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otra tercera parte vigilará el palacio real y la otra tercera parte cuidará la puerta de los cimientos, mientras todo el pueblo estará en el patio del templo del SEÑOR. No dejen que entre al templo del SEÑOR nadie más que los sacerdotes y levitas que están de servicio, pues ellos están consagrados. El resto del pueblo debe obedecer el mandato del SEÑOR. Los levitas rodearán al rey, cada uno con sus armas en la mano, y cualquiera que se atreva a entrar al templo, morirá. Se quedarán junto al rey dondequiera que él vaya».

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