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No me mires,
    porque tus ojos me alteran demasiado.
Tu cabello es largo y ondulado,
    cae como un rebaño de cabras
    que baja por los montes de Galaad.
Tus dientes son blancos
    como ovejas esquiladas
    que acaban de bañarse.
Todas tienen gemelos,
    no falta ni una.
Tus mejillas bajo tu velo
    parecen cortes de granada.

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