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Por eso dice Cristo al entrar en el mundo:

No has querido ofrendas ni sacrificios,
sino que me has dotado de un cuerpo.

Tampoco han sido de tu agrado

los holocaustos y las víctimas expiatorias.
Entonces dije:
Aquí vengo yo, oh Dios, para hacer tu voluntad,
como está escrito acerca de mí
en un título del libro.

En primer lugar dice que no has querido ni han sido de tu agrado las ofrendas, los sacrificios, los holocaustos y las víctimas expiatorias, —cosas todas que se ofrecen de acuerdo con la ley—. Y a continuación añade: Aquí vengo yo para hacer tu voluntad, con lo que deroga la primera disposición y confiere validez a la segunda. 10 Y al haber cumplido Jesucristo la voluntad de Dios, ofreciendo su propio cuerpo una vez por todas, nosotros hemos quedado consagrados a Dios.

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