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Mi rebaño anda errante por todos los montes y colinas, disperso por todo el país, sin que nadie se preocupe por él ni lo busque.

Por eso, escuchen, pastores, la palabra del Señor. Lo juro por mí mismo —oráculo del Señor Dios—: Ustedes han abandonado a mi rebaño a merced del pillaje, hasta convertirlo, por falta de pasto, en presa de todas las fieras del campo; no se han preocupado de mi rebaño y se han apacentado a ustedes mismos, en lugar de apacentar a mi rebaño;

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