canaán). Los hijos de Fares: Jesrón y Jamul.

13 Los hijos de Isacar: Tolá, Fúa, Job y Simrón.

14 Los hijos de Zabulón: Sered, Elón y Jajlel.

15 Estos fueron los hijos que Jacob tuvo con Lía en Parán Aram, además de su hija Dina. En total, entre hombres y mujeres eran treinta y tres personas.

16 Los hijos de Gad: Sifión, Jaguí, Esbón, Suní, Erí, Arodí y Arelí.

17 Los hijos de Aser: Jimná, Jisvá, Jisví, Beriá y la hermana de ellos que se llamaba Seraj. Los hijos de Beriá: Jéber y Malquiel.

18 Estos fueron los hijos que Jacob tuvo con Zilpá, la esclava que Labán dio a su hija Lía. En total sus descendientes fueron dieciséis personas.

19 Los hijos de Raquel, la mujer de Jacob: José y Benjamín.

20 Los hijos que José tuvo con Asenet, hija de Potifera, sacerdote de On, fueron Manasés y Efraín.

21 Los hijos de Benjamín: Belá, Bejer, Asbel, Guerá, Naamán, Ejí, Ros, Mufín, Jufín y Ared.

22 Esta fue la descendencia que Jacob tuvo con Raquel; en total catorce personas.

23 El hijo de Dan: Jusín.

24 Los hijos de Neftalí: Jajsel, Guní, Jéser y Silén.

25 Estos fueron los hijos que Jacob tuvo con Bilhá, la esclava que Labán dio a su hija Raquel. En total sus descendientes fueron siete personas.

26 Todos los miembros de la familia de Jacob que llegaron a Egipto —es decir, sus descendientes directos— sumaban en total sesenta y seis personas, sin contar a las mujeres de sus hijos. 27 Con los dos hijos de José que le nacieron en Egipto, el total de miembros de la familia de Jacob que emigró a Egipto ascendió a setenta personas.

Encuentro de Jacob y José

28 Israel envió por delante a Judá para que anunciara a José su llegada y acudiera a su encuentro en Gosen. Cuando estaban llegando a la región de Gosen, 29 José ordenó que preparasen su carro y salió al encuentro de su padre Israel. Al encontrarse, José se fundió en un abrazo con su padre, y lloró largo rato sobre su hombro. 30 Entonces Israel dijo a José:

— Ahora ya puedo morir. Te he visto y sé que estás vivo.

31 José dijo a sus hermanos y a la familia de su padre:

— Voy a ver al faraón, para darle la noticia de que mis hermanos y la familia de mi padre, que vivían en Canaán, han venido a estar conmigo; 32 y que han traído consigo cuanto tenían, sus ovejas y sus vacas, porque son pastores y su trabajo es cuidar ganado. 33 Por eso, cuando el faraón les llame y les pregunte a qué se dedican, 34 díganle: “Nosotros, tus siervos, nos hemos dedicado a cuidar ganado desde nuestra juventud hasta ahora, y lo mismo hicieron nuestros antepasados”. Así les permitirá establecerse en la región de Gosen, porque los egipcios consideran impuros a los pastores de ovejas.

47 José fue a dar la noticia al faraón, y le dijo:

— Mi padre y mis hermanos han venido desde Canaán con sus ovejas, sus vacas y con todo cuanto tienen; en este momento ya se encuentran en la región de Gosen.

José había llevado consigo a cinco de sus hermanos y se los presentó al faraón que les preguntó:

— ¿A qué se dedican ustedes?

Ellos respondieron:

— Nosotros, tus siervos, somos pastores de ovejas, igual que lo fueron nuestros antepasados.

Y añadieron:

— Hemos venido a vivir en este país porque en Canaán aprieta el hambre y ya no hay pastos para los rebaños de tus siervos. Por eso te rogamos que permitas a tus siervos establecerse en la región de Gosen.

Entonces el faraón dijo a José:

— Tu padre y tus hermanos han venido a reunirse contigo. El país de Egipto está a tu disposición. Haz que tu padre y tus hermanos se asienten en la mejor zona del país; que se queden en la región de Gosen. Y si sabes que entre ellos hay algunos con experiencia, ponlos a cargo de mi ganado.

Después José presentó a su padre Jacob al faraón. Jacob saludó al faraón con reverencia y este le preguntó:

— ¿Cuántos años tienes?

Jacob respondió:

— Ciento treinta años llevo de aquí para allá. Pocos y desgraciados han sido los años de mi vida, y no llegan a sumar los años que mis antepasados vivieron como inmigrantes.

10 Jacob volvió a saludar al faraón, y se retiró de su presencia.

11 José instaló a su padre y a sus hermanos dándoles terrenos en la mejor región de Egipto, en el distrito de Ramsés, tal como lo había ordenado el faraón. 12 José proporcionó alimentos a su padre, a sus hermanos y a toda su familia, según las necesidades de cada uno.

La administración de José

13 En ninguna parte del país había qué comer, y la carestía era tan severa que la gente, tanto en Egipto como en Canaán, se moría de hambre. 14 José, mientras tanto, iba acumulando todo el dinero que los de Egipto y los de Canaán pagaban a cambio del grano que le compraban, e ingresaba este dinero en las arcas reales. 15 Pero cuando se agotó el dinero en Egipto y Canaán, todos los egipcios fueron a decirle a José:

— Danos pan. O ¿vas a permitir que muramos, porque ya no nos queda dinero?

16 José les respondió:

— Si ya se less acabó el dinero, traigan sus ganados y se los cambiaré por alimento.

17 Ellos traían el ganado a José que les daba alimento a cambio de caballos, ovejas, vacas y asnos. Durante un año les estuvo proveyendo de alimento a cambio de todo su ganado. 18 Pero pasó ese año, y al año siguiente fueron a decirle a José:

— Señor, no podemos ocultarte que el dinero se nos acabó y que el ganado es ya de nuestro señor. No tenemos otra cosa que ofrecer a nuestro señor que nuestros cuerpos y nuestras tierras. 19 ¿Vas a permitir que nosotros muramos y nuestras tierras queden yermas? Cómpranos a nosotros y a nuestras tierras, a cambio de alimento. Nosotros, con nuestras tierras, seremos esclavos del faraón; pero danos semilla para que la tierra no quede desolada y nosotros podamos sobrevivir.

20 De esta manera José adquirió para el faraón todas las tierras de Egipto, pues los egipcios, obligados por el hambre, tuvieron que venderle sus tierras; y así el país pasó a ser propiedad exclusiva del faraón, 21 y todos en Egipto, de uno a otro confín, acabaron siendo esclavos. 22 Los únicos terrenos que José no compró fueron los que pertenecían a los sacerdotes, porque a ellos les había asignado el faraón una ración de alimento; y como vivían de esa asignación que les daba el faraón, no tuvieron que vender sus propiedades.

23 José dijo después al pueblo:

— Hoy los he comprado a ustedes y sus tierras para el faraón. Aquí tienen semilla para que siembren las tierras; 24 pero habrán de entregar al faraón la quinta parte de la cosecha; las otras cuatro partes servirán para sembrar los campos y para alimentarse ustedes, sus familias y sus hijos.

25 Ellos respondieron:

— Señor, aceptamos ser esclavos del faraón, porque hemos contado con tu favor y nos has salvado la vida.

26 Y José promulgó una ley, vigente hasta el día de hoy en toda la tierra de Egipto, según la cual debía entregarse al faraón una quinta parte de las cosechas. Solamente las tierras de los sacerdotes no pasaron a ser propiedad del faraón.

Últimos días de Jacob

27 Los israelitas se asentaron en Egipto, en la región de Gosen. Adquirieron propiedades allí, prosperaron y llegaron a ser muy numerosos. 28 Jacob vivió diecisiete años en Egipto, y la duración total de su vida fue de ciento cuarenta y siete años.

29 Vivía ya Israel sus últimos días, cuando mandó llamar a su hijo José y le dijo:

— Si de verdad me quieres, pon tu mano debajo de mi muslo y júrame que harás lo que te voy a pedir: ¡Por favor, no me entierres en Egipto! 30 Cuando vaya a reunirme con mis antepasados, sácame de Egipto y entiérrame en su sepulcro.

José respondió:

— Haré lo que me pides.

31 Insistió Jacob:

— Júramelo.

José se lo juró, y a continuación Israel se reclinó sobre la cabecera de la cama.

Mateo 15:1-28

La cuestión de las tradiciones (Mc 7,1-23)

15 Se acercaron a Jesús unos fariseos y maestros de la ley que procedían de Jerusalén, y le preguntaron:

— ¿Por qué tus discípulos violan la tradición de nuestros antepasados? ¿Por qué no se lavan las manos cuando van a comer?

Jesús les respondió:

— ¿Y por qué ustedes violan lo que Dios ha mandado por seguir sus propias tradiciones? Porque Dios ha dicho: Honra a tu padre y a tu madre; y también: El que maldiga a su padre o a su madre será condenado a muerte. En cambio, ustedes afirman: “Si alguno dice a su padre o a su madre: ‘Lo que tenía reservado para ayudarte lo he convertido en ofrenda para el Templo’, queda liberado de la obligación de prestarles ayuda”. De este modo, con la propia tradición de ustedes anulan lo que Dios había dispuesto. ¡Hipócritas! Bien profetizó Isaías acerca de ustedes cuando dijo:

Este pueblo me honra de labios afuera,
pero su corazón está muy lejos de mí.
Inútilmente me rinden culto,
pues enseñan doctrinas
que sólo son preceptos humanos.

10 Y recabando la atención de la gente, prosiguió:

— Oigan y entiendan esto: 11 lo que hace impura a una persona no es lo que entra por la boca. Lo que verdaderamente la hace impura es lo que sale de la boca.

12 Entonces los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron:

— ¿Sabes que los fariseos se han sentido ofendidos al oírte?

13 Jesús les contestó:

— Toda planta que no haya plantado mi Padre celestial será arrancada de raíz. 14 Déjenlos, pues son ciegos que guían a otros ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en el hoyo.

15 Pedro pidió a Jesús:

— Explícanos qué significa lo que has dicho.

16 Jesús contestó:

— ¿Tampoco ustedes son capaces de entenderlo? 17 ¿No comprenden que todo lo que entra por la boca pasa al vientre y va a parar a la letrina? 18 En cambio, lo que sale de la boca procede del corazón, y eso es lo que hace impura a la persona. 19 Porque del corazón proceden las malas intenciones, los asesinatos, los adulterios, las inmoralidades sexuales, los robos, las calumnias y las blasfemias. 20 Todo esto es lo que hace impura a una persona, y no el sentarse a comer sin haberse lavado las manos.

La mujer cananea (Mc 7,24-30)

21 Jesús salió de aquel lugar y se dirigió a la comarca de Tiro y Sidón. 22 En esto, una mujer cananea que vivía por aquellos lugares vino a su encuentro gritando:

— ¡Señor, Hijo de David, ten compasión de mí! Mi hija está poseída por un demonio que la atormenta terriblemente.

23 Como Jesús no le contestaba ni una palabra, los discípulos se acercaron a él y le rogaron:

— Atiéndela, porque no hace más que gritar detrás de nosotros.

24 Jesús entonces dijo:

— Dios me ha enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel.

25 Pero la mujer, poniéndose de rodillas delante de Jesús, le suplicó:

— ¡Señor, ayúdame!

26 Él le contestó:

— No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perros.

27 Ella dijo:

— Es cierto, Señor; pero también los cachorrillos comen las migajas que caen de la mesa de sus amos.

28 Entonces Jesús le respondió:

— ¡Grande es tu fe, mujer! ¡Que se haga lo que deseas!

Y su hija quedó curada en aquel mismo instante.

Salmos 19

Salmo 19 (18)

La ley del Señor es perfecta

19 Al maestro del coro. Salmo de David.
Los cielos proclaman la grandeza del Señor,
el firmamento pregona la obra de sus manos;
el día al día comunica su mensaje,
la noche a la noche anuncia la noticia:
sin lenguaje, sin palabras,
sin que se escuche su voz,
se difunde su sonido por toda la tierra,
y por los confines del mundo su mensaje.
En ellos ha erigido una tienda para el sol
que recorre alegre su camino como atleta,
como novio que sale de su alcoba.
Sale por un extremo del cielo
y en su órbita llega hasta el otro:
nada escapa a su calor.
La ley del Señor es perfecta,
reconforta al ser humano;
el mandato del Señor es firme,
al sencillo lo hace sabio;
los decretos del Señor son rectos,
alegran el corazón;
el mandamiento del Señor es nítido,
llena los ojos de luz;
10 venerar al Señor comunica santidad,
es algo que permanece para siempre;
los juicios del Señor son verdad,
todos ellos son justos.
11 Son más cautivadores que el oro,
más que abundante oro fino,
más dulces que la miel,
que la miel virgen del panal.
12 Tu siervo está atento a ellos;
grande es el premio si se respetan.
13 Pero, ¿quién conoce sus propios errores?
Perdóname los que ignoro.
14 Libra a tu siervo de la arrogancia,
¡que no me domine!
Y entonces seré íntegro,
inocente de un gran pecado.
15 Que te sean gratas mis palabras
y te deleiten mis pensamientos,
Señor, mi fortaleza, mi redentor.

Proverbios 4:14-19

14 No te adentres en senda de malvados,
ni pises en camino de perversos;
15 evítalo, no lo transites;
apártate y sigue adelante.
16 Sólo cuando hacen daño,
duermen tranquilos los malvados;
sólo haciendo caer a alguien,
logran conciliar el sueño;
17 comen el pan del delito
y beben el vino de la violencia.
18 La senda de los justos es como amanecer
que va clareando hasta pleno día;
19 el camino de los malvados es noche oscura,
van a tropezar y no saben dónde.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España