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«¡Perezca el día en que yo nací
y la noche en que se dijo: “Un varón ha sido concebido!”
Que aquel día se vuelva sombrío;
que no cuide de él Dios desde arriba
ni haya luz que sobre él resplandezca.
Cúbranlo tinieblas y sombra de muerte,
y repose sobre él nublado
que lo haga horrible como día tenebroso.

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