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28 Ajimás se acercó y saludó al rey:

— ¡Salud!

Luego hizo una reverencia al rey inclinando su rostro y añadió:

— ¡Bendito sea el Señor, tu Dios, que ha entregado en tu poder a la gente que se había rebelado contra el rey, mi señor!

29 Y el rey le preguntó:

— ¿Está bien el joven Absalón?

Ajimás respondió:

— Vi un gran alboroto cuando tu servidor Joab me enviaba, pero no sé lo que era. 30 El rey le dijo:

— Apártate y quédate ahí.

Él se retiró y se quedó allí.

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