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El sacerdote Joyada dio a los jefes de centenas las lanzas y los escudos pequeños y grandes que habían sido del rey David, y que estaban en la casa de Dios. 10 Luego puso a toda la gente en su lugar, cada uno con su lanza en la mano, desde el lado sur del templo hasta el lado norte del templo, entre el altar y el templo, alrededor del rey.

11 Luego sacaron al hijo del rey, le pusieron la corona, le dieron el testimonio y lo proclamaron rey. Joyada y sus hijos lo ungieron diciendo:

—¡Viva el rey!

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